EL PRELUDIO DE LA OBRA MAESTRA

Ayer vivimos el ensayo que puede ser el preludio de una gran obra maestra que quizás, sin fortuna para nosotros, se estrene el fin de semana que viene desde Argentina en simultáneo para todo el mundo.

El estado de violencia hoy, y hace mucho tiempo, prima en nuestro país. La violencia social es un estado emocional y corpóreo de nuestra sociedad, un quiste que parece difícil de extirpar. Por que no sólo es una cuestión interna, personal; si no que mayoritariamente es una coacción externa instalada por nuestro líderes políticos con colaboración latente de los medios de comunicación en beneplácito de pocos y principalmente extranjeros.

“No es la final del mundo muchachos, es la final de la copa libertadores, den mensajes claros”, expresó Marcelo Gallardo de manera acertada en vivo para la cadena que televisa la máxima competencia del continente.

Vivimos así. Polarizados, enfrentados. Pre-conceptualmente situados en uno de los dos lugares. Ayer, atrás de la valla, o en el bondi. No hay ejemplo más claro que el célebre Boca-River. La cultura del aguante. Matar o morir. Ganar o ganar. Si entendiéramos que perder, tiene más de ganar que el mismo triunfo, visualizaríamos algún otro camino.

El contrato social implícito en el que las personas delegan en el Estado ciertos derechos  ante la necesidad de ser protegidos o regulados de cierto modo para generar un marco de seguridad, está roto. Y por si esto fuera poco, las fuerzas de seguridad no pueden brindar siquiera seguridad a un vehículo que se dirige hacia un evento deportivo. Claro que después puede meter palo inmediatamente una vez que se desmadró la cuestión. Prevenir es amarla vida, un concepto a veces complejo de digerir.

El Estado que debiera cumplir un rol social para acercarse a cierto equilibrio, se difumina, desaparece en sectores donde debería estar presente y es ahí donde surgen cuestionamientos globales que le generan a la gente incertidumbre sobre el futuro y miedo sobre el presente.

Las autoridades que deben asegurarnos el futuro no lo están haciendo. En tanto no se tiene certezas, se vuelve a un estado de naturaleza, un estado violento, animal, natural. Un estado de supervivencia.

Y en muchas ocasiones, el negocio del fútbol –no el fútbol- es el caldo de cultivo justo para el desenvolvimiento de ciertas prácticas que son el símbolo de la decadencia moderna. Ese caldo es el hábitat ideal para quienes sobreviven -en todos los sentidos- gracias a la violencia en su más puro estado.

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  • La pérdida de un diputado desató tensiones entre Jaldo y Chahla en Tucumán

     

    Los 50 puntos que sacó el peronismo en Tucumán no fueron suficientes para evitar las tensiones entre el gobernador Osvaldo Jaldo y la intendenta de la capital, Rossana Chahla, en medio de pases de factura porque quedaron a 20 mil votos de meter un tercer diputado.

    Pese al triunfo por 15 puntos contra La Libertad Avanza, el peronismo se quedó con dos de las cuatro bancas de diputados nacionales que se ponían en juego. El propio Jaldo encabezó la boleta pero ya renunció a la banca, que irá para el kirchnerista Javier Noguera, del espacio de Juan Manzur.

    La otra diputada que entró es Gladys Medina, esposa de Darío Monteros, el ministro del Interior de Jaldo. Medina tiene mandato como diputada hasta 2027 y renunciará para tener cuatro años más. Fue un acuerdo para que no se desmadre la interna con su hijastro, Gonzalo Monteros, el intendente de Banda del Río Salí que no quiere que Medina dispute el municipio en 2027.

    Jaldo se impuso en Tucumán y los libertarios meten la mitad de los diputados

    La pérdida del tercer diputado perjudicó a Jaldo porque buscaba conservar la misma cantidad que ya tiene en el Bloque independencia y no podrá hacerlo si Noguera se anota en el bloque de Unión por la Patria. Quien quedó afuera fue Elia Fernández, esposa de Sergio «La Burra» Mansilla, el hombre fuerte de Jaldo en la poderosa de la Legislatura tucumana. Por eso en el jaldismo empezaron a buscar culpables por no haber ganado por un mayor margen y apuntaron a Chahla.

