El desarrollo y progreso que en las últimas décadas se ha fomentado en
el marco del “Úselo y Tire” ha
causado grandes deterioros en el ambiente mundial y nuestra región no es ajena.
El consumo no racional como filosofía de vida ha impactado gravemente en
todos los estamentos sociales y etarios, poniendo de manifiesto no solo una
Crisis Ambiental sino además implantando un cambio de paradigma en los
valores materiales, y en lo ético-moral
que nos obliga a repensar cotidianamente al Ser Humano como centro de todo
sistema político social, interpelación que nos debemos para salvaguardar la
vida y el planeta.
El cambio de hábitos y acciones del ser humano que afecta al ambiente debe ser entendido como única forma de preservar el Planeta, pensando qué podemos hacer desde lo Local pensando en lo Global y así intervenir para mitigar los deterioros ocasionados por causas antrópicas, al Ambiente, la Biodiversidad, Humedales, etc. La construcción de una conciencia ambiental crítica, debe ser forjada desde la participación de la sociedad.
Si tenemos en cuenta que
Debemos tomar conciencia de que es fundamental el trabajo entre distintas instituciones públicas, privadas, Ongs, entidades intermedias que realicen acciones tangibles para que todos visibilicen e internalicen que se puede realizar prácticas que nos ayuden a cuidar el ambiente para las generaciones venideras.
La aplicación del concepto de las 4R
ReducirSe trata de
realizar un consumo racional
Reventa El valor de los RSU
recuperados tiene un valor extra para las empresas (responsabilidad ambiental) que lo utilizan para que sus
productos tengan un valor extra en el mercado
Reusar Aprovechar para que sea el insumo de algo nuevo (para darle una segunda vida) aplicando los conceptos de economía circular se logran resultados óptimos.
Reciclar es el más utilizado es el conjunto de operaciones de recogida, clasificación y tratamiento de residuos que permiten reintroducirlos en un ciclo de vida. Si lográramos realizar una separación in situ, se obtendrían un valor monetario de la mal denominada BASURA que generaría una economía formal con generación de puestos de trabajos directos e indirectos. La realidad actual muestra que el reciclado no es prioridad para los gobiernos y que solo algunos organismos lo llevan adelante, falta una política de Estado que defina y ponga en práctica ENGIRSU (Estrategia Nacional para la Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos) lanzada en el año 2005 y a la fecha el 80% de los municipios no puede implementar, con la consecuencias que trae aparejadas que todos los residuos vayan a Basureros Cielo Abierto (BCA), aproximadamente de los 2300 municipios en el país solo 83 de ellos disponen de de tratamientos de los RSU.
Separando los RSU según la clasificación siguiente:
Y si tomamos que además los RSU se componen
aproximadamente de:
El reciclado es una economía, dadas
las condiciones, que podría generar un desarrollo local sustentable, con un
ambiente más cuidado. En la actualidad las grandes amenazas son las grandes
cantidades de plásticos que se tiran, la deforestación, incendios, desechos
cloacales, efluentes, agroindustriales, etc
afectando a biodiversidad, humedales y la vida de los seres vivos.
El reciclado en general y en especial el de plásticos ayudan a reducir la tala de bosques, la contaminación atmosférica (producto de la quema en basureros a cielo abierto), contaminación atmosférica, del suelo y agua (preservando la vida acuática)
Promover el reciclado en los
distintos niveles educativos es uno de los grandes desafíos para lograr que el
Cambio Climático no siga mostrando sus efectos tangibles (enfermedades de la
piel, respiratorias, distintos tipos de cáncer, inundaciones, sequias, asoleado
de frutas, etc.).
