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SE COLOCARÁN DECREMENTADORES EN LAS INTERSECCIONES CON LA AUTOVÍA 22

Los decrementadores permiten que los peatones tomen en cuenta el tiempo real que tienen para cruzar la calle, reduce la ansiedad de los automovilistas y permite calcular maniobras en cada encrucijada que tiene estos dispositivos que contienen un reloj digital que realiza un conteo del tiempo de duración de cada luz del semáforo, indicando a peatones y conductores la cantidad de segundos que restan de espera. Este sistema constituye una herramienta importante para contribuir a la seguridad vial de la ciudad.

Hasta el momento hay colocados solamente en dos intersecciones pero la idea es lograr colocarlos en todos los semáforos de la ciudad. Ya se procedió a la colocación y puesta en funcionamiento en las esuqinas de Avenida Mitre y Brown/Lisandro de la Torre. Y en los semáforos de calle Cipolletti y Yapeyú.

A su vez existe una ordenanza que data del año 2017 que habilita al municipio a colocarlos en la autovía nacional 22 por lo que probablemente los próximos sean colocados en intersecciones de la rn22.

El primero se colocará en el cruce de la ruta con calle Pioneros, este es uno de los semáforos colocados sobre la autovía que más posibilidades de giro tiene y a su vez uno de los que tiene mayor flujo vehicular. En contraposición tiene un puente elevadizo para cruzar y bajo flujo de peatones, por el contrario y solo como ejemplo, las intersecciones a la altura de calle San Martín y España tienen un gran flujo de peatones hacia zona céntrica y no brinda otra posibilidad de paso que no sea a pie sobre la autovía.

Los parámetros que se toman para la selección de las intersecciones donde pueden ubicar decrementadores son el flujo vehicular, las arterias que se conectan o cruzan dijo el Directror de Tránsito y agregó  “en realidad, si fuera posible, todo semáforo debería contar con decrementador, no solo para vehículos, también peatones”. Mario Figueroa, director de tránsito y protección civil de villa Regina nos cuenta cual es el proyecto.

Campaña para promover el respeto hacia los peatones

Continuando con las actividades de educación vial, la Dirección de Tránsito y Protección Civil de la Municipalidad de Villa Regina lleva adelante la campaña ‘Regina respeta al peatón’ con el objetivo de que tanto conductores de vehículos como peatones tomen conocimiento de los derechos y obligaciones que tienen al transitar en la vía pública.

La actividad se enmarca en el ‘Día Internacional del Peatón’ que se celebra cada 17 de agosto en todo el mundo, con la finalidad de promover el respeto hacia los peatones, recordar los derechos y obligaciones que implica el circular de esta manera; reforzar el uso de los espacios peatonales y difundir una cultura vial que reconozca su prioridad.

La campaña se extenderá hasta mediados de agosto y consiste en la entrega de folletería a cargo del personal de Tránsito que cuenta con la colaboración de integrantes del Club Fortaleza y Perla del Valle del IAVRE.

“Destacamos y agradecemos la participación de los chicos que nos ayudan a transmitir esta información y nos acompañan para que entre todos podamos hacer una sociedad más consciente y con mayor seguridad vial”, manifestó el Director de Tránsito Mario Figueroa.

Agregó que “desde la Dirección hacemos hincapié en que si todos aportamos podemos tener un tránsito seguro y ordenando y, en este sentido, la educación vial en todos los ámbitos es fundamental”.

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    A pesar de estar atravesados por la inopia, veríamos con asombro la fortuna que le costaría a una familia tipo alimentarse a puro guiso al considerar el ingreso medio del país. La IA, con benevolencia, ofertas y terceras marcas, calcula poco más de nueve mil pesitos para cuatro porciones de un guiso enano. Un jubileta solitario podría recalentarlo, si aún tuviese gas, y oblar cerca de dos dólares por porción.

