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VILLA REGINA: NO ERA EL NOMBRE ORIGINAL, NI NACIÓ UN 7 DE NOVIEMBRE.

Del sueño de Cipolletti a la obra de Bonoli, pasaron 25 años.

Hace 120 años, el 6 de septiembre de 1899, el Ing. Cesar Cipolletti entregaba al Sr. Emilio Civit, Ministro de Obras Públicas de la Nación, su informe “Estudio de Irrigación – Ríos Negro y Colorado”, en el cual dice: “En cuanto al agua, la hay suficiente para regar más de un millón de hectáreas, es decir más de la mitad de todo el Egipto…”. El sueño del Ing. Cipolletti era ejecutar las obras de riego en el Valle Superior del río Negro y posibilitar el asentamiento en la zona de varias colonias que albergara agricultores italianos.

1899 – El Ing. Cipolletti (primero a la derecha), junto a otros ingenieros colaboradores del Estudio de Irrigación.

Después de terminados los estudios del sistema hidráulico, Cipolletti retorna a su patria Italia y realiza una Conferencia en el Aula Magna del Colegio Romano, en Roma ante los soberanos y las destacadas persona-lidades parlamentarias de la Banca y el Comercio, buscando interesar a un Consorcio Bancario, para que con los Gobiernos de Italia y la Argentina, junto con la Empresa del Ferrocarril Sud, pudieran realizar los trabajos proyectados colonizando las tierras con familias italianas. Pero el Ingeniero Cipolletti, no tuvo la fortuna de encontrar el apoyo que necesitaba, políticamente no eran tiempos propicios. Igualmente el Gobierno Argentino lo reclama nueva-mente para que desarrolle su propio proyecto de regulación de aguas y canalización a través del Dique Cordero/Ballester, pero el 23 de enero de 1908, lo sorprende la muerte, en cercanía de las Islas Canarias, en el barco “Tommaso di Savoia” que lo traía a la Argentina. Pero la idea de formar en el Alto Valle varias colonias italianas continuó presente.

Felipe Bonoli, nació y se graduó en ingeniería en Roma. Formaba parte del grupo de ingenieros contratados por el Gobierno Argentino. Y en enero de 1908 viajaba junto a Cipolletti al momento de fallecer. Meses después se casaría con Benedicta, la hija de gran visionario. Ya en Argentina, el destino de Bonoli lo lleva a Mendoza, donde junto a sus cuñados instalan una empresa metalúrgica. Pero nunca pudo olvidar “el sueño” de su suegro y el desarrolla que él comprendía para Río Negro.

Colonia Regina a inicio o mediados de 1925.

Del deseo a la realidad. Todos los nombres.

Ottavio Dinalle entre 1922 y 1923 viajó por varias provincias argentinas (incluida Río Negro) buscando zonas aptas para la radicación de colonos italianos, en este largo recorrido también pudo constatar que la inmigración itálica ya establecida estaba expuesta a diferentes especulaciones económicas y en algunos casos se encontraba en peores condiciones de las que habían dejado en Italia. Era necesario planificar la llegada!

Dinalle realizó varios proyectos de colonización “planificada” para las provincias de Buenos Aires, La Pampa y Río Negro. Cuando en 1923 se encuentra con el Ing. Felipe Bonoli el reconocimiento de las ideas y proyectos de ambos fue inmediato. Bonoli tenía la capacidad técnica y la ventaja de ser el yerno de Cipolletti (excelentemente conceptuado en ambas naciones) y Dinalle contaba con línea directa a Roma y a Mussolini.

Los dos coincidieron que la mejor región para iniciar un proceso de colonización italiana era el Valle del Río. La primera colonia se ubicaría entre el Km. 1094 (hoy Chichinales) y el Km. 1120 (hoy Ing. L. A. Huergo), en la tierras  de los herederos de Manuel Zorrilla.

Para esta primera colonia, el nombre propuesto era “Vittorio Veneto”, pero el agradecimiento político pudo más y culmina llamándose “Colonia Regina Pacini de Alvear”.

Recordemos que solo cinco años antes, entre 23 de octubre y 2 de noviembre de 1918, se había desarrollado la batalla de Vittorio Veneto, que enfrentó a las fuerzas armadas del Reino de Italia con las del Imperio austrohúngaro durante la Primera Guerra Mundial y significó la derrota definitiva del Imperio.

También pensaron realizar una segunda colonia en cercanía de la Estación de Chimpay, esta se llamaría “Monte Grappa” (Montaña en la Región del Veneto que se convirtió en el pilar más importante de la defensa italiana durante la guerra del 1914 a 1918). Idea que no prosperó.

