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RECETAS

Tenemos recetas para todo, y para todos. Todos sabemos lo que está bien y lo que está mal. Tenemos las soluciones para los problemas de los demás, también tenemos una palabra que se nos escapa sin haber conectado con aquél que estaba enfrente. Resolvemos temas de afuera rapidísimo, casi sin emoción alguna, con perspicacia y mucha destreza.

 ¿Tenemos también esas “facilidades” con nosotros mismos?

Aquí estamos, a veces no queriéndonos oír o sentir. Ni siquiera es que queremos que así sea pero, así como Charly escribió y cantó “Nadie me enseñó como sentir”, se me presenta la idea de que es difícil que pase eso, que se enseñe a permitirnos sentir.

Permitirse sentir y actuar en consecuencia (sentir-pensar-decir-hacer) significa cambiar. Observando mi sentir, escuchando mi cuerpo, mi mente y emociones puedo ver dónde y cómo quiero estar, reconocerme. Lo que a su vez significa tomar decisiones que quizá se alejan de las “costumbres” o lo “habitual y esperable” o de mi presente inmediato, pero pueden acercarnos a lo que muestra o desea nuestro propio, individual y único Ser.

En ese camino hay infinitas posibilidades, como infinitos que somos.

Creo que lo que para mí vale la pena, es aquello que me hace vibrar (felicidad, creatividad, asertividad). Eso lo sé observándome, aceptándome, reconociéndome, respetándome, etc…. Todo eso que sabemos aconsejar, pero a veces cuesta habitar.

La alineación propia, íntima y personal deja atrás las cargas, y eso se transforma en potencial adquirido.

Desconocer herramientas no significa carecer de ellas.

Es válido empezar a mirarse de cualquier modo y en cualquier momento. Integrar lo que sentimos, decimos, pensamos y hacemos da satisfacción, presencia, calma, poder y confianza. Observarnos es una buena práctica y mi propuesta es decir y dar mi punto de vista, compartir mi idea y vivencia. Sin darlo por sentado, invito a probarlo en su propio cuerpo, sin juicios que retengan y sostengan la zona de confort, sin postergar la creación de una posible nueva realidad.

Hay mucho por observar; uno es mucho.

Creo que en vez de decretar o tener recetas podríamos resetear de vez en cuando, hacernos amorosamente responsables de nuestra vida cada día y sonreírle a nuestro presente.

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