Formular
estrategias de visibilización, sensibilización y concientización en la
población sobre las bondades que resultan de aplicar las 4R para elevar la
calidad de vida de la sociedad y donde el reciclado es una herramienta potente
y visible que posibilita que las
generaciones venideras tengan un planeta donde desarrollarse plenamente
El ser humano está ante una tentación irresistible. En todo momento, a sólo un prompt de distancia, puede dejar en manos de una máquina aquello que parece ser su esencia: la capacidad de pensar. Como sucede ante todo shock que cambia de repente el mundo tal como se lo conocía, pronto aparece un ejército de tempranos adoptantes que, ante el temor de llegar tarde a la fiesta, se adaptan de manera acrítica. Algunos argumentan que con la IA tendremos mucho más tiempo libre, que seremos mucho más productivos y que trabajaremos menos horas por día. Otros dicen que la IA no va a generar desempleo porque los modelos no reemplazan a las personas, sino que tienen un efecto “aumentativo” (así se habla hoy) y nos vuelve a todos mucho más capaces. Aquellos aficionados por la historia sentencian que cuando aparece una nueva tecnología, surgen miedos sobre el futuro de la humanidad; y eso es lo que pasó con la Internet, la televisión, la máquina de coser, la imprenta y hasta con la escritura.
¿Y si ahora sí es diferente? Por primera vez, la capacidad más intrínsecamente humana puede tercerizarse. Internet permitió la circulación de información de manera más rápida y descentralizada, pero ella debía ser producida por humanos. Algo parecido ocurrió, siglos atrás, con la imprenta. La inteligencia artificial, en cambio, “piensa” por nosotros. A decir verdad, no es claro que los Large Language Models (LLMs), como Chat GPT o Gemini —chatbots de IA generativa que son el foco exclusivo de este artículo—, puedan pensar, pero sí es seguro que, en muchos casos, nos relevan de la necesidad de hacerlo. Esto es un desafío para el desarrollo de aquellas capacidades que consideramos esenciales a nuestra condición humana. Advertir a tiempo no debe confundirse con un retardatario acto de ludismo. No se trata de romper los servidores del Chat GPT para salvar a la civilización, ni de frenar este cambio tecnológico. El punto es reflexionar sobre algunos cambios que, según nuestra experiencia, genera este shock.
Los cambios que trae la IA, evidentes en el espacio universitario, ameritan ser cautelosos. Si bien es una herramienta en extremo potente para obtener resultados a toda velocidad, es dudoso que tenga algo para aportar al desarrollo de capacidades que consideramos críticas. Así como la calculadora no nos ayuda a aprender a sumar y restar, la IA de los LLM no nos ayuda a aprender a escribir, analizar o razonar. En un clima de tecno-optimismo que se irradia desde Silicon Valley, muchos plantean que los docentes debemos preparar a los estudiantes para desarrollar nuevas formas de pensar adaptadas a la nueva herramienta. Es una idea ingenua: la IA está específicamente diseñada para que los humanos no debamos lidiar con las complejidades del pensamiento. Y esta tecnología evoluciona a una velocidad tal que cada aprendizaje respecto de cómo sacarle mejor provecho pronto queda obsoleto, porque requiere cada vez menos información para responder a nuestros pedidos.
Así como la calculadora no nos ayuda a aprender a sumar y restar, la IA de los LLM no nos ayuda a aprender a escribir, analizar o razonar.
Hay habilidades que quizá estemos dispuestos a dejar de entrenar ahora que existe la IA. Pero identificar las capacidades tal vez prescindibles —¿quizá en un futuro no haga falta saber de ortografía?— también nos permite reflexionar sobre los aspectos de la formación humana a los que no debemos renunciar. La educación universitaria no sólo transmite conocimiento, sino que también cultiva la capacidad de análisis y razonamiento. Invita a las y los estudiantes a preparar la mente para “ir y venir”: entre los conceptos y las observaciones, entre el conocimiento existente y las ideas propias, entre distintas miradas. Los prepara para unir puntos, encontrar patrones y relacionar elementos que parecen desconectados. El docente universitario busca motivar a los estudiantes en el ejercicio de cartografiar y sintetizar el mundo. Para ello, es necesario desarrollar la creatividad y la autonomía intelectual, de forma tal que los estudiantes puedan en el futuro auto-educarse en el uso de herramientas y métodos que hoy aún no existen.
