EN PELIGRO DE EXCLUSIÓN
Hoy les hablo desde mis conocimientos como consteladora familiar.
Unos de los primeros y principales trabajos del constelador es poder reconocer, en el sistema del consultante, el excluido o lo que esté excluido. Y luego se procede a una sucesión de procesos reparadores. Y me puse a pensar desde un lugar macro, cómo todas éstas exclusiones nos afectan a nivel social y nos siguen afectando.
El holocausto fue un hecho, que la mayoría de las personas, coinciden en determinar cómo terrible e irreproducible. Y comienza con una exclusión: hacia la sociedad y religión Judía. El precio fue altísimo, muchas vidas se perdieron y las que quedaron vivieron con traumas complejos.
A nivel nacional, la dictadura militar fue un hecho muy difícil de vivir para los que les tocaron vivir este momento gris de nuestra historia. Nuevamente, comenzó con una exclusión, hacia ciertos tipos de pensamientos e ideologías políticas. Y claramente el resultado lo seguimos padeciendo todavía en la búsqueda de muchos paraderos perdidos, entre otras cosas más relacionadas a las torturas y perseguimientos.
Creo que como individuos y sociedad todavía no hemos caído en la consciencia de percibir que la exclusión, tarde o temprano, trae pérdidas y tragedias. Y que ese precio lo pagamos todos, aunque algunos quieran creer que están en la cima de una pirámide de poder, y que eso los salva de tal perjuicio. El hecho de que seas el que excluya no te salva de que te excluyan. De hecho, es muy probable que ocurra. Pues la vida es sumamente sabia, y pone ante tus ojos lo que no estás pudiendo ver en vos.
Hoy día, la exclusión sigue existiendo. Está en la acusación a los “gordos”, en el prejuicio a los “putos”, en el comentario de “negro de mierda”, en el dicho de “careta”, en el ombligo de Tini, en la palabra “bolita”, en el término “mili pili” o “tinchos”, y puedo seguir con muchos más que se usan cotidianamente.
Ojalá que con los sucesos anteriores históricos sea suficiente para comprender que la exclusión, discriminación, bullying o cualquiera sea el término que quieras ponerle, nos lleva a un caos y sufrimiento. Y comprender que no hace falta llevar el nombre de “Hitler” para catalogarte de aquel lado de la historia o de este lado. Con pronunciar una frase es suficiente. Una frase que sabes que excluye, que marca una diferencia como si esta fuera un delito.
Ya conocemos como funciona “la grieta” y qué resultados trae. ¿y si probamos algo diferente? ¿y si probamos con unir o integrar?
Nuestras palabras son unas de las herramientas más poderosas que tenemos para luchar y poder salir de esa repetición de patrones que ya dijimos no queremos “nunca más”, pero sin embargo seguimos escuchando estos tipos de comentarios.
La sensibilidad de los sucesos requiere lograr volverse hipersensible uno para entender cómo nos intersecta y lograr ver qué puedo hacer hoy por lo que ya ocurrió, y no verlo como un hecho aislado. Nada, absolutamente, nada está aislado de nada.
Abrir la consciencia requiere una predisposición responsable de parte de cada uno de nosotros.
Todo lo que decimos, aun sin consciencia alguna, repercute en la dirección de la historia. Por eso, cada uno de nosotros es sumamente importante y responsable de re-escribirla.