Pero volvamos. Idealmente Regina nace en la mente de sus creadores como “Vittorio Veneto”. En octubre de 1923, la CIAC ya conformada  como sociedad había iniciado los trabajos en los terrenos adquiridos a los Zorrila, pero para su completa legalidad solo faltaba la firma en el decreto aprobatorio del Presidente de la República, Marcelo T. de Alvear, quien estaba casado con la cantante de ópera, hija de italianos nacida en Portugal, Regina Pacini.

Sr. Presidente, gracias por la firma. Manden telegrama informando que cambiamos el nombre de la Colonia, desde ahora se llamará “Colonia Regina Pacini de Alvear”, si bien en la práctica era “Colonia Regina Alvear”. Igualmente hasta que el nuevo nombre se fue haciendo conocido, era más fácil y sencillo ubicar al nuevo pueblo por su situación dentro del tendido del Ferrocarril Sud, es decir el “Km 1106”.

A principios del siglo XX, todos los países que pretendían mostrarse como potencias ante el mundo, debían poseer mínimamente colonias en el exterior. Italia no podía ni quería ser menos, si bien no contaba con el poderío militar y económico necesario para realizarlo. Pero si ya contaba con colonos italianos dispersos por todo el mundo. Entre ellos, los de Colonia Regina. Testimonio orales reginenses cuentan que no faltaron ideólogos que pensaron hacer del pueblo un enclave italiano en la Patagonia, como el Peñón de Gibraltar. Al parecer esta idea llegó a los oídos del Presidente M.T de Alvear, quien les recordó que estaban en territorio argentino. La respuesta reginense solo fue “literal”, procedieron a can-celar “Pacini de Alvear” quedando solo “Colonia Regina”. La colonia creció y en algún momento pasó a ser “Villa Regina”.

Otra particularidad, es encontrar reiteradas veces, en libros y artículos periodísticos de la época fundacional, esta cita: “Pueblo y Colonia de Villa Regina”. Donde el “pueblo” sería la parte céntrica y la “colonia” toda la zona de chacras. Hoy esta diferencia ya no existe, pero en aquellos años se ve que demarcaba dos mundos distintos, distanciados por algo más que un par de kilómetros.

¿¿¿Y si organizamos los festejossss????  Pero necesitamos poner una fecha!!!!

Como no había una data expresa de fundación, se seguía festejando el aniversario sin fecha cierta, hasta que en Octubre de 1958 se establece la fecha que todos recordamos. “La Municipalidad por resolución unánime de los Sres Concejales según consta en al Acta 25 / 58, decidieron fijar como fecha de Fundación de Villa Regina, el 7 de Noviembre de 1924, tomándose en base para ello que en dicho día, el señor Presidente de la Nación Argentina, Dr. Marcelo T. de Alvear, firmó el Decreto Nro. 18.728 de aprobación de los Estatutos de Colonización de, la (C.IAC.) Compañía Italo Argentina de Colonización”.

Con esta resolución los reginenses unificaron los festejos en un solo día, y dejaron de realizarlo en cualquier momento del año. Al parecer, algunos chacareros colonos no quedaron conformes con fecha elegida. Para ellos, tenía mayor significancia, seleccionar un día relacionado al inicio de la producción, y no uno que evocara “el procedimiento administrativo” de la Compañía con la cual tuvieron serias diferencias.      

No deja de llamar a la atención,  que la fecha propuesta para el aniversario (que con el tiempo todos recuerdan como fecha de fundación), es decir, el 7 de Noviembre de 1924, pero para ese día… Regina ya estaba fundada!!

Siguiendo a Pantaleone Sergi dice: “De hecho, los trabajos se iniciaron el 23 de octubre de 1924: en esa fecha fueron levantadas una pequeña cabaña de madera y dos carpas para acoger a los primeros en llegar”.