    No voy a contestar porque respeto mucho al señor gobernador, es una cosa que no tiene relevancia.

    Lo que desató la furia de la gobernación fue la difusión de chats del viernes pasado de dos funcionarios de la intendenta que decían que las elecciones del domingo no le importaban al municipio. Chahla dijo que era una operación y presentó una denuncia por suplantación de identidad de sus funcionarios. Eso no evitó que se filtrara un aparente pelea con la hermana del gobernador, Claudia Jaldo.

    «No voy a contestar porque respeto mucho al señor gobernador, es una cosa que no tiene relevancia», respondió Chahla cuando le preguntaron en La Gaceta por una pelea con la hermana del gobernador.

    «El viernes me manda el gobernador una captura de pantalla, y también el ministro del Interior, donde supuestamente dos funcionarios míos decían que no íbamos a jugar en esta elección. Nos pareció muy infantil la operación política, porque era todo falso: hablaban desde un teléfono que no existía. Era un invento», dijo Chahla.

    Chahla nombró sugestivamente a Darío Monteros, que es el favorito de Jaldo para pelear la gobernación en 2027, una meta natural para la intendenta de la capital tucumana.

    También hubo pases de factura contra el kirchnerismo y Cristina, a quien acusan de jugar a media máquina para que Jaldo no se quedara con la tercera banca, ya que tenían asegurado el ingreso de Noguera. La misma sospecha sobrevuela a Juan Manzur.

     

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    CONFIRMADO: Si Lorena Villaverde no asume en el Senado por su pasado narco, la reemplazará el hijastro de Fred Machado

     

    El entramado libertario en Río Negro vuelve a quedar expuesto: si la senadora electa Lorena Villaverde no llega a asumir por sus múltiples causas judiciales, el reemplazo natural sería Enzo Fullone, hijastro del narcotraficante Fred Machado, a punto de ser extraditado a los Estados Unidos.

    Por Tomás Palazzo para Noticias La Insuperable

    De Vialidad Nacional al Senado

    El nombre de Enzo Fullone no era conocido fuera del Alto Valle rionegrino hasta hace pocos meses. Con 37 años, empresario del rubro casinos y marketing, fue designado por Milei como jefe del Distrito 20° de Vialidad Nacional en Río Negro, una de las provincias con mayor deterioro de rutas y reclamos por la falta de mantenimiento. Desde allí, Fullone se convirtió en uno de los “soldados” más fieles de Lorena Villaverde, la senadora electa de La Libertad Avanza, hoy acorralada por su pasado narco y denuncias de fraude y estafas inmobiliarias en Las Grutas.

    Según reveló el periodista Mauro Federico en el programa Cónclave (Carnaval Streaming), la relación entre ambos trasciende lo político. “Si cambian de candidato a senador, el financista Fred Machado sería el mismo”, sostuvo, aludiendo a que Fullone es el hijastro del propio Machado, acusado de narcotráfico internacional y con pedido de extradición a los Estados Unidos.

    Federico añadió un dato que en el entorno libertario prefieren callar: “El narcotraficante Fred Machado, a punto de ser extraditado, financió una granja de criptomonedas de Enzo Fullone”.


    La ruta del libertario violeta

    La carrera de Fullone dentro del armado libertario rionegrino fue meteórica. Tras asumir en Vialidad, se alineó con el discurso de la motosierra, replicando en redes sociales los mensajes de los trolls cercanos a Santiago Caputo y celebrando las medidas de Federico Sturzenegger, entre ellas la disolución del propio organismo que dirige.

    Su salto a la política electoral llegó cuando Villaverde lo incluyó en la lista al Senado, luego de confiarle la tesorería del partido en la provincia. Desde entonces, Fullone se muestra como un entusiasta militante del dogma violeta, sintetizado en su lema local: “Lore es Milei”.


