La vuelta de Los Milton
Si en 50 años algo de estos valles sobrevive, al menos reconvertido en ciudad lineal o conurbano de la nueva Houston, o si dentro de 25 años (la medida aproximada del mínimo de posteridad aspirable) alguien recuerda por estos lares al rock and roll, si entonces alguien -quizás joven- pregunta por las bandas que tocaban por estos lados, esperamos que quien tenga que responder no se olvide de mencionar a Los Milton.
Banda a esta altura mítica, Los Milton comenzó allá por 2012, cuando Guillermo Penedo y Luis Padilla se conocieron dando clases en una escuela secundaria de Villa Regina. “Creo que el día que presentan a Guille en el colegio, esa misma tarde después del laburo me invitó a su casa y me hizo escuchar sus canciones”, contó Padilla para esta nota, vía WhatsApp. “Me flasheó -siguió contando Padilla- que para grabar él usaba el mismo programa que yo, el samplitude studio, que casi nadie usa”. No solo usaban el mismo software para grabar, Penedo y Padilla congeniaron muy rápido. Al escuchar los proyectos solistas de cada uno y compararlo con Los Milton, queda bien clara la productiva simbiosis que generan juntos. Penedo le mostró una maqueta de “Al collie” (canción que luego sería incluída en el disco Volumen I), Padilla hizo lo mismo con algunas canciones suyas y muy pronto la primera versión de la banda (cuyo primer nombre iba a ser Las Paltas) quedaría conformada con la inusual formación de guitarra eléctrica, bombo legüero y cajón peruano, a cargo de Padilla, y Penedo en guitarra acústica y voz.
“La primera fecha fue en Fiske, tocamos en una plaza para el día del estudiante -siguió contando Padilla-.Yo tenía el cajón peruano, el bombo legüero y la guitarra eléctrica. Armaba ambientes con el delay de una efectera. Matías Piuno tocaba la guitarra eléctrica. Después esa efectera la perdí en una parada del colectivo”. Más tarde vendrían fechas en otros lugares del Alto Valle.
En el verano de 2013/2014 Guillermo le propone a Luis ir a trabajar a Mar del Plata, con la idea de tocar en la peatonal de La Feliz. “Teníamos que tocar después de las 12 -recuerda Guille- porque no teníamos habilitación. Nos sacaron un par de veces los inspectores por tocar sin permiso. Tocábamos a la vuelta de la capilla que está en la peatonal, ahí no nos decían nada, pero una vez nos arrojaron un par de huevos”. Así se ganaban unos pesos, para pagar el alquiler y subsistir. También comenzaron a componer canciones y a registrarlas con una grabadora que había comprado Penedo. “La canción ‘Western’, cuenta Padilla- surgió en el muelle de los pescadores. Estábamos sentados tocando y nos salió la melodía de la canción. Salimos corriendo hacia el departamento para grabarla. Esa canción tiene un poder terrible, la melodía viene directo del sonido del mar”.
La aventura marplatense terminó durando un mes. Luis y Guillermo volvieron con unas cuantas canciones (la base de Volumen I) y la intención de consolidar la formación de la banda con un bajo y una batería. Una vez en Regina convocaron a Piky Sanchez para los parches, aunque a la hora de grabar los primeros temas (algunos en los quinchos de las casa de Penedo y Sanchez) lo reemplazó Cristián “capocha” Vallejos (ex Chésare, actual baterista de la banda de rock de la FCP) y sumarían a Matías Piuno en bajo. La inestabilidad en la formación es hasta hoy una característica de la banda. En Villa Regina casi no hay músicos, o más bien personas capaces de tocar algo, que no hayan tocado algún instrumento en Los Milton.
“De cada 100 reginenses 35 son Milton”, dice entre risas Pablo Nicolás Cuccaresse, “Cucca”, quien tocó el bajo en la banda durante un tiempo, y nombra a algunos de los músicos que formaron parte de Los Milton en algún momento: “Pasó mucha gente por la banda, no tanta como lo decíamos en chiste pero casi. Empecé con Guille, Luis y Piki. Después estuve también con Seba Falca, el Dave, Vicente y el Pita. En las grabaciones fue otro tema. En total creo haber contado algo así como 13 tipos en el rejunte de todos lo temas. Incluso grabamos ‘Ahí pasa una comparsa’ con Jorgito Palacios,un crack de la guitarra clásica y flamenca nacido acá en la Villa”.
