UNA MOSCA PERONISTA
¿Qué sería lo molesto de mí que no le gusta a la mosca? Hay un límite para la intolerancia, y esta mosca sabe como transgredirlo.
La siento en mi nuca, me doy vuelta y ya desaparece. Se posa en mi antebrazo, la espanto, y al segundo regresa para zumbarme al oído, como si quisiera decirme: ¡Te jodí pelotudo!
La mosca mide unos milímetros, yo casi dos metros; ella no es consciente de que está viva y se va a morir, yo sí (al pedo); ella tiene unas alitas muy rápidas, yo unos pies muy lentos.
Sigo con las comparaciones pero no sirven para nada, la mosca continúa hinchándo los huevos, insoportable.
No sé que quiere de mí…, ¿que le de comida? ¿Que le cuente un cuento? ¿Que le diga a cuanto cotiza el dolar? ¿Qué mierda quiere? Me estoy calentando, ¿¡se nota!?
Yo no sé si es la situación del país, si soy yo, si es el vecino del vecino, si es esta mosca, o que carajo… Sin embargo, se me posa en el hombro, no emite sonido.
Cuento hasta diez para tirarle un trompadón. Sigue en el hombro, le tiro un manotazo y no la alcanzo. Al contrario, me pego a mí mismo. La mosca es cada vez más grande en mi mente. Revolotea alrededor mío, y encima se hace la boluda.
¿Repelente o mata mosca? Ni una cosa ni la otra. Me alejo, y me encierro en el baño. Siento su presencia, como si me estuviera siguiendo, ¿es una espía? ¿Tendrá una cámara? ¿Será una mosca peronista? Que mierda me importa.., salgo del baño y no la veo. La desafío: ¡Vení! ¡Vení! ¿Querés piña? La mosca no aparece, ¡cobarde! Le grito. Yo sabía que eras una mosca peronista…
De repente, la veo que dobla por la cocina y se dirige hacia mí, viene a todo motor, yo sorprendido e incrédulo abro la boca, es justamente por ahí en donde la maldita bastarda se va a meter…