Es llamativo que los derechos del empleado público sean defendidos principalmente por los gremios y no así por el Estado. Ser un trabajador público implica estar al servicio de la comunidad con todo lo que ello conlleva…
Valorar la atención gratuita en los Hospitales y el esfuerzo de todo funcionario de la Educación es un baluarte que se destaca en este país, y no sabemos hasta cuándo…
Ahora, el desempleo crece aquí y en otros países del mundo. No se celebra un día por estar desocupado. Estar desocupado implica un estigma social, y sobre todo un riesgo para sostener las necesidades básicas. El desempleo trae como consecuencia el aumento de la pobreza y el malestar individual y social, así como también un aumento en la morbilidad y mortalidad de la población.
Los países ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. El desempleado público acaba por ser el vocero de las desigualdades sociales, e inclusive el de la explotación de los trabajadores.
El discurso restrictivo de los organismos internacionales de aparente ayuda monetaria impone medidas concretas para maltratar a las personas con menos recursos, y así generar el desempleo público.
Hoy es el día del empleado público, lo cual trasciende las disciplinas, celebrándose la disposición de las personas que ponen el cuerpo para el otro. Parece un día más pero no lo es, ya que en este día se conmemora el esfuerzo cotidiano, a pesar de que en este país hay más prejuicios que valorizaciones al respecto.
El desempleado público aparece como alguien al que no se quiere ver, lo latente amenazante, aquello que parece que está pero no está tal cual un fantasma, como al abuelo enfermo depositado en un Geriátrico, o el «loco» marginalizado, o el que el vive en la calle y es quemado en todo sentido.
Celebramos el día del empleado público pero también revalorizamos el que perdió su trabajo y busca desesperadamente como mantener a su familia ante tanta indiferencia e hipocresía de los gobernantes o aquellos que detentan el poder.
Columnista de LaTapa. Publicó los siguientes librillos o grillos de letras: "A temperatura dos murmúrios", "Espuma brutal" , "O lado oculto do azul"; "Playa nudista para poemas vestidos" (Biblioteca de Las Grutas, único ejemplar y única edición). También, diversos textos en diferentes espacios digitales.
A lo largo del ciclo lectivo, 23 instituciones educativas recibieron insumos de distinto tipo a partir del convenio que la Municipalidad de Villa Regina firmó con el Ministerio de Educación y Derechos Humanos de Río Negro. En este sentido, los establecimientos beneficiados fueron las Escuelas 265, 257, 143, 85, 105, 196, 83, 52, 28, 220,…
A veces, las miradas comparativas son necesarias: más allá del peso de las tradiciones que forjan instituciones únicas, en algo se parece, hoy, Argentina y Francia. Las políticas económicas de sus gobiernos apuntan de una manera obsesiva a la austeridad fiscal. Recortan de manera brutal las áreas que protegen la dignidad de sus habitantes: salud, educación, el bienestar material.
Ya lo escribió Mark Blyth en Austerity: The History of a Dangerous Idea: las políticas de ajuste fiscal logran que la austeridad opere como una pantalla que oculta un propósito estratégico: el traspaso masivo de recursos desde las arcas públicas hacia el ámbito privado. En Francia, por ejemplo, los datos sobre la evolución del destino de la renta nacional en forma de ayudas públicas son elocuentes. Si hace más de diez años los hogares eran el principal destino de esas transferencias, en los años que siguieron el cambio fue tan radical que hoy son las empresas las principales beneficiarias de esas partidas.
La literatura especializada las llama «Trinidad de la austeridad», así sintetizan el proyecto que consiste en transferir continuamente recursos del mundo del trabajo a los dueños de capital. Esta “Trinidad de la austeridad” depende de tres elementos interconectados:
La Austeridad Fiscal, que implica recortes en el gasto social (salud, educación principalmente) y reformas fiscales regresivas, favoreciendo al 1% que se beneficia de las ganancias del capital.
