Masiva movilización en apoyo a la Marcha Global a Gaza

Masiva movilización en apoyo a la Marcha Global a Gaza

 

En el marco de la Marcha Global a Gaza y en repudio a los ataques sistemáticos por parte del ente sionista Israel, el pasado domingo se realizó la concentración en CABA, en la intersección de Corrientes y Callao. Convocada en un principio por Autoconvocados por Palestina, están presentes el Comité Argentino en Solidaridad con el Pueblo Palestino, Judíes por Palestina, Sandía, Fuera Mekorot y varias agrupaciones de Izquierda e independientes. Fue la mas masiva movilización desde octubre de 2023, lo que marca un principio de ruptura en el cerco mediático y político. Además de la masiva movilización en Buenos Aires, se desarrollaron otras a lo largo y ancho del país. Por ANRed.


Convocada no en el Congreso sino en Callao con la intención de movilizar por Avenida Corrientes donde el esparcimiento se desarrolla en muchas ocasiones con desconocimiento de lo que sucede muchas veces en el Congreso, buscando que la misma tenga mas visibilidad. La movilización atravesó bares y teatros.

«Esta movilización es la expresión de muchos pueblos que en todo el mundo lograron vencer la narrativa sionista y poner en el centro de la agenda política el reclamo en contra del genocidio del pueblo palestino. Estas han sido las acciones porque en todo el mundo los gobiernos han sido cómplices de Israel. Es importante marcarlo: en América Latina, en el mundo entero, los pueblos de Alemania, Francia, Inglaterra, que se han movilizado masivamente cuando es delito portar una bandera palestina en esos países, y los pueblos árabes también en contra de las dirigencias árabes que fueron cómplices de este genocidio. Y hoy hay que decir con claridad que esta guerra (contra Irán) la comenzó Israel y que hay que repudiar firmemente el bombardeo al pueblo iraní (…) tenemos que marcar también que el imperialismo norteamericano lejos de las versiones que quieren mostrar de diferenciarse de este ataque, están con Israel, cambiaron el gobierno de Siria y pusieron a un Yihadista y esto es lo que quieren hacer en Irán», comentó Vanina Biasi en entrevista con ANRed durante una transmisión en vivo.

«Es la solidaridad que estamos dando en Argentina en la Marcha Global para que se rompa el cerco en Rafah en Egipto. Repudiar al gobierno de Egipto que está impidiendo que la marcha llegue. Repudiar también al siniestro de Milei que se fue a alinear con el ultraderechista y genocida de Netanyahu. Estamos diciendo no en nuestro nombre», comentó Juan Carlos Giordano.

«La verdad que es muy emocionante todo lo que veo: la cantidad de gente acá. Muy emocionante, muy lindo volver a ver al mundo y al pueblo argentino levantando su voz contra el genocidio que está pasando en Gaza. No solo lo que está pasando en Gaza sino en toda Palestina, en Líbano en Siria y en los últimos días también en Irán. Muchas gracias a todos el pueblo argentino que sale a la calle levantando la voz, luchando por nuestro país, muchas gracias y viva Palestina libre», expresó Abdallah El Tibi, el joven gazatí que actualmente vive en Argentina y que tiene a su familia sufriendo el genocidio. Luego Abdallah subió al camión que encabezaba la movilización y una vez concluida la movilización compartió sus palabras en el final de la misma.

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«Mientras el sionismo sigue bombardeando en el mundo y sigue masacrando al pueblo palestino, sobre todo en gaza, los pueblos se levantan. Eso importante, hasta que los gobiernos también digan «no al genocidio». Lamentablemente tenemos un gobierno proclive al sionismo, pero vamos a vencer. Esto es pueblo, esto es lucha», agrego Tilda Rabi.

«Estamos acá mostrando primero solidaridad con el pueblo palestino. Pero no solo por Palestina sino por toda la humanidad», comentó Franco Ferrari, integrante de Autoconvocados por Palestina.

La movilización avanzó por Avenida Corrientes hasta llegar al obelisco. Luego continuó por Diagonal Norte hasta llegar a Plaza de Mayo, donde se desarrolló un acto y se volvió a leer el documento redactado por las organizaciones integrantes del Comité en repudio al viaje de Milei al territorio ocupado por Israel, donde se reunión con Netanyahu, quien tiene un pedido de captura internacional por crímenes de guerra y genocidio.

La jornada concluyó con la presentación de Malena Dalesio, quien además grabó parte de un nuevo clip durante la misma.

 

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    La triple A, una banda paraestatal de extrema derecha,  responsable de innumerables crímenes de lesa humanidad como el asesinato de Pablo Hansen militante peronista de la Universidad de Lomas de Zamora, Mario Bilote militante peronista de Temperley, Ignacio Rodríguez, militante ferroviario , Guillermo Savloff, el primer director del turno noche del Instituto Lomas, pedagogo y profesor de la UNLP cuyo cuerpo fue encontrado acribillado en un descampado. Según el ex-concejal Infantino por el partido Federal: “Cada dos por tres aparecía un muerto en el Camino Negro, nadie sabía nada. Todo era producto de la guerra interna entre el lopezreguismo y otros sectores del peronismo. Lomas era el nudo más fuerte en donde ocurrían estos hechos”.

     

     

     

     

     

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    La FIFA presentó este jueves en un simpático video animado a las mascotas del Mundial 2026 con tres figuras que representan a los países anfitriones: un águila calva para Estados Unidos, un alce para Canadá y un jaguar para México.

    Los respectivos animales de cada país fueron bautizados como Clutch (águila)Maple (alce) y Zayu (jaguar) y serán las caras de la campaña global rumbo al torneo que se jugará en 16 ciudades de Norteamérica.

    Cada animal fue elegido por su peso simbólico, ya que Clutch, el águila calva con la camiseta azul alternativa de la selección estadounidense, refuerza la identidad del país y fue ratificada como ave nacional mediante una ley firmada por Joe Biden en 2024.

    Canadá estará representado por Maple, un alce con la camiseta roja del seleccionado, con un diseño que remite a la hoja de arce, símbolo central en la bandera canadiense y emblema natural del país.

    México tendrá a Zayu, un jaguar con la camiseta verde tradicional, ya que el animal era venerado por civilizaciones prehispánicas, simboliza fuerza y valentía y estaba ligado al inframundo en la cosmovisión antigua.

    La FIFA no se limitó a la estética: cada mascota tiene un trasfondo propio, una posición en el campo de juego y un relato que las vincula directamente al fútbol. El objetivo es que funcionen como íconos culturales y deportivos, pensados tanto para atraer al público joven como para reforzar el vínculo con la tradición de cada país.

    En qué horarios se jugarán los partidos del Mundial 2026

    La FIFA dio a conocer los horarios en los que se jugarán los partidos durante el Mundial de Estados Unidos, Canadá y México 2026, donde la Selección argentina irá en busca de su cuarta estrella.

    El primer encuentro de cada día se disputará a las 13, mientras que la actividad continuará con otro a las 16, uno a las 19 y el último a las 22 (hora de Argentina).

    Esto marca una gran diferencia con respecto al Mundial de Qatar 2022, en el que los argentinos tenían que levantarse temprano para el primer partido de cada jornada, ya que estaban programados para las 7 de la mañana y los otros eran a las 10, 13 y 16.

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  • Controlar al pueblo para entregar la patria: ¿qué dice el plan de inteligencia nacional libertario?

     

    El pasado 25 de mayo el periodista Hugo Alconada Mon reveló la existencia de un Plan de Inteligencia Nacional 2025 (PIN), elaborado por la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) del actual gobierno de ultraderecha. Fue aprobado el año pasado pero se mantiene en secreto, a pesar de que contiene varios artículos de carácter inconstitucional y de naturaleza marcadamente antidemocrática. La revista Crisis accedió a una copia del Plan de Inteligencia Nacional 2025 y constató la gravedad que reviste, por lo que consideramos imprescindible dar a conocer los artículos que resultan contrarios a los intereses nacionales y la vigencia de la democracia. Por Colectivo Editorial Crisis / Ilustraciones: Azul Blaseotto, Julieta Farfala y Nicolás Daniluk.


    Luego de la publicación de los fragmentos más significativos del Plan de Inteligencia Nacional 2025, cinco destacados especialistas en materia de seguimiento y control del espionaje estatal aportaron sus miradas críticas. El jurista Alberto Binder, presidente del Instituto Latinoamericano de Seguridad y Democracia (ILSED), centró su lectura en la reaparición del “infraestado mafioso”. El analista Juan Gabriel Tokatlian junto al ex canciller Rafael Bielsa examinaron con lupa “la dimensión internacional del PIN”. Mientras les integrantes del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Paula Litvachky y Manuel Tufró, pusieron la lupa en las violaciones de derechos que nos ubican en un estado de “libertad vigilada”. El resultado es un dossier imperdible, que cuestiona los postulados del espionaje libertario y constituye un insumo de primer orden para que actúen aquellos contrapoderes que deberían ponerle límite a la prepotencia del gobierno de ultraderecha.

    El pasado 25 de mayo el periodista Hugo Alconada Mon reveló la existencia de un Plan de Inteligencia Nacional 2025 (PIN), elaborado por la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) del actual gobierno de ultraderecha. Fue aprobado el año pasado pero se mantiene en secreto, a pesar de que contiene varios artículos de carácter inconstitucional y de naturaleza marcadamente antidemocrática.

    En notas posteriores, el cronista del diario La Nación agregó dos elementos significativos. Por un lado, en enero de 2025 el Director General de Operaciones de la casa de los espías, Diego Kravetz, firmó una directiva, también secreta, en la que ordenó “identificar y monitorear” a los “grupos sociales vulnerables” y a cualquier “actor no estatal” que pueda capitalizar la “creciente polarización política para expandir su influencia”. Por otra parte, a finales de octubre de 2024 varios legisladores nacionales que integran la Comisión Bicameral Permanente de Fiscalización de los Organismos y Actividades de Inteligencia fueron convocados a las oficinas de la SIDE para discutir el PIN y esa reunión “terminó mal”.

    La periodista Irina Hauser, del diario Página 12, informó sobre la existencia de un documento elaborado por la Comisión Bicameral donde se explicitan “las inconsistencias y peligros” del PIN y extiende una citación al actual titular del organismo de inteligencia estatal, Sergio Neiffert, para ofrecer las explicaciones del caso. El informe de la Bicameral también permanece oculto.

    La revista crisis accedió a una copia del Plan de Inteligencia Nacional 2025 y constató la gravedad que reviste, por lo que consideramos imprescindible dar a conocer los artículos que resultan contrarios a los intereses nacionales y la vigencia de la democracia.

    Arrodillamiento estratégico

    El PIN 2025 presenta las amenazas y oportunidades del denominado “Actor Nacional”, en una estructura compuesta por 10 Lineamientos Estratégicos (LE), que coinciden con otros tantos Objetivos Generales de Inteligencia (OGI), para cada uno de los cuales se despliegan diferentes Objetivos Particulares de Inteligencia (OPI). Por su parte, cada OPI se desagrega en varias Necesidades de Inteligencia (NI).

    El LE #1 se titula “Disputa de poder en el escenario de Política Exterior” y sus tres primeras NI son, desde nuestro punto de vista, las más intolerables pues conllevan la subordinación de la soberanía a manos de dos potencias genocidas.

