LIBERTAD ¿HACIA DÓNDE VAS?

El movimiento como libertad quizás sea una lectura posible en tiempos de una desesperante calma.

Hay tantas formas de libertad como maneras de comprenderla. Las opciones se ramifican hasta que le perdemos el rastro en los imprecisos y puntiagudos bordes de la nada.

En ese movimiento libertario los cuerpos se encuentran o se separan, y es ahí que las sensaciones y los sentimientos dibujan los escenarios de la comedia, la tragedia, la ficción y el amor. Por ello,

la libertad se configura y desconfigura por el poder, por el poder ser, por el poder estar, y el poder hacer. Un poder avalado para reprimir y marcar los límites entre lo uno y lo otro, y un poder para producir discursos e instituciones, sujetos y saberes, en un ejercicio en donde la libertad se fortalece o se agota.

En tiempos de aislamiento voluntario, sanitario y obligatorio: los Estados, las naciones y los gobernantes tejen redes en donde la entrada y la salida de la libertad parece ser la misma, y en donde el corpus inmunológico intenta resolver de acuerdo a singularidades y organizaciones.

El vuelo de la libertad nos trajo un inminente peligro que debíamos resolver. O sea, poner a la libertad en cuarentena en un franco acto de amor por el otro. Porque si yo acepto quedarme entre cuatro paredes no es sólo por mí, es por el otrx, en una reciprocidad para el cuidado mutuo.

Nos movilizamos en un verdadero espiral libertario por los derechos de las minorías, de lxs marginadxs, de lxs niñxs y adolescentes, de lxs refugiadxs, de la mujer y la diversidad de género, de la abolición de la esclavitud y la trata de personas. Pero hoy, el movimento ha frenado su infatigable marcha para detenerse sobre los derechos y obligaciones de una salud global, y esto no quiere decir que el movimiento ha parado, sino más bien hubo una desaceleración consensuada para el beneficio de todxs.

Por otro lado, y después de que la libertad parió al Sofware Libre y a las Bibliotecas virtuales y gratuitas, el conocimiento propio y del mundo creó sus propias formas de comunicación para delinear nuevos horizontes hasta ahora desconocidos…

Rousseau decía que “el hombre nace libre, pero en todas partes está encandenado”. Las personas no nacen “libres”, nacen gracias a una estrecha dependencia con unx otrx que les da lugar en los indescifrables límites del deseo, gracias a alguien que les da un nombre y un manto de nutrición y cuidados. Esas no son cadenas, sino que es la enigmática forma del amor llamada libertad.

Y si esa misma libertad está empapada de historia es porque ella fue esclava de su propia libertad. Sí, fue esclava de su lengua, de su teléfono, de su pasaporte, de sus ambiciones, de su moneda, de sus cánticos, de sus comidas, de sus encierros y calles. Entonces, ¿habrá podido la libertad liberarse de sus propias ataduras?

No sabemos con certeza si lo ha conseguido, lo cierto es que lo intenta…, lo intenta a través de un movimiento libertario que lucha por desprenderse de los prejuicios y los autoritarismos, de la aparente igualdad de oportunidades y éxitos individuales creadores de desigualdad, intenta cortar las amarras que la sujetan a estereotipos, estigmas e instrumentos de tortura, intenta con ansias esquivar los dolores, el hambre, la desesperación, la enfermedad y la muerte.

La libertad es un constante movimiento que se construye con los demás, que nunca acaba, que por momentos desfallece y se reconstruye, que a veces trastabilla, tropieza y cae para luego levantarse y seguir en un imprevisible destino o concretarse en proyectos de autorealización individual y colectivo.

Imagen de portada: R.Magritte, En los límites de la libertad
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    Ahora, en Berisso el concejal Daniel Del Curto, acusó que fue corrido de la coordinación local de La Libertad Avanza (LLA) por no ser parte de un circuito de coimas que involucra al corazón del armado de Sebastián Pareja.

    “Todo lo que tocás en Libertad Avanza, sale pus. Lo digo yo, que estuve adentro y me la jugué por ellos”, dijo Del Curto a LPO al revelar que el senador Carlos “Charlie” Curestis, mano derecha de Pareja, le reclamó un retorno por un giro de Nación a la Municipalidad de Berisso.

    El concejal denunció que se bajaron 68 millones a través de la Subsecretaría de Integración Socio Urbana a cargo de Pareja, para terminar algunas obras que tenían más del 50% de avance y que él estuvo al frente de los trámites con el intendente local, el peronista Fabián Cagliardi.

    “El intendente mucho no creía. Pero le llegan los 68 millones y quedó agradecido. A las dos semanas voy al Senado y Curestis me dice: ‘che, el tema de los 68 palos, quiero imaginar que agarraste un 10 por lo menos'”, dijo Del Curto.