    El vínculo con Fred Machado

    El detalle más inquietante de esta trama lo aportó el propio Federico: “¿Quién era la pareja de Fred Machado en Río Negro? La madre de Enzo Fullone”. Así, el funcionario libertario queda directamente vinculado al narcotraficante con pedido de extradición, una conexión que, de confirmarse su ascenso al Senado, dejaría en evidencia la falta de filtros éticos y políticos en el armado de La Libertad Avanza.

    Machado, conocido por sus maniobras financieras ligadas al lavado de dinero y al tráfico de drogas, habría financiado la instalación de una granja de criptomonedas que operaba bajo el nombre de Fullone en el Alto Valle. Un modelo de “libertad económica” que parece más cercano a los paraísos fiscales que al ideal de transparencia que el mileísmo dice representar.


    Villaverde y el laberinto judicial

    Mientras tanto, Lorena Villaverde atraviesa un vendaval judicial que amenaza con frustrar su llegada al Senado. Acusada de fraude inmobiliario y estafa múltiple, la dirigente enfrenta varias demandas civiles y una penal por la venta irregular de terrenos en Las Grutas.

    Los damnificados sostienen que Villaverde vendió lotes en zonas rurales no habilitadas para construir, pese a conocer las restricciones. En uno de los casos más graves, la diputada intentó frenar una de las causas pagando 10 millones de pesos, pero los procesos siguen avanzando.

    El abogado de las víctimas, Lucas Cerro, calificó las maniobras como “fraudulentas y dolosas”, mientras la Justicia de Río Negro avanza con instancias de mediación obligatoria que Villaverde se niega a aceptar.


    De los casinos al Congreso

    Antes de ser funcionario, Fullone se desempeñó como coordinador de marketing de los siete casinos rionegrinos, además de administrar empresas vinculadas al petróleo. Su experiencia pública es prácticamente nula, salvo la gestión en Vialidad Nacional, que intenta capitalizar como “logro de gestión” mientras el propio gobierno libertario busca disolver el organismo.

    Pese a las denuncias que salpican a su mentora y a su familia política, Fullone continúa posando con figuras del oficialismo nacional. En sus redes se lo ve junto a Bertie Benegas Lynch, Sebastián Pareja y Luis “Toto” Caputo, a quien elogió como “el crack que viene domando la inflación como un verdadero titán”.


    Un espejo del mileísmo

    El caso Fullone-Villaverde expone con crudeza el corazón del experimento libertario: funcionarios sin experiencia de gestión pública, con lazos familiares y financieros oscuros, que usan el Estado como trampolín para consolidar poder político y negocios privados.

    Si Villaverde no logra sortear sus causas judiciales, su reemplazante directo sería Enzo Fullone, el hijastro del narcotraficante Fred Machado. La motosierra, una vez más, parece cortarse sola.

     

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  • Voto Kastigo

     

    José Antonio Kast representará a la derecha chilena en la segunda vuelta. Con esa ecuación despejada, el resultado de las elecciones de este domingo parece anecdótico: la comunista Jeanette Jara se impuso con el 26,8 por ciento de los votos, pero sus chances de llegar a la presidencia ahora son mínimas.

    El 23,9 por ciento que obtuvo Kast se ve a simple vista como un resultado magro, un piso menor al que obtuvo en la elección de 2021, cuando también accedió a segunda vuelta, pero en el Chile de hoy es casi una hazaña: no sólo logró mantener su vigencia, sino que aumentó su caudal de votos, evitó el sorpasso del otro candidato de ultraderecha –Johaness Kaiser, un ex diputado de su partido, que alcanzó el 13,9 por ciento– y volvió a doblegar a la centroderecha, esta vez representada por Evelyn Matthei, que se quedó en 12,4 por ciento. Ambos candidatos se trasladaron al comando de Kast casi inmediatamente después de que se conocieran las primeras tendencias, y le confirmaron su apoyo. 

    Visiblemente cansado, con el mismo tono seco y apagado con el que dirigió su campaña, Kast agradeció la foto de unidad de las derechas y volvió al guión que ejecutó prolijamente durante todos estos meses.

