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Se disputó torneo de vóley masculino en Cumelen

Durante el fin de semana, se disputó en el polideportivo Cumelen un torneo de vóley masculino mayores organizado por la Escuela Municipal de Voley.

La competencia contó con la presencia de equipos locales, de Huergo y de Godoy.

Las posiciones fueron las siguientes:

1º Karasuno

2º Costa Sur

3º Círculo Italiano

4º Cumelen Sub 20

5º Cumelen mayores

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  • Caputo reconoció que no tiene los dólares para pagar los vencimientos y dijo que podía usar el swap con China

     

    Luis Caputo fue al encuentro anual de FIEL con una misión: calmar al mercado. Pero, terminó dejando una confesión que muchos hubieran preferido no escuchar. Enumeró un abanico de supuestas alternativas para pagar los más de USD 20 mil millones de deuda que enfrentará el año que viene, pero en la explicación confirmó que no tiene los dólares ni la vía de financiamiento cerrada.

    Fue muy crudo al relativizar la necesidad de acumular reservas:»es necesario, pero ahora no» afirmó y como toda explicación dijo que «el escenario ha cambiado». Dijo que ahora se puede «separar lo financiero de lo monetario» y abrió «un menú de alternativas» para pagar los vencimientos, entre los que mencionó el swap chino, el respaldo norteamericano y gestiones con bancos globales. Pero no anunció ninguna operación concreta. 

    El mensaje es evidente no tiene dólares propios para pagar la deuda y por ahora no piensa acumularlos.

    Por eso vale analizar, una por una, las líneas de financiamiento que Caputo puso sobre la mesa. Porque ahí aparece la trama real: la Argentina enfrenta una pared de vencimientos sin reservas y con canales externos que aún no están habilitados. 

    Karina suspendió la visita a China que había acordado para que liberen el swap

    El swap con Estados Unidos esta cubierto por un manto de opacidad total, se desconoce los tiempos y condiciones de instrumentación. La única voz que admitió una operación concreta fue la de Scott Bessent. En una entrevista con NBC afirmó que el Gobierno argentino ya usó «una pequeña parte» del swap del Tesoro norteamericano, operación que hasta ahora el Palacio de Hacienda y el Banco Central siguen sin informar. 

    El escenario ha cambiado y hemos logrado separar lo financiero de lo monetario, ya no tenemos que comprar reservas para pagar el cupón de enero, eso lo vamos a resolver financieramente.

    Bessent dijo que Estados Unidos «obtuvo ganancias» por ese uso, lo que obliga a preguntarse que hizo el gobierno de Milei para que esto ocurra. Se habla de la entrega de bonos, pero la operación hasta ahora permanece en la clandestinidad.En definitiva se trataría de una deuda para el BCRA que no figura en ningún documento público. La operación cruza el límite de lo legal: no se conocen montos, plazos ni tasas y, si es nueva deuda pública, debería pasar por el Congreso. Por ahora, es un swap fantasma. 

    Respecto al crédito de los bancos, la puerta está lejos. Como contó LPO, el CEO global de JP Morgan, Jamie Dimon, enfrió la posibilidad. «Quiza no sea necesario otorgar un préstamo a la Argentina», dijo días atrás. 

    Pero el mercado algunos no pierde el optimismo. «Va a salir, es por ahí. No queda otra. Bessent viene especialmente a la Argentina a destrabar esto», afirmó un operador financiero de buen diálogo con el equipo económico.

    Pero no todos comparten ese optimismo. Otro importante operador financiero afirmó a LPO: «Caputo mostró las llaves de todas las puertas. El problema es que ninguna abre», afirmó.

    Milei avanza contra China después de echar a Francos: se caen represas y radar espacial

    En tercer lugar, apareció como posibilidad utilizar el swap con China y el mercado tembló.  Caputo mencionó el swap chino como si fuera un botón al alcance de la mano, pero nadie desconoce que no lo es. Para ampliarlo o activarlo se necesita autorización directa del gobierno de Xi Jinping. Y la relación bilateral pasa por su peor momento en años. 