Hoy es el 95º Aniversario de Regina. Pero hace 61 años, desde 1958, que se festeja todos los 7 de noviembre. Y los restantes 34 años en que día o días se celebraron??? Veamos que decía Franco González:

5 de marzo de 1925 –   “Durante varios años, el Pueblo y Colonia de Villa Regina recordó esta fecha como día de la inauguración de la “Colonia Regina Pacini de Alvear”. Este día, se celebró una gran reunión en la Chacra 109, “Ex Isla San Alberto “, a la que asistieron entre otros, S.E. el Embajador de Italia en la Argentina, Conde Luis Aldrovando Marescotti Di Viano ; el Presidente de la Sociedad Italiana en la Argentina, Signore Vendemíatto ; el Commendatore, Héctor Valsecchi, Presidente de la C.I.A.C. ; Autoridades del Gobierno Argentino ; accionistas de los Bancos Italianos ; el Gerente de la Compañía, Ingeniero Felipe Bonoli ; Autoridades de la Comuna de Villa Regina ; Periodistas de los Diarios “La Prensa” y “La Nación” ; vecinos y colonos; imponiéndose a los visitantes del desarrollo de la Colonización”.

29 de Abril de 1945“Siendo Presidente de la Comuna Reginense, el Ing. Jorge Antonio Bonorino, se conmemora por primera vez un Aniversario de Villa Regina, debido a que la producción se inició ese día del año 1925, se celebró el 20 Aniversario”.

La figura del Ing. Felipe Bonoli. Casi olvidado por la ciudad que fundo???!!!

Iniciábamos diciendo: “Del sueño de Cipolletti a la obra de Bonoli, pasaron 25 años”. Cuando Bonoli asume la Gerencia de CIAC en 1924 tenía 41 años, pero desde 1908 conocía y compartía la visión del Ing. Cipolletti.

Con la llegada al poder del fascismo en Italia, es probable que Bonoli haya detectado que era el momento justo para intentar formar una colonia italiana en el Alto Valle. Sin contactos políticos es impensable que haya podido trasladar desde Italia 400 familias para fundar Regina. Probablemente fue más oportunista que fascista.  

En enero de 1930 (solo 6 años luego de la fundación) Bonoli renuncia a la Gerencia de la CIAC. Pantaleone Sergi dice: “dejó el trabajo porque no estaba de acuerdo con la actitud vejatoria de la sociedad con respecto a los cesionarios” .Regresó por primera vez en 1949, por la inauguración del Busto al Ing. Cesar Cipolleti, emplazado en la esquina de 25 de Mayo y Don Bosco. Y volvió en 1960 con motivo de celebrarse el 36º Aniversario de la Ciudad, de esta su última visita tomamos parte de su discurso transcripto por Franco González.

(…) “después de largo periodo que duró mi ausencia.. -si se me permiten usar esta palabra- ya que circunstancias adversas y dolorosas, me habían obligado a alejarme de este lugar, en que había consagrado todo mi entusiasmo juvenil, todas mis energías, toda mi pasión. (…) Han pasado ya 36 años de la fundación de la Colonia, deseo recordar en estas circunstancia mis primeros pasos,  para llevar a cabo la obra que me había propuesto, con el propósito de demostrar cómo se había podido encarar el problema de Colonización, con familias de agricultores italianos, inmigrados, contando con los medios financieros necesarios. (…) La emoción que me invade desde ayer, es tan grande, que no tengo palabras para describirla. Igual es la satisfacción de encontrar a todos los colonos contentos, por haber triunfado en la lucha.

Me propongo visitarlos en sus propias chacras, y es cierto que mucho de ellos ya dejaron para siempre esta tierra de lágrimas, encontraré a los hijos y nietos que seguirán, en perfección, cuanto hicieron sus padres, son éstos que están llamados no solo a intensificar siempre más los trabajos, sino a compenetrarse de la gran misión que se le ha confiado, de una estrecha unión en esta nuestra segunda patria

(…) Desgraciadamente nos sorprendieron los años de crisis, empezando en el año 1928, cuando los productos ya no tenían valor alguno.

El desaliento entre los colonos empezó a cundir, empezando también mi lucha con los Banqueros y Directores de la Compañía por una parte, para conseguir mayor apoyo financiero, más necesario que nunca.

Había que defender de cualquier forma la producción, renunciando por el momento al cobro de los intereses y cuotas de amortización, de las deudas contraídas por los colonos.  

(…) No obstante todos mis afanes, la mayoría de los colonos no me demostraron ya la confianza necesaria, creyendo haber sido objeto de un engaño.

(…)…”El Directorio de la C.I.A.C, influenciado por la decisión del I.C.L.E, consideraba que el Ingeniero Bonoli no se cansaba de pedir siempre mayores ayudas a favor de los colonos, no era ya persona grata y adoptó actitudes que me obligaron a retirarme definitivamente de la colonia…”

Desde que dejara Villa Regina en 1930 hasta que falleciera en 1967, Bonoli continuo con su espíritu de colono fundador trabajando para otras empresas en Bolivia (1940), en Jujuy (1956), en Colombia (1956) y a los 84 años lo sorprende la muerte cuando trabajaba en “otro proyecto más” de colonización con italianos en Senillosa. Sí, a solo 116 km. de Villa Regina!!! No habría nada de casualidad si vemos que el COPADE neuquino se fundó en 1963, y uno de los primeros integrantes del mismo fue el Ing. Felipe Bonolli Cipolletti, hijo del fundador de Regina.