Debería ser claro que esta capacidad de ir y venir, propia del pensamiento, no es sólo un medio, sino un fin en sí mismo. ¿Acaso alguien duda de que la capacidad de generar una idea a partir de la articulación de conceptos y observaciones nos constituye como personas, aunque sea más fácil llegar a esa idea por medio de un veloz pedido a la IA? Es sólo cuando razonamos por nosotros mismos que vivimos los anhelos, las frustraciones, los entusiasmos, las decepciones y los placeres involucrados en formar ideas. Esta experiencia no puede ser delegada, porque es inherentemente emotiva y sentida. Aprender a pensar no es sólo aprender a utilizar herramientas, sino también aprender a conocerse, a relacionarse con uno mismo y, sobre esta base, a relacionarse con otros.
La IA es un atajo para muchas cosas. Pero para entrenar el pensamiento no hay atajos: la educación universitaria es un proceso de gestación necesariamente lento. Toma tiempo. Quien durante su paso por la universidad tercerice el trabajo de pensar probablemente deje pasar una oportunidad difícil de recuperar. La educación tiene una base emocional ineludible: aprender desafía y frustra, pero también, y por eso mismo, es gratificante. La educación es un proceso emocional porque uno aprende en la relación con otras personas.
No se trata de romper los servidores del Chat GPT para salvar a la civilización, ni de frenar este cambio tecnológico. El punto es reflexionar sobre algunos cambios que genera este shock.
Por su propio diseño, la IA remueve las frustraciones y desafíos propios del razonamiento y el análisis. Y es un tipo de interacción que tiende a darse en el aislamiento. Eso puede ser útil en muchos casos, pero es un peligro si, por priorizar la eficiencia, dejamos de atravesar la complejidad intelectual, afectiva y social involucrada en el pensamiento. Una educación que busca linealmente obtener resultados se erosiona a sí misma. Ante herramientas cada vez más autonomizadas de la necesidad de intervención y control humanos, esa educación se volverá más superflua. La IA no está diseñada para resolver un eslabón en un proceso complejo: está concebida para resolver el proceso entero.
Cuando los niños ya han aprendido a hacer las operaciones matemáticas elementales, en la escuela se los habilita a utilizar la calculadora para resolverlas. La utilidad de la herramienta es clara: el principal desafío de resolver un problema matemático es identificar las operaciones necesarias para hacerlo. Delegar la resolución de las operaciones en una herramienta preserva ese desafío. En cambio, si una herramienta resuelve la totalidad del problema, el estudiante se vuelve por completo ausente. En realidad, la “herramienta” ya no es tal, porque anula el propósito del ejercicio: que el estudiante aprenda. Lo mismo ocurre hoy con la IA en todo tipo de experiencias educativas.
Imaginemos a dos estudiantes que usan IA de manera distinta. El primero es Juan, que está en el último año de la licenciatura en Ciencia Política. Tiene un examen domiciliario de la materia política comparada en el que la profesora pide que las y los estudiantes escriban un ensayo de cinco páginas que responda en qué medida la masificación de plataformas como Tik Tok y X contribuye a explicar la llegada al poder de líderes de la nueva derecha en América y Europa. Juan trabaja ocho horas diarias y necesita recibirse rápido. Llega cansado a casa y a la noche abre la versión gratuita de Chat GPT. Pega la consigna del examen sin más y recibe, en menos de un minuto, un ensayo de una página. Vuelve a promptear: le indica al chat que el ensayo es muy corto, que necesita uno de cinco páginas. Obtiene, ahora sí, su ensayo largo. Lo lee por arriba, lo corta y lo pega en un documento y lo envía por mail.
A la profesora le alcanza con una rápida mirada para detectar que el nivel de escritura es muy superior al que Juan mostró en sus exámenes presenciales: los conectores son perfectos, hay varias oraciones elegantes, la estructura del texto es sólida (hay una introducción clara, un desarrollo y una conclusión). El texto es asertivo de un modo en que rara vez lo es un estudiante universitario, lo que genera la sensación de que quien escribe sabe de lo que habla. La profesora observa también que muchos de los datos y de los argumentos en el ensayo no tienen relación con la bibliografía del curso. Hay múltiples datos incorrectos y citas a autores que no existen, al tiempo que otros que sí existen en realidad jamás escribieron lo que se cita en el ensayo. Con la certeza de que Juan no escribió el texto, pero sin herramientas para probar su sospecha, la profesora lo reprueba con un dos.
