COMER, EL RITUAL QUE NUNCA MUERE
He llegado a lograr una concepción propia sobre la espiritualidad y conocer mejor qué poder o energía nos mueve. En algún punto pude hacer una simbiosis entre la ciencia y las diferentes religiones.
Hoy puedo entender de mejor modo cuando el cristianismo invocaba frases como “dios es amor”, “dios está en ti”, y paralelamente, entender que del mismo material que están hechas las estrellas, los planetas o el universo entero, estamos hechos nosotros.
Logré formar mi propia concepción. Después de todo, lo importante es que cada uno crea la suya. Y deduje de a poco, algunas leyes universales:
- Todo lo que recibe nuestra atención, está recibiendo un foco de energía con una determinada vibración.
- Todo lo que existe es energía. Si hablamos de un mismo “material” del cual estamos formados todos, entonces es posible una unión compartiendo el espacio al mismo tiempo. A su vez, esta forma de unión, permite enlazarnos y comunicarnos con solo pensar, decir, sentir, o hacer. Dirigir la atención, inevitablemente se traduce en realidad.
- El sentimiento más grande y poderoso es el amor. Es lo que nos mueve a realizar actos arriesgados, a explorar nuevos caminos, es lo que ahuyenta nuestros miedos, y nos engrandece. También se trata de una vibración. Todos tenemos el poder de sintonizarla. En nuestros sentimientos podemos encontrar la fuerza para que la magia ocurra. Entender y creer en su existencia, permite colocarnos en una posición mas independiente y creadora de nuestras vidas.
Si somos conscientes de nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestras acciones, estamos discriminando la dirección de nuestra atención, y como resultado manifestamos únicamente lo que queremos y sabemos que es nuestra mejor opción.
Dar por hecho que los milagros ocurren, y que todo en lo que creemos seguramente ocurrirá, nos transforma a cada uno de nosotros en magos. Ellos eran los mas emblemáticos al realizar rituales, entendían el significado de cada ingrediente, y de cada gesto. Sabían que estaban sintonizando con un propósito.
Imagina que ocurriría si cada aspecto de nuestra vida lo sintonizamos con amor, y lo apropiamos de tal modo que lo convirtiéramos en rituales en nuestra cotidianidad.
Los rituales nos han acompañado desde nuestros inicios y uno de los más importante es, sin lugar a dudas, el ritual de alimentarse. Antiguamente el ritual incorporaba la caza, el desprendimiento de carne, cocción con fuego, y una reunión al aire libre.
A medida que el tiempo avanzó, el ritual varió, pero en general, todos se sientan frente a una mesa a compartir el alimento. Algunos agradecen, otros se devoran el plato sin dar respiro, y otros ni siquiera se percatan de quien los acompaña en la cena ya que el celular parece ser más entretenido.
Les propongo que encaucemos el momento de sentarnos a comer. Que le demos la importancia que requiere, nada tiene que ser más relevante que el momento de nutrir a nuestro cuerpo, y a nuestra alma. Y eso es posible que sea simultáneo.
Si elegimos con exigencia los productos que vamos a ingresar al organismo, entonces nos aseguramos que sólo le estamos dando lo mejor, lo que necesita para funcionar correctamente. Y, como siempre he recomendado, darle prioridad a productos integrales, orgánicos y naturales.
Pero también podemos hacer que ese ritual de todos los días, tenga más valor. Agradecer el alimento, nos hace individuos merecedores de lo que estamos consumiendo, y probablemente, atraigamos más. Conectar con los comensales, y bendecir su nutrición y la nuestra; disfrutar de cada bocado, nos permite enfocarnos en el presente.
La alimentación es uno de los placeres más nobles que tiene el ser humano, y a veces ni siquiera nos tomamos los minutos necesarios para disfrutarlo. Invocar una determinada vibración en el alimento también llegará a nuestro cuerpo, como “sanación”, “amor”, “abundancia”.
Podría ser prudente, bendecir la vida del alimento que incorporamos. Hacer conscientes nuestros rituales, es una excelente forma de crear una realidad amable.
Portada: German Busin