Monumento recordatorio del Ing. Felipe Bonoli, ubicado en la Plaza de Jubilados.

Bonoli descansa en el cementerio local. Y su recuerdo apenas perdura en el nombre de una calle que tiene 2 cuadras y ½, cuadras que no llegan ni a los 100 metros cada una!!! Y un monumento pequeño y casi hecho a “mitad” en una plaza. Para él, no hubo ni una avenida, ni un barrio, ni una plaza, con su nombre! Demasiado poco para quien diera el impulso primero y fundamental para que hoy exista Villa Regina.      


En el año 2012, desde el lunes 5 al miércoles 7 de noviembre, nos visitó Pantaleone Sergi, historiador, escritor y periodista italiano, autor del extenso artículo de investigación “Un modelo fascista de emigración italiana en Argentina. Así nació Villa Regina, en Alto Valle de Río Negro”, realizado en base a documentos encontrados en la Fundación Ugo Spirito de Roma. Con total razón Pantaleone Sergi, propone en su artículo, que la historia conocida de Regina es solo el segundo capítulo, y él con gran estilo nos propone leer el primero!! Aquí lo dejamos en descarga. Buena lectura!!!    

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    —¡Turco, sos lo más grande que hay! ¡Rocío, vení, vení, decile en la cara lo que pensás! Ella no te quiere —vocifera el muchacho, señalando a una mujer que lo acompaña.

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    —¿Por qué no me querés, Rocío?

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    El joven Menem fue mucho más que un simple observador. Durante años, examinó y escuchó de manera minuciosa a Carlos Saúl, en la intimidad y como figura pública. Su destino estaba fijado: se convirtió en su asesor cuando el ex mandatario fue electo senador nacional mientras los reflectores apuntaban a otro lado. De él adquirió la habilidad para negociar y para sentarse a conversar con el adversario. Aprendió a moverse en los laberintos del mundillo parlamentario haciéndole caso a su intuición, a la espera de encontrar el momento indicado para dar el gran salto. Diecisiete años después de aquella comilona familiar, Lule volvió a poner el apellido Menem en el centro de la política argentina.

    ***

    Los Menem siempre estuvieron. Dispersos y con perfil bajo. Cuando eran una mancha venenosa. Cuando no los mencionaba nadie para dejarlos en el olvido o por temor a la mala suerte. Cuando murió Carlos Saúl en 2021 y dejó huérfanos a sus herederos políticos. No se fueron nunca. Sólo era cuestión de que apareciera el iluminado que los hiciera emerger. Lule era el más convencido de que ese día llegaría. Y llegó de la mano de Javier Milei, que cuando era apenas un panelista televisivo aseguraba contra viento y marea que “Carlos Menem fue el mejor presidente de la historia”.  Una frase que, hasta entonces, nadie osaba pronunciar.

    El contacto con los hermanos Milei —Javier y Karina— fue más fácil de lo esperado. El mismo año de la muerte de su tío, Lule ya se había ganado su confianza por completo. Aprovechó la devoción que el libertario tenía por el menemismo y apostó a ciegas a quienes le abrirían las puertas del Congreso y la Casa Rosada. El 7 de diciembre de 2023, cuando Martín Menem, su primo segundo, asumió la presidencia de la Cámara de Diputados, Lule celebró el discurso desde el palco principal. Recién a sus 59 años sintió que el apellido era reivindicado luego de tanto ostracismo. Karina aplaudía a su lado.

    En los tres primeros meses del gobierno de La Libertad Avanza, Lule participó de cada reunión que se realizó en el despacho de la presidencia de la Cámara baja, en el primer piso del palacio legislativo. En cada intervención hizo uso de su estilo campechano y pausado, incluso para defender los insultos y las agresiones del mandatario contra los gobernadores y legisladores opositores. Se volvió la sombra de Martín y el nexo entre el Parlamento y los Milei durante el debate del proyecto de la Ley Ómnibus

    —No hay Martín sin Lule, ni Lule sin Martín. Llegaron juntos y se irán juntos—dice un legislador que conoce de cerca a la familia. 

