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LA IMPORTANCIA DEL INTESTINO

Dentro de las infinitas posibilidades que existen uno puede elegir qué comer, qué cuidar, qué atender, y ahí todos podemos diferir libremente. Existe también algo que todos tenemos, podría decir casi sin propia elección, y es nuestro cuerpo físico. Aquí por supuesto que también elegimos qué hacer con él pero me parece importante destacar que su buen funcionamiento es una forma de disfrutar la vida, y de hacer que la felicidad sea nuestro “derecho”, como si tuviera que existir tal cosa en la Constitución.

Uno de los órganos más importantes y que más nos representa es el intestino, aquél que pareciera ser mencionado solamente cuando hablamos de caca. Resulta que no, no es sólo caca lo que le compete al intestino.

Damos por sentado que haya personas malhumoradas (el 95% de la serotonina que hay en nuestro organismo se produce en las células intestinales), depresivas, “hinchadas”, incómodas al comer y después de comer, constipadas, con alergias o defensas bajas. Estos “estados” se pueden corresponder a “señales” que nos envía nuestro intestino cuando hay algo que no está funcionando bien, que repercute tanto en el estado emocional, cómo nervioso y físico. Los síntomas fisiológicos no son fenómenos aislados.

El intestino es aquél que se conecta con el cerebro, a través del nervio vago (qué gracioso que hoy sepamos que nada tiene de vago) y si funciona bien, no hay rollo, estamos tranquilos. También es aquél que aloja a la microbiota intestinal, que es un conjunto de microorganismos beneficiosos (resultado obtenido, entre otras cosas, al elegir una alimentación equilibrada, probiótica, real, consciente) que participan en la asimilación de nutrientes, por ejemplo absorbiendo el calcio. En colaboración con el intestino grueso logra la obtención de determinadas vitaminas (tiamina, rivoflabina, B12, K) que sirven para muchas cosas, hasta para cuidarnos de los dolores de cabeza. Por último y por elegir alguna de todas las maravillas en las que interviene este órgano, casi el 75% de nuestro sistema inmulógico se encuentra en el intestino.

En conclusión, cuidar al intestino resulta una práctica por demás productiva y positiva. Además, cualquier momento resulta oportuno para empezar a cuidarnos, volvernos responsables y amables, con nosotros mismos y, en consecuencia, con los demás.

Si viéramos más de lo que es visible, también podríamos contemplar cómo trozos de células se convierten en personas en el vientre materno. Comprenderíamos de inmediato que, a grandes rasgos, nos desarrollamos a partir de tres <<tubos>>. El primero nos atraviesa y se anuda en el centro. Es nuestro sistema de vasos sanguíneos, del que surge nuestro corazón como conexión vascular central. El segundo se forma casi de manera paralela en nuestra espalda, formando una burbuja que migra hacia el extremo superior del cuerpo, donde permanece. Se trata de nuestro sistema nervioso en la médula espinal, a partir del cual se desarrolla el cerebro y desde el cual brotan nervios hacia todo el cuerpo.
Y el tercero nos atraviesa de arriba abajo. Es el tracto gastrointestinal”.
(“La digestión es la cuestión”, GiuliaEnders).

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