La Austeridad Monetaria, que sube las tasas de interés, lo que perjudica a familias endeudadas, ralentiza la economía y socava el poder de negociación de los trabajadores, aumentando la pauperización y el desempleo.
La Austeridad Industrial, que se manifiesta en la intervención estatal en el mercado laboral mediante la desregulación y el desmantelamiento de derechos laborales y sindicales.
Juntas, estas políticas buscan asegurar la subordinación de los trabajadores y el dominio incuestionable del orden del capital, “la casta”.
En Argentina, Milei ha enmarcado el plan de austeridad económico como la senda inevitable que el país debe afrontar tras dos décadas de “excesos fiscales”. Milei consiguió articular una coalición transversal que respaldó un ajuste sin precedentes: de la derecha clásica a los trabajadores informales. La clave del éxito momentáneo del programa residía en las consecuencias distributivas de la inflación permanente. Esto hizo que el movimiento peronista, que durante décadas ejerció una hegemonía sobre los estratos más bajos de la población, viera erosionar su base electoral. Sin embargo, los que destinan la totalidad de sus ingresos al consumo inmediato -muchos de esos trabajadores informales votantes de Milei- fueron los más castigados por la pérdida constante de su poder adquisitivo. El segmento más marginal de la sociedad quedó en gran medida excluido de estos salvavidas. Mientras tanto, la coalición peronista logró mantener el soporte electoral de los trabajadores públicos, y las clases profesionales encontraron su propio resguardo en la dolarización de sus ahorros.
Desde este punto de vista, el escenario argentino se parece, aun en términos más extremos, al contexto europeo, por la frustración creciente de los estratos más pobres de la población (una especie de mayoría invisible). Una parte de ella se alejó de los partidos tradicionales de la izquierda en Europa o del peronismo en Argentina.
Frente a este panorama, Milei irrumpió en la política argentina con una propuesta radical forjada en las ideas neoliberales aplicadas en Europa después de la crisis de 2008: desmantelar el aparato estatal, eliminar a los intermediarios económicos y desregular los mercados mediante un shock de austeridad. El camino fue presentado como la única vía para “aplastar” la inflación y, crucialmente, para anular la resistencia del peronismo. En este relato, el sufrimiento “de los grupos privilegiados” para los regulacionistas del Estado se transforma en una ganancia simbólica para el ciudadano común, similar a los discursos que en Europa enfrentan a la “gente común” contra las “élites”. En realidad, la ganancia es la de las grandes élites financieras y exportadoras del país. Nada de nuevo sobre el frente occidental.
Del otro lado del Atlántico, en pleno agosto, cuando Francia se sumergía en el letargo de las vacaciones, el ex primer ministro François Bayrou lanzaba un mensaje que resonó con fuerza: “Todos los responsables políticos se van de vacaciones, algo muy merecido, pero esto es algo que yo no haré”.
Con esa declaración de intenciones, casi un juramento de austeridad, estrenó su canal de YouTube, FB Direct. Un formato inédito para él, que prometía ser un puente directo, sin filtros ni puesta en escena, con los ciudadanos. El verdadero objetivo, sin embargo, era defender el impopular paquete de recortes presupuestarios presentado un mes antes, un amargo remedio para la economía francesa.
La ley de presupuestos para 2026, con un ajuste sin precedentes de 44.000 millones de euros, no se limita a congelar el gasto. Sus medidas más polémicas sacuden la vida cotidiana: la supresión de dos días festivos y el recorte de 3.000 puestos de empleo público. El propio Bayrou lo definió como “un año en blanco”, un sacrificio necesario para reconducir la abultada deuda y el déficit que ahogan al país.
Las cifras en Francia son abrumadoras: una deuda que alcanza los 3,3 billones de euros y un déficit del 5,4% del PIB, muy por encima del objetivo del 3% marcado por la Unión Europea para 2029. Bayrou insistía en que esta montaña de deuda no representaba una amenaza futura, sino un peligro inmediato. Un presente que exige, según su narrativa, a renuncias colectivas y a una vigilancia constante, incluso en los días de descanso.
