NO VEO TELEVISIÓN NI LAS REVISTAS, NO VEO YA NADA QUE NO QUIERA VER

ESCRIBE PARA LATAPA- DELIA ROSANA VAZQUEZ PERIODISTA

Me acordé de este verso de la canción de Charly , como un símbolo de todo lo que ha cambiado para bien y no tan bien, en el periodismo. Cuando fui a estudiar a La Plata, soñaba distintas maneras de ejercer, pero fundamentalmente iba con la idea de luchar por la verdad y formarme para crear nuevas maneras de comunicar.

Nuestra generación venía de una pesada herencia en serio. Con el retorno de la democracia, nos enteramos que a un tal Rodolfo Walsh lo desaparecieron por revelar y denunciar que llegaban a miles las personas desaparecidas. El juicio a las Juntas, las torturas en centros clandestinos, los vuelos de la muerte, los 500 nietos apropiados. Los compañeros más grandes que nos contaban sobre los estudiantes que nunca más regresaron. Esa fue nuestra entrada a la facultad en 1983.

Es decir la vara era alta, idealizamos a los vivos por resistir y a los muertos por dar la vida por un ideal de verdad. Son marcas generacionales.

Todavía me sorprendo todo lo que en este tiempo cambió en el periodismo. Desde cómo nos informamos, la tecnología con que trabajamos. La ampliación de nuestra profesión a un amplio campo como es la Comunicación Social. Formar parte de un área de estudio que nos permite entender nuestra cultura, la actualidad, los medios, las nuevas tecnologías, hasta incorporar estas mismas prácticas y estudios en los niveles educativos.

Aún así algunos hablan del fin del periodismo. Sin embargo si el fin del periodismo se mide por lo que sucede en las redacciones de las grandes empresas, me refiero a esa idea real y visible en el que toda información tiene un precio, no solo estamos perdiendo de vista el amplio escenario de la comunicación sino subestimando la diversidad de posibilidades que en otros ámbitos continúa ofreciendo.

Es que la pregunta, ese arma poderosa con que andamos los y las periodistas , no ha perdido vigencia desde el momento en que la búsqueda de la verdad es parte de nuestra esencia como seres humanos. Desde que mediados del siglo pasado se estableció la comunicación como un derecho humano.

Justo en esa época mientras crecía la concentración mediática a ritmo vertiginoso nuevas corrientes comenzaron a fluir sobre todo desde Latinoamérica, interpelando modelos tradicionales de hacer periodismo.

Mientras que se ensalzaba de objetividad en la información como si los hechos fueran posibles de medir con una regla o en los canales o las radios solo hablaban “los que saben”, en estas nuevas corrientes de la comunicación popular, comunitaria o alternativa un vecino/na podía transformarse en periodista o un periodista podía hacernos conocer la realidad a partir de la sabiduría de un vecino/a.

Esta nueva concepción del ejercicio del periodismo tuvo un desarrollo algo mas silencioso, pero no menos significativo, se fue construyendo a ritmo sostenido, así surgieron varias redes de medios que unen los países del cono sur.

Las grandes cadenas transformaban al periodismo en un negocio, acelerando el desprestigio del oficio y la veracidad de la información que circula. El impacto cultural que tiene en el tratamiento de las noticias es y será enorme. Involucra nuevos valores, costumbres, modos de entender la realidad y nuestro sistema político.

Las radios, revistas, canales de televisión comunitarios, portales web, continuaron multiplicándose con un paradigma distinto, una comunicación más horizontal, re significando lo local y regional: la comunicación o la información, que construye subjetividades y estéticas diversas, para mostrar un pueblo, una provincia, una argentina más cerca de la verdadera y más federal.

Desde los medios comunitarios y trabajadores de la prensa se viene alertando: la desinformación sobre lo que es y no importante contar, Sobre el /los por qué y para que debemos contar lo que está afectando nuestras democracias en América Latina.

Sabemos es muy difícil modificar esta situación cuando el único interés es el negocio, ante esto el camino no es ni la banalización de la información, ni el fin del periodismo. Más bien reivindicar la importancia de este trabajo tan apasionante y vital como desde un principio lo fue.

No resignar condiciones laborales dignas como trabajadores que hacen a la calidad de las producciones, promover la defensa de nuestros derechos individuales y colectivos , fortalecer desde la educación la formación de periodistas que democraticen la palabra, mantengan a la sociedad mejor informada, con un sentido más inclusivo, ético y humanitario.

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