Mil kilómetros de viaje, 15 minutos de fama
En 2014 Los Milton ya tenían varios shows en su haber, y algunos temas grabados para lo que sería su primer disco. Estaba todo dado para buscar nuevos horizontes. Entonces se enteraron de un un concurso que prometía un lugar para el Cosquín Rock. Había que subir un video a un “escenario virtual”, y las bandas con más vistas podían participar de una especie de “pre Cosquín”, donde del público votaría a sus favoritas, que finalmente participarían del festival. El video de Los Milton tenía muchas vistas, pero no habían quedado seleccionados. Guillermo le escribió a José Pallazzo por Twitter. “Le pregunté -cuenta Guillermo- ¿Cómo puede ser que no haya ninguna banda de la Patagonia?. Palazzo me respondió que él no se ocupaba de eso, pero después un tipo se contactó y nos pidió los datos. Así quedamos seleccionados”. Les dieron un lugar, pero solo si se hacían cargo por sus propios medios de llegar hasta Refugio Guernica, una sala de conciertos de Córdoba capital. “No me acuerdo de adónde -agrega Luis- sacamos dos mil pesos para el combustible y fuimos Guille, el Piki, el Cucca y yo, en el Peugeot 206 de mi viejo. Llegamos a la mañana y a la noche ya tocábamos. Para mí nuestra actuación fue la mejor de la noche. Fue la banda más genuina y con más rock, porque estábamos en cuero, re descontrolados. Además por el sacrificio que hicimos: viajamos mil kilómetros para tocar 15 minutos”.
Memorioso, Guillermo recuerda la lista de temas de ese breve show, y otros detalles: “Tocamos ‘Al collie’, uno de Luis que no me acuerdo si era ‘Los membrillos’, y ‘Si no tenés corazón’. Cuando terminamos de tocar tiré el corpiño que nos habían tirado una vez en el gimnasio del gato. Después -continúa Guille- nos encontramos con Lula Bertoldi y el flaco de Eruca Sativa [Gabriel Pedernera, el baterista]. Al final de la noche casi nos cagamos a trompadas con el novio, porque yo le dije que me gustaba Lula. Después nos agarramos un pedo tremendo. Vomité el auto del padre de Luis. Lo limpiamos con un calzoncillo perdigoneado del Cucca”.
El aportante del elemento limpiador del accidente etílico tiene su propia versión de los hechos: “Nos pusimos a hablar con los de Eruca para pedir fotos y chupar un poco las medias. En realidad estaba Gabi Pedernera, el batero, y Lula Bertoldi nomás, acompañada por su novio de entonces, que todavía no era Nicolás Sorín, el groso de Octafonic. El tipo era de Neuquén capital y escuchó que éramos de Regina. Despectivamente identificó a la Villa como el lugar ese que pasás y en la entrada hay olor a bosta”, así lo recuerda Cuccaresse. Parece que a Guille no le cayó muy bien el comentario, ni al novio de Bertoldi le hizo gracia el amistoso acercamiento de Guille hacia Lula. “El novio le quería pegar a Guille -continúa Cuccaresse- pero se ponía atrás de Lula. Cayeron los de seguridad y lo sacaron. Yo salí afuera a pedirle disculpas a Lula y a decirle que la iba a ir a ver cuando tocase en la Fiesta de la Manzana. Se cagaba de risa ella, todo el humor. Pedernera ni se enteró, estaba instalado en la barra tomando cerveza con el Piki. Gente muy agradable, humilde y con toda la paciencia para fumarse a fans pesados como uno”.
Los Milton llegaron a ese concurso con todo en contra: no pudieron llevar ni la más mínima cantidad de público, a diferencia de las bandas de Córdoba, que tenían quien los bancara. Sin embargo, dieron una muy buena impresión, como lo prueba la foto de Pedernera y Bertoldi (con un improvisado cartel que dice “aguante Los Milton, desde la patagonia for the win”) y un comentario en Facebook de Eri Carrió, que sacó la foto: “Incluso desde antes que el cantante (Guillermo) empezara a cantar, ya había algo que nos llamaba la atención, y eso era la manera en la que se expresaba corporalmente. ¡Hasta se puso un poncho! Nos cautivó su carisma arriba del escenario y la locura que tenían, agregando también la buena onda de los pibes, Piki Sánchez y Luis Padilla con los que pudimos compartir una charla después”.