    –Lo que hoy día quedó claro es que la oposición derrotó a un gobierno fracasado, a un gobierno que no supo dirigir los destinos del país, pero la única victoria real, la única victoria que nos hará celebrar es cuando derrotemos al crimen organizado y al narcotráfico. 

    Kast: de pinochetistas nostálgicos a liderar la derecha

    El Partido Republicano, la fuerza con la que Kast quebró la unidad de la derecha hace menos de una década, se convirtió ayer en la bancada más grande del Congreso. Fue gracias a ese armado territorial que Kast pasó de ser un candidato de pinochetistas nostálgicos (que en 2017 le dieron el 8 por ciento de los votos) a superar a todo el resto de sus competidores y protegerse de los vaivenes cada vez más agresivos de la política chilena y su electorado, experto en triturar liderazgos y expectativas en tiempo récord. Kast había perdido el aura de novedad y cierto impulso anti establishment, pero cultivó un despliegue y una disciplina partidaria que lo recompensaron.

    Militante ultracatólico, perteneciente al movimiento apostólico Schoenstatt, de origen alemán, Kast es uno de los pocos políticos chilenos que ha recorrido todo el país. Aunque ahora aparenta un perfil más moderado, cuando en esta campaña le preguntaron por sus posiciones sociales –como su oposición, tan temprana como reaccionaria, a la distribución de la píldora del día después– decía que él “sigue siendo el mismo”. Que no ha cambiado. Sus seguidores sostienen que es un hombre de “convicciones firmes”; sus detractores, algunos de derecha, dicen que es esta rigidez ideológica la que lo vuelve peligroso. 

    En 2016 abandonó la UDI, el partido heredero del pinochetismo, alegando que el partido se había alejado de sus valores fundacionales, el legado de Jaime Guzmán, un abogado del Opus Dei que fue el cerebro político del régimen de Pinochet y el ideólogo de la Constitución de 1980, todavía vigente. Kast conoció a Guzmán cuando entró a la Facultad de Derecho de la Universidad Católica a principios de los ochenta, todavía en dictadura, y se considera su discípulo. Guzmán, el arquitecto del sistema político de la transición que se reventó en el estallido, postulaba que la derecha tenía que tener cuadros jóvenes formados, que prediquen la moral y las ideas conservadores en terrenos adversos. 

    El derrumbe de la esperanza

    “Esta vez Chile sí despertó”, dijo Kast anoche. Fue una de las pocas alusiones al estallido social de 2019: el léxico de la revuelta se extinguió en el discurso de la izquierda, y ahora sólo aparece en forma de war flashbacks, invocados por la derecha. La relación entre Kast y el estallido es directa: el Republicano aprovechó la parálisis del gobierno de Sebastián Piñera y la coalición de centroderecha para ser el primer opositor al proceso de reformas, una posición marginal que luego capitalizó con el fracaso del primer proceso constituyente, el 4 de septiembre de 2022.

    La derrota que sufrió la izquierda aquella noche amortizó en cierta forma el resultado de ayer, el peor desde el retorno a la democracia. Casi todas las esperanzas de cambio depositadas en el gobierno de Gabriel Boric fueron sepultadas el día del plebiscito. Los partidos de izquierda, los viejos y los nuevos, asumieron la derrota como un punto de inflexión, el fin de un largo ciclo de movilización social que había comenzado en 2011. El descrédito, la rabia y la desafección seguían ahí, pero ya no la representaba la izquierda. Con la pandemia como prólogo, las calles se vaciaron. 

    Luego llegó el miedo: ese mismo 2022, Chile vivió un pico de homicidios que instaló a la seguridad como el principal problema ciudadano. El crimen aumentó, pero lo que realmente explotó fue la victimización: hay pocos países donde la brecha entre el delito y su percepción sean tan pronunciadas, una trama que se explica en parte por una sucesión de casos de alto impacto mediático –secuestros y asesinatos a empresarios y agentes de seguridad– cometidos por bandas extranjeras. El aumento de la migración irregular, que se disparó por esos años, terminó de configurar una nueva coyuntura que favorece estructuralmente a las derechas (las cifras oficiales muestran que los ingresos se triplicaron entre 2021 y 2022, pero el Gobierno afirma que el cuadro se explica por el empadronamiento, y que la mayoría de ingresos habían sido previos a la asunción de Boric).

