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CUANDO HICHO CONOCIÓ A ÅMELIA

La experiencia es un billete de lotería comprado después del sorteo

Gabriela Mistral

Ni adentro ni afuera, es así como Hicho se desplaza entre lo dicho y lo hecho. No había razones para especular una condena o un premio mayor. ¿Cómo nacer en un nicho que es vida y muerte al mismo tiempo? Entretelones en donde Hicho decora lo inalcanzable. Entonces, el rostro de la máscara sin rostro de Åmelia se filtra entre el teatro de las trágicas comedias y la porosa pasividad de los espectadores. Le surge un aullido crujiente cuando la tiene en frente, fue el momento justo en el cual Hicho conoció a Åmelia. En otra dimensión reaparecen secuencias superpuestas…

Habían pasado cincuenta años desde que la piedra del augurio desapareció de los bordes de un tiempo gregoriano. Åmelia intentó reconstruirla en un precipicio muy cerca del origen final. Hicho la ayudó con cautela entre vibraciones anaranjadas que resonaban sobre fondos de convexas invariantes…

Por momentos, Åmelia e Hicho se distraían sin anodinos algoritmos de avanzadas búsquedas. Tratando de encontrar una entrada para llegar a los recovecos de un cálido espacio indescifrable. Allí podrían aterciopelarse entre pomposas sensaciones aromáticas…

El día se abría y se cerraba, en algunos instantes pendulaba entre lo diáfano y una penumbra vertical. ¿Qué decir del viento y sus repentinas aristas de vértigo y ágrios cambios de orientación?

Åmelia decidió ser una suerte desmedida, pudiendo elegir cuando jugar, perder o ganar. Entre tanto, Hicho, revolcado en algodones de suaves nubes terrestres, se inclinaba sobre fluctuaciones de irremediables estados que lo acercaban y alejaban de lo inauténtico entrelazado…

Imagen de portada: Salvador Dalí, del cortometraje "Destino".

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