     No sirvo para recaudar para la corona y me echaron a la mierda 

    Ante ese planteo de Curestis, el concejal hoy escindido de LLA, relató: “Yo le dijo ‘estás loco vos, yo no estoy en esa, eso es coima. Y me dice ‘no, pero no podés ser tan boludo de no sacarle nada. Entonces no servís”.

    “No sé si me lo dijo para sacarme mentira-verdad o si se tiró el lance, pero en un momento me dice ‘tendrías que haberle sacado el 10, son 6.8 palos, 3.4 para cada uno. No creo, con lo que gana, que se quiera ensuciar por esa plata, pero con los audios que están saliendo”, dijo Del Curto, que estimó que se trata de una mecánica que se repite “en varios municipios de la provincia”.

    Poco después de ese episodio, Del Curto dijo que fue citado por el actual coordinador en Berisso, Fabián Lagorio, que le comunicó su desplazamiento. También fue corrida la titular del Pami que respondía a él, Nora Aguirre.

    Nuevos audios de Spagnuolo confirman que Pettovello estaba al tanto del caso de coimas

    “Primero pensé que era muy raro, porque veníamos trabajando muy bien. Pero enseguida empecé a atar cabos: no sirvo para recaudar para la corona y me echaron a la mierda”, dijo Del Curto.

    El concejal que ahora tiene el monobloque de Unión y Libertad sostuvo que el malestar con los manejos del armado de Pareja comenzaron cuando al frente del Anses local pusieron a Leila Vallejos, una joven de 22 años sin experiencia previa, oriunda de Florencio Varela e hija del concejal de ese distrito, Diego Vallejos.

    “Es una chica que no tiene ni idea. Lo que pasa es que es amiga de Curestis. Ellos se manejan así, es muy desprolijo”; dijo Del Curto que también fustigó al nuevo titular del Pami local, Pablo Swar: “Fue peronista, del PRO, ahora es libertario y jefe de Pami, un cachivache”.

     En un momento Curestis me dice ‘tendrías que haberle sacado el 10, son 6.8 palos, 3.4 para cada uno 

    “Hablan mucho de la casta y la casta son ellos”, agregó. También acuso al director de Relaciones con los municipios y actual cabeza de lista libertaria en la Cuarta, Gonzalo Cabezas, por haber prometido 100 millones al municipio que nunca llegaron.

    “Cagliardi preguntó si era en serio, le dijimos que sí, llenó la planilla, contento. Pero pasaron los meses y quedaron sin efecto las ayudas. La cara la puse yo, pero cuando me fui a quejar me dijeron ‘si no te gusta, correte, renunciá’, te corrían con eso”, dijo Del Curto.

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    Poco después de ser corrido de su rol de coordinador, Del Curto denunció haber recibido graves amenazas: “Me dejaron cuatro balas en mi auto. Hace cuatro meses hice la denuncia a la DDI, puse a disposición mi celular para que vean que me llamaban cada media hora diciendo que me van a matar, que saben dónde vivo”.

    El concejal asoció directamente ese mensaje a su desvinculación de LLA: “Yo les decía la verdad y a ellos les duele. Para andar bien con ellos, tenés que ser un alcahuete arrastrado sin dignidad y predispuesto a meterte en cualquier hecho de corrupción política. Como no soy así, se pudrió todo”, dijo. 

     

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    Max Weber. La ciencia como vocación

    Las crónicas que aquí presentamos forman parte de un proyecto de investigación colectivo titulado “Cosas que funcionan”. La inspiración intelectual para el proyecto surgió mientras subía las empinadas cuestas de la comuna 8, en Medellín, Colombia. Había llegado allí guiado por un grupo de estudiantes de la Universidad de Antioquía que participaron en un taller de etnografía que dicté en Agosto del 2023. Luego del taller, me llevaron a visitar una biblioteca popular, una granja ecológica, un local que alberga a un grupo de mujeres que se organiza contra la violencia de género, y a un grupo de jóvenes dedicados a la producción musical. Los riesgos a los que están expuestos los habitantes de la comuna son muchos y muy variados: peligros ambientales, pobreza material, violencia estatal y paramilitar, etc. Pero el grupo de estudiantes y los activistas barriales dirigían mi mirada sociológica, entrenada en el examen de la producción y reproducción del sufrimiento y la dominación social, hacia otro lado. Querían que prestase atención a lo que estaban organizando para tener una vida mejor en condiciones que ellas y ellos no podían controlar: “Aquí va a ir el librero, una vez que pavimentemos el piso,” “Mire esta lechuga, no usamos químicos,” “Con este pequeño molino, producimos algo de energía…” 

    Sentí que dirigían mi atención hacia un tema con el que yo estaba menos familiarizado: la dinámica y las condiciones de posibilidad del éxito de iniciativas de base. Es cierto, como bien decía Weber, que las ideas surgen mientras caminamos. También es cierto que estas emergen luego de muchas cavilaciones y lecturas. Pero lo que no dice Weber es que estas también pueden florecer en compañía de, y en diálogo con, otras y otros.