Todo lo que dieron arriba del escenario no alcanzó para hacerlos llegar al Cosquín Rock. Guille recuerda que quedaron anteúltimos, Luis que clasificaron en tercer lugar. Más allá de eso, la aventura dejó divertidas anécdotas, el notable reconocimiento de músicos de una banda como Eruca Sativa y la prueba de que Los Milton podía tocar en cualquier lado dando una buena impresión.
Volumen 1: Superclásicos del rock patagónico
Esta primera estapa de Los Milton dejó un disco titulado Volumen I, que se puede escuchar en SoundCloud y en YouTube. “Al disco -cuenta Luis- lo armamos de manera autogestionada, que está bueno, pero también hace muy cansador el proceso. Me acuerdo que me levantaba los sábados bien temprano y a las 8 de la mañana ya estaba en lo de Guille grabando”. Como apuntaba el Cucca, en la grabación de este disco participó una porción importante de los músicos de Villa Regina. “Cuando terminamos el disco nos peleamos con Guillermo, -rememora Luis- porque estábamos re obsesionados con lograr la mejor toma de guitarra, la mejor voz. Pasamos demasiado tiempo juntos y terminamos distanciándonos. Pero ahora nos amigamos de nuevo. Ahora escucho esas canciones y estoy muy conforme”.
La composición de las canciones de ese disco estuvo a cargo de Guillermo. La admiración y el cariño de Padilla quedan claras cuando lo describe como compositor: “Él es el artífice de Los Milton, es el que tiene el mojo. Me gusta mucho cómo escribe. Tiene mucha delicadeza, no se queda con la primera frase que se le ocurre. Y es muy particular la forma de meter las palabras, en una especia de rap patagónico mezclado con Bob Dylan”. Es claro que Los Milton surge de la conjunción del talento como cantautor de Guillermo y el aporte de Padilla en los arreglos. Ambos se encargan de la producción y la grabación de los temas. Así describe Padilla su manera de trabajar: “Guille siempre tiene un montón de ideas y bocetos. Y si a mí me mueve algo, aporto ideas para arreglos de guitarra o sinte”.
Emociona escuchar el amor y respeto con el que Penedo habla de Padilla: “Para mí Luis es uno de los mejores guitarristas eléctricos que conozco. Es terrible la concepción que tiene de la canción, cómo arregla. No es como los violeros a los que solo les calienta hacer el solo. Pudiéndo tocar más, toca menos para que se luzca la canción. Los arreglos que mete son los justos. Su uso de los delays y las modulaciones es brillante”. Guille recomienda fuertemente Cine cosmos, el disco solista de Padilla. El guitarrista actualmente también toca en la banda de punk Los Peste, que recientemente lanzó un disco llamado Villa Resina.
Después de que Padilla dejó Los Milton la banda siguió tocando con diferentes formaciones. Hicieron más shows en el valle, tocaron en Viedma y en Carmen de Patagones grabaron ese inolvidable video para el ciclo El Sonido en la Nube, de Alejo Estrabou.
El escritor Damián Catini tocó el bajo para Los Milton en esa etapa. Llegó a la banda después de ser su fan: “Cuando escuché por primera vez a Los Milton, yo creía que el sonido salía de algún lugar más lejano: de un suburbio de Nueva York por ejemplo. No podía creer que cerca de mi casa se estén programando esas canciones”, contó en un texto que escribió para rememorar su paso por la banda. Terminó tocando el bajo en cuatro shows y participó del video de “Vestido comunista” para el ciclo El Sonido en la Nube. Así recuerda Catini esa tarde: “Patagones es una de las ciudades más lindas del mundo. Nos paseamos con Alejo [Estrabou, director del video] por el centro histórico e inventábamos escenas en el camino. A mí se me ocurrió la idea de la frase de Nietzsche en la Iglesia. Al Pita se le ocurrió de pedir permiso en una casa para saludar por la ventana, o la de bajar de un árbol como un mono. Hoy le muestro a mis alumnos ese video, cuando alguna clase se hace irremontable y uno quiere sentirse un poco más humano”.