    Hay dos gestos que lo muestran con claridad: La suspensión del viaje de Karina Milei a Beijing, que se había acordado precisamente cuando China renovó el swap; y la paralización de las represas de Santa Cruz, el proyecto mas importante que tiene China fuera de su territorio. Guillermo Francos venía siendo el articulador del vínculo, pero el proyecto quedó congelado con la renuncia del jefe de Gabinete. Para Beijing, estos movimientos son señales del deterioro del vínculo político, por el alineamiento de Milei con Trump. 

    El verdadero problema son los números que hablan por si solos: USD 1.500 millones vencen antes de diciembre. Más de USD 20.000 millones a lo largo del año de los cuales USD 4.500 millones solo en enero, más el stock en Bopreal. Sobre esto se monta el acuerdo con el FMI exige acumular USD 9.000 millones de reservas antes de fin de año.

    Mientras tanto, las reservas netas contabilizan un negativo de USD 11.000 millones, el mismo nivel que dejó Massa. Aun en el mejor escenario, el superávit comercial de 2026 difícilmente supere los USD 9.000 millones. 

     

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    Gabriel Anello: el periodismo, la impunidad y los fantasmas que no desaparecen

     

    Gabriel Anello, relator de Radio Mitre y engranaje mediático del dispositivo que sostiene a Milei, carga con algo más que polémicas deportivas: denuncias graves de violencia de género, sanciones impositivas reiteradas y un escándalo racista que lo dejó expuesto ante todo el país. No es azar: es la radiografía de un sistema que habilita la impunidad de ciertos voceros del poder.

    Por Ignacio Álvarez Alcorta para Noticias La Insuperable

    Violencia de género: una historia que insiste en no desaparecer

    En junio de 2015, Verónica Caro publicó una carta estremecedora en la que relató agresiones físicas, verbales, psicológicas y económicas sufridas durante su relación con Anello, además de amenazas posteriores a la separación. En ese testimonio se describen episodios de violencia gravísimos: empujones que la hicieron caer por las escaleras causándole una fisura en la clavícula, golpes frente a sus hijas, control económico, presunto uso de su nombre como testaferro, intimidaciones telefónicas y un ataque de dos hombres que, según su relato, la increparon diciéndole que dejara de hablar de Anello o iba a “terminar en una zanja”.

    La carta fue difundida por distintos medios en 2015 y se transformó en uno de los testimonios de violencia de género más fuertes vinculados a figuras del periodismo deportivo. A pesar de su contundencia, nunca obtuvo una respuesta institucional acorde: ni la justicia ni los medios dominantes dieron el paso necesario para abordar lo denunciado con la seriedad que exige.


    Las cuentas que no cierran: evasión, multas y responsabilidad solidaria

    El costado empresarial de Anello tampoco resiste archivo. En 2021, la Dirección General de Rentas de la Ciudad de Buenos Aires dictó la Resolución 843/GCABA-DGR/21 contra Imagine Contenidos S.A., empresa presidida por él. Allí se impugnaron declaraciones juradas, se determinó la base imponible por presunción y se aplicó una multa superior al medio millón de pesos, extendiendo la responsabilidad solidaria directamente al propio Anello.

    No fue un hecho aislado. Otra resolución del mismo organismo, la 614/GCABA-DGR/2021, apuntó a Producciones y Contenidos S.A., también vinculada a Anello, por irregularidades en los períodos fiscales de 2015 y 2016. Nuevas multas, nuevos ajustes de oficio, nueva responsabilidad solidaria.

    El patrón es evidente: irregularidades administrativas, maniobras fiscales cuestionadas y sanciones reiteradas. El “periodista del orden” tiene su propia casa bastante lejos de ese orden que exige desde el micrófono.


    Racismo al aire: insultos en vivo y escándalo nacional

    El 7 de mayo de 2025, Anello volvió a cruzar un límite. En pleno programa de Radio Mitre lanzó insultos abiertamente racistas y clasistas contra Juan Román Riquelme, al que llamó “negro ignorante”, “marrón” y “verdulero”, además de desafiarlo “a trompadas” en la puerta de la emisora.

    El episodio se convirtió en un escándalo nacional. Diversos medios registraron tres líneas claras:

    • la indignación generalizada por los insultos;
    • la decisión de Boca de dejar de acreditar al Grupo Clarín en La Bombonera tras el ataque racista;
    • la respuesta de Riquelme, quien remarcó que está orgulloso de su historia y de su color de piel.