La llegada de Sébastien Lecornu como sucesor de François Bayrou no alteró el rumbo político, sino que profundizó las mismas medidas que ya habían generado descontento a tal punto que fue eyectado en tres semanas, profundizando una crisis imprevisible. Esto desencadenó una movilización larga de la sociedad francesa, articulada desde las bases bajo la consigna “bloqueamos a todos”. El movimiento, de carácter asambleario y popular, logró converger con sindicatos, colectivos juveniles pro Palestina y movimientos anti-ajuste que rechazan el impacto social de las políticas migratorias.
En este contexto, surgido directamente desde la base, lo que hoy algunos llamarían desde la red, se ha alzado un movimiento de protesta difícil de clasificar con las categorías clásicas. Es interesante constatar cómo Francia ha sido atravesada en los últimos años por movimientos sociales opuestos a las élites económicas y políticas del país. El caso de “bloqueamos a todos” es solo el más reciente en orden de tiempo y sucede a otros movimientos populares, desde Nuit Debout hasta los chalecos amarillos.
El rugido de las asambleas obreras se apaga en la Francia del siglo XXI. Los sindicatos, antaño columna vertebral de la lucha laboral, navegan por un declive inexorable. La desindustrialización y un mercado laboral fracturado por la precariedad y el trabajo autónomo han mermado sus bases. La reforma de los órganos de representación del personal (CSE) diluyó su influencia, en un contexto donde las relaciones laborales se individualizan. Sus estrategias, percibidas como ancladas en el pasado, ya no resuenan en los nuevos talleres de la economía, alejándolos de los trabajadores a los que dicen representar. Un eco cada vez más tenue.
El germen de la convocatoria para bloquear Francia el pasado 10 de septiembre se remonta a mayo, cuando la pequeña asociación soberanista «Les Essentiels», dirigida por Julien Marissiaux (extraño teórico de la conspiración de ultraderecha), lanzó las primeras consignas en un canal confidencial de Telegram. Su mensaje, que abogaba por la salida de la UE y la defensa de los autónomos y las raíces cristianas, no obtuvo inicialmente una respuesta significativa.
El punto de inflexión llegó en julio con el anuncio de impopulares medidas económicas del gobierno: la eliminación de dos días festivos, recortes en servicios públicos y en franquicias médicas. Este malestar social encontró un altavoz perfecto el 24 de julio, cuando un video de TikTok de «Les Essentiels» que empleaba la retórica de los confinamientos sanitarios se viralizó bajo la etiqueta #bloquonstout.
La movilización trascendió entonces a sus creadores, adquiriendo una dimensión imprevista. El canal de Telegram «Indignémonos» se convirtió en epicentro organizativo, atrayendo a miles de usuarios. En un fenómeno político inusual, el movimiento aglutinó desde agosto a figuras de la extrema derecha e izquierda, a colectivos de la crisis COVID y antiguos chalecos amarillos. Esta coalición heterogénea y desestructurada, según los servicios de inteligencia, compartía el descontento social pero divergía en sus métodos, que iban desde el boicot económico hasta la ocupación de rotondas o la demanda de un referéndum de iniciativa ciudadana.
El surgimiento de “Bloquons tout” es una respuesta al retroceso del movimiento sindical y a la emergencia de nuevas organizaciones que reclaman derechos amenazados. Sin embargo, esta nueva forma de protesta encierra una fragilidad inherente.
Frente a la acción directa y a la indignación viral en redes, el sindicato perdura como un mecanismo institucional. Su fortaleza no reside en la efervescencia momentánea, sino en la continuidad estructural para la defensa de derechos y la negociación permanente. Mientras que la bronca puede diluirse, la institución sindical garantiza que las demandas no se abandonen, ofreciendo una protección duradera que la mera viralidad no puede sustituir. Así, el movimiento evidencia un malestar, pero su desafío es superar la fugacidad.