    Los primos, que se criaron juntos, volvieron a compartir el día a día. Las cenas en aquel despacho del primer piso se hicieron cada vez más asiduas. Con una ensalada o un sándwich sobre la mesa, siempre encontraron un hueco para hablar de la familia. Las charlas se extendían hasta la medianoche. El 14 de febrero, aniversario de la muerte de Carlos Sául, estuvieron hasta tarde recordando a su tío. Ambos defienden con fervor su gobierno y se ilusionan con que Milei pueda aplicar las mismas políticas neoliberales de aquellos tiempos: las privatizaciones, el achique del Estado y la liberación del comercio.

    El Menem que levantan en andas es el que pactó con la UCeDé de Álvaro Alsogaray, el que quiso mantener relaciones carnales con Estados Unidos y el que aplicó la convertibilidad; no el que en los ochenta prometió “revolución productiva” y “salariazo” después de ganarle la interna a Antonio Cafiero. Y menos aún el que coqueteó con monseñor Enrique Angelleli, con Montoneros y con toda la tendencia revolucionaria del peronismo hacia fines de los sesenta y comienzos de los setenta y terminó preso en el buque 33 Orientales —junto a Jorge Taiana (padre), Raúl Lastiri y Jorge Triaca— durante la última dictadura cívico militar.

    Lule se convirtió en el sostén de su primo, que es 11 años menor, desde que fue nombrado presidente de la Cámara de Diputados. Si algo le sobra es experiencia en ese terreno. Antes de ser asesor de Carlos Saúl fue el secretario privado de su otro tío —el padre de Martín—, Eduardo Menem, con quien no sólo comparte el nombre. Se encargó de cuidarle las espaldas al hombre que estaba segundo en la línea de sucesión presidencial durante los años que ocupó una banca (1983-2005) y fue presidente provisional del Senado (1989-1999). En esa época estableció vínculos con intendentes y gobernadores y legisladores de todos los partidos, entre ellos Miguel Ángel Pichetto, un viejo amigo del “Turco”, que hoy hace esfuerzos por educar desde afuera a los libertarios en los artilugios de la política.

    En los últimos meses, Lule aún figuraba en la nómina de los trabajadores del Senado, junto a su prima Carola Menem. Ambos como asesores del senador riojano de La Libertad Avanza, Juan Carlos Pagotto, también presidente de la Comisión Bicameral de Trámite Legislativo, en la que el oficialismo aún cree que debe discutirse el DNU 70/23 —que reforma 200 leyes y deroga otras 80—, antes de que lo hagan los Diputados, para declarar si es válido o no.

    El Congreso siempre le quedó chico. En su rol de armador y con el respaldo absoluto de los Milei, el 2 de enero participó de la primera reunión de Gabinete de 2024. Sin un cargo oficial, se sentó al lado de los ministros como uno más. No pasó mucho hasta que consiguió ser parte de la mesa chica del Presidente. Se convirtió en los ojos de Karina en la Cámara de Diputados y, por lo bajo, en su principal consejero hasta que fue nombrado Subsecretario de Gestión Institucional de la Secretaría General de la Nación que ella misma encabeza. Ocupa, por primera vez, un lugar en la función pública nacional sin otro Menem al lado.

    —Lule es Karina —asegura un diputado de extracción peronista—. Pero ojo, él valía porque estaba con Eduardo. Lule era Eduardo —remata.

    La alianza con la dupla libertaria se terminó de sellar el pasado 8M, Día Internacional de la Mujer. El Salón de las Mujeres del Bicentenario, ubicado en el primer piso de la Casa Rosada, fue cerrado para pasar a ser el Salón de los Próceres (por supuesto, todos hombres). Entre los 22 cuadros repartidos en las paredes de la sala, que supo ser la preferida de Cristina Kirchner cuando era presidenta, está el de Carlos Menem. El único peronista y el único presidente representado desde el regreso de la democracia. De yapa lo incluyeron a Facundo Quiroga.

    “Nosotros venimos a honrar a los próceres de nuestra historia. A los que hicieron de la Argentina un país grande. Muchos de los cuales fueron ocultados y ninguneados por los últimos gobiernos”, dice Karina Milei en un video que difundieron desde la Casa de Gobierno. Un regalo para Lule y toda la familia Menem, que durante los últimos 30 años buscaron pasar lo más inadvertidos posible después de la sobreexposición de Carlos Saúl.