    Horas después, acorralado por sus propios dichos, Anello pidió disculpas alegando que “no se sentía bien” y que “se extralimitó”. Una explicación que no alcanzó para borrar lo que ya había dicho en vivo frente a todo el país.


    Del micrófono al aparato político

    La cercanía de Anello con Milei y el rol que ocupa dentro del esquema mediático oficialista lo ubican más como un operador político que como un periodista. Sus intervenciones no se limitan al deporte: forman parte del coro que sostiene y amplifica el discurso del gobierno, apelando a la provocación permanente, al hostigamiento y —como quedó demostrado— a expresiones de violencia y racismo.

    No se trata solo de él. Se trata del dispositivo que lo protege.


    ¿Qué nos muestra el caso Anello?

    Un sistema que le falla a las víctimas. Denuncias públicas, graves y detalladas que jamás encontraron una respuesta estatal o institucional a la altura.
    Medios que lo blindan. Figuras que cruzan límites éticos a diario siguen sosteniéndose gracias a su utilidad política.
    Un actor político disfrazado de periodista. Su función excede lo profesional: es parte activa del engranaje comunicacional del gobierno.

    La pregunta incómoda se impone sola: ¿cuántas disculpas más antes de que haya consecuencias reales?


    Conclusión

    Gabriel Anello es el ejemplo acabado de cómo ciertos operadores mediáticos pueden moverse con una impunidad que combina violencia de género, irregularidades fiscales y discursos de odio. Mientras Milei lo sostiene simbólicamente dentro de su constelación política y ciertos medios lo protegen, las denuncias, las multas y los hechos siguen ahí, documentados y disponibles para quien quiera mirar.

    Y en esa mirada está la clave: no naturalizar lo que está mal, no callarse, no dejar pasar.

     

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    Nuestro propio 1984

     

    Paladares que se unen a Orwell y Calvino para rescatar una sabiduría escondida entre comidas y bebidas repugnantes y viejas palabras.

    Por Silvina Belén para Noticias la Insuperable ·

    Palabras envejecidas, frases con rima, citas citables –a lo Reader’s Digest-, viejas novelas y películas –en sentido figurado o no-, acuden a la memoria cuando algo en la atmósfera cotidiana nos dice que la piedra con la que solemos tropezar una y otra vez vuelve a tomarnos desprevenidos.

    Cuando las segundas marcas son un lujo, las terceras y las “de cuarta” una costumbre o, mejor dicho: una triste necesidad, y los pasivos símbolo de miseria (“miseria espantosa”, se estilaba decir allá lejos y hace tiempo), recordamos palabras como “carestía”, que dominaba en la ardua construcción “carestía de la vida”. Incluso antaño solamente la usaban los jubilados. Para muchos la palabreja es recuerdo que aflora desde la infancia.

    Dice la RAE que su segunda acepción significa “Precio alto de las cosas de uso común”. Y nosotros decimos que eso decían los jubilados. Y que con otro tipo de construcciones hoy dicen y decimos lo mismo. Cambios de forma, pero nada más. El gatopardo acecha. Giuseppe Tomasi[i] también vuelve: «Se vogliamo che tutto rimanga come è, bisogna che tutto cambi».

    En el imperio aleatorio del juego infanto-juvenil, aparecía “el que toca, toca, / la suerte es loca” frente a cualquier protesta contra el azar. Al maldecir que la esperpéntica de la especulación financiera rija nuestro destino, podríamos pensar en consonancia: “el que toca, toca, / la urna es loca”. Esta vez, entre la evocación lúdica y Valle Inclán. O ante la fuerza del sino[ii], como Álvaro.

    Al ver, ñata contra el vidrio, cómo se agotan los pasajes al exterior comprados con los verdes comprados baratitos –como Tito- con la platita de la bicicleta –hoy carry trade– o la dulce de cualquier especulación, llega inexorable la película que nunca se olvida, el “deme dos” y, por qué no, el “gracias a Dios y a Matínez Dios”.