     

     

    A partir de esta definición, el resto de las naciones y en particular las que forman parte de nuestra región pasan a ser consideradas amenazas, contradiciendo el más básico sentido común geopolítico.

    Vigilar al soberano

    El tercer Lineamiento Estratégico lleva por nombre “Poder integral de la Nación” y se refiere a las “amenazas y oportunidades que pudieran impactar en el progreso integral de los factores de poder, la institucionalidad republicana, la libertad, la vida y el patrimonio de sus habitantes”. La primera observación tiene que ver con el término “factores de poder” de la Nación, que se repite varias veces sin que haya especificación alguna sobre a qué actores apunta.

    Nos detendremos en el primer Objetivo Particular de Inteligencia (OPI), que alude al “Orden Económico y Financiero” y se propone producir conocimiento sobre “la evolución de actores, hechos, factores y procesos con potencial impacto en la situación económica y financiera argentina”. Veamos las NI 03 y 11.

    No es muy difícil entrever que cualquier sujeto social que luche por sus derechos dentro de los marcos habituales de la conflictividad sindical o ciudadana, podrá ser considerado una amenaza y ser objeto de espionaje.

    Idéntico riesgo se observa en el OPI 3 del mismo LE, dedicado a vigilar “la evolución de actores, actividades, procesos y escenarios que pudieran afectar el desarrollo de la infraestructura estratégica nacional”.

    Si avanzamos hacia el OPI 5 de dicho Lineamiento Estratégico, que ordena seguir de cerca “la evolución de actores, actividades, procesos y escenarios con potencial impacto negativo sobre el orden constitucional, el funcionamiento institucional, la gobernabilidad democrática y la plena vigencia de los derechos constitucionales”, la inteligencia estatal se vuelca decididamente al accionar político, como leemos en las NI 02, 03 y 04.

    Dentro del mismo LE, la OPI 6 apunta a los “potenciales impactos negativos en el desarrollo del sistema de Defensa Nacional” y allí los sospechosos podrían ser organismos de derechos humanos e incluso las instancias jurídicas internacionales.

    En la misma línea, la NI 04.01.08.11 pone en el blanco a los promotores científicos que abogan por la conservación de la biodiversidad.

    El Lineamiento Estratégico 5 se ocupa de los “Recursos naturales estratégicos e incidencias en la Biósfera con efectos de interés nacional” y, con esa facilidad que tiene la ultraderecha para dar vuelta cualquier lógica, incluye entre las amenazas a las organizaciones ambientalistas y los pueblos originarios.

    Anarco autoritarismo

    El Lineamiento Estratégico #8 está dedicado al ítem “Terrorismo” y en su Objetivo Particular de Inteligencia 2 ingresa, si se tiene en cuenta el lugar de enunciación, a una zona delirante. Se trata de un gobierno autodenominado anarco-capitalista cuyo propósito explícito consiste en destruir al estado, pero cataloga como terrorista a los “actores cuyo propósito manifiesto sea promover la ausencia de autoridad estatal como modelo de sociedad organizada”. El peligro de criminalizar a una ideología de larga tradición resulta inadmisible.

    Hay otros pasajes de discutible legalidad, pero los hasta aquí expuestos son suficientes para evidenciar que estamos ante un Plan de Inteligencia Nacional que abre las puertas al atropello, en consonancia con la vocación represiva de la administración Milei. Cuando el estado se escuda en el secreto para cometer actos inconstitucionales, el periodismo debe cumplir su función primera, que consiste en informar al soberano. El pueblo tiene que saber.

    El infraestado mafioso vuelve a la carga

    por Alberto M. Binder

    Hace varios años que sabemos que nuestro país debe reorganizar con audacia y profundidad el servicio de inteligencia, cuya construcción en el contexto de la guerra fría no pudo ser revertida durante los primeros años de la democracia. La Ley 25.520 no logró modificar sus bases culturales, y a partir del gobierno del presidente Menem comenzó a jugar el juego de otras agencias de inteligencia, provocando guetos, grupos descontrolados, operaciones judiciales y una serie de prácticas totalmente alejadas de la producción de la inteligencia estratégica propia de un país democrático, inserto en un mundo complejo, lleno de desafíos, riesgos y oportunidades. Esta situación fue aceptada por todos los gobiernos posteriores y no fueron problemas específicos de inteligencia, sino crisis internas o, más bien, la autonomía creciente de ciertos sectores del aparato respecto de la utilización política, las que provocaron en 2015 unas primeras reformas y un agravamiento, en tanto se aumentó el sesgo de la preocupación hacia fenómenos criminales propios también de los nuevos esquemas de seguridad internacional (como el narcoterrorismo).

    El gobierno de Alberto Fernández proclamó la necesidad de un cambio profundo y estructural, que llevó a la intervención del organismo y a la promesa del dictado de una nueva ley de inteligencia nacional, que nunca se presentó, y finalmente todo se fue diluyendo en temas menores y en la prórroga de las intervenciones. Quedó eso sí la prohibición absoluta de la intervención de los agentes de inteligencia como auxiliares de las investigaciones judiciales, práctica que había corrompido a la justicia federal y provocado graves distorsiones en muchos casos penales.

    La falta de fuerza, de claridad y la manipulación o el oportunismo de los últimos gobiernos impidió la reconstrucción del sistema de inteligencia y así llegamos a la situación actual en la que el gobierno, de un modo ilegal (por DNU) vuelve al modelo repudiado por casi la totalidad de la dirigencia política y los organismos dedicados al seguimiento y control de la inteligencia nacional, volviendo a sembrar de zonas grises y ambigüedades las actividades de inteligencia, investigación de delitos y prevención de actos graves.

    En este marco se conoce el plan Lineamientos Estratégicos del Esfuerzo de Inteligencia Nacional, realizado con una vaguedad y tosquedad que no deja de llamar la atención. Perfectamente se podría haber reducido toda la jerga “inteligentiosa” con una sola frase: “Anticipar, identificar, reconocer, monitorear y analizar riesgos, amenazas y oportunidades materializados por actores y/o escenarios relevantes que afecten los intereses nacionales” y “producir conocimiento anticipatorio que favorezca esos intereses”. No constituye un plan estratégico realizar un listado de todo lo que debe hacer el sistema. Los efectos prácticos de los Lineamientos hubieran sido los mismos: ninguno para orientar el accionar de la Dirección y ninguno para facilitar el control de la Comisión Bicameral de Inteligencia del Congreso. Estamos ante un documento burocrático, falsamente profesional, lleno de terminología aparentemente importante, y que, además, produce un permanente solapamiento de los temas de la Inteligencia Militar con la Inteligencia Estratégica Nacional.

    Contrainteligencia extendida

    Frente a esto uno podría decir que no vale la pena prestarle demasiada atención porque, de hecho, estos Lineamientos o planes nunca han servido para nada y menos aun para que la sociedad puede ejercer un control. Pero contiene algunos signos que sí son preocupantes. Uno de ellos es la aparición del verbo “neutralizar” que no se corresponde con las actividades de inteligencia, que siempre implican la construcción de un sistema de alertas de distinto tipo pero nunca, acciones policiales de prevención o de represión, para las cuales tenemos divisiones especiales dentro de las fuerzas de seguridad federales, con sus propios sistemas de control, entre ellos el judicial.

    En segundo lugar, abre el peligrosísimo campo de la acción de sabotaje informativo, realizada por redes, medios masivos de comunicación, etc., copiando realidades que existen en otros países (normalmente en guerra o con conflictos análogos), pero que trasladado a nuestro país evoca una tradición de manipulación y persecución que nos debe poner en alerta. Este es el país del Proyecto X de Gendarmería, de la manipulación judicial por parte de los servicios de inteligencia, de la infiltración en movimientos sociales, de la fabricación de “terroristas indígenas” para ser presentados en los medios de comunicación, y tantos otros peligros extremos.

    Los lineamientos, que parecen típicos de una serie de espías, nos deben poner en alerta, para saber qué directivas de operaciones concretas se fundan en ellos y qué tipos de control interno y externo se irán desarrollando. Nada mejor para ocultar la discrecionalidad que realizar un plan que dice que se va a ocupar de todo, de un modo repetitivo, de tal manera que parece que hubiera un pensamiento complejo detrás del listado de obviedades. Una vez más, Contrainteligencia aparecerá como el lugar más apetecido porque es el que permite el trabajo permanente dentro del territorio nacional, no para desactivar el accionar de otros servicios de inteligencia, sino para proteger las instituciones y a los gobernantes, tareas que no son específicamente de contrainteligencia. Se trata del viejo departamento de acción política de las fuerzas federales, sólo que más subterráneo y provisto de recursos.

    En fin, no vale la pena detenerse más en el análisis del plan. El objeto central del cuestionamiento debe ser el decreto del Gobierno que ha restructurado ilegalmente al servicio de Inteligencia. Hacia allí deben orientarse las acciones institucionales de control y la Comisión Bicameral, que a lo largo de los años no sirvió de mucho, debe ser hoy interpelada permanentemente para tratar de mitigar los efectos de esta nueva central de comando del infraestado mafioso, que con astucia el gobierno reviste de un lenguaje banal y burocrático para esconder las verdaderas intenciones. Fortalecer las acciones de control de la sociedad, a través de las organizaciones específicas (por ejemplo, las que se nuclean en la Iniciativa Ciudadana para el control de los Servicios de Inteligencia), y una acción decidida de presión sobre la Bicameral de control del Parlamento son las acciones que debemos desarrollar con tenacidad y compromiso.

    Relaciones peligrosas: la dimensión internacional del PIN 2025

    por Rafael Bielsa y Juan Gabriel Tokatlian

    Desde la restauración de la democracia hasta hoy, ninguna autoridad civil argentina recibió información de inteligencia internacional que le haya resultado dirimente. Cuando fue solicitada, ha sido excepcional que la contestación excediera lo ya publicado en medios públicos. Cuando el pedido se realiza en el exterior lo más frecuente es que la réplica ni siquiera contenga información de personas de la nacionalidad del país en donde se la requirió (o que habiten en él). Esta comprobación hace que las autoridades civiles piensen que se trata de una colaboración improductiva o que los agentes de inteligencia obtienen información, analizan los datos y elaboran informes referidos a quienes hicieron el pedido y no sobre quienes era útil tener asesoramiento estratégico. Por ello, los subsidios por discapacidad o las mejoras para los jubilados que se discuten en el Congreso nacional perfectamente podrían ser financiados con una reducción en los fondos para la SIDE, si es verdad que lo que se busca es solvencia fiscal y eficiencia.

    El nuestro es un país con peculiaridades marcadas. Una economía fuertemente endeudada en moneda extranjera, prácticamente sin crédito externo, y con los bancos locales sin ofrecer préstamos en dólares porque las reservas propias están recortadas. Así, carecemos de un sistema de monedas capaz de eclipsar el riesgo de corridas y crisis de deudas.

    La comunidad asiste al aumento de las desigualdades vinculado con la precarización del trabajo (en el centro de la crisis de endeudamiento que se produjo en 2018 estuvo el cúmulo de los asalariados); con la atrofia del Estado de bienestar (la mejora del nivel de vida empieza por un cambio de los ingresos frente a los precios); y con la imposibilidad de ascenso social (insuficiencia de ingresos frente a las aspiraciones que, según lo muestran algunas encuestas, están presentes en la conciencia de los argentinos).