La segunda estudiante es Bianca, compañera de Juan. Al no tener que generar un ingreso propio, ella se dedica a tiempo completo a la universidad. Hasta hace un año, leía entre el 70 y el 90 por ciento de la bibliografía obligatoria de todas las materias, pero durante 2025 se volvió una usuaria sofisticada de Chat GPT. Pidió a su familia que le pagaran una suscripción a la versión Plus, que cuesta 20 dólares por mes. Argumentó que este LLM era una herramienta clave para su desarrollo profesional. El uso de IA cambió sus hábitos: pasó a leer sólo el 30 por ciento de la bibliografía y a estudiar lo restante a partir de resúmenes —imperfectos, pero satisfactorios— que el chatbot produce en minutos cuando ella le carga las lecturas del curso.
Chat GPT no está diseñado para resolver un eslabón en un proceso complejo: está concebido para resolver el proceso entero. Si una herramienta resuelve la totalidad del problema, el estudiante se vuelve por completo ausente.
Hacia el final del cuatrimestre, Bianca regresa a casa con la consigna del examen y se pone a trabajar con la IA. Sabe promptear, incluso usa un “ingeniero de prompts” (una instrucción escrita que guía al propio modelo de IA a generar o refinar otros prompts para obtener, al fin, mejores resultados). Frente a la ventana del GPT Plus, a diferencia de Juan, Bianca no pide el ensayo final de un saque, sino que usa varios prompts para encuadrar. Le indica al modelo que recupere los resúmenes bibliográficos producidos durante los últimos meses de cursada y que produzca el ensayo con calma. Que espere antes de escribir. Sabe, por experiencia, que la palabra “esperar” en un prompt mejora el rendimiento de la IA cuando hay que trabajar temas complejos.
Como tiene la versión premium, Bianca pide al GPT que lance un deep research para buscar bibliografía adicional y artículos periodísticos de países como Hungría y El Salvador, con el fin de ilustrar con casos el ascenso de las nuevas derechas en América y Europa. Veinte minutos más tarde, GPT le devuelve una respuesta: unas diez páginas de texto, escritas con un tono de autoridad en la materia, y unas doce referencias en notas al pie. Los papers que cita existen, no hay alucinaciones. Bianca indica a la IA que espere una vez más antes de escribir y le formule lo que el LLM llama “preguntas estratégicas”. Al iterar, ella especifica a la máquina que el tono del ensayo debe ser asertivo pero acorde a la escritura de una estudiante de licenciatura. Una vez obtenido el texto de la IA, Bianca al fin lo edita, agrega modos de escribir más propios de ella y quita algunas pocas alucinaciones.
Bianca calcula que dedicó seis horas a desarrollar el examen, en contraste con los cinco o seis días que demoraba antes de utilizar IA. Siente que hoy su productividad vuela. La IA “la aumenta”. Está orgullosa por cómo usa Chat GPT, de un modo que sus compañeros, como Juan, ni siquiera imaginan que es posible. Se saca un nueve. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurría durante los primeros años de su licenciatura, Bianca terminó la materia sin haber leído el 70 por ciento de la bibliografía, sin haber hecho el esfuerzo de diseñar una arquitectura lógica para su ensayo, sin haber generado un argumento creativo y sin escribir una sola página.
La idea de “aprender a usar IA” como parte de la educación universitaria es en muchos casos un slogan de época, vacío de sentido.
¿Qué refleja este contraste? Primero, los niveles de sofisticación en el uso de la IA. Segundo, y más importante, que ninguno de los dos estudiantes recorre el proceso de aprendizaje. La estudiante “sofisticada” logra avanzar en su carrera, pero aprende casi tan poco como el estudiante más “básico”. El punto del contraste es, en este sentido, que la idea de “aprender a usar IA” como parte de la educación universitaria es en muchos casos un slogan de época, vacío de sentido. El supuesto buen uso de la herramienta suele ser apenas una forma más refinada de evitar el trabajo esencial al proceso de aprendizaje. Un atajo, por más largo que sea, sigue siendo, siempre, un atajo.