Los Milton II: canciones para levantarse y empezar de nuevo
En el invierno de 2017 Padilla y Penedo se amigaron y empezaron a armar canciones nuevamente. Dos de esas canciones, compuestas en el verano de 2018, las agruparon el año pasado en el EP Los Milton II. Ahora estrenan el video de “Levantate”, hecho con videos breves que aportaron fans de la banda, editados por Padilla. La canción mezcla el mensaje optimista de la letra con un aire melancólico de la voz de Penedo, como si la cantara haciendo fiaca después de la siesta, tirado en la cama todavía. La base jazzera del walking bass está hundida en un montón de ruiditos y ecos que recuerdan a la atmósfera de Magical Mistery Tour (el final de “Strawberry fields” o el de “I am the Walrus”). “Convultion blues”, el segundo tema del EP, muestra lo bien definido que ya está el sonido de Los Milton: capas y capas de guitarras bien rockeras, y Penedo tirando a mansalva rimas como esta: “Preparen los tambores de las revoluciones / que acá sí se terminan, con una guillotina”.
Hay más canciones de esta última etapa, que Penedo promete lanzar este año.
Guillermo Penedo: el secreto mejor guardado de la música patagónica
Lo dijo Padilla y lo volvemos a afirmar: Penedo es un compositor super original y creativo. No solo por sus canciones en Los Milton. En penedo.bandcamp.com hay un EP titulado YUN, compuesto de 3 canciones hermosísimas, que son solo la punta de un iceberg de como mínimo medio centenar de canciones (o bocetos de canciones) que Penedo grabó en su casa y que lamentablemente, pero solo por ahora, no salen de su disco rígido. Algunas de esas canciones formarán parte de Isla, disco solista en el que Penedo trabaja actualmente.
Penedo nació en 1975 en Neuquén, pero vivió siempre en Villa Regina. Fue a la escuela 52 en la primaria, a Nuestra Sra del Rosario después. Cuando terminó la secundaria, en 1994, le tocó hacer la colimba: “Me destinaron a San Martín de los Andes, regimiento de caballería número 4. Estuve hasta la última baja, como un año y dos meses. Del caso Carrasco me enteré recién en la primera licencia, cuando volví a mi casa. Pero por ese tema, ese año cortaron el entrenamiento militar a 6 meses”, cuenta Guille. “En la colimba me daban permiso para viajar a Córdoba, estaba haciendo el ingreso de la UTN, para ingeniería en sistemas. Cuando tenía 12 años me habían comprado una computadora y me picó el bichito de programar. Aprendí Basic, que era el lenguaje de ese momento y también algo de bases de datos. Mis viejos me hinchaban los huevos con que no estudiara música, así que como me gustaba la programación me metí a estudiar en la UTN. Aparte tenía ganas de irme a Córdoba porque allá estaban mis amigos. Tenía ganas de pelotudear”. En Córdoba Penedo aprobó el primer año de Ingeniería en Sistemas, pero no fue más allá, porque lo suyo era la música: “me aburría mucho, sentía que no estaba en mi lugar. El segundo año ya no fui casi nunca, me la pasé de joda”.
En total pasó tres años en Córdoba, dedicado a las típicas andanzas de cualquier estudiante universitario: participó de marchas en contra de la Ley Federal de Educación de Menem, trabajó como telemarketer para una conocida tarjeta de crédito cordobesa, y como ya contó, salió mucho de joda. “No estuve tan metido en el música. Guitarreaba un poco con un amigo que tocaba blues. Me acuerdo de haber ido a ver al Raly Barrionuevo, cuando tocaba en el comedor universitario en Córdoba. Nos llevó un jujeño que lo conocía. El dúo Coplanacu tocaba siempre en un bodegón del bulevar Illia, donde vivía yo. Vi a Las Pelotas con Sokol y Gillespie, impresionante”.
Esta vida un tanto licenciosa no podía extenderse demasiado. Penedo volvió al valle para comenzar a estudiar música en el IUPA. “Hice unos 5 años -recuerda-. Dejé, me fui a hacer la temporada en Las Grutas ¡viví en carpa esos 3 meses! (risas). Y de ahí me tomé el tren y me fui a Bariloche. Tenía guita para una semana, una cosa así, pero conseguí laburo y me quedé 3 años a vivir. El clima de Bariloche me terminó pudriendo. Así que volví al valle y retomé los estudios de guitarra en el IUPA. Terminé dejando porque no me interesaba ser concertista. Después armamos Los Milton”. Lo demás, ya es leyenda.