En la tarde de ayer, el equipo de Educación Vial de la Dirección de Tránsito de la Municipalidad de Villa Regina, se hizo presente en la Colonia de Vacaciones de Niños Municipal que se desarrolla en el Polideportivo Cumelen debido a las inclemencias del clima.
Participaron niños de Barrio Nuevo, Melipal, Cipolletti, El Sauce, La Grava, Pretto, Businelli, Los Fresnos, Santa Rita, Frutillar, Tinti Méndez y Moschini.
Con el lema de concientizar a los más pequeños en lo que respecta a la educación vial, se realizaron distintas actividades sobre esta temática y se sigue apostando a las infancias como generadores de cambio, multiplicadores de información y compromiso con este tema.
Queremos agradecer al Director de Deportes, Damián Álvarez, y a su equipo y a los profesores de la Colonia por participar y comprometerse con esta materia tan necesaria para cambiar y/o modificar la cultura vial existente.
Las actividades de educación vial comenzaron a principios de este mes y seguirán a lo largo del año en distintas instituciones públicas y privadas.
El Intendente Marcelo Orazi recibió esta mañana al Secretario de Estado de Cultura de la provincia de Río Negro Ariel Ávalos con quien analizó y coordinó los temas que serán parte de la agenda cultural para este año. Al término del encuentro, Ávalos manifestó que “la preocupación del Intendente es la que tenemos todos, la…
Se acerca la 1° Fecha del Tour Patagónico de Kitesurf, el popular evento deportivo que se llevará a cabo en el Parador de Punta Verde de la localidad de San Antonio Oeste. Quien está a cargo de la organización del evento es Iván Carpintero – Dueño e Instructor de Costa Sur Kitesurfing – y tiene grandes expectativas, espera…
El Intendente Marcelo Orazi y la responsable del Área Mujer y Diversidad Fabiola Parra participaron esta mañana de la presentación del programa provincial ‘Consolidarnos’ que busca fortalecer las áreas de género y diversidad municipales, a través de capacitación, asistencia técnica y financiamiento. El acto fue encabezado por la Gobernadora Arabela Carreras, acompañada por el Ministro…
La nadadora rionegrina Ailén Lascano Micaz cruzó el Canal de la Mancha hace pocas semanas y ya encara otro desafío que va a jugar de local. La viedmense se encuentra en San Carlos de Bariloche con el fin de completar la Milla Helada en el lago Morenito. Este fin de semana Ailen va a intentar…
En el gobierno temen que, si escala la guerra con el Chiqui Tapia, Messi salga a bancar al presidente de la AFA y termine perjudicando a Milei. Asesores libertarios recomiendan bajar la intensidad de la pelea con el presidente la AFA.
Pero Milei alimenta la pelea y en las últimas horas publicó un tweet jactándose se su supuesto triunfo contra Tapia: «3 a 0. Twitter, tribunas y cancha». La ocurrencia fue festejada por los libertarios, aunque otros usuarios respondieron posteando un video con la opinión de Diego Maradona sobre los arqueros.
Tapia no solo está enfrentado con el gobierno por la cuestión de las SAD, sino que le sacó a Clarín la transmisión de los partidos del ascenso, una cuestión que alimentó las críticas al presidente de la AFA en los programas del grupo.
Milei se reunió en los últimos días con un asesor. El consultor le dijo que el enfrentamiento con Tapia iba a alinearlo con Clarín. «Es en lo único que vamos a coincidir», le respondió Milei, que nunca sacó de su cuenta de Twitter un posteo fijado contra el multimedios.
El problema es que con el correr de las horas la pelea comenzó a descontrolarse fuera de las redes.
En los últimos días vandalizaron homenajes a Ángel Di María, hubo insultos a Rodrigo De Paul en Instagram y el sábado destrozaron una estatua de Messi en Mar del Plata.
Como contó LPO, Karina no está de acuerdo con profundizar la pelea. Creen que les sirve como relato para criticar a la casta y que es mejor que la conversación gire en torno al Chiqui y no a los problemas para llegar a fin de mes.
La entrega de una copa que no existía a Rosario Central y que despertó el rechazo del hincha de fútbol fue un gesto de Tapia para Ángel Di María, figura en la final contra Francia en Qatar, y no un guiño al equipo rosarino.
Di María es muy amigo de Messi, con quien atravesó una década de críticas antes de conocer la gloria sudamericana y mundial.
Cerca de Karina saben Tapia banca a fondo a Messi y Messi banca a fondo a Tapia. Creen que además no tienen demasiado para ganar: hay pocas chances de desbancar a Tapia por el apoyo de la mayoría de la dirigencia del fútbol y si intervienen la AFA se expondrían a quedarse sin Mundial. O peor: podrían forzar a Messi a salir a apoyar públicamente al Chiqui. La relación con astro argentino es una línea roja que Milei no debería cruzar, evalúan en el gobierno.