El gran beneficio del shock de la IA es dejar caer un adoquín sobre las arrogancias de la universidad: empuja a los profesores a ya no dar nada por sentado bajo la comodidad de sus togas doctorales. La IA nos obliga a pensar ya mismo en un futuro universitario que tardaba en llegar y nos deja la pregunta incómoda de qué aspectos de la universidad han perdido vigencia y debemos dejar morir. Nos lleva a volver al origen y reflexionar sobre lo esencial del proceso educativo.
Pero subirse a una ola de entusiasmo para preguntarle a la propia IA cómo cambiar la universidad, y así dejar de pensar el problema con nuestros tiempos de humanos, no nos va a conducir a algo mejor. En la medida en que quienes formamos parte del mundo universitario sigamos compitiendo por estar lo más adaptados que se pueda al cambio tecnológico, terminaremos sacrificando la educación al entrenamiento técnico. Y uno no particularmente complejo. Quien se sienta inteligente por haber aprendido a promptear con astucia y a entregarle un número creciente de sus procesos cognitivos a un modelo, pronto descubrirá que cada día piensa un poco menos. Lo que la IA no puede hacer es atravesar el proceso formativo propio de quien aprende. Promptear no es pensar. Educar es, esencialmente, formar: generar las capacidades que nos hacen autónomos y capaces de entendernos con otros. Son las capacidades indelegables que le dan sentido a nuestras actividades y, en definitiva, a la vida misma.
La IA nos obliga a pensar ya mismo en un futuro universitario que tardaba en llegar y nos deja la pregunta incómoda de qué aspectos de la universidad han perdido vigencia y debemos dejar morir.
El tecno-escepticismo no es deseable porque cae en el conservadurismo: prescribir soluciones prohibicionistas en el aula no parece ser el mejor camino. Pero tan cierto como eso es que el tecno-optimismo nos lleva hacia la rendición de nuestras capacidades críticas y reflexivas ante la lógica de la eficiencia y el resultadismo. Si bien hoy proliferan los descubridores de virtudes de la IA para cada una de las actividades humanas, muchas de ellas no se adecuan a esa lógica. En el apuro por no quedarnos atrás del cambio tecnológico, corremos el riesgo de rendirnos a una herramienta que, con un uso irrestricto, amenaza con empobrecernos intelectualmente. La carrera por adaptarnos a la novedad nos hace perder de vista que si no la utilizamos con espíritu crítico, la IA puede convertirnos en seres menos pensantes, menos reflexivos y menos autónomos. En definitiva: menos humanos. En esa búsqueda febril por aumentar la productividad y hacer goles fáciles, pagamos un precio demasiado alto y cedemos, alucinando un prompt y una iteración a la vez, algo mucho más valioso.
El Intendente Marcelo Orazi recibió esta mañana a Octavio Soto y Elizabeth Lucero, la dupla reginense que participó de la 45º edición de la Regata del Río Negro y que se ubicó tercera en la categoría K2-Mixto. Acompañado por el Director de Deportes Damián Álvarez, Orazi los felicitó por el destacado papel que cumplieron en…
La Secretaría de Desarrollo Social de la Municipalidad de Villa Regina destaca y agradece el gesto del ‘Maestro Celeste’ quien en el transcurso de esta semana se acercó al Centro de Desarrollo Infantil de barrio Matadero para explicarles a las ‘seños’ el trabajo que realiza para crear juguetes con tapitas de plástico. “El ‘Maestro Celeste’…
Desde el gobierno de Jorge Macri aumenta la presión a sindicatos, directivos y docentes para implementar una medida inconsulta, que oculta un trasfondo que busca no salir a la luz, y que acá te contamos en exclusiva.