    Milei redobla la apuesta. Por pedido de Zulemita Menem, la figura de Menem tallada en mármol de Carrara que está en el Museo de la Casa Rosada llegará en julio al Hall de Honor, lugar por el que pasan a diario el presidente y los miembros del Gabinete. Ni siquiera Macri, que lo reivindicó con entusiasmo durante su presidencia, se animó a poner su busto junto al resto de las imágenes de los jefes de Estado. Una vez más, será el libertario el que desempolve su nombre.

    Lule nació el 29 de noviembre de 1964. Es hijo de Fátima Menem y Mohamed Menem, que no son familiares entre sí. Se casaron en Siria, donde hay tantos Menem como Pérez o González en la Argentina. Con su madre tiene diálogo permanente, incluso todavía se atreve a pedirle saborear algunos de los platos que le cocinaba al ex presidente.

    Los Menem terminaron todos amuchados en La Rioja. Y de allí no se fueron nunca; quizá su clima semiárido les recordaba a la tierra de sus ancestros. Con los años, el clan se dividió en dos. De un lado de la descendencia quedó la familia de Carlos Saúl, peronista y ostentosa; del otro, la de Eduardo, conservadora y muy alejada de la figura de Juan Domingo Perón y su doctrina. Lule siempre se sintió más cómodo con esta última.

    El menemismo gobernó la provincia los últimos 50 años, directa o indirectamente. Incluso ahora, bajo el gobierno de Ricardo Quintela. El presidente del Tribunal de Cuentas es Jorge Menem. El ministro de Desarrollo Social es Alfredo Menem. El titular de la Agencia de Espacios Públicos y Eventos es Yamil Menem. Hace algunas semanas, Milei nombró a Amado Menem al frente del PAMI en La Rioja.

    Por pedido de Eduardo, a comienzos del año 2000 Lule se convirtió en el Secretario Legal y Técnico del entonces gobernador Ángel Maza. Su sueño nunca fue ser un gran dirigente. Lo suyo es construir para otros. Cuanto más desapercibido pase mejor.

    Su misión ahora no es tan distinta a la que llevó adelante desde comienzos de los ochenta: armar una estructura partidaria para las elecciones del año próximo. Ya no para sus tíos, sino para Milei. Pero también para Martín, que en 2027 intentará disputar la gobernación de La Rioja.

    —Lule siempre fue el armador y el hombre de diálogo del menemismo —dice un dirigente riojano que está en la vereda de enfrente.

    ***

    Cuando Martín entró por primera vez a la cocina de la Quinta de Olivos vio una imagen que había naturalizado desde chico. Como en los tiempos en que era gobernador, su tío —ahora Presidente— estaba sentado comiendo y charlando con el personal de la residencia. El escenario era otro, pero Carlos Saúl seguía disfrutando de esos momentos después de una seguidilla de reuniones con personalidades del ámbito de la política y del jet set. Era su recreo. El modo de volver a un pasado que le quedaba demasiado lejos.

    Martín era tímido. La política no le interesaba, no era lo suyo. Ni su padre ni su tío habían logrado interpelarlo. Estaba focalizado en estudiar y trabajar. Quería construir su propio camino. Pero no le pasaba inadvertido el respeto que inspiraba su tío entre sus funcionarios y la facilidad que tenía para comunicarse con el ciudadano de a pie. Aun cuando el apellido capicúa empezó a opacarse.

    —Ser Menem nunca me pesó, ni en las buenas ni en las malas. Me crié con eso. En algunos momentos era más popular, en otros menos; eso forma parte de mi vida —dice el presidente de la Cámara de Diputados desde el despacho que hace tres meses ocupaba Cecilia Moreau—. Llevo mi apellido con mucho orgullo porque sé la clase de persona que era el doctor Menem y la clase de persona que es mi viejo: gente de trabajo.

    Nunca sintió resquemor alguno; ni siquiera cuando las causas de corrupción contra el ex mandatario se empezaron a acumular. Tampoco ante las acusaciones por la venta ilegal de armas a Ecuador y Croacia, la voladura de Río Tercero y el encubrimiento al atentado a la AMIA.

    —Menem tomó la decisión de achicar el Estado y eso implica ir contra todo un sistema. Cuando empezás a tocar intereses, te la quieren cobrar. La mayor lucha contra la corrupción que puede dar cualquier presidente es achicar el Estado —dice Martín mientras argumenta que esa es la causa de todas los casos de corrupción—. Menos Estado, menos corrupción. A Menem le hicieron una campaña de desprestigio muy fuerte —suelta.