Lloré cuatro veces con La maravillosa. Leí este libro como si su autora me hablara, como si en un viaje largo al sur me contara la historia, mientras vamos sorteando la infinita largura del camino, la pampa húmeda llorada por su historia y la de todos los hijos mal queridos del mundo, la meseta patagónica y el dolor más crudo del desierto conocido, el borde de la cordillera, abismal aunque hermoso, la condena de la geografía insular sobre el niño o la niña atrapados en la montaña materna.
Esta novela consigue algo muy difícil, hacernos soportables el infierno de un desquicio que vuelve, como la voz materna que se fragua en el dolor del hijo, como esa ruptura del pacto humano de la existencia misma de la especie, donde lo biológico se impone como una cárcel: serás el rehén de quien te parió, cuya moral no le permitirá arrepentirse de su maternidad, la reproducirá y la volverá a sacar lustrosa para conseguir el perdón del hijo, el amor del hijo, la piedad del hijo, el agradecimiento, porque soy tu madre. Ese soy tu madre es condena y en este libro es exilio, es ruptura y es reconstrucción lejos del nido carcelario que se fungió como mandato social y modo de salvación de su creador, creadora en este caso.
La autora se mueve, es una desplazada temprana. La niña que observa cómo el volumen —en todo sentido de volumen— de Sandra, la madre recreada en la estepa previa a la cordillera austral, aumenta con el tiempo y con la crueldad, mueve los ojos, siempre dispuestos a ver, vivaces ojos de pájaro que planea el mundo sin permitirle al mundo que la toque. Esa mirada es inaugural en la novela, novela tramposa como la madre, porque engaña desde su mención novela para ocultar su matriz crónica visceral. Las mañas de la Maravillosa mutan en Erika Halvorsen volviéndose virtud de un modo misterioso.
La mirada se desplaza para crear el paisaje emocional que marcará la historia hasta el final, sin darnos respiro, sin permitirnos la pausa de la literatura emocional fememina-feminista, el acostumbramiento a un modo lírico contemporáneo que ha cundido en la última década hasta lograr la saturación. La mirada de Halvorsen, mirada amplia, de cóndor rey, es un refugio para ella y logra sacarla de las entrañas de su memoria para volverla no testimonio victimizante, no llorería latinoamericana, sino inteligencia salvaje; he allí la clave de todo lo que nos ocurrirá junto a ella a lo largo de esta crónica descomunal: una vida, la suya, seis vidas de hijos, hermanos, un padre, una madre imposible de asir, de abrazar, de querer.
Es la mentira entonces la que da inicio a la historia. La mentira de la forastera que llega al pueblo perdido, al pueblo minero, con los críos de sus primeros años en la gran ciudad y ya seducido el vikingo que le dará dos hijos más. En el camino se deshará de uno, y fundará el mito, la mentira que llevará la sordidez de su propia humanidad al delirio de un pasado lleno de lujo y de glam. El cuarto hijo tiene un origen especial, un origen que la hará a ella sospechosa de una aventura mayor, la escena estelar de una vida que se dejó atrás: ella, que en su documento se llama Rosa aunque elija el Sandra para ser única entre todas las pueblerinas, ella, la única, es Rosa. Rosa, la maravillosa. Porque fue su amante, la de Sandro, porque fue con él con quien engendró al cuarto de sus hijos, porque fue Sandro, el gitano, el que la sedujo y compuso ese disco, todo ese disco, pensando en ella, en su cuerpo, en su boca, en su sabor.
Sandra, Rosa, la maravillosa, se hizo a sí misma mostra. Una mostra antes de las mostras que ahora están de moda, porque ni Moria Casán existía cuando esta mostra se inventó. Aunque la Casan pudo haber inspirado su invención, porque el vikingo se calentaba con la Casán, y ella lo sabía. Se calentaba con ese tipo de mujerona, la guitarra argentina de los setenta, la que inspiró las caderas siliconadas de nuestras traviarcas, la que hizo el cuerpo de Lohana así de voluptuoso. La maravillosa se fundió con el hierro y los metales bajos de un pasado prostibular que diluyó en el oro de una invención: ella fue la mejor, ella fue la que entraba sin pagar por la puerta grande de Mau Mau con su mascota atada a un lazo, una leona cachorra que la enaltecía como la domadora de hombres que supo ser. Y ese apellido patricio que su padre, el que la abandonó a los cinco años, le dejó: era la hija única de uno de los hijos de Pedro Vicente Nolasco del Corazón de Jesús Ibáñez Anchorena.