Por Tomás Palazzo para Noticias La Insuperable
Desde hace unos meses, prácticamente en solitario, el sindicato docente Ademys salió a hacer frente a una directiva del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que, bajo el manto de una mejora en el servicio de liquidación de haberes, parece ocultar un persecución hacia un gremio atomizado que parece incapaz de mantener un postura firme ante un nuevo avasallamiento que se suma a la polémica nueva «reforma educativa», BA Aprende, que viene a pauperizar aún más a la educación secundaria porteña.
«Desde que el gobierno comenzó con el intento de imponer la huella dactilar para acreditar el presentismo docente y no docente, el rechazo en las escuelas fue contundente. Es así, que el Gobierno ha llevado adelante todo tipo de amenazas a la docencia y a Ademys por organizar el rechazo y no deja de enviar comunicados donde intenta intimidar ya sea por los canales oficiales o a través de supervisiones o conducciones que se prestan a tal fin. También, algunos sindicatos orientan a sus afilidxs que “pongan la huella porque les pueden descontar” o “no se puede hacer nada”» -señalan desde Ademys-. Y agregan-: «El gobierno insiste en entregar los datos personales de la docencia a una empresa privada sin dar ningún tipo de información sobre el uso de los mismos ni sobre los fondos que destina para tal fin».
Sin respuestas a la Legislatura
Desde Noticias La Insuperable nos proponemos dar luz sobre una medida oculta bajo siete llaves, que ha llevado al gobierno que encabeza Jorge Macri a desoír los pedidos de informes emanados desde la Legislatura que buscan respuestas ante una medida compulsiva, inconsulta, y que huele más a negociado que otra cosa. Tras casi 20 años en el gobierno, el PRO se ha acostumbrado, lamentablemente, a gobernar sin dar explicaciones
Las preguntas de los legisladores que han quedado en el vacío, más allá del costo operativo, equiparan la implementación con la desastrosa tercerización en el sistema de licencias médicas del personal docente y municipal de la Ciudad que fue privatizado y, que desde su puesta en funcionamiento, no ha traído nada más que problemas para los trabajadores así como errores en las liquidaciones, duplicaciones de haberes y descuentos salariales compulsivos.
«Se utilizan cifras millonarias del presupuesto en estos negociados, mientras los salarios del personal docente por cargo se encuentra por debajo de la línea de la pobreza, y se sigue sin invertir los recursos necesarios para responder las problemáticas de infraestructura en escuelas que cada vez que llueve se inundan o tienen filtraciones, colegios que se cayeron techos o con problemas en las instalaciones eléctricas, falta de calefacción y sistema de refrigeración adecuado, o tienen ratas y plagas, y no cuentan con los recursos y el equipamiento necesario para el dictado de clases adecuadamente«, detalla uno de los pedidos presentados, en este caso por la docente y legisladora Mercedes Trimarchi.
Si bien desde el gobierno no se explica nada, acá sacaremos a la luz un proyecto del ministerio de Educación que encabeza Mercedes Miguel, que no contenta con implementar una reforma educativa que parece tener por objetivo bajar la calidad académica, lanza una licitación digitada que, además de oler a negocios de amigos, deja a las claras el poco conocimiento que tienen las autoridades sobre el funcionamiento de las escuelas porteñas y que parece querer perseguir docentes, dejando además una puerta abierta a la exposición de los datos del personal.
Los ruidos
Para llevar adelante el control, el gobierno porteño lanzó adelante una licitación que prevé la apertura de sobres para el cinco de diciembre de este año, a fin de realizar durante el receso todas las instalaciones técnicas pertinentes en los establecimientos educativos porteños e iniciar 2026 con la implementación.
«La Subsecretaría de Gestión de Recursos Humanos efectúa la presente contratación para la adquisición de relojes de control biométrico y el software necesario para su funcionamiento, administración y monitoreo, mediante el mecanismo de orden de compra abierta, con destino principal a establecimientos educativos del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires«, indica el pliego de especificaciones técnicas.
Y a continuación ya empiezan «los ruidos»: lo que parecería una licitación amplia y transparente de golpe se ve limitada a poquísimos. Y es que solo se aceptarán productos de una marca determinada. El artículo comienza diciendo: «Los equipos a proveer deberán ser relojes de control biométrico marca ZKTeco, nuevos, originales de fábrica y de primera calidad». Sólo ZKTeco; ningún otro.
