¿COLA DE ESPERA O UN CLIC HACIA LA FELICIDAD?
Si hay algo que sabemos hacer los argentinos cada vez vamos a realizar un trámite o pagar alguna cosa es hacer cola.
La cola de espera es una instancia instituida en nuestra cultura, hacemos cola en todos lados: en el no tan rápido rapi-pago, en el Hospital, en el supermercado, en el banco, en la cancha, en el carrito de venta de panchos, en el Ministerio de la Dulce Espera, en la parada de colectivo, en el negocio de moda, en la Policía para hacer una denuncia por el robo de minutos en la invisible cola de un olvidado horizonte, en la calle cuando un semáforo te marca rojo y verde al mismo tiempo, en el purgatorio de los días perdidos por tanta espera, en los tribunales de familia, en el kiosko y la heladería, en la venta de pollos por la rifa que compraste para ayudar a la escuela o al club del barrio.
Así es la fórmula: espera= cola+cola+cola× cola+cola+cola
¿Cómo darle una vuelta de rosca a tanta espera?
¿Tejemos como Penélope? ¿Nos llevamos un libro o unos auriculares para afrontar el tiempo muerto? ¿Cruzamos los dedos? ¿Esperamos el momento oportuno para colarnos? ¿Nos compramos una lupa para visualizar en detalle si hay menos cola en tal lado? ¿Doblamos las piernas y hacemos yoga en plena cola?
Ahora bien, nos preguntamos ¿porqué en otros países no sucede lo mismo? ¿Será un fenómeno social tan enraizado que no podemos arrancarlo de raíz? ¿Tiene que ver con nuestra manera de oganizarnos?
Vivimos en la era de lo inmediato y esperar se torna cada vez más insoportable, pero ¿hasta cuándo? La tecnología se ha convertido en una gran administradora de tiempo. Con un sólo cliquear en el celular ya podemos comprar, pagar, sacar un turno, cobrar, pedir, guardar, enviar, transferir, depositar, exponer, invertir, perder o ganar.
¿Será que la cultura digital está socavando la existencia de la temida cola de espera? Podríamos responder esta pregunta con un sí y un no al mismo tiempo. Para las personas que no tienen aún un manejo de lo tecnológico, la cola espera continúa con su serpenteo venenoso, no así para aquellos que saben utilizar los diferentes recursos que ofrece la web…
Con esto último planteamos una coexistencia de cambios generacionales, estilos, formas de ordenarnos y desordenarnos, así como también se instalan y desinstalan maneras de gestionar nuestras necesidades y actividades cotidianas en un mundo de imposición y superposición, de conecciones y distancias, de tolerancias y violencia, de espera y desesperación, de superabundancia y pobreza, de comprensión e indiferencia.
Pintura de portada: Richard Pequeño, la espera.