¿HAY UN ANTES EN EL DESPUÉS?

Raramente la Filosofía habló a través de la fragilidad del filósofo o la filósofa. A la inversa, su nombre nos ha conducido hacia el amor

por la sabiduría (filo-sofía), casi de una manera desinteresada o puramente abstracta. Pero nuestras vidas penden de un hilo, y si nos ocurrió una catástrofe, una pérdida, un accidente o un trauma que nos marcó para siempre, entonces es el momento de

Hablar de ello. Y si nos rompemos y volvemos a comenzar en una reconstrucción sin garantías, es porque debíamos soportar el vértigo de no saber.

Es en el no-saber filosófico y personal por donde borbotean las emociones inesperadas, los abrazos que conmueven, las lágrimas que vencieron a la ley de gravedad y se

Fueron a volar bien léjos, las premeditaciones que alcanzaron al deseo, y las amarguras que nos trajo el viento. Ahora, sí, ahora es cuando el vacío asoma con su crispada incompletud, aun así podremos salir a ver el sol en la plaza de los mejores sueños, reunirnos con nuestrxs amigxs, imaginar horizontes en donde el

Encuentro acaricie los escurridizos contornos de la alegría. Y si hay un antes en el después, entonces nos despedimos de nuestras invisibles huellas para reconfigurar un nuevo

Teatro, será cuestión de elegir si diseñamos el guión de nuestras vidas, actuamos un libreto escrito por otros, decoramos el escenario de la parodia de una obra trágica o cómica, iluminamos las sombras de nuestras ilusiones, o le ponemos música a nuestros silencios.

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