Los chinos
ZKTeco es una empresa china especializada en soluciones biométricas y de seguridad. Se dedica al desarrollo y fabricación de tecnologías de identificación biométrica: huellas dactilares, reconocimiento facial, reconocimiento del iris, lectura de venas, etc. El pliego de especificaciones técnicas indica las dos primeras (huellas y reconocimiento facial) como los medios pertinentes de identificación para docentes y no docentes. Además la empresa, en sus servicios, integra software para administrar estos sistemas: plataformas de gestión, control centralizado, conectividad con sistemas empresariales, etc.
Fundada en 1998, ZKTeco es una compañía que cotiza en la Bolsa de Shenzhen (China). El capital mayoritario de la compañía está en manos de un chino del que poco se sabe: Quanhong Che, quien según SimplyWall posee el 53% de la empresa.
En junio de 2024, Kaspersky publicó un informe en el que identificó 24 vulnerabilidades críticas en terminales híbridos biométricos de ZKTeco, como por ejemplo, Inyección SQL (SQL injection), que permitiría a un atacante insertar código malicioso en la base de datos, hacerse pasar por otro usuario, etc.; lectura arbitraria de archivos que podría exponer datos sensibles de biometría y contraseñas; permitir escribir archivos arbitrarios, ejecutar comandos maliciosos o instalar “backdoors” mediante exploits en estos dispositivos, etc. Un marca señalada como expertos por su vulnerabilidad es la que eligió el gobierno porteño «a dedo» para administrar datos sensibles de sus trabajadores.
Medios relevantes en la materia, como The Hacker News, publicaron análisis y advertencias sobre cómo esas vulnerabilidades podrían permitir a un atacante comprometer edificios, instalaciones críticas o datos sensibles si los dispositivos no estuvieran parcheados o correctamente configurados.
En Argentina
En nuestro país, ZKTECO ARGENTINA S.A. fue fundada en 2012 por el empresario Marcelo Alfredo Sosa y la octogenaria Norma Gloria Lenguita, a su vez referente en el Consejo Profesional de Trabajo Social CABA (también llamado “Consejo Profesional de Graduados en Servicio Social o Trabajo Social de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”), entidad colegiada que regula, representa y fiscaliza el ejercicio profesional del Trabajo Social en la jurisdicción de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Ambos componían el Directorio de la firma.
En momentos en que el gobierno porteño empezaba a garabatear el proceso licitatorio, en abril de este año, Sosa renunció a la presidencia del Directorio y fue reemplazado por un tal Mei ZHOU, de la que nada se sabe más allá de su declarada residencia en el belgranero Barrio Chino sobre la calle 11 de septiembre.
El pliego de bases y condiciones para la Licitación se publicó a fines del mes de agosto. El plazo de otorgamiento es de 12 meses, pudiendo la autoridad (el gobierno) renovarlo sin más y establece una cantidad total de 800 Dispositivos de Control Biométrico más el Software.
Según establece la RESOLUCIÓN N.º 2117/SSGRH/25 el monto estimado es «de Pesos Trescientos Sesenta y Dos Millones ($ 362.000.000)«.
Como señalan desde Ademys, «destinan dinero para empresas amigas, mientras le ponen un cepo al salario docente que pierde día a día frente al avance del alza en los precios«.
Segunda novela de la trilogía de Pablo Ramos que tiene como protagonista hegemónico a Gabriel Reyes, su álter ego. En el primer libro, El origen de la tristeza, podemos conocer la dura infancia de Gabriel y su transición traumática a la adolescencia. En esta ficción nos vamos a encontrar con un personaje maduro, empresario exitoso,…
Los vecinos de Allen no toman agua de red, los que pueden pagarla compran envasada. El agua viene sucia, aceitosa, con olor, hace mal. En las escuelas se compra agua envasada porque algunos chicos se descomponen al tomarla de la canilla. Las autoridades dicen que es potable y que se puede tomar».
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