    La magia del ajuste, el sinceramiento dolarizado de tarifas, el reacomodamiento de los precios relativos, el repliegue del Estado, las virtudes de los monopolios que antaño no sabíamos apreciar, el innegociable déficit cero y la mar en coche de las libertades libertarias de licuadora y motosierra nos han devuelto a las piadosas costumbres de agradecer a las fuerzas del cielo los alimentos y besar el pan aunque las panaderías estén en vías de extinción.

    Vuelto en contra

    La retórica libérrima, a voz e improperio al cuello, nos ha librado, por otra parte, del vicio del lugar común: si alguien dijera, por ejemplo, la trillada frase “no llegamos a fin de mes”, confiado en la contundencia que supo tener esta figura, comprobaría de inmediato que un viejo aliado de la retórica de entrecasa se ha vuelto en contra.

    Enalteciendo la literalidad, con procaz soberbia, los corifeos del libre mercado esgrimirían que a fin de mes llegan todos aunque ya en los últimos días del periodo en cuestión no se entreguen al derroche al que los había acostumbrado el populismo que pregonaba la envidia propia de la justicia social.

    Y tras cartón caería una lluvia de cifras improvisadas, indicadores improcedentes e infamias porcentuales en el marco de una procacidad de alta frecuencia que, hasta ayer nomás, hubiera hecho ruborizar a un camionero.

    Pero en un contexto en el que cualquier funcionario puede agitar, sin rubor, el fantasma del comunismo sin considerar que vive en el siglo XXI, que el lugar común tradicional sea tergiversado para convertirlo en boomerang contra el que lo usó no debería sorprender en absoluto.

    Hasta el lugar común, ya desvalorizado en el terreno de la retórica, entonces, ha perdido su valor práctico. Igual que el bienestar, el salario y los derechos, ingresa a la lista de pérdidas que empobrecen al sector más numeroso de la sociedad argentina. Todo un símbolo de lo que representa el pozo sin fondo de la renuncia ligada a la irracionalidad programática.

    No faltará el comedido que, con la mejor de las intenciones, dijera que esta pérdida traerá más beneficios en favor de la oratoria de entre casa que heridas al entendimiento. A la irracionalidad organizada hay que combatirla con un aliado de calidad, es decir: un lenguaje tan enriquecido como original, rematará el cándido bienintencionado.

    Pero para quienes miren con la lente del símbolo o desde la perspectiva del despojo, perder hasta lo que nadie hubiese osado considerar oneroso es casi lo mismo que, en amplísimo sentido, encontrarse a las puertas del  reino de la miseria espantosa.

    Del guiso enano al besapán

    Que el alto guiso se haya convertido en delicia gourmet y que mentar la ventaja alimentaria que representa vivir en el país que podría nutrir sin esfuerzo a cientos de millones de personas haya perdido fuerza argumental explican el irrefrenable impulso que hoy nos tienta a besar el pan, algo que solo se evocaba para ilustrar penurias de guerra o desesperantes tiempos de posguerra.

    Mientras quienes se presume progresistas aceptan el imperio del economicismo delirante pero intentan encontrar razones que expliquen por qué llegamos a caer en la trampa de los extremistas reaccionarios, se impone el olvido de las estaciones del camino que nos trajo hasta acá. Cualquiera diría que nunca antes se le entregaron las llaves del reino a derechas rancias.

    Hasta el cercano oropel del cambio parecería no haber existido. Nadie se atreve a ponerle el cascabel al gato. Se impone tácitamente que desde fines de 2015 a fines de 2019 tuvimos un republicanismo impoluto solo empañado por las desventuras que nos contagió la lira turca y que el menos que mediocre albertofernandismo hubiera tenido la exclusiva de hacer saltar la liebre que nos condujo a la celada.

    Cuando todo lo que no es derechismo recalcitrante es populismo y jamás se habla de populismo ni extremismos de ultra derecha, la miseria pasa a ser consecuencia natural. Se lamenta vivir en un país agobiado por la deuda pero no se osa señalar a quienes la tomaron ni a los que le sacaron el jugo que hoy nos condena al guiso reseco, enjuto y enano.


     

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