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Libro: «Curuzú Gil» de Adriana Hartwig

A lo largo de nuestras rutas y caminos se levantan y ofrecen distintos tipos de altares. Atrás de cada monumento podemos rastrear historias de todos los colores, pero cuando el rojo se destaca en las ofrendas sólo podemos pensar en una figura: el Gauchito Gil.

Curuzú Gil de la novelista Adriana Hartwig es una ficción que retoma la figura de Antonio Gil y recrea la leyenda que lo inmortalizó.

En relación a la vida del gauchito podemos encontrar varios libros interesantes, dejo dos referencias imperdibles:

Santos ruteros de Gabriela Saidon (la reseña está en esta columna)

Colgados de los tobillos de Orlando Van Bredam

El libro que nos convoca tiene la particularidad de haber sido escrito desde la óptica de una abogada e historiadora.

Una secuencia narrativa simple de la leyenda del gauchito puede ser la siguiente:

1- Construcción de la identidad campera

2- Un amor imposible desde lo social (para las costumbres del siglo XIX)

3- Problemas con la autoridad

4- Conscripción

5- Deserción

6- Aprehensión y muerte

7- Génesis de la leyenda

Adriana Hartwig regula su novela a partir de estos parámetros y la decora con el color regional valiéndose de su condición de nacida y criada en la provincia de Corrientes.

Adriana Hartwig es abogada, licenciada en historia y ejerce la docencia

Este libro puede leerse como una ficción, pero los apasionados por la historia y la política de nuestro país encontrarán una herramienta válida a la hora de armar conclusiones vinculadas a la Guerra contra el Paraguay y a la interminable lucha entre unitarios y federales.

Uno de los conceptos más logrados por la escritora es la descripción de personajes y paisajes. Comparto fragmentos que configuran la imagen protagónica de este libro:

“Aquel joven muchacho de dieciocho años, conocido también con el nombre de Curuzú Gil por la particular marca de nacimiento en forma de cruz que tenía en la espalda, era la estampa misma de los hijos de la tierra, con la fuerza de su estirpe contenida en cada uno de sus gráciles movimientos y la mansedumbre propia de los de su sangre en la mirada.”

“No era un hombre peligroso como insistían en señalar las malas lenguas, apenas un muchacho de fuerte temperamento. A veces resultaba distante y callado, aunque no faltaba quien intentara rehuirle o dijera temerle. Decían que sus ojos, tan negros como los abismos de aña, tenían el poder de hipnotizar a quienes le deseaban el mal e, incluso, inmovilizar a sus enemigos.” (pág. 17)

La leyenda del Antonio Gil fue representada por much@s escritores. Esta autora conoce muy bien el contexto histórico y regional

El amor como figura se desarrolla desde diversas aristas, entre las posibilidades se destacan: el patriotismo, la familia, los amigos, el lugar de pertenencia, la cultura y el amor en la pareja.

La búsqueda del amor conyugal hilvana la cadena narrativa y en este juego se puede decodificar la violencia institucional y el machismo del siglo XIX y las réplicas inefables que afloran en nuestra sociedad actual.

Curuzú Gil puede convertirse en una herramienta intertextual para aquel lect@r que acumule en su reservorio literario textos consagrados como el Martín Fierro de José Hernández y Facundo de Sarmiento. Estos libros se entrelazan a través de la época, el escenario político y la construcción del gaucho argentino.

Como cierre de esta invitación dejo una clave de lectura posible en esta historia: el costado humanitario del gauchito, esa idea de robarle a los ricos para ayudar a los pobres. Esta novela expone y analiza el porqué de esta condición empática de uno de nuestros íconos nacionales. No adelanto más detalles y dejo abierta esta posibilidad para aquell@s que tomen contacto con este libro.

Curuzú GilAdriana Hartwig

Editorial Vertales320 páginasEdición: 2014

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    Ana Rosa Quintana habla de Manuel y Montoya ('Supervivientes 2025').

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    “Pero es que tienes razón Ana, claro, no se entiende a veces. Esto es sacar las cosas de contexto y tener que criticar por criticar”, ha espetado la también tertuliana del programa Cristina Cifuentes.

     

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