    Se recibió de abogado en la Universidad de Belgrano y se dedicó al mundo de los negocios. Prefirió mirar de reojo a la vida política de los otros Menem. También, la de su hermano Adrián, ex diputado, con quien trabajó durante un tiempo en su estudio de abogados. A fines de los noventa —cuando su tío estaba llegando al final de su segundo mandato— dio el gran salto y fundó Gentech, una compañía de suplementos dietarios. Las barritas proteicas se volvieron furor entre los jugadores de fútbol de la Selección Argentina; las mismas que hoy están en su despacho del Parlamento y le convida a cada legislador —opositor o afín— que pasa por allí. Los días que hay sesión son más codiciadas aún.

    En su búsqueda se rodeó de otros empresarios y se acercó a economistas que lo orientaran sobre el rumbo que debía tomar ante los vaivenes de la política. En 2017 escuchó a Milei por televisión. Le llamó la atención su forma de hablar. Tenía el mismo tono irascible que tiene ahora. Le gustó lo que decía. No pasó mucho hasta que se conocieron por intermedio de un amigo en común. Dos años después, el economista se animó a pedirle que le presentara a Carlos Saúl.

    El encuentro se materializó un viernes de agosto de 2019. Martín y Javier fueron juntos a la casa del ex presidente en Buenos Aires. La charla duró más de tres horas: hablaron de política en general, se tomaron un rato para analizar las reformas que Menem aplicó en los noventa y el libertario le confesó su admiración. También hubo lugar para las anécdotas personales.

    —Vos tenés que ser presidente, vos tenés talento —le dijo el Turco.

    —No, no.

    —Sí, vas a ser presidente.

    —La política no es lo mío.

    —Sí, tenés que meterte en política.

    A pesar de los paralelismos que muchos trazaron apenas Milei irrumpió en la escena política, para Martín su tío tenía un estilo muy diferente. Eso sí, está seguro de que comparten la misma “audacia y convicción” para llevar adelante sus ideas: las de “la libertad”.

    Hasta 2021, el hijo de Eduardo y el hermano de Karina compartieron su desdén por la política. Ese año, los dos decidieron presentarse como candidatos por La Libertad Avanza. Martín fue elegido legislador provincial en La Rioja. Milei diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires. La alianza entre la dinastía Menem y el outsider estaba firmada. ¿Qué había cambiado?

    —Me cansé de ver cómo los gobiernos han cometido barbaridades desde el punto de vista económico y le han jodido la vida a la gente que trabaja —explica Martín—. El rechazo al sistema hizo que me involucre para tratar de que la vida en la Argentina sea más normal.

    Con Lule detrás, en 2023 se postuló para disputar la gobernación a pesar de que vive en suelo porteño desde hace más de treinta años. Luego de la derrota (quedó tercero), se presentó como candidato a diputado nacional. Desde allí fue uno de los principales defensores de Milei y vocero de las fuerzas del cielo. La definición de liberalismo de Alberto Benegas Lynch (hijo) que el Presidente hizo suya se convirtió en su propio mantra: el liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo bajo el principio de no agresión y defendiendo el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad privada. 

    Su llegada a la presidencia de la Cámara de Diputados se decidió en una charla entre Milei, Karina y Lule. Ese lugar era de La Libertad Avanza. Pero sobre todo tenía que ser ocupado por alguien de extrema confianza. Los hermanos de Villa Devoto se inclinaron por el único de los candidatos —el macrista Cristian Ritondo y el ex kirchnerista Florencio Randazzo se autopostularon— que no los iba a traicionar.

    Su padre Eduardo se transformó en su gran consejero. Cada vez que lo necesita, levanta el teléfono y le consulta. Lule hace el resto: marca el camino, desactiva las críticas y frena los embates que vienen de adentro. El bloque está balcanizado y su jefe, Oscar Zago, no le responde. No es el único. “Le queda grande el cargo”, dice un diputado de la bancada de La Libertad Avanza. Otro va un poco más allá: “Es un empleado del Ejecutivo nacional en el Congreso. Sólo está ahí porque es un Menem”. Karina lo sostiene.

    Martín llegó a la Cámara sin conocer siquiera uno de los 229 artículos del reglamento. Son muchos los que lo responsabilizan, incluso en la Casa Rosada, por el fracaso del debate de la Ley Ómnibus. En los más de 100 días que lleva en su puesto, no logró regalarle ningún triunfo a Milei, que está obstinado en darle la espalda al Congreso. Los buenos modales y la escucha atenta, que contrastan con el temperamento del mandatario, no fueron suficientes para sumar votos de opositores. Ellos saben que el poder de decisión está en otro lado.