El debate público sobre la ‘derechización’ de la política y la sociedad francesa está abierto. Si desde un punto de vista electoral y político este desplazamiento hacia la derecha parece claro, a nivel de las demandas sociales esta situación es menos evidente, como lo demuestra el interesante análisis del sociólogo francés Vincent Tiberj en su libro La droitisation de la societe francaise? Mythe et realité (literalmente, El desplazamiento a la derecha de la sociedad francesa: ¿mito o realidad?). Si bien la generación de los baby boomers ofrece un importante apoyo a las ideas conservadoras a nivel social y económico, este no parece ser el rumbo de las generaciones posteriores. El fuerte conflicto social que está emergiendo en el país podría explicarse en parte por estas diferentes orientaciones. Con una política que, desde arriba, continúa imponiendo medidas económicas y sociales conservadoras y neoliberales, mientras que la sociedad también plantea otro tipo de demandas que quedan sin respuesta.
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El presidente Javier Milei sostiene, con su impronta impulsiva y dogmática, que no hay alternativa al ajuste económico porque heredó un Estado en quiebra, con reservas negativas y una inflación galopante. Su gobierno debe implementar un shock fiscal —reducción del Estado, corte de subsidios y despidos públicos— como una «quimioterapia» necesaria para sanar la economía.
Argumenta que, sin este dolor transitorio, la crisis empeoraría. La meta es eliminar el déficit, bajar la inflación y generar confianza para la inversión privada. Milei insiste en que es una medida de urgencia, no ideológica, ante la falta de fondos. Sus críticos, sin embargo, señalan el alto costo social y existen posturas económicas que proponen caminos alternativos.
Casi dos años después, el escenario es otro, pero el mensaje, el mismo, pulido por el tiempo y temperado en la hoguera de la realidad. Milei, ahora con saco oscuro y corbata azul, habla con tono de médico que anuncia un diagnóstico crudo pero necesario en un mensaje grabado, insistió en que “el orden fiscal y el superávit” constituyen “el único camino” hacia la prosperidad de Argentina y “la solución definitiva” a los problemas que aquejan al país: se lo vota para avanzar o la Argentina retrocede.
Antes de la seguidilla de desatinos políticos y de la derrota electoral frente a Kicillof en la Provincia de Buenos Aires, marcó un punto de inflexión. El mensaje llegó a todos los hogares por cadena nacional: “Aumentar el gasto público es destructivo. Cuando un Estado gasta más de lo que gana, genera emisión, y eso produce inflación: un fenómeno monetario que reduce el poder adquisitivo”.
La contundencia de la afirmación era tan seductora como engañosa. En su simplicidad, escondía una visión reduccionista de la economía, una narrativa construida sobre un solo eje causal – la emisión monetaria –, ignorando deliberadamente la complejidad que caracteriza los procesos inflacionarios. No había lugar para la inflación de costos, impulsada por alzas en los precios internacionales o cuellos de botella productivos; tampoco para la inflación de demanda, ni mucho menos para el papel de las expectativas.
Y es ahí, en ese espacio de lo no dicho, donde la teoría se quiebra. Porque la inflación también es –sobre todo– un fenómeno social y psicológico. Cuando la gente espera que los precios sigan subiendo, actúa en consecuencia: negociando salarios, ajustando precios, protegiéndose con dólares. Se crea así un círculo que se autoalimenta, independientemente de la cantidad de dinero en circulación.
Reducir todo a la masa monetaria no es solo un error técnico: es una simplificación que ignora lecciones dolorosas de la historia económica de América Latina. La multicausalidad no es solo una vaga teoría: es un cálculo de hipótesis.
Bajo la lógica implacable de una ortodoxia que se proclama incuestionable, el gobierno de Javier Milei navega entre escándalos que empañan su relato de pureza La difusión nacional del Caso Libra –con sus acusaciones de un presunto sistema de coimas del 3% que involucraría a su hermana y mano derecha, Karina Milei– parecen chocar contra un muro de convicción inquebrantable.