    Las debilidades en el funcionamiento de la democracia conviven con la incertidumbre sobre qué pasará con el trabajo a partir de la inteligencia artificial, o cómo cuajará el escenario de tensiones geopolíticas pronunciadas en el contexto internacional.

    En ese sentido, la Argentina necesita una política exterior que sea armónica con sus posibilidades y expectativas, y una inteligencia nacional coherente con ellas. Vive controversias que no puede evitar, sino que debe resolver: una de ellas son las Islas Malvinas y el Reino Unido. Otra, las tensiones diplomáticas con Irán relacionadas con el atentado a la AMIA. La generación de retos y bretes adicionales sería difícil de explicar.

    El Shin Bet, la agencia de espionaje interno de Israel, y la Lahav 433, una unidad de élite dentro de la Policía que se encarga de investigar delitos graves a nivel nacional, relataron que habían detenido a dos personas jóvenes. Reclutados como informantes de Irán en plataformas digitales dedicadas al swinging, los apresados habían adquirido cámaras de circuito cerrado de televisión y trataron de instalarlas frente a la entrada de la casa del ministro de Defensa. Pareciera haber una tendencia creciente de espionaje iraní en Israel, donde los servicios de inteligencia persas han identificado a ciertos grupos como objetivos potenciales. Los reclutados comparten características: dificultades financieras, falta de solidaridad, falta de cohesión y una menor identificación nacional.

    El contexto es el aumento de las tensiones en torno al programa nuclear iraní, que los líderes israelíes consideran una amenaza existencial, el aparente freno que Estados Unidos aplicó a un ataque israelí a instalaciones nucleares iraníes, y la ejecución de Pedram Mdani, la segunda en 2025, acusado de “declarar la guerra a Dios” y de “corrupción en la tierra” por trabajar con el Mossad. Antes del arresto de los dos jóvenes, Israel aprisionó a dos reservistas de las Fuerzas de Defensa (IDF), acusados de enviar a Irán información sobre el sistema misilístico de defensa Iron Dome a cambio de un poco de dinero.

    Lo dicho es lo que pareciera haber. Lo que pareciera no haber, para los intereses fundamentales de nuestro país, son informes que establezcan qué es importante conocer de este entramado de episodios. Lo que obliga a analizar cuáles son los planes al respecto.

    Inteligencia unipolar

    El borrador del documento que contiene el Plan de Inteligencia Nacional (PIN 2025) del gobierno del presidente Javier Milei, divulgado en medios públicos, es una pieza relevante que merece un análisis profundo debido a su contenido y a las potenciales consecuencias internas y externas. Si se asume que el propósito doméstico del mandatario es reordenar por completo la política, la economía y la sociedad y, asimismo, replantear plenamente la política exterior y de defensa de la Argentina, entonces resulta consecuente que procure el rediseño sustancial de la inteligencia del país.

    En lo que hace específicamente al plano internacional el PIN 2025 no modifica sustantivamente el conjunto de asuntos y problemáticas que demandan atención, anticipación, seguimiento, monitoreo, ponderación, disuasión y neutralización. Por ejemplo, una sencilla comparación con el Plan de Inteligencia Nacional de 2015-2016 contribuye a identificar cierta continuidad: presencia militar extra-regional, recursos estratégicos naturales, ciberdefensa, terrorismo, criminalidad organizada, negocios ilícitos de diverso tipo, ciberseguridad, contrainteligencia, entre otros. A ello hay que sumar temas vitales en momentos en que se revalorizan los estrechos, archipiélagos, océanos y polos tales como, en el caso argentino, Magallanes, Malvinas, Atlántico Sur y Antártida. Con un lenguaje algo distinto a planes previos, sin embargo, se preserva la relevancia y gravitación de cuestiones esenciales para la seguridad y la defensa del país.

    No obstante, hay una materia donde se manifiesta un cambio primordial e inédito. El documento afirma en su Lineamiento Estratégico N° 1, en el marco geopolítico vigente, la centralidad de lo que sigue: a) “Situaciones, actores, hechos o circunstancias que impidan, limiten o condicionen el relacionamiento estratégico con Estados Unidos de América”; b) “Situaciones, actores, hechos o circunstancias que impidan, limiten o condicionen el normal relacionamiento estratégico con Israel”; y c) “Posibles escenarios de conflicto para el Actor Nacional, derivados del afianzamiento de relaciones estratégicas con Estados Unidos de América e Israel”. Subsiguientemente, se señala lo que debiera ser el análisis de “posicionamientos” y “conductas” de los entornos europeo, asiático y latinoamericano “respecto del alineamiento estratégico del Gobierno Nacional”. Todo es meridiano; no hay lugar para la confusión.

    Es inusitado que en un plan de inteligencia se explicite categóricamente el tipo y alcance de vínculo internacional que tendrá el país. Es un anuncio hacia la burocracia interna en el campo de la diplomacia, la defensa y la seguridad, así como hacia las contrapartes mundiales de diverso orden que, básicamente, la Argentina tiene un “relacionamiento estratégico” solo con dos países. Las otras 191 naciones de Naciones Unidas parecen intrascendentes, insignificantes o incómodas. Argentina padece un largo proceso de declive, es muy vulnerable, está políticamente fragmentada, ha perdido cohesión social y carece de capacidades materiales y militares potentes y autosuficientes como para optar por alinearse solamente con Washington y Tel Aviv en un mundo que ha dejado de ser incierto para tornarse peligroso.

    Desinteligencia estratégica

    A su turno, ese principio de abrazarse a dos países en materia de inteligencia es confuso. ¿Significa que solo se vinculará el sistema de inteligencia nacional a esas dos naciones? ¿El resto del universo será objeto de evaluación por sus “posicionamientos” y “conductas” con relación al “alineamiento estratégico” que optó la administración de La Libertad Avanza (LLA)? El artículo 13, inciso 4 de la Ley de Inteligencia Nacional dice que la agencia encargada de las labores de inteligencia tiene como misión “dirigir y articular las actividades y el funcionamiento del Sistema de Inteligencia Nacional, así como también las relaciones con los organismos de inteligencia de otros Estados”. Esto implica que es prioritario tener vínculos con el mayor número posible de contra-partes de acuerdo con los objetivos y necesidades del país. ¿Resulta productivo o improductivo para la Argentina desplegar más nexos y mejores contactos en el área de inteligencia con las naciones vecinas y de América Latina en la medida que se comparten retos y dificultades bastante semejantes? En el PIN 2025 no se mencionan las palabras cooperación y colaboración: únicamente pareciera ser útil y primordial el lazo con dos países y el reforzamiento de un plegamiento in toto a ambos que de ninguna manera se justifica o explica en el documento. Es llamativo que a la persistente y pertinente invocación de la defensa del interés nacional jamás se la fundamenta: ¿la opción elegida refuerza o debilita tal interés? Además, ¿qué significa, en el fondo, el “relacionamiento estratégico” con solo dos países en las actuales circunstancias políticas de cada uno de ellos? ¿La Argentina emprenderá tareas o asumirá compromisos para respaldar enteramente a los gobiernos de turno en ambos casos, así debiliten los pilares del derecho internacional y de las instituciones correspondientes?Junto a este notorio viraje en el ámbito de la inteligencia, el documento tiene problemas serios que se derivan, en buena medida, de su sesgo dogmático. Por ejemplo, con justificada razón se manifiesta una inquietud respecto a las acciones, alianzas, despliegues y avances del Reino Unido respecto a las Islas Malvinas. Ahora bien, el debilitamiento de la posición de la Argentina obedece cada día más a lo que dice y hace Buenos Aires. El gobierno de Milei rechazó la invitación a ser parte de BRICS, no tiene interés alguno en las resoluciones y las citas de CELAC y vota consistentemente contra asuntos sobre Palestina granjeándose el malestar de naciones de la Organización de Cooperación Islámica (OCI). En su conjunto, BRICS original, CELAC y OCI suman 93 países de los 193 de la ONU. En general, las posiciones bilaterales y multilaterales de LLA alienan a gobiernos que no alcanzan a entender si son considerados oponentes, antipáticos o insufribles para la Casa Rosada. Y todo ello le viene de perillas al Reino Unido.Más todavía, la adhesión sin límites a los hábitos de estadounidenses e israelíes en materia de inteligencia podría conspirar contra la reivindicación de la política exterior argentina consistente en la recuperación pacífica del territorio insular ocupado por el Reino Unido. El reclamo por las Islas Malvinas, Sándwich y Georgias del Sur podría, eventualmente, no ser ratificado por el Comité Especial de Descolonización de las Naciones Unidas ni por la Asamblea General de la OEA, como ya ocurrió en la cumbre de MERCOSUR de julio de 2024 y la cumbre de la CELAC de 2025.

    El Comité Especial de Descolonización de la ONU (C-24), está compuesto por 29 países miembros, entre otros Bolivia, Chile, China, Cuba, Irán, Rusia, Siria y Venezuela; Uruguay participa como observador, al igual que España. ¿Qué opina nuestra inteligencia de las relaciones con esos países a los fines del tema Malvinas?También por motivos justificados el PIN 2025 se propone “producir conocimiento anticipatorio y desarrollar el seguimiento sobre la evolución de actores, actividades, procesos y escenarios con potencial impacto negativo” sobre la democracia en el país. Uno de los fenómenos más preocupantes en ese frente lo constituye los dichos y las acciones del gobierno del presidente Donald Trump y el auge de una extrema derecha antisistema democrático en Estados Unidos, país identificado como el más importante para el “relacionamiento estratégico” de la Argentina. El país se está alineando activa y visiblemente con una de las principales fuentes del deterioro de la democracia en Occidente.

    Adicionalmente, el documento destaca la preocupación por los “actores, hechos o circunstancias que influyen en el debilitamiento de la confianza en las autoridades sanitarias, el conocimiento científico del área y/o eficacia de ciencia aplicada en la jurisdicción nacional”, así como por todo aquello que genere “angustia en la población” respecto a la “propagación de enfermedades, considerando el espectro desde la vacunación hasta el tratamiento de las enfermedades infectocontagiosas”. En realidad, el “debilitamiento” social proviene de las políticas internas de salud de la administración, así como de la no suscripción del llamado tratado internacional contra la pandemia de mayo de este año y el retiro de la Argentina de la Organización Mundial de la Salud.

    Cortarse solos

    En breve, estamos ante un Plan de Inteligencia Nacional extravagante. Se le anuncia a la comunidad internacional y se ordena a los funcionarios locales que la Argentina se alineará abiertamente con dos naciones, y que ese es su propósito vital en tanto se entiende que así se defiende, a plenitud, el interés nacional del país. Nada indica la existencia de un diagnóstico sesudo y equilibrado sobre el estado real del mundo en medio de una turbulencia global que ya no es fuente de incertidumbre sino motivo de peligrosidad. No pareciera existir motivación política alguna para estimular una mayor cooperación regional en el frente de la inteligencia, ni un reconocimiento del valor de América Latina en tantos y distintos vínculos que históricamente ha tenido el país. Pareciera que la Argentina fuese hoy una nación en auge y con capacidades formidables que se puede “cortar sola” en política exterior, en defensa y en inteligencia; una presunción que puede resultar muy costosa para el país en un futuro no muy distante.