    Y nosotros siempre en manos de Máximo Carelli, sin siquiera poder ir al cafetín a llorar el enésimo desengaño. Sin Lita de Lázari hallando el precio milagroso, sin colas para pagar en las que hacer catarsis, sin joyas de la abuela ni fondos de olla.

    Pero, en fin, como todo vuelve recargado, hablar de totalitarismo financiero no es baladí cuando en un país imperan solamente la finanza, la especulación y la represión a quienes no pueden aprovecharlas y las sufren como carestía o miseria, sufrientes que son abrumadora mayoría. ¿Por qué no pensar en Orwell y una vuelta de tuerca a 1984? Dejemos esto en suspenso para retomarlo luego.

    Volvamos a las marcas “de cuarta”, a lo mal que saben esos alimentos y bebidas que la carestía impone. Recordemos al Ítalo Calvino de Bajo el sol jaguar (1986) a través de su “Sabor saber”. Conocemos, entendemos, también mediante el sabor. Degustemos las palabras que preceden a la traducción de Jorge Hernández Campos[iii] de “Sabor saber”:

    Los sabores de sólidos y líquidos impuestos por la carestía, entonces, podrían despertar nuestra aletargada sabiduría, licuada con la tan literal como psicológica carestía pandémica y la pos-pandémica inflación. Inflación que, como bien señaló otro Álvaro, esta vez García Linera, “transmuta convicciones revolucionarias en adhesiones reaccionarias.”.

    Pandemia y temprana pos-pandemia nos recuerdan una serie de notas que escribimos sobre una bebida espirituosa, que entre tantas asociaciones en danza ahora también advertimos relacionada a Orwell. Hablaban de la ginebra, sobre todo de la que los peninsulares llaman botánica, es decir: del gin. En definitiva, destilados, literatura e historia, bares de copas, calidades y sabores.

    La calidad de las ginebras les dio mucho material a los historiadores y a los novelistas. Del rústico Old Tom del siglo XVIII en adelante, los sabores del gin estuvieron en la palestra. George Orwell también aprovechó para describir un gin aceitoso, inmundo, que ostentaba una pomposa marca.

    Aprovechemos la ocasión para releer un fragmento de 1984 en el que la Ginebra de la Victoria sale victoriosa.

    “El Nogal estaba casi vacío. Un rayo de sol atravesaba una ventana y caía sobre las polvorientas mesas, amarillándolas. Era la solitaria hora de las tres de la tarde. Desde la tele-pantalla llegaba una música ligera. Winston, sentado en su habitual rincón, miraba su vaso vacío. De vez en cuando dirigía la vista hacia el rostro que lo miraba fijamente desde la pared de enfrente. ‘EL GRAN HERMANO TE VIGILA’, decía el cartel. Sin que él lo llamara, vino un camarero a llenarle el vaso con Ginebra de la Victoria; también echó unas cuantas gotas de una botellita que tenía un tubo que atravesaba el tapón. Era endulzante aromatizado con clavo de olor, especialidad de la casa. […] Se tomó la ginebra de un trago. Como siempre, le hizo estremecerse e, incluso, sentir algunas arcadas. El líquido era horrible. El endulzante con clavo, de suyo repugnante, no podía disimular el aceitoso sabor de la ginebra.”

    Sabemos que la sabiduría de Winston, más que licuada o aletargada, estaba muerta: había quedado pulverizada en la mazmorra del Gran Hermano. El “Sabor saber” a él ya no le servía para nada. Sea como fuere, el guiño de Orwell permanece, es para lectores, no para personajes. Es para los que consumimos las marcas de cuarta en carestía extendida por la autocrática finanza, por ejemplo.

    Para nuestro caso, para el argentino, la ginebra tiene connotaciones previas al imperio de la finanza, del loco endeudamiento para encumbrarla y la consiguiente carestía. “Una copita cada día” puede sugerirse cuando no se sospecha que el “precio alto de las cosas de uso común” se hará cíclica costumbre y la modesta calidad de lo que hicimos propio será prohibitiva.