    El abultado triunfo de Jara en las primarias del oficialismo a mediados de año expuso el descontento del resto de la izquierda con el Frente Amplio y el gobierno, al que le señalan tibieza y concesiones desmedidas a la derecha (el gobierno responde que, ante un Congreso y un clima de opinión adverso, no es mucho lo que se puede hacer). Quizás por unas semanas, pareció que el momentum con la candidatura de Jara, una veterana militante comunista bien evaluada durante su paso por la gestión, en la que ocupó la cartera de Trabajo, se iba a traducir en una buena elección en la primera vuelta (para la segunda casi nadie formulaba muchas esperanzas). Pero el resultado de ayer, en el que la candidata no logró alcanzar el 30 por ciento –el piso de aprobación de Boric– fue un balde de agua fría, apenas compensado por una performance no tan desastrosa en el Congreso, donde la derecha tendrá mayoría pero no absoluta. 

    Jara entra a la segunda vuelta con el lastre del gobierno, al que se le suma su militancia en el Partido Comunista, un tabú para votantes de centroderecha y afines, a pesar de las históricas demostraciones de apego partidario a la institucionalidad vigente, desde Salvador Allende hasta Boric, pasando por Michelle Bachelet. El hecho de que Jara seguramente anuncie en las próximas horas que no competirá en el balotaje como militante del PC es un testimonio de la dificultad que enfrenta, así como del devenir reciente de la izquierda.

    El candidato de “la gente”

    Todas las miradas ahora apuntan a Franco Parisi, el candidato que obtuvo el tercer lugar con casi el 20 por ciento de los votos. Al igual que en la elección anterior, a Parisi las encuestas lo daban cuarto o quinto, y volvió a dar la sorpresa. Es la figura que mejor representa a la desafección del electorado: con un discurso enfocado en la crítica hacia los partidos políticos, asentado en las regiones del norte –el territorio minero de donde proviene una parte significativa del PBI del país–, el líder del Partido de la Gente apela a un mundo que a la industria de encuestadores y académicos de Santiago se le sigue escapando. En la campaña anterior sacó 13 por ciento sin siquiera pisar Chile – residía en Estados Unidos a causa de una demanda por pensión alimenticia – , un flanco que suplió con una activa presencia digital. Esta vez pudo pisar el terreno y triplicó sus votos.

    El destino de esos votos no está definido. En la elección anterior, la mayoría de su electorado se inclinó por Boric, aunque Parisi había apoyado a Kast luego de una encuesta online entre las bases de su partido. Ayer evitó pronunciarse por ninguno de los dos candidatos, y dijo que lo primero que tenían que hacer era bajarse los sueldos. Pero la izquierda guarda pocas esperanzas de que los votos de Parisi tuerzan los pronósticos: el clima de oposición al gobierno, sumado a una compleja sociología de sus votantes, más afín al discurso actual de la derecha, hace difícil pensar en una transposición mayoritaria a Jara.

    Kast y Parisi son dos manifestaciones diferentes de la crisis de representación chilena. El primero representa la demanda por un liderazgo fuerte, la reacción conservadora que sucedió al estallido y se consolidó con la llegada de la crisis de inseguridad. Kast ya no menciona su oposición total al aborto o a la “ideología de género”, banderas que en esta elección fueron tomadas por Kaiser, el otro candidato ultra que contribuyó a “moderarlo”; se concentró en seguridad y migración, proyectando la imagen de un sheriff. La ampliación del campo de la derecha, que parecía debilitarlo al inicio de la campaña, ahora posiblemente lo ayude a alcanzar la presidencia. Pero la irrupción de Kast no se puede entender sin la crisis de la derecha tradicional.