    La libertad vigilada

    por Paula Litvachky y Manuel Tufró – CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales)

    El Plan de Inteligencia Nacional 2025 (PIN) se conoció de manera fragmentaria a partir de publicaciones periodísticas. La lectura de esos fragmentos alcanza para entender que el nivel de secreto que lo rodeó (y que solo se quebró por la lógica de la filtración a la prensa) tiene que ver con su carácter inconfesable. En pocas ocasiones los planes de inteligencia se hicieron públicos, y por lo tanto se pudo discutir su doctrina, prioridades y contenidos. Hoy tampoco conocemos la política nacional de inteligencia que define el presidente. La decisión de no hacerla pública responde a diversos objetivos: no discutirla, no rendir cuentas, ocultar su orientación. Y que para hacerlo se tensionan o directamente se transgreden la Ley de Inteligencia y la Constitución. Usar al sistema de inteligencia para hacer política es incompatible con la vida democrática.

    La inclusión de determinados fenómenos o asuntos en la lista de temas de interés implica que se los considera un riesgo o una amenaza para la defensa nacional, la seguridad interior o, desde la última reforma por decreto de necesidad y urgencia de Milei, para los intereses estratégicos de la nación. Este PIN maximiza la intervención de la SIDE para la defensa del interés nacional, definido de una manera tan vaga que permite incluir cuestiones defensivo militares o criminales, pero también ordenar tareas de recolección de información en casi cualquier área de gobierno. Además, cuando entre esos asuntos se incluyen las manifestaciones públicas, la conflictividad social, el ambientalismo, o la imagen pública de los funcionarios y de las políticas de gobierno, queda claro que esos “riesgos” no se están evaluando desde el punto de vista de la protección de la sociedad y del orden constitucional, sino más bien en función de la reinstauración explícita de la lógica de la seguridad del Estado y del uso del aparato de inteligencia para la defensa de un programa político específico: el libertario, que venía a destruir el Estado pero que usa sus herramientas más duras para blindarse de críticas, a través de la vigilancia e intimidación de quienes piensan diferente.

    Espionaje y propaganda

    Una parte sustancial de los objetivos y necesidades de inteligencia incluidos en lo que se conoce del PIN ponen a la estructura de inteligencia a vigilar, analizar y caracterizar distintos aspectos de la conversación pública, es decir, medios de comunicación, plataformas, redes sociales. Espacios en los que se ejerce una libertad de expresión que, para la SIDE, empieza a tener contornos de amenaza cuando haya mensajes que “promuevan la conflictividad” (01.01.08.06), la táctica más utilizada por todos los sectores políticos (incluidos los libertarios) en los últimos años; o cuando las críticas apunten contra el sistema financiero (a “erosionar la confianza” en las instituciones económicas, 02.01.03.01), e incluso cuando se denuncien situaciones ligadas a grandes empresas (mensajes que “erosionen la reputación, prestigio, imagen y legitimidad de las empresas asentadas en territorio nacional”, 02.01.03.05).

    ¿Quiénes son los actores alcanzados por esta vigilancia de la opinión? Se utilizan diferentes fórmulas. Por ejemplo, “actores de interés” o “actores estratégicos”, tan amplia que habilita operaciones de todo tipo, en tanto no se establecen criterios para delimitar qué es lo que hace que un actor sea “de interés” o “estratégico”. Esta fórmula es especialmente grave en tanto incluye también a “actores no estatales” (01.01.08.01). Se habla también de actores que tengan la capacidad de “manipular la percepción” de las personas (02.01.01.02) o de actores que promocionen la fragmentación social o el uso de la violencia para la resolución de conflictos (02.01.02.02) o la desestabilización institucional (02.01.01.03).

    La presencia de todas estas formas ambiguas (¿qué es manipulación, qué es violencia, desestabilización, qué es erosión de imagen?) deja en manos de los propios funcionarios de la SIDE la definición concreta y operativa de quiénes encarnan estas amenazas que se expresan en la comunicación pública, es decir, en narrativas. Se habilita así la vigilancia secreta de la expresión política opositora en el espacio público, pero también de referentes sociales, periodistas, artistas y cualquier voz crítica.

    En el aspecto comunicacional la SIDE se arroga funciones que deberían tener otras áreas del Estado, incluidos los medios públicos que fueron desmantelados, y que están expresamente prohibidas por la ley de inteligencia. El “Objetivo Particular de Inteligencia N.9” ordena producir conocimiento para apoyar la formulación de mensajes y evaluar la efectividad de la comunicación estratégica oficial. Esto implica armar un aparato secreto de propaganda para, entre otras cosas, identificar y segmentar audiencias (01.01.09.01), identificar aliados o adversarios de la propia narrativa (01.01.09.03) y analizar el impacto de la comunicación oficial (01.01.09.05 y 01.01.09.07). Este tipo de acciones está prohibido por la ley de inteligencia, en su art. 4 inciso 3, que señala que ningún organismo de inteligencia podrá influir en cualquier modo en la situación del país, ni en la opinión pública, personas o medios de difusión.

    Cuando el año pasado la revista crisis publicó la investigación del Equipo de Investigación Política (EDIPO) sobre las milicias digitales de la ultraderecha y su funcionamiento convergente con las estrategias comunicacionales del gobierno en el doxeo y hostigamiento a periodistas y activistas, sobrevolaron las sospechas sobre un financiamiento estatal y encubierto de esos trollcenters. El aumento desmedido de fondos reservados para la SIDE apuntaló estas sospechas. Hoy hay un PIN cuyas órdenes parecen reflejar la incorporación de estas prácticas a la estrategia general de la inteligencia nacional.

    El extractivismo en el centro

    A esta altura no es novedad que para este gobierno las expresiones de la conflictividad social como manifestaciones o huelgas, lejos de ser aspectos básicos de la democracia, son situaciones cuasidelictivas que hay que impedir, desalentar, perseguir y/o castigar. Para ello establecieron una normativa de bajo rango que habilita a las fuerzas de seguridad a atacar a manifestantes cuando el gobierno lo considere conveniente. Y aprietan al poder judicial para alinearlo con esa perspectiva. El PIN coloca una pieza más en esa maquinaria, pero especialmente preocupante porque implica habilitar prácticas de espionaje sobre organizaciones sociales y políticas, movilizaciones y otras formas de protesta. Hace años que se busca desactivar la organización y el dispositivo de movilizaciones con prácticas de inteligencia política ilegal. Ahora hay un plan estratégico que las promueve en violación directa de la ley de inteligencia nacional que en el artículo 4.2 prohíbe obtener información, producir inteligencia o almacenar datos sobre personas por el solo hecho de sus opiniones políticas, adhesión o pertenencia a organizaciones partidarias, sociales o sindicales, o por sus actividades lícitas en esos espacios. O de su artículo 4.3 que prohíbe que el sistema de inteligencia influya de cualquier modo en la situación política y económica del país.

    Una parte de la vigilancia sobre la conflictividad responde al ya mencionado objetivo de poner al aparato de inteligencia a intervenir sobre los obstáculos que pudieran presentarse al plan de reprimarización de la economía. La “matriz productiva” y la “infraestructura” ya habían sido identificadas como bienes a proteger por el Ministerio de Seguridad en diversas resoluciones del año pasado. El PIN ordena al sistema de inteligencia vigilar a los actores y comportamientos con “potencial impacto en la matriz-económico-productiva de la Nación” (03.01.01.03) y que supongan riesgos para el “normal funcionamiento y desarrollo integral de la Nación” (03.01.03.01). También se pone como prioridad monitorear las posibles consecuencias del plan económico, como los riesgos derivados de la apertura económica, que serían oportunidad para que intervengan “actores disfuncionales al interés nacional” (03.01.01.11), y las dinámicas de pobreza, desigualdad y desocupación, caracterizadas como “riesgos para el desarrollo integral de la Nación” (03.01.02.02).

    La centralidad del extractivismo en este proyecto político pone a la SIDE y a la Dirección Nacional de Inteligencia Criminal del Ministerio de Seguridad (DNIC) a enfocarse especialmente en hacer seguimiento de la conflictividad socioambiental y vigilar al activismo ambientalista y los pueblos indígenas que motorizan la resistencia a estos intereses económicos. La mirada está puesta en situaciones y actores que puedan afectar la “extracción, transporte y/o comercialización” de recursos naturales estratégicos (05.01.01.02), que “deriven en situaciones de conflictividad social” e incidan en la disponibilidad de recursos naturales (05.01.04.02) y más específicamente en los “actores estratégicos, vinculados a organizaciones ambientalistas”, con capacidad de incidencia política y/o de obstruir proyectos extractivos (05.01.03.03). Se ordena a la inteligencia criminal trabajar también sobre la posible “obstrucción” de proyectos extractivos por parte de grupos que pretendan proteger patrimonios culturales y/o sagrados, es decir, comunidades indígenas (05.01.04.04), habilitando el tipo de inteligencia ilegal que ya se registró en episodios anteriores contra el pueblo mapuche, por ejemplo. También incorpora como objetivo el seguimiento de las instancias internacionales (sistemas de protección de derechos, cooperación internacional pública y privada) que intervengan frente a “eventos climáticos extremos, la degradación del ecosistema y pérdida de biodiversidad” (05.01.03.01). Quienes promuevan acciones para evitar estas consecuencias de la matriz productiva extractivista son considerados actores “adversos al interés nacional” (05.01.03.01).

    Una tercera línea que habilita la vigilancia de actividades y expresiones políticas y sociales se enmarca en la hipótesis de que existen “amenazas para la gobernabilidad democrática y el orden constitucional” (03.01.05.02) y “tendencias de radicalización política” (03.01.05.04) a las que hay que monitorear. La vaguedad de estas fórmulas implica que hay que buscar en otras medidas o declaraciones de funcionarios las claves para entender cuáles podrían ser, para el gobierno, esas amenazas y procesos de radicalización. Durante el año pasado ese tipo de calificativos se utilizó para hablar de manifestantes, de grupos “anarquistas” o “antifascistas”, y de cualquiera que esbozara una resistencia a la violencia policial desplegada de manera sostenida en el espacio público. Sabemos que estos dos objetivos ya están siendo cumplidos, a partir de otra “filtración”, en este caso de una directiva firmada por Diego Kravetz, en la que ordena a la SIDE y al Ministerio de Seguridad (DNIC) vigilar y producir informes sobre “actores locales” que impliquen riesgos para el orden constitucional y la gobernabilidad democrática y sobre la “radicalización política y violencia extrema”.

    Otras “necesidades de inteligencia” incluidas en el PIN implican directamente la vigilancia de las protestas sociales. Encuadradas en la línea estratégica de “terrorismo” aparecen órdenes de realizar inteligencia en “actividades y/o manifestaciones en vía pública y/u otros ámbitos de asistencia masiva, que pudieran ser blancos de oportunidad” de la acción de grupos catalogados por el gobierno como terroristas (08.01.02.03). Por supuesto que la clave aquí está en los criterios que se utilizan para hacer esa evaluación. En un gobierno que catalogó como “terroristas” a personas que manifestaban frente al Congreso o a comunidades indígenas que reclaman sus tierras, esta orden es una carta blanca para espiar cualquier protesta social.