    No sólo la génesis del proyecto “Cosas que Funcionan” fue colectiva. También lo fue su ejecución. Compartí la idea inicial con un grupo de estudiantes y profesores de la Universidad de los Andes  en Bogotá y la Universidad de Antioquia, en Medellín y de la Universidad de Texas, Austin, en Estados Unidos: Buscaríamos indagar sobre intentos colectivos por mejorar la vida en común – esto es iniciativas que, localizadas en alguna zona marginada del continente, estuviesen logrando cierto grado de éxito (entendido éste como la capacidad de durar en el tiempo, de aumentar la cantidad la gente que participa en ella, y/o de mejorar en algo la calidad de vida a los habitantes de la comunidad en la que está ubicada). Investigaríamos esos casos etnográficamente. Luego procuraríamos escribirlos bien: contaríamos lo que allí sucede de tal manera que, como dice Katherine Boo (2007:14), los lectores “terminen las historias y quizá les importe algo más que un comino”. Contribuiríamos así a forjar unas ciencias sociales que escriban mejor, menos oculta en jerga academisista que suele esconder la flojedad de los argumentos y la escasez de evidencia empírica.

    La invaluable guía del periodista anfibio Ernesto Picco fue central en este esfuerzo narrativo. Ernesto escuchó un resumen de cada caso y dirigió los talleres en los que discutimos varias versiones de los textos que hoy presentamos. Pacientemente ablandó nuestras rígidas convenciones narrativas (forjadas en las ciencias sociales) y nos propuso formas alternativas de contar lo social. 

    ***

    Cientos de habitantes de zonas marginadas de América Latina participan en organizaciones comunitarias que tratan de hacer su vida cotidiana más “habitable”: más asequible, menos precaria, más pacífica, menos contaminada, menos limitada, etcétera. Trabajan en despensas de alimentos, huertos agroecológicos, colectivos contra la violencia interpersonal y grupos que luchan contra la contaminación ambiental. Sin embargo, la dinámica relacional de estas iniciativas comunitarias de base no es muy conocida. ¿Cuáles son los procesos que fomentan el éxito (siempre precario por cierto) de estas iniciativas? En contextos tan adversos, ¿cómo son capaces de persistir en el tiempo y contribuir a una vida mejor para la comunidad donde echaron raíces?  

    América Latina se caracteriza por niveles altos de desigualdades sociales, económicas, étnico-raciales y ambientales. Pero también son reconocidos sus poderosos movimientos en favor del cambio, que van desde destacados movilizaciones indígenas y sindicales (como los de Ecuador, México y Bolivia) hasta vibrantes movilizaciones ciudadanas, estudiantiles y feministas (como las de Colombia, Chile y Argentina). América Latina es, al fin y al cabo, tan desigual como beligerante. 

    Las acciones colectivas extraordinarias a menudo cristalizan en organizaciones comunitarias duraderas que persisten en el tiempo: una invasión de tierras se convierte en una cooperativa de viviendas; una protesta contra una fuente de contaminación se convierte en un colectivo de salud; una manifestación callejera espontánea contra el hambre resulta en un comedor popular. Aunque estas iniciativas ordinarias no aparecen en los titulares de los periódicos ni en las redes sociales, suelen durar más que las acciones colectivas más transgresoras y episódicas.

    Sabemos bastante sobre la dinámica de la beligerancia popular (la combinación de redes, organizaciones, oportunidades políticas y marcos de acción que impulsan su aparición y desarrollo), pero conocemos muy poco de lo que queda después de que el calor de la acción colectiva se enfría y el ciclo de noticias sigue su curso. En muchos casos, la protesta masiva da paso a organizaciones comunitarias eficaces que proporcionan alimentos, vivienda, protección, etc. a quienes viven en lo más bajo de la escala social. 

    La perpetuación de la exclusión y/o la marginación ha sido, por muy buenas razones, el principal foco de preocupación empírica y teórica en las ciencias sociales. Sin embargo, creemos que hay mucho que aprender sobre las iniciativas colectivas de base que intentan generar vidas florecientes (es decir, más libres, menos miserables, menos opresivas). Este conjunto de crónicas ofrece una primera mirada a iniciativas poco conocidas y espectaculares, a la forma que estas adquieran y a la secuencia de acontecimientos que condujeron a su surgimiento y persistencia. 

    Quizás resulte paradójico, y hasta un tanto ingenuo, concentrar la mirada sociológica y el esfuerzo narrativo en “cosas que funcionan” justo en un momento como el actual, en contextos políticos que atentan contra acciones colectivas como las aquí narradas de manera sistemática. No es un impulso romántico ni populista lo que nos llevó a indagar y escribir sobre estas experiencias. La necesidad de registrarlas se derivó tanto de la desesperación y la angustia que sentimos frente al sufrimiento social como de la esperanza que estas iniciativas iluminan.

    La entrada La persistencia se publicó primero en Revista Anfibia.

     

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