La maravilla de esta novela es su personaje siniestro, una verdad nacida en la mentira, una verdad hecha de la memoria de la hija menor. No veo en las primeras huellas de su venta la mención explícita a que esto es una historia real, pero deberían sopesarlo, autora y editorial, para darle a su existencia el sentido total que merece una novela de no ficción. La maravilla es también el ritmo que nos acercará no solo a Erika Halvorsen —crecida en la estepa, venida a la capital—, sino a quien quedó condenada a sostener la madeja familiar hasta hoy.
La autora sobrevive a la soledad, a la madre que pinta esa habitación de rojo carmesí, que pinta los muebles de algarrobo con el mismo rojo sangre, a los ojos pintarrajeados de la maldad. Lo hace a la expectativa de que un día la mate, los mate. Pero al mismo tiempo es cuidada por sus dos hermanos mayores, sometidos al trato de los entenados, de los criados de las estancias por la propia madre, una a cargo del hogar, el otro a cargo del campo. Cuando los padres se van de vacaciones a vivir la vida bohemia y glamorosa de la gran ciudad, ellos se quedan solos, a cargo de esos adolescentes, de 15 y 13, en medio de la inmensidad. Y así sobreviven a un incendio. Porque Erika es la bebé y sus pañales de tela se prenden fuego secados en la chimenea. Los padres llegan de las vacaciones y se enteran allí de la tragedia que no fue. Los hermanos están seguros: su madre los prefería muertos.
La adolescencia de la narradora es el primer escalón de la libertad. La anorexia y la depresión la harán caer, su cuerpo caerá. El diagnóstico la llevará a donde la madre debió siempre estar: un loquero. Pero ese salir en una ambulancia del pueblo perdido es crucial. Es el cuerpo y su malestar lo que la hará libre, de a poco, en el camino que viene a hacer a la ciudad donde el mito monstruoso se concibió. Y a medida que ese proceso lento y persistente ocurre, uno no puede creer que a pesar de la condición perversa de esa madre poderosa, la narradora siga en el lazo, los hermanos sigan en el lazo, ya aventurados a encontrar la verdad, como paso ineludible para la liberación. El deseo de una madre suficientemente buena es lo que nos ata a la cordura, por eso hasta la más pérfida de las madres tiene, posee, goza de impunidad. No hay en este mundo un lazo más poderoso e imposible de desarmar: no hay refugio posible para la larga mano de mamá.
Si dije al comienzo que lloré cuatro veces con este libro, mentí. Porque al avanzar se me volvió un hábito volver a llorar, ya no como un acontecimiento especial, sino como parte del proceso que es atravesar la historia siendo uno el que está allí. Quienes han sido víctimas de maltrato infantil, quienes han querido que mamá se muriera, que desapareciera de la faz de la tierra, quienes han sentido que no podían quererlas pero lo han logrado, se refugian en esta novela como en lo alto del árbol al que escapaban para que no los pudieran encontrar. Esto significa según las estadísticas mundiales que en esta tremenda vindicación de Erika Halvorsen se puede refugiar buena parte de la humanidad. 400 millones de niños aterrados es la última cifra que divulgó Unicef. Erika sobrevivió escondiéndose silenciosa de las garras de esa mamá. No estando disponible para saciar su crueldad. En brazos de sus hermanos y de su padre. En brazos de sus amigos de la ciudad, de sus amigos, sobre todo y también.
En esta venganza pública y maravillosa no hay titubeos ni dudas porque la autora cuenta con un ejército de niños, sus seis hermanos, aunque uno ya no esté. Son todos los miembros de ese clan los que deciden ajusticiar a la madre para poder quererla. Son todos y cada uno de ellos los que escriben la historia a través de Erika. Y son todos los que se preocupan por la madre cuando la madre comienza a decaer y necesita atención. Todos, pero sobre todo Erika, que no descansa pensando cómo protegerla de su decadencia, pero también cómo proteger a los demás para que nadie quede otra vez a expensas de la mostra y su monstruosidad. La menor de los hijos de Sandra ha nacido con una misión. Y esa misión comienza a culminar esta noche, aquí, en Artlab, el templo que nosotros mismos elegimos como si fuera nuestra Mau Mau, donde bailamos los viernes, donde nos refugiamos cada vez que podemos. Las sincronías salvajes se imponen cuando la verdad emerge: es así. Y entonces resulta ser que ya muerta y enterrada, la inmensa Rosa, la maravillosa, el día en que su historia se convierte en un hito literario —que debería ser el destino de este libro si la crítica existiera más allá de los clichés— cumple años. Porque ella, como Erika, era de libra, signo de aire y cardinal. Feliz cumpleaños, Maravillosa, es mucho lo que has dejado. Tus cinco hijos sobrevivientes, tus nietos, tu memoria de creadora infinita, de exacerbada, de descomunal. Te merecés esta novela. Lo has escrito todo también vos.
Texto leído por Cristian Alarcón en la presentación de La Maravillosa en Artlab.