    Para sobrevivir en un terreno que le es ajeno, Martín se rodeó de la familia. Su padre lo sigue firme pero a lo lejos. Lule lo visita casi todas las mañanas, ahora en su nuevo rol de Subsecretario de Estado. Su principal secretaria es una de sus primas, Amalia Menem. El muchacho que lo acompaña a todas partes, día y noche, es su sobrino segundo: Sharif Menem

    —Para los árabes la familia es muy importante. Mi viejo es muy familiero. Carlos era muy familiero. Por sobre todas las cosas, más allá de su capacidad política, su talento, su vanguardismo y su perspicacia para ver hacia dónde iba el mundo, él era un buen tipo. Es lo que lo ha distinguido y es lo que llevo en el corazón. Era un gran observador de todo lo que giraba a su alrededor —dice Martín.

    En la espalda tiene escrito el nombre de sus tres hijos. En el brazo izquierdo, y en japonés, tiene tatuada una frase: todo va a salir bien.

    ***

    Cuando la pandemia era el tema del momento —en los medios de comunicación y en las calles—, los antivacunas empezaron a hacerse notar y Milei subía el rating con su discurso anti casta. Federico Sharif Menem cursaba su último año en el Instituto Libre de Segunda Enseñanza (ILSE), en Buenos Aires.

    —Siempre fue un buen estudiante y tenía pasta de líder —cuenta uno de sus maestros, hoy en las antípodas ideológicas del gobierno de los libertarios.

    En su paso por allí, no dejó nunca de hacerle saber a los demás de dónde venía. Le gustaba hablar de política y defender con vehemencia el gobierno de Menem cuando alguno lo criticaba. Llevó el debate a dos o tres reuniones del Centro de Estudiantes, pero sus ideas chocaban de frente con la mayoría de sus compañeros. 

    A Sharif —como le dicen todos— le incomoda que lo cataloguen como neoliberal por el solo hecho de comulgar con las políticas de la década del noventa y las de La Libertad Avanza. Él prefiere definirse como peronista en lo social y liberal en lo económico. 

    Cuando nació, el menemismo era una mala palabra. Carlos Saúl intentó aprovechar el fracaso del gobierno de La Alianza y el estallido de 2001 para obtener su tercer mandato presidencial, pero no fue posible. Él también estaba incluido en la consigna que se vayan todos. Aun así, en 2003 llegó al balotaje, del que se bajó ante las encuestas que le auguraban una derrota aplastante.

    A diferencia de sus veinte primos, que nunca se sintieron atraídos por la política, a Sharif siempre lo encandiló la figura de Carlos Saúl, a quien llegó a conocer y con quien compartió algunos momentos en reuniones familiares. Era el Menem del ocaso, pero conservaba la lucidez y picardía para contar alguna hazaña a las nuevas generaciones.

    Sharif es hijo de Gabriel Menem, hermano de Lule. A través de su tío se acercó al partido que fundó Milei en 2021 y se metió de lleno en la campaña de 2023. Pronto, se convirtió en una de las personas de mayor confianza de Martín Menem: en sus “ojos” y en su “sombra”.

    Cuando Milei anunció que Martín quedaba al frente de la Cámara baja, el más joven de los Menem festejó como si se tratara de un triunfo propio. “A manejar sin espejos retrovisores, generando consensos para poner de pie la Argentina”, publicó en su cuenta de X (ex Twitter) junto a una foto de Martín, de espaldas, mirando un cuadro de Carlos Saúl en la casa de una vecina de la zona sur de La Rioja.

    Con tan sólo 23 años, Sharif fue designado como Director General de la Secretaría Privada de la Presidencia de la Cámara de Diputados, lo que generó fuertes críticas por parte de la oposición y los medios. En realidad, los cuestionamientos estaban dirigidos a Martín, por haber nombrado a un familiar en ese cargo.

    El joven, de sonrisa amplia y mirada desconfiada, entra y sale sin cesar del despacho de su tío segundo. Siempre está a su lado, no importa la hora. Lo acompaña a cada reunión, conoce su agenda al dedillo, interpreta sus humores como nadie. Es su guardián. 

    También observa, aprende y escucha, como Martín y Lule lo hacían con el ex presidente. Pero para los admiradores del menemismo, Menem hay uno solo y es Carlos Saúl.

    La entrada El clan se publicó primero en Revista Anfibia.

     

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