    Hasta se pueden inventar palabras cuando en el horizonte del sabor no asoman Ginebras de la Victoria. En 1970, el publicista Hugo Casares inventó “esmowing”, palabrita que brilló en la campaña publicitaria de Bols en aquellos años: “¿Quiere tener smowing? ¡Tome ginebra Bols!”.[iv]

    El “esmowing”, que seis o siete años después de su nacimiento dejó de brillar hasta apagarse, tuvo, casi como fuego fatuo, una que otra intermitencia que el gatopardismo oscureció con premura. La consigna del cambio para que nada, en verdad, cambie, se ensayó con éxito de maneras en apariencia diversas, seductoras, pero siempre contundentes.

    Haber creído que podía tenerse “esmowing” –traducido por González Fraga como vacaciones, teléfonos, buenos alimentos y bebidas, plata en el bolsillo…- pasó a ser culpa que el escarmiento del mercado de capitales especulativos le haría purgar a menesterosos insolentes y clasemedieros megalómanos.

    El sino propiciado por el gatopardismo debería llevar al culposo a repetir las palabras de don Álvaro: “¡Infierno, abre tu boca y trágame!”. La inmolación voluntaria inducida tuvo en un principio sus reales mazmorras para los Winston vernáculos pero, con el correr de las décadas, se fue sofisticando. Sin embargo, la imposición de la Ginebra de la Victoria permanece.

    No hay Bols, ni retornos de Llave, que puedan destronar la idea del merecimiento de eterna Ginebra de la Victoria: un sentido común impostado durante medio siglo –ornamentado año a año, acusador para más inri- resiste el trabajo exclusivamente neuronal. La metáfora orwelliana reclama la asistencia del gusto, del olfato, la integración cuerpo-mente por la que abogaba Ítalo Calvino.

    La convivencia ausente, la pátina de híper-modernidad que la finanza automática y la digitalización generalizada, todo en el marco de una existencia tecno-dirigida, le imprimen en el devenir cotidiano apariencia de naturalidad a la hegemonía absoluta de la especulación financiera que, sin grandes esfuerzos mentales, se adivina antesala de quién sabe cuántas iniquidades venideras.

    En tal contexto, revalorizar los sentidos que aún resisten con realismo al bit se hace cuesta arriba: el día a día abruma, gusto y olfato luchan para no insensibilizarse. El sexto lo entregamos a la IA. Queremos a toda costa creer que vivimos en un mundo sin pasado ni milagros imposibles, que otras experiencias o las miradas pretéritas son de otro mundo u otra humanidad, extintos.

    La imagen de la sociedad sometida, el individuo controlado y el pensamiento único indiscutible hecho ley se ha tergiversado a tal punto en lo discursivo, en el éter de algoritmo e imposición de miradas,  que aislar los rasgos esenciales de un régimen autocrático más allá del tiempo, la inmediatez y el color local se torna cuasi quimérico.

    Reconocer similitudes entre ciclos, establecer analogías, comprender metáforas atemporales e identificar hegemonías minoritarias requiere tanto de la abstracción como del anclaje real que se nutre de la experiencia compartida, del intercambio y la dinámica intergeneracional.

    Salvo autócratas o privilegiados, nadie tendría necesidad de recurrir a la frase “esta vez es distinto”, tan repetida en los últimos tiempos, si nuestro propio 1984 no se hubiera disparado ya. Esta pesadilla orwelliana que, al menos, anticipan los sentidos, da la sensación de estar a la espera de lo que esta vez será distinto solamente por ser mucho peor: la crisis brutal, la debacle inefable que pulverice últimas rebeldías e hilos de esperanza.


    [i] Giuseppe Tomasi di Lampedusa (1958): El gatopardo. «Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie».

    [ii] Don Álvaro o la fuerza del sino, obra de teatro del Duque de Rivas [Ángel de Saavedra] estrenada en Madrid en 1835.

    [iii] En: revista Vuelta, volumen I, número 10, mayo de 1987, pp. 6-13. Puede accederse a este número de la revista y, por tanto, al cuento de Calvino, a través del Archivo histórico de revistas argentinas –Ahira-: https://ahira.com.ar/wp-content/uploads/2019/07/Vuelta-10.pdf

    [iv] Kogan, Gabriela. ¿Quiere tener esmowing? El libro de las publicidades de Bols. Buenos Aires, Nuevo Extremo, 2010.

     

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