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EL DÍA EN QUE UN PAÍS SE FUE DE VIAJE

Arrancó las amarras que lo adherían al suelo, cansado de injusticias, mezquindades y violencia. Alzó la voz para anunciar su partida: ¡Quienes quieran venir conmigo los llevaré con todo gusto! El Pueblo no podía creer lo que estaba sucediendo. Una parálisis generalizada se había expandido desde su piel de reglas hasta sus entrañas de pasión. El miedo a perderse entre una bruma sin fronteras, lo invadió como una amarga sorpresa.

Pero no todos se detienen ante el miedo. La Justicia que hasta entonces tenía vendado los ojos, cuando escuchó al País decir que se iba, desató el nudo del pañuelo, liberando sus ojos, y tiró la oxidada balanza que sostenía hacía años, levantando la mano para manifestar que ella también se iba.

¡Eso no se hace! Gritó desde el fondo la Política que, desesperada, empezó a repartir panfletos diciendo: ¡El Poder es nuestro, quédese y vote por un país verdadero y responsable! El Pueblo seguía recibiendo panfletos, y la duda entre irse o quedarse hizo que dicha parálisis se acentuara hasta adquirir la rigidez de una estátua.

El País, olfateando que las trifulcas se aproximaban, antes de partir decidió alivianar las cargas que pesaban sobre su lomo nacional: dejó atrás a las costumbres que lo apretujaban, a la lengua nativa que lo condicionaba a expresar siempre las mismas palabras, a la bandera que obstaculizaba la visión del horizonte, y al himno que lo aturdía con su monótona melodía.

Ya liviano, el País empezó a desplazarse, impercetible. Entre tanto, la Política seguía repartiendo panfletos. A la Justicia que ya se movía relajadamente, se le sumó la Educación, quien con una sonrisa de optimismo, va huyendo de la Política que tanto la ha maltratado. La Poesía y la Salud también decidieron irse, uniéndose a la Justicia y a la Educación; no así la Religión que mantiene sus convicciones por encima de cualquier realidad, y tampoco un grupo de Xenófobos y Razistas conservadores.

Las Fuerzas de Seguridad Nacional llaman a una reunión de urgencia para frenar al País: ¡Sea como sea hay que detenerlo! Uno de los Generales pensando en una estrategia eficaz y, tomando consciencia de la gravedad, anuncia:¡Camaradas, ustedes se están dando cuenta de que, si le disparamos al País, nos disparamos a nosotros mismos! Entre los miembros de las Fuerzas nadie pudo resolver la paradoja. Para ese momento, el País ya no estaba en el país que alguna vez había sido…

Imagen de portada: Vladimir Kush

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