    Parisi, en cambio, representa al Chile que está totalmente al margen de la política partidaria, y por eso sintoniza con algo del espíritu del estallido social: su componente antiélite. Es el mundo que está abajo, lejos de los centros urbanos de Santiago (aunque parte del éxito este año se debe a su mejora en la Región Metropolitana). “Los del Partido de la Gente mañana se tienen que levantar para ir a trabajar”, dijo en su discurso, replicando el lugar común tantas veces dicho por tantos votantes, que ahora tienen un candidato que repite y representa esa misma distancia con el sistema político. 

    Por lo mismo, ni la supervivencia de Kast ni el ascenso de Parisi se explican sin el factor más relevante en estas elecciones: la incorporación del voto obligatorio, que debutó en el plebiscito constituyente de 2022 y ahora llegó a las presidenciales. Casi seis millones de votantes nuevos, rotulados como “obligados” por los encuestadores, salieron a votar, inclinando la balanza por candidaturas de partidos no tradicionales. Por eso Kast mejoró su caudal de votos a pesar de contar con un campo más fragmentado, y el apoyo de Parisi se disparó. El comportamiento de este universo, en teoría compuesto mayormente por menores de 40 años de sectores populares, sigue siendo difícil de predecir, pero las elecciones de ayer vuelven a demostrar que el voto obligatorio desafía a los lentes con los que se miraba a la política chilena desde hace poco, y que ahora cambió para siempre.

    Si hace cuatro años, cuando pasó a segunda vuelta, José Antonio Kast tenía un techo electoral, los nuevos votantes parecen haberlo derribado. Con el viento a favor y toda la derecha alineada detrás de él, Kast arranca la campaña del balotaje como el favorito indiscutido para llegar a La Moneda. Si lo consigue, se dirá que la nueva estación del famoso y citado al hartazgo péndulo chileno ahora favorece a la ultraderecha. A un ex o renovado o arrepentido pinochetista. La pregunta será la que este nuevo Chile todavía no logra resolver: ¿Cómo se gobierna este país?

    Fotos: Prensa

    La entrada Voto Kastigo se publicó primero en Revista Anfibia.

     

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  •  Más de 200 operativos de seguridad en San Isidro

     

    En el último mes, la Brigada de Operaciones Inmediatas (BOI), el nuevo cuerpo de agentes de la Patrulla Municipal, lideró operativos dinámicos y estáticos en todo el distrito. Estas acciones preventivas permitieron detener a dos personas con pedido de captura.

    Con el objetivo de fortalecer la seguridad local, el Municipio de San Isidro incorporó en septiembre pasado una nueva fuerza dentro de la Patrulla local: la Brigada de Operaciones Inmediatas (BOI), integrada por agentes especialmente capacitados para identificar y combatir delitos complejos. En poco más de 30 días, esta división encabezó 204 operativos, entre dinámicos y estáticos, donde se identificaron a 2.000 personas y hubo 7 detenciones.

    La BOI está compuesta por agentes especialmente capacitados y móviles operativos, donde se desplazan, junto a efectivos policiales, para cubrir zonas de delitos complejos que atentan contra la seguridad y la propiedad de los vecinos. Estos operativos incluyen las identificaciones de los individuos y rodados sospechosos en consulta simultánea con el Sistema Federal de Comunicaciones Policiales (Sifcop) para verificar si existe algún requerimiento de la Justicia. Por ejemplo, en las últimas semanas, luego de intensa persecución lograron detener a dos personas que tenían pedido de captura en el barrio La Cava, en la localidad de Beccar.

    Los operativos se realizan de forma aleatoria en los accesos y egresos de barrios vulnerables, en las avenidas y calles más transitadas del distrito, y en los límites con los distritos de San Fernando, Vicente López y San Martín.

    Con la creación de la BOI, San Isidro busca consolidar un modelo integral de seguridad, que combina prevención, patrullaje inmediato y apoyo a la Justicia. «El objetivo es claro: más presencia en las calles y mejores herramientas para proteger a los vecinos», afirmaron desde el Municipio.

    Este nuevo cuerpo se integra al sistema municipal que ya dispone de 134 móviles, 46 motos y de más 1.200 nuevas cámaras de videovigilancia con inteligencia artificial conectadas al Centro de Operaciones Municipal (COM), con cobertura las 24 horas.

     

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