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DE LA BICICLETA FINANCIERA A LA DE TRANSPORTE

En tiempos de crisis económica el argentino sabe buscar opciones que colaboren con el cuidado de la economía intrafamiliar. Los vaivenes económicos a lo largo de la historia del país conformaron al sujeto argentino como un eximio buscador de variables que colaboren con el ineludible ajuste doméstico que lo lleve a llegar a fin de mes.

Un agente economizador y beneficiario del ciudadano común es el uso de la bicicleta como medio de transporte urbano, pero aún no se tiene en cuenta.

Si bien existe una ausencia de infraestructura idónea, fallas en la planificación urbana, servicios públicos deficientes y un bajo desarrollo de las redes de transporte a nivel nacional y provincial, también es cierto que el ciudadano argentino está arraigado al uso del automóvil. Tal es así, que la bicicleta es casi exclusiva de uso deportivo o recreativo. Ni aún con los combustibles arriba de $ 40 el litro (y subiendo), optamos por la bicicleta como medio de transporte.

Cuando el concepto de uso está culturalmente mal estructurado, se necesita de programas políticos de concientización, y estímulos prácticos y tangibles. Ojo, no se trata de crear un ciclovía reservada para que la gente se pasee los domingos, hay que crear una red de vías alternativas y seguras que permitan al ciclista trasladarse de un lado al otro de la cuidad, y que sirvan también como herramientas de pacificación vial.

Si pensamos en el ejido urbano de Villa Regina, ¿cuánto podemos demorar en recorrerlo de un extremo a otro en bicicleta?

Un programa que proponga el uso de la bicicleta como medio de transporte tendría una triple finalidad: favorecer el medioambiente por el descenso del uso del automóvil, promover la salud pública entre la ciudadanía por la práctica deportiva, y en paralelo cuidar el bolsillo del ciudadano

Es evidente que la bicicleta irrumpió con fuerza en la vida cotidiana principalmente en países europeos y asiáticos como: Holanda, Dinamarca, Alemania, Suecia, Noruega, Japón y China; (son los países con más bicicletas per cápita). En algunas capitales de nuestro país se intentó seguir el ejemplo, y en ciudades pequeñas como la nuestra la propuesta es nula, o con suerte: recreativa.

¿Podría Regina innovar, y convertirse en la primera ciudad de la provincia en estimular y planificar oficialmente el uso de la bicicleta como medio de transporte urbano?

Public transit VS gridlock

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