Fiel a un rumbo fijado sin espacio para el pluralismo ni el pragmatismo, la administración insistió en impulsar el veto a los fondos recortados a universidades públicas y las asignaciones para personas con discapacidad, aún después del contundente rechazo en las urnas del 7 de septiembre, y luego negarles presupuesto aunque la búsqueda de dinero para solventar el descalabro económico no tuviera límites como el nuevo salvataje de la administración Trump. La decisión –analizada por La Nación como un paso más en el “pantano de la Provincia de Buenos Aires”– refleja una resistencia casi dogmática a revisar estrategias, incluso ante la evidencia política de un desgaste creciente.
Frente a esto, resurgen con ironía dos frases que interpelan directamente la terquedad en el poder: aquella que advierte que “solo las bestias no cambian de opinión”, y la sentencia atribuida a Francis Bacon: “Quien no quiere pensar es un fanático; quien no puede pensar, un idiota; quien no osa pensar, un cobarde”.
Ambas funcionan como espejos incómodos para un discurso que –atrapado en su propio enjambre de certezas– parece haber opacado su capacidad para escuchar, rectificar o, simplemente, pensar. La lengua áspera y confrontativa que lo llevó al poder ahora se enreda en sus propias contradicciones, mientras la sociedad espera señales de que la rigidez no haya eclipsado por completo la razón.
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En Argentina y en Francia resuena el mismo discurso: la promesa de un futuro próspero a cambio de un presente austero, como lo han demostrado los autores en sus investigaciones en la red INCASI financiada por la Unión Europea. Se presenta como un sacrificio necesario, un camino doloroso pero único hacia la redención económica. Sin embargo, el precio de esta apuesta recae una vez más sobre los mismos de siempre: los históricamente olvidados, aquellos condenados a nadar contra la corriente de un sistema que exige cada vez más formación para no quedar atrapados en la exclusión. Para ellos, el “santuario del progreso” parece llamado San Jamás –un lugar del que solo se oye hablar, pero al que nunca se llega–. La promesa se convierte así en un espejismo que perpetúa la brecha que dice querer cerrar.
El Intendente Marcelo Orazi acompañó al Secretario de Estado de Cultura de Río Negro Ariel Ávalos durante su visita a distintas instituciones de la ciudad, oportunidad en la que dialogaron con sus referentes y se interiorizaron sobre las actividades y proyectos en marcha. También fue el marco para ultimar detalles para la realización del programa…
Gran revuelo armó el comunicado que realizó SADAIC, organización que nuclea autores y compositores argentinos de la música, al anunciar las »Nuevas Tarifas en el Entorno Digital» La confusión fue inmediata, la viralización de la noticia también.El mundo de la música estuvo y está confundida ante estas medidas que explican, de cierta forma, el impuesto…
La ministra mantuvo una reunión con Alejandra Bada Vázquez, titular de Lácteos Vidal.
Por Tomás Palazzo para Noticias La Insuperable
Bullrich se puso la gorra (de la que le dio 3 millones)
La ministra de Seguridad Patricia Bullrich mantuvo una reunión oficial con Alejandra Bada Vázquez, titular de Lácteos Vidal, aportante millonaria de su campaña y socia comercial del narcotraficante Federico “Fred” Machado. La audiencia, registrada formalmente en el Ministerio de Seguridad, se celebró el 25 de junio de 2025 en el despacho de la propia ministra, bajo el argumento de tratar “bloqueos gremiales”.
La documentación oficial que revela el encuentro
Según consta en los registros de audiencias públicas del Ministerio de Seguridad, Bullrich se reunió el 25/06/2025 a las 14:15 con Alejandra Bada Vázquez (DNI 24.365.296), quien asistió en representación de Lácteos Vidal S.A., la empresa familiar que protagonizó un largo conflicto con el gremio lechero ATILRA. La reunión tuvo lugar en Gral. Gelly y Obes 2289, CABA, y también participó Martín Culatto, actual Director Nacional de Operaciones y Despliegue Territorial del Ministerio de Seguridad, uno de los funcionarios de máxima confianza de Bullrich