    Terrorismo sin bordes

    Después de los ataques del 11 de septiembre de 2001 se fue consolidando una arquitectura global para la lucha contra el terrorismo que naturalizó altos niveles de secreto y la posibilidad de violar derechos y garantías de las personas sospechadas. Por estas y otras razones, el uso de las categorías “terrorismo” y “terrorista” se fue ampliando, en la medida en que resulta útil para aquellos regímenes que quieren estigmatizar, criminalizar y desarticular a la disidencia política sin tener que rendir cuentas. Desde diciembre de 2023 Argentina se inscribe en este grupo de países, usando la categoría “terrorista” para designar a una amplia variedad de fenómenos y organizaciones, desde el narcomenudeo hasta pueblos indígenas, pasando, como ya se mencionó, por las personas que participan de manifestaciones, huelgas y otras formas de protesta social.

    El PIN se inscribe en esta misma lógica. El objetivo de producir información sobre presuntas actividades terroristas (probablemente una de las misiones centrales de una agencia nacional de inteligencia) se derrama sobre actividades y sujetos que quedan bajo vigilancia por su orientación ideológica o por sus reclamos históricos, incurriendo en las prohibiciones que establece la ley de inteligencia (art. 4 inc. 2).

    Las hipótesis de terrorismo que plantea el PIN son cuatro, y el problema es que en todos los casos se establece una especie de continuidad entre protesta, acción directa, violencia y terrorismo. En todos los supuestos se habilita, como ya se mencionó, la vigilancia de manifestaciones públicas u otras formas de protesta que pudieran ser “oportunidad” para acciones terroristas. También se ordena monitorear (o infiltrarse) en conflictos sociales, en aquellas “demandas legítimas” dirigidas al Estado que pudieran ser afectadas por la “injerencia” de terroristas. (08.01.02.09). En todas las hipótesis se avanza además en la confusión entre terrorismo y crimen organizado, siguiendo la matriz ya planteada en varias intervenciones del gobierno en 2024 y también por el gobierno de EEUU.

    En la primera hipótesis, vinculada a las “actividades de extremismo religioso” (eufemismo por terrorismo islámico), se ordena vigilar posibles conexiones locales de organizaciones terroristas, y se considera el “posible impacto en diásporas como entornos de blancos terrorista” (08.01.01.02), es decir, las comunidades musulmanas puede ser objeto de vigilancia. Esto ya generó problemas por el seguimiento inútil para la prevención de los atentados contra la Embajada de Israel en 1992 y la sede de la AMIA en 1994 que hizo la SIDE de la comunidad islámica en argentina y con los “falsos positivos” de los operativos promovidos por Patricia Bullrich en estos últimos años. Hay otro problema con esta primera hipótesis: la SIDE involucra aquí a la Dirección Nacional de Inteligencia Estratégica Militar (DNIEM), con lo cual los militares comienzan a participar en actividades de inteligencia externa e interna. El fundamento de esto es la intencional y persistente confusión que el gobierno promueve entre temas “internacionales” y cuestiones de “defensa nacional”, sin importar si se trata de una amenaza de tipo militar o no.

    La segunda hipótesis son las actividades terroristas “de raigambre anarquista”, instancia en la que involucra a la inteligencia criminal. Como esto no tiene ningún referente empírico, hay que tratar de adivinar a qué se refiere la SIDE cuando habla de vigilar a “los principales grupos anarquistas a nivel global” (08.01.02.01) o los espacios geográficos “pasibles de ser utilizados para (…) actividades de formación y capacitación en técnicas anarquistas” (08.01.02.02). Por supuesto que todo depende aquí de cómo va a utilizar la SIDE la categoría “anarquista”, pero en cualquier caso se trata de una clara persecución ideológica, ya que el mero hecho de expresar ideas anarquistas o integrar grupos autodenominados o catalogados de esa manera implica ser sospechado de terrorismo y entrar en la lista de vigilancia.

    Algo similar ocurre con la tercera hipótesis, la que ordena monitorear las actividades que respondan a “ideología exacerbada”, lo que incluye la “intimidación pública” (viejo delito que en los últimos años fue arrastrado al campo semántico del terrorismo) para impulsar “propósitos ideológicos extremistas”. Se incluyen aquí cuestiones como el “nacionalismo excluyente”, el racismo, o cualquier forma de intolerancia (08.01.03.01). Salta a la vista que, si se cumplieran a la letra estas órdenes, las milicias del propio gobierno deberían estar entre los primeros vigilados. Pero más allá de ello, otra vez aparecen unos términos de enorme amplitud, sin definiciones sobre lo que se entiende por “exacerbado” o ”extremo”.

    El último supuesto tampoco tiene un correlato en la realidad, pero resulta mucho más fácil interpretar a dónde apunta la SIDE ya que se trata de una caracterización que viene siendo instalada por distintos actores políticos y mediáticos en los últimos años. La hipótesis es la de actividades terroristas ligadas a “expresiones organizadas tendientes a incentivar acciones separatistas, contra el Estado Nacional, afectando su cohesión territorial” (08.01.04.01). Si bien no existe en la Argentina ningún movimiento separatista, la acusación de “atentar contra la unidad y soberanía del Estado” fue una y otra vez endilgada a comunidades indígenas, en especial mapuche, que reclaman que se cumpla la Constitución Nacional y se les reconozcan sus tierras ancestrales. Encuadrar estas reivindicaciones como terrorismo separatista habilita que el Estado haga inteligencia ilegal contra estas comunidades, como ya se registró en varias oportunidades, en especial entre 2016 y 2018.

    En todos estos puntos las partes del PIN que pudimos conocer son manifiestamente ilegales y lo dejan atado a la defensa del Estado y del proyecto político libertario. La reforma de todo el sistema de inteligencia por decreto sin debate político, sin que pase por el Congreso Nacional, se llena de contenido con estas definiciones político estratégicas del gobierno nacional.

    Fuente: https://informes.revistacrisis.com.ar/controlar-al-pueblo-para-entregar-la-patria/

     

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  • ¿Esto sigue siendo neoliberalismo?

     

    El segundo mandato de Trump marca el fin de una era, pero no el fin del dominio incontrolado del capital sobre nuestra sociedad. Entrevista a Vivek Chibber| Traducción: Florencia Oroz (JacobinLat).


    Los últimos cincuenta años han sido una era de dominio indiscutible del mercado en todos los ámbitos de la vida. Pero la agitación global provocada por la guerra comercial de Donald Trump ha suscitado no pocos interrogantes acerca de si estamos asistiendo al desmoronamiento del orden neoliberal.

    Melissa Naschek conversó con el editor de Catalyst, Vivek Chibber, para hablar acerca de las consecuencias de la política de aranceles de Trump, el auge del populismo de derecha en el mundo y sobre si la era neoliberal ha llegado realmente a su fin.

     

    MN

    Vivek, ya llevamos bastante tiempo con la presidencia de Trump, así que tenemos una idea bastante clara de cuál es su agenda. ¿Alguna vez imaginaste que sería así?

    VC

    No creía que fuera a cambiar tanto con respecto a su primera presidencia, a su primera administración. Así que más o menos sabía qué tipo de políticas iba a seguir. Pero el caos, la agresividad y la especie de manía que lo caracterizan… No creo que nadie esperara que llegara a este nivel. Así que es una combinación: sí, está haciendo lo que esperábamos, pero lo está haciendo de una forma mucho más agresiva y decidida, hasta el punto de que ha sacudido el conjunto de la economía política y la cultura.

     

    MN

    Si nos fijamos en los seguidores de Trump, hay una parte de su base que no podría estar más contenta, probablemente porque no esperaban que llegara tan lejos. Y luego lo hizo. Después hay otra parte que apostó todo el tiempo a que su presidencia iba a ser básicamente una copia de su primer mandato. Y ahora están enfadados con él por estar haciendo todo esto.

    VC

    Dentro de su base hay un llamamiento a cambiar el sistema, a derribar cosas, a destrozar las instituciones. Y esta vez ha venido preparado para hacerlo. Y si eso es lo que querías ver, sí, tienes que estar contento si eres partidario de Trump.

     

    MN

    Creo que eso es cierto, si realmente creías en sus palabras. Pero creo que mucha gente no lo creía, y lo interesante esta vez no es solo la intensidad de su agenda y sus políticas, sino también hasta dónde está llegando, lo que ha hecho que algunas personas empiecen a preguntarse si esto es algún tipo de punto de inflexión no solo en la historia política estadounidense, sino en todo el sistema económico mundial o más concretamente, si la nueva agenda de Trump significa el fin del neoliberalismo.

    VC

    Yo diría que hay un punto de inflexión en muchos sentidos. Mucha gente lo cree ahora. Da la sensación de que no hay vuelta atrás al capitalismo de la era Bush-Obama, que ha habido un cambio en la cultura política, pero también en el tipo de paquetes de medidas que podemos esperar ver ahora. Así que creo que ha habido un cambio en la cuestión del neoliberalismo. Es un poco más confuso, así que intentemos profundizar un poco en ello.

     

    MN

    Teniendo esto en cuenta, ¿crees que Trump es realmente el fin del neoliberalismo?

    VC

    No sé si Trump es el fin del neoliberalismo. Sí creo que estamos en una fase del capitalismo, o supongo que la gente lo llama ahora capitalismo tardío. No estoy muy seguro de lo que significa.

     

    MN

    En algún momento se nos acabarán las etapas tardías.

    VC

    En los años 80 existía el término «capitalismo tardío»; Ernest Mandel escribió un libro en los años 70 titulado Capitalismo tardío. De alguna manera se transformó en «fase tardía», y eso hace que parezca que está a punto de morir o algo así, que se encuentra en sus últimas etapas y que solo estamos viendo cómo se va encogiendo poco a poco hasta convertirse en una pequeña bolita.

     

    MN

    Es el capitalismo metastásico.

    VC

    Nos encontramos en una especie de punto de inflexión en nuestra economía política. Y el neoliberalismo, como palabra, se utiliza para describir todas estas dimensiones de la economía política: la dimensión global, la dimensión nacional. Sus componentes políticos, sus políticas económicas, las relaciones laborales, todas estas cosas entran en la categoría del neoliberalismo, y empieza a convertirse en algo tan amplio que no tiene mucho peso analítico.

    Creo que ahora estamos viendo algunos cambios importantes en él. Así que, en el fondo, lo que la gente entiende por «neoliberalismo» es simplemente un alejamiento del tipo de régimen regulador distributivo de los años 50, 60 y 70, que también tenía un lugar para el trabajo.

     

    MN

    También conocida como la economía de posguerra y la llamada «edad de oro del capital».

    VC

    Sí, la edad de oro del capital. En términos generales, el capitalismo social y democrático se aleja de eso hacia un régimen económico más desregulado y basado en el mercado. Se llama neoliberalismo porque es una nueva forma de liberalismo.

    Entonces, ¿qué es el neoliberalismo? Lo que se entiende por eso no es el liberalismo político, el liberalismo de los derechos y de la fuerte inclusión política. Lo que quieren decir es una economía desregulada, como la que había en el siglo XIX. Así que el neoliberalismo significa una nueva versión del capitalismo del siglo XIX, que dio lugar a todos esos gigantescos movimientos sociales que nos dieron el Estado de bienestar. Por lo tanto, se supone que el neoliberalismo significa, en términos generales, un giro hacia formas mercantilizadas de intercambio y distribución sin la intervención del Estado en las transacciones del mercado ni en la distribución de los ingresos.

    Si eso es lo que entendemos por neoliberalismo, y nos preguntamos: «¿Es este el fin?», la respuesta es no. Pero lo interesante es por qué la respuesta es no. Hay un aspecto en el que algo ha llegado a su fin, y eso es lo que la gente señala cuando se pregunta: si el neoliberalismo podría estar llegando a su fin. El primero es el apoyo social a todas estas políticas; el segundo es la dimensión global de esas políticas.

     

    MN

    ¿A qué te refieres con el apoyo social al neoliberalismo?

    VC

    Perry Anderson escribió este artículo en 2000, cuando se relanzó la revista New Left Review. La relanzó porque pensaba que estamos en lo que podría ser una era muy, muy larga de dominio del capital, tal vez llamada neoliberalismo. La idea era que esto requeriría una agenda intelectual completamente nueva para darle sentido.

    Y en ese momento, en ese artículo, Anderson hizo la observación de que la ideología del neoliberalismo —la ideología que celebra los mercados, el individualismo y un Estado muy minimalista— es muy hegemónica. La comparó con el poder de la Iglesia cristiana en la Edad Moderna y la Edad Media. Anderson pensaba que la ideología neoliberal era extremadamente poderosa. Lo que eso sugería en ese momento era que el neoliberalismo había tenido éxito como programa político, en parte porque había conseguido el apoyo de la población a través de esta ideología.

    Así que cuando hablamos de los apoyos sociales del neoliberalismo, lo que se transmite es la sensación de que no solo existía un consenso dentro de las clases dominantes y la clase política en favor de una economía política mercantilizada, sino que también se había ganado el consentimiento de las masas a través de diversos medios.

    Y ahora ese apoyo se ha derrumbado. ¿Cómo se ha derrumbado? Bueno, a partir de la época de Occupy Wall Street quedó claro que las enormes desigualdades que se habían acumulado en la década de 1980 y 1990 y principios de la de 2000 se habían vuelto tan marcadas que se produjo un rechazo cultural generalizado y una sensación generalizada de que las personas no solo debían tener derechos políticos, sino también económicos.

    Esto va en contra del espíritu neoliberal, que dice: «Tus únicos derechos son los derechos políticos en la economía». Obtienes lo que te da el mercado. Esa es la ideología del neoliberalismo. Ahora bien, mi opinión es que nunca ha habido un gran apoyo social al neoliberalismo. Creo que la gente siempre lo ha odiado. Creo que la gente odiaba tener que luchar por un trabajo, tener que luchar constantemente por su salario. Creo que odiaban la inseguridad que conllevaba, el retroceso del Estado de bienestar.

    Así que lo que cambió a partir de 2010 no fue que el apoyo al neoliberalismo se desmoronara. Fue que la ira contra el neoliberalismo finalmente se unió. Y, en mi opinión, los izquierdistas y los teóricos críticos de los años noventa y principios de los dos mil, que intentaban aplicar la teoría gramsciana sobre cómo se genera el consentimiento en el capitalismo y cómo el neoliberalismo y el thatcherismo generaron el consentimiento, estaban completamente equivocados.

     

    MN

    Una pregunta que tengo al respecto es que no es que no haya habido resistencia política hasta ahora. A lo largo de esta época ha habido intentos constantes, especialmente por parte de los republicanos, de amenazar con recortar estas prestaciones, en particular la seguridad social. Y cada vez que eso ocurre, por ejemplo, siempre hay una gran presión por parte de grupos sin ánimo de lucro y grupos de estadounidenses de edad avanzada para que acudan a los ayuntamientos a decirles a los republicanos: «No se atrevan a tocar mis prestaciones», y luego votar en contra de ellos en las elecciones de mitad de mandato como una especie de castigo.

    ¿En qué se diferencia este tipo de tensión política de las batallas anteriores para, por ejemplo, proteger el Estado de bienestar de los recortes, algo que habría estado en línea con el neoliberalismo?

    VC

    No ha habido grandes movilizaciones sociales desde la década de 1980, ni en apoyo de la seguridad social ni de ninguna otra causa. La resistencia a su desmantelamiento ha sido casi exclusivamente electoral y de presión. El fracaso de los republicanos y los demócratas a la hora de reducir el Estado de bienestar estadounidense no se debe a que el electorado o los trabajadores se hayan unido y hayan lanzado campañas masivas para frenar su agenda. Se debe a que cada vez que lo han intentado, han perdido las elecciones. Perdieron en las elecciones de mitad de mandato, y eso es lo que estamos viendo ahora mismo en la lucha por Medicaid en la agenda fiscal de Trump.

    Ahora bien, ese es un tipo diferente de resistencia. Es una resistencia a desmantelar ciertas políticas. Existe un tipo diferente de resistencia al capitalismo que tiene una agenda positiva, que no consiste solo en poner palos en las ruedas de los liberalizadores, sino en conseguir nuevos derechos dentro del capitalismo que antes no existían. Eso es lo que hizo el New Deal. En mi opinión, es inexacto decir que el apoyo al neoliberalismo se ha derrumbado. Es más exacto decir que la tolerancia hacia el neoliberalismo se ha derrumbado.

    Nunca ha habido una opinión mayoritaria entre los trabajadores y la gente corriente de que el thatcherismo y el reaganismo sean cosas buenas. En el mejor de los casos, había una aceptación a regañadientes, pero en su mayor parte había una sensación de resignación.

     

    MN

    Creo que eso encaja bien con tus comentarios sobre la distinción entre movimientos sociales y comportamiento electoral, debido al ejemplo tan citado de «en realidad, fue una decisión popular que se tomó para tener algo parecido al neoliberalismo». No sé si la gente vota exactamente por eso, pero el voto de la clase trabajadora a Reagan es un ejemplo muy citado de «bueno, esto es lo que quería la gente». Lo aceptaron activamente.

    VC

    No, no hubo aceptación del programa económico de Reagan. No hubo aceptación de lo que se conoció como reaganismo. Hubo una revuelta contra los demócratas. Hubo una revuelta contra el shock de Volcker, las subidas masivas de los tipos de interés, el desempleo que generó, pero nunca hubo la sensación de que lo que queríamos era un retroceso de nuestros derechos económicos y del Estado de bienestar. Ese es un argumento de ciertos intelectuales liberales de la derecha, pero es profundamente erróneo.

    Creo que la forma correcta de describir lo que ha cambiado es que el público ya no está dispuesto a tolerar lo que se le ha vendido durante treinta años, que es el neoliberalismo. Hay una ira dentro de la cultura y una demanda de algún tipo de cambio, diferente de lo que vimos en los años noventa y dos mil.

    Así que, aunque es un error describirlo como un colapso del apoyo al neoliberalismo, esa descripción sí que da en el clavo en algo, y es que las élites políticas no pueden dar por sentado que pueden salirse con la suya con las políticas sociales mercantilizadas que han aplicado durante los últimos treinta años. Ahora lo saben.

    Es un cambio importante. Porque hay una agitación dentro de la cultura política en la que se entiende que las élites políticas van a tener que cambiar, de forma drástica, la forma en que han estado haciendo las cosas.

    ¿Significa eso que van a alejarse del reaganismo, del thatcherismo, de lo que conocemos como neoliberalismo? La respuesta es, en gran medida, no. Hay un componente que están cambiando: lo que llamamos «globalización». Sin embargo, yo diría que el fin de la globalización, si queremos llamarlo así, no es el fin del neoliberalismo. Es simplemente un cambio dentro de una dimensión del neoliberalismo.

    El neoliberalismo tenía dos dimensiones. Estaba el frente interno y estaba el frente internacional. El frente internacional se ocupaba de cuestiones como los tipos de cambio, cosas por el estilo. Sin duda, está experimentando un cambio importante. Pero en cuanto a cómo los Estados y la clase capitalista se ocupan de la economía nacional —cómo acumulan capital, cómo obtienen sus beneficios, cómo tratan a los trabajadores y al Estado de bienestar—, no hay ningún indicio de que eso vaya a cambiar.

     

    MN

    ¿Podría hablar un poco más sobre su segundo punto, la base del neoliberalismo, concretamente la base política del neoliberalismo?

    VC

    Una vez que entendemos que el neoliberalismo no surgió porque las masas lo exigieran, la pregunta es: ¿cómo surgió? Bueno, surgió porque en Estados Unidos, y podemos limitarnos a Estados Unidos, se produjo un cambio en la forma en que la clase política y económica estadounidense entendía cómo reactivar el crecimiento y los beneficios.

    Desde finales de los años sesenta y durante toda la década de los setenta, la economía estadounidense estuvo bastante estancada. A finales de los setenta, el consenso, especialmente en la comunidad empresarial, era que la forma de reactivar el crecimiento era, en primer lugar, reactivar la rentabilidad. Los beneficios de las empresas.

    Las ganancias corporativas se estaban viendo afectadas, decían, por todos los costos excesivos que el Estado de bienestar y los sindicatos les habían impuesto. El Estado de bienestar, con sus altos niveles de impuestos a los ricos y su gran cantidad de seguros sociales, que, según ellos, desmotivaban a los trabajadores.

    Y luego, por supuesto, estaban los sindicatos, con todas sus reivindicaciones sobre los ingresos de las empresas para conseguir salarios más altos, pensiones, prestaciones, cosas por el estilo. Así que la idea era que teníamos que recuperar la iniciativa —«teníamos» en referencia a la comunidad empresarial— para que, al rechazar todos estos costes, pudiéramos recuperar una mayor parte de nuestros ingresos y conservarlos como beneficios.

    Y una vez que obtenemos esos beneficios, podemos reinvertirlos y esa reinversión conducirá a mayores niveles de crecimiento. Ahora bien, esta era una perspectiva elitista. Para llevar a cabo esa perspectiva, tenían que lidiar con el hecho de que los sindicatos se opondrían a ella. El primer punto de su agenda era debilitar o incluso eliminar los sindicatos.

    Así que en los años 1970, lo que vemos es un ataque generalizado al movimiento sindical, y se hace por dos razones. Es un fin en sí mismo: se reduce el poder de los sindicatos y, con ello, se aumenta el propio poder en el lugar de trabajo como directivo. Se aumentan los beneficios porque los sindicatos pueden exigir menos.

    Pero también hay un beneficio político, que es que, una vez que los sindicatos desaparecen, desaparece la principal fuente de apoyo al Estado de bienestar. Y entonces puedes empezar a rechazar todos los costes que el Estado de bienestar te impone.

    Esa era la esencia. No se impuso mediante algún tipo de deseo masivo de la clase trabajadora por el neoliberalismo. Se les impuso. Y una vez impuesto, bueno, quisieron luchar. Pero si no tienes sindicatos, si todas tus instituciones sociales están siendo desmanteladas, ¿cómo vas a luchar? No queda nada. Lo único que te queda son las elecciones.

    Así que, una vez que lo único que les quedaba era el voto, en realidad se le facilitó mucho el trabajo a los partidos políticos, porque durante esos cuatro años, entre elecciones, tienes vía libre para hacer lo que quieras, porque no hay sindicatos ni instituciones sociales.

    Ese consenso dentro de la clase dominante en favor de este nuevo tipo de economía de mercado lleva más o menos cuarenta años vigente.

     

    MN

    Entonces lo que estás diciendo es que, a lo largo del neoliberalismo, ha habido un consenso en que el Estado de bienestar perjudica la rentabilidad de las empresas. Y que, a su vez, si queremos mejorar esa rentabilidad, tenemos que eliminar un obstáculo importante para la reforma del Estado de bienestar, que son los sindicatos.

    ¿Trump está desafiando, de alguna manera, todo ese consenso, porque es alguien que básicamente se presentó a las dos elecciones con el lema «No vamos a tocar el Estado de bienestar. No voy a hacer nada para quitaros vuestras prestaciones»? Y aunque no era explícitamente prosindical como Bernie Sanders, tampoco hizo campaña con un programa antisindical.

    De hecho, en su primer mandato, trabajó con los sindicatos para mantener sus puestos de trabajo aquí. Y al comienzo de su segundo mandato, se armó mucho revuelo por el hecho de que nombrara a un secretario de Trabajo que estaba a favor de la Ley Pro. Entonces, ¿son Trump u otros políticos como él, como Josh Hawley, de alguna manera diferentes?

    VC

    Es una buena pregunta, y debe abordarse en dos niveles diferentes. El primer nivel es: ¿Podrían estos políticos ser precursores de una especie de escepticismo elitista hacia el neoliberalismo? Una vez más, por neoliberalismo nos referimos al dominio sin restricciones de los mercados sobre nuestras instituciones sociales. Y el segundo nivel es: Incluso si son escépticos al respecto, ¿son escépticos respecto a la cuestión subyacente, que es la priorización de los beneficios empresariales y el poder directivo por encima de los intereses y las vidas del resto de la población?

    Creo que esa distinción se pierde a menudo en estas conversaciones. Empecemos por la primera pregunta. ¿Es posible que personas como Trump o Hawley sean escépticas respecto al dominio tradicional del libre mercado? Creo que la respuesta es sí, son escépticos en el sentido de que están dispuestos a alejarse de algunos de sus componentes en interés del proyecto de clase más amplio al que se han comprometido. Ahora bien, ese proyecto de clase más amplio es lo que trataré en la segunda dimensión de la que he hablado, pero el mero hecho de que estén interesados en cuestionarlo no debe eludirse ni minimizarse. Creo que es algo importante y que ha tenido eco entre la población.

    La razón por la que ha resonado en la población es porque, como he dicho antes, están muy enfadados. Ya no están dispuestos a tolerar el régimen tradicional. El dilema al que se enfrenta la clase dirigente estadounidense —y la europea— es que no son ellos los que quieren alejarse de cuarenta años de neoliberalismo. Es algo que les está siendo impuesto por la población.

    Entonces, lo que están tratando de averiguar es: ¿cómo podemos mantener los aspectos más amplios de nuestro poder sobre la población mientras reestructuramos las instituciones de alguna manera para absorber todos los ataques, las críticas y el resentimiento del electorado? Eso es lo que están tratando de hacer. Ahora bien, para lograrlo, puedes tener a alguien como Hawley diciendo: «Necesitamos preservar la red de seguridad social». Puedes tener a alguien como Trump diciendo: «No tocaré Medicaid ni Medicare».

    Pero hay que entender qué son esas cosas. No son, en modo alguno, una revitalización del Estado de bienestar. En el mejor de los casos, lo que dicen es que mantendrán el statu quo anterior. El statu quo anterior es lo que ha provocado toda la ira de la población en primer lugar. Así que no es una solución muy buena. Lo único que dicen es que no mantendrán el ritmo acelerado con el que han estado desmantelando todo y obligando a la gente a tragarse los mercados.

    Pero desde el punto de vista de la gente, no es nada. Es algo, ¿no? Y ahora están tan desesperados por algún tipo de alivio tras cuarenta años de miseria que una gran parte del electorado ve eso como algo a lo que aferrarse. Así que es muy posible que veamos a algunos sectores del Partido Republicano —e incluso a algunos sectores de la derecha europea— apoyar algún tipo de programa redistributivo débil. Y con eso nos referimos a algún tipo de Estado de bienestar débil. Es totalmente posible.

     

    MN

    Lo que están haciendo es simplemente no seguir atacando.

    VC

    Así es. Debemos entenderlo como una ralentización del ritmo del desmantelamiento, más que como una inversión del mismo.

     

    MN

    Correcto. Y es notable que Trump no esté siendo comparado con Roosevelt en este caso.

    VC

    No. Y ya sabes, el populismo en su momento significaba ataques masivos al poder de la élite. El populismo actual simplemente significa ralentizar los ataques a la clase trabajadora. Eso es todo lo que significa. De acuerdo. Pero mira, no es insignificante. Incluso Hawley, a quien la gente señala como precursor de los cambios dentro del Partido Republicano, está bastante aislado. En la actualidad, es muy reducido el contingente dentro del Partido Republicano que está interesado en preservar la red de seguridad social. Hay literalmente una docena, quizá dieciocho congresistas y un senador. Así que no estamos hablando de un cambio importante en el partido.

    Pero, de nuevo, no debemos ignorarlo. No es insignificante. Y si no fuera por ellos, ahora mismo veríamos en la reforma fiscal de Trump un ataque generalizado a Medicaid. Ahora bien, hay una cuestión más profunda, que es suponer que esa versión del Partido Republicano, ese ala del Partido Republicano, esa ala de la derecha europea, crece hasta cierto punto. Y  vemos un giro hacia los sindicatos y  vemos un giro hacia algún tipo de alejamiento del libre comercio y cosas por el estilo. ¿Significa eso el fin de los últimos cuarenta años de dominio de clase y poder de los empresarios? La respuesta tiene que ser no.

    Esto significa, en mi opinión, que el neoliberalismo no es el problema. Recuerden que empezamos diciendo que la esencia del neoliberalismo es un giro hacia el tipo de dominio de los mercados del siglo XIX. La cuestión es que lo que requiere una democracia plena no es tanto una reducción de los mercados en sí mismos, sino la plena participación de la gente común en las instituciones políticas que los gobiernan. Es posible que haya un dominio sin restricciones del capital en una situación en la que existen instituciones corporativistas.

     

    MN

    ¿Puede explicar qué es una institución corporativista y por qué sería compatible con el poder capitalista?

    VC

    Lo que intentamos comprender es: ¿qué necesitan los trabajadores para defender sus intereses en una situación en la que estos no coinciden con los de los ricos? La razón por la que la clase trabajadora luchó por la democracia es porque pensaba que las instituciones democráticas, el derecho al voto, serían una flecha más en su carcaj para intentar luchar por una vida digna en una situación en la que no tiene mucho control sobre las instituciones clave de la sociedad: el lugar de trabajo, el gobierno, cosas así.

    Así que pensaron que el voto era un elemento muy importante para ello, y los sindicatos son un elemento muy importante para ello. Ahora bien, el deseo de la clase dominante de desmantelar todas estas instituciones, como los sindicatos y otras instituciones sociales, se debía a que quería ejercer un dominio unilateral sobre la política y la economía.

    Hay varias formas de ejercer ese dominio unilateral. Una es a través de los mercados libres, pero también pueden hacerlo organizando a la sociedad civil en lo que se denomina organismos corporativos. No se trata de empresas. Se trata de entidades colectivas que organizan los intereses de las personas de alguna manera. Los sindicatos son un organismo corporativo. Las asociaciones cívicas son un organismo corporativo. Los partidos políticos también pueden ser un organismo corporativo.

    A menudo se olvida que en los años veinte y treinta, cuando la extrema derecha tenía el mayor poder que hemos visto en el último siglo, no lo hizo a través de los mercados libres. Lo hizo a través de lo que se denomina instituciones corporativistas. Es decir, sindicatos, asociaciones cívicas, grupos de ciudadanos. Todas estas cosas que asociamos con una democracia próspera también pueden ser instrumentos del poder capitalista. El ejemplo clásico de esto fue el fascismo.

    En el fascismo no imperaba el libre mercado, sino el dominio de las empresas a través de asociaciones cívicas y organismos ciudadanos. Incluso llegaron a controlar los sindicatos. La razón por la que señalo esto es que lo que la izquierda debería luchar no es por el fin del libre mercado en sí mismo, aunque eso es importante, sino por el fin de la hegemonía de las empresas sobre la sociedad.

    Esa hegemonía de la clase patronal puede ejercerse a través de los mercados libres, pero también a través de cosas como los sindicatos de empresa. Puede ejercerse a través de cosas como los grupos vecinales de derecha, cuya función real es vigilar a los ciudadanos. Puede ejercerse a través de unos medios de comunicación que, en apariencia, son libres, pero que en realidad están completamente controlados por sus propietarios privados, que los utilizan como instrumentos de propaganda.

    Eso significa que cuando vemos al Partido Republicano avanzar formalmente hacia el apoyo a cosas como alguna forma de sindicatos o instituciones sociales, no hay que tomarlo como una victoria de la izquierda. Porque, en el contexto de la hegemonía de los empresarios y las empresas sobre la política, estas aperturas hacia los sindicatos, etc., pueden volverse en contra de los intereses de los trabajadores y a favor de los intereses de los empresarios.

    Así que ahora mismo, cuando vemos a alguien como Trump o Hawley diciendo que debemos alejarnos del neoliberalismo, eso no significa que estén diciendo que debemos avanzar hacia el empoderamiento de los trabajadores. Podrían estar diciendo simplemente que necesitamos nuevas formas de control social. Y esas nuevas formas de control social, formalmente, en apariencia, pueden parecer realmente el tipo de instituciones que asociamos con una democracia próspera. Históricamente, el polo opuesto de una sociedad democrática, que es el fascismo, tenía todo tipo de instituciones que eran contrarias al libre comercio y al libre mercado, ninguna de las cuales favorecía los intereses de los trabajadores.

     

    MN

    Creo que tus comentarios aportan mucha claridad sobre el estado de la situación política. Pero probablemente el fenómeno más importante al que se refiere la gente cuando dice «esto significa el fin del neoliberalismo» son los ataques a la globalización y la supuesta desglobalización que está instaurando Trump. ¿Hasta qué punto cree que es legítimo? ¿Estamos desglobalizándonos?

    VC

    Creo que se puede decir que nos estamos desglobalizando si con ello nos referimos a que la expansión e integración continuadas de la economía global están llegando a su fin. No es que la integración esté llegando a su fin, sino que la expansión continua de la integración está llegando a su fin. Y eso, en realidad, si entendemos que la desglobalización lleva ya unos quince años en marcha, desde la crisis de 2008.

    Lo que vemos desde la crisis de 2008 es que el nivel de integración —si lo medimos cuantitativamente— de la economía global se ha estancado. Desde aproximadamente 1980 hasta 2010, fue en aumento. La economía mundial se fue integrando cada vez más. Alrededor de 2010 se estabilizó, lo que significa que no se desintegró, no se desmanteló la integración, sino que simplemente entró en una fase de estancamiento, con el nivel de integración existente más o menos igual.

    Eso significa el fin de la expansión de la integración global. ¿Es posible que empecemos a ver una reducción del grado de integración? Sin duda es posible. Pero si tuviera que aventurar una respuesta, diría que lo que veremos es una ligera reducción del nivel de integración y luego una nueva estabilización. Es decir, no se producirá una desglobalización continua a lo largo del tiempo. Lo que veremos es un descenso gradual del nivel de integración y luego una estabilización a partir de un punto determinado. Y la razón es sencilla: el grado de integración es tan grande que deshacerlo para volver a unas economías nacionales aisladas sería tan disruptivo que los gobiernos no podrían soportarlo.

     

    MN

    ¿Crees que las políticas comerciales de Trump son en parte responsables de esta dinámica?

    VC

    Sí, sin duda. Ha sido un acontecimiento cataclísmico. Ahora bien, aún es pronto y Trump ha dado marcha atrás en gran parte de lo que ha hecho. Pero ya se sabe que es el modus operandi de Trump. Subió los aranceles a niveles desorbitados, como si fuéramos a sufrir una catástrofe mundial, y ahora los ha rebajado a niveles simplemente muy altos, que no parecen catastróficos, pero que siguen siendo bastante elevados para los estándares históricos.

    Y nadie sabe dónde va a acabar todo esto. Pero tenemos que esperar una clara posibilidad de que se produzca un cierto grado de desintegración de esa integración.

     

    MN

    Las especulaciones que he oído sobre dónde acabaremos son vagas y ominosas, del tipo «no podemos volver atrás», y eso va de la mano con este comentario sobre cómo Trump ha dañado irreparablemente la reputación de Estados Unidos. Volviendo a nuestro episodio sobre el poder blando, la implicación es que lo que Trump está haciendo en esencia es desmantelar el imperio estadounidense, y eso se presenta como otro dato para decir: «Bueno, miren, el neoliberalismo está llegando definitivamente a su fin porque siempre ha coexistido con el imperio estadounidense».

    VC

    Hay cierta confusión, y eso se debe a que el neoliberalismo se ha convertido en un cajón de sastre que lo abarca todo. Así que creo que hay una reducción del imperio estadounidense, pero no es por culpa de Trump. Lo dije hace varios episodios: lo que Trump está haciendo es simplemente reconocer un hecho, que es que el poder geopolítico estadounidense ya no es incuestionable como lo era hace treinta o cuarenta años. El poder geopolítico se basa en última instancia en el dominio económico, y el dominio económico estadounidense en la economía mundial simplemente no es lo que era hace cuarenta años.

    Ahora hay países que han logrado ascender en la escala económica mundial. China es el mejor ejemplo, pero no es el único. En América Latina, economías como la de Brasil. En el sur de Asia, la economía india. Obviamente, está Rusia, que ha logrado defenderse de toda Europa que ha acudido en ayuda de Ucrania.

    Todo esto demuestra que Estados Unidos ya no puede seguir tomando decisiones unilaterales en la economía mundial, lo que significa que tiene dos opciones: o bien seguir con las fantasías de Biden, que consiste en seguir siendo una potencia política hegemónica a nivel mundial, aunque económicamente ya no pueda tomar decisiones, o bien reducir sus ambiciones políticas globales a la misma escala que sus ambiciones económicas, es decir, a la escala de su capacidad económica. O bien rebajar sus ambiciones políticas globales al mismo nivel que sus ambiciones económicas, es decir, a su capacidad económica.

    Y creo que si no hubiera sido Trump, si hubiera sido cualquier otra persona, habrían tenido que hacer lo mismo. Estados Unidos ya no puede tomar las decisiones. Por lo tanto, se está reduciendo el alcance de Estados Unidos a nivel mundial. ¿Significa eso que el imperio estadounidense se está reduciendo? Sí, tiene que ser así, porque un imperio es simplemente la influencia que se ejerce sobre otros países, y eso se va a reducir. No hay forma de evitarlo.

    ¿Significa eso que el imperialismo estadounidense está llegando a su fin? Por supuesto que no. Simplemente será una potencia imperialista más débil que hace cuarenta o cincuenta años. Entonces, cuando decimos que los aranceles están provocando el fin o el desmantelamiento de un aspecto del neoliberalismo, ¿significa eso que los trabajadores estadounidenses deberían apoyar el régimen arancelario? La respuesta es no, en realidad no, porque volvemos al punto que he mencionado antes, que el neoliberalismo no es el problema. El problema es si los trabajadores tienen algo que decir en lo que está pasando a su alrededor. Los aranceles no son un regalo para los trabajadores, sino para el capital. Lo que hacen los aranceles es reducir las amenazas competitivas a las que se enfrentan los empresarios por parte de sus rivales en otras partes del mundo.

    Eso sí que es un regalo para los empresarios. Hay una parte de la izquierda que piensa que si de alguna manera se recupera la industria manufacturera, se podrá volver a sindicalizar. No es así. Si nos fijamos en los nuevos talleres del mundo, ya sea en China, en algunas partes de la India o en algunas partes de América Latina, donde el capital ha fluido en los últimos veinte años para reactivar la industria manufacturera o para construirla, vemos que son talleres infernales.

    Las condiciones de trabajo allí son peores que las que hemos visto nunca en la industria manufacturera en cualquier parte del mundo. Peores que las de la industria manufacturera del siglo XIX en Inglaterra y Alemania. La industria manufacturera no significa el renacimiento de los sindicatos. La organización significa el renacimiento de los sindicatos, y lo cierto es que la clase empresarial ha aprendido en los últimos ochenta años a inmunizarse también contra los esfuerzos de organización dentro de la industria manufacturera. Llevan unas cuatro o cinco décadas de ventaja a la izquierda, que sigue viviendo en ese mundo fantástico de los años treinta y cuarenta, en el que, si se consigue la industria manufacturera, se repetirá la historia de esos años. No será así, porque las formas de poder y control gerencial han evolucionado enormemente desde entonces.

    Vamos a tener que idear estrategias de organización completamente nuevas, incluso en la industria manufacturera. Así que, aunque los aranceles de Trump devuelvan en cierta medida la industria manufacturera a Estados Unidos, lo que probablemente ocurrirá en cierta medida, eso no significa que vayan a volver los sindicatos. Eso depende de que los organizadores aprendan el nuevo panorama, no solo en los servicios, sino también en la industria manufacturera.

    No hay razón para suponer que, en este nuevo panorama, la vuelta de la industria manufacturera aumente la probabilidad de que surjan sindicatos y se organicen. Simplemente no hay razón para creerlo, porque el poder y las formas de control gerencial en la industria manufacturera son completamente diferentes a lo que eran en la década de 1930. Vamos a tener que reinventar el significado de la organización, lo que significa que «el fin del neoliberalismo» a nivel internacional en el régimen global no debe verse como una panacea ni como un regalo para la izquierda o los trabajadores per se. Es, en primer lugar, un regalo para el capital.

    Seguimos en la era del dominio incuestionable del capital. El hecho de que esté experimentando con nuevas formas institucionales no debe engañarnos.

     

    MN

    ¿Dices que ha habido algunos cambios políticos significativos en los últimos diez años, mientras que nuestra política estuvo marcada por Trump y su presencia, pero que esos cambios no han alterado realmente las dinámicas de poder fundamentales de la sociedad, sino que se han instituido para reforzarlas?

    VC

    Hay indicios de que la clase dominante y la clase política están muy inquietas. Les preocupa que ya no se pueda dar por sentada la tranquilidad de una población pacificada, abatida y cínica. Por eso están experimentando con nuevas instituciones sociales y económicas que podrían lograr dos cosas: en primer lugar, sofocar de alguna manera toda la ira y el resentimiento de la población y, en segundo lugar, preservar el desequilibrio básico de poder entre los detentadores de la riqueza y el resto de la población.

    Y lo que nosotros, como izquierdistas, no debemos hacer es dejarnos confundir por el hecho de que estén utilizando la retórica del antineoliberalismo y la retórica del antiliberalismo. No debemos confundir eso con la retórica del empoderamiento social. Porque eso nunca vendrá de arriba. Nunca vendrá de la derecha quitándose la venda de los ojos y diciendo: «Bueno, ahora queremos ser un partido de la clase trabajadora».

    Eso solo vendrá si los trabajadores y los ciudadanos de a pie imponen a estos centros de poder su propia visión de cómo sería una sociedad más democrática, e insisten en que las instituciones que están construyendo estén libres del control de los empresarios, libres del control de sus señores corporativos y políticos, y estén sujetas a sus propios dictados, a su propia toma de decisiones democrática. Nada de eso figura en la agenda de todo este populismo de derecha, ni siquiera en el populismo del Partido Demócrata.

    Porque, como he dicho antes, la lucha actual entre demócratas y republicanos es que los demócratas quieren una clase política más multirracial y socialmente heterogénea que gobierne al pueblo, y los republicanos están más contentos con una clase política más blanca y tradicional que gobierne al pueblo. Ninguno de estos dos partidos piensa en el 80% más pobre de la población.

    Y hasta que eso ocurra, es posible que se produzca un alejamiento de lo que se denomina neoliberalismo, que es el dominio de los mercados. Pero no se alejará el dominio de clase de los ricos y las élites sobre la población, porque pueden hacerlo a través de diversas instituciones, de las cuales solo una es el libre mercado.

     

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  • Denunció a su ex por amenazas y lo encontraron armado en un motel

     

    Una mujer se animó a contar que su expareja, encargado de un motel, la había amenazado con un arma de fuego. El testimonio encendió las alarmas judiciales y, en cuestión de horas, se ordenó un allanamiento de urgencia en Río Gallegos.

    La escena se trasladó al motel Eros, en el barrio La Herradura, donde este martes por la tarde irrumpieron varias divisiones de la Policía de Santa Cruz. Allí encontraron una pistola calibre 9 mm lista para ser peritada, además de teléfonos celulares, tarjetas de memoria, una tablet y otros dispositivos digitales que podrían aportar pruebas decisivas para la investigación.

    Foto: Policía de Santa Cruz

    El hombre, señalado por su expareja como autor de las amenazas, fue sorprendido por los uniformados y quedó demorado. Ahora deberá enfrentar a la Justicia en el marco de una causa por violencia intrafamiliar, un delito que viene ganando visibilidad en la provincia y que obliga a respuestas rápidas por parte de las autoridades.

    La investigación sigue abierta y no se descartan nuevos procedimientos, mientras el caso expone una vez más cómo la violencia de género y las amenazas con armas atraviesan la vida cotidiana y requieren acciones firmes para frenar el círculo de agresión.

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  • Milei será recibido por Donald Trump en la Casa Blanca

     

    El presidente Javier Milei confirmó de manera escueta y contundente un encuentro de alto nivel con su par de los Estados Unidos, Donald J. Trump. Con un tuit que simplemente decía «REUNIÓN EN CASA BLANCA. Fin.», el mandatario adelantó la noticia que minutos después fue oficializada por la Cancillería argentina.

    La visita se concretará el próximo 14 de octubre en Washington D.C., en un gesto que busca sellar la «excelente relación bilateral» y la sintonía política entre ambos líderes.

    Un encuentro para «fortalecer la asociación estratégica»

    En un comunicado oficial, el Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto informó que Milei «tendrá el honor de ser recibido en la Casa Blanca por el Presidente Donald J. Trump».

    «Este encuentro representa una nueva oportunidad para continuar fortaleciendo la asociación estratégica entre ambos países, basada en valores compartidos y en el compromiso común con la libertad, la democracia y la prosperidad de nuestros pueblos», destacó la Cancillería.

    Hospedaje en Blair House

    El comunicado oficial también reveló un detalle que subraya la importancia que la administración estadounidense le otorga a la visita: «El Presidente Milei y su delegación serán alojados en Blair House, la residencia oficial destinada a los jefes de Estado en visita a Washington, D.C.».

    Este gesto diplomático, reservado para los aliados más cercanos, refuerza la sintonía entre ambos gobiernos y anticipa una agenda de trabajo enfocada en consolidar los lazos políticos y económicos entre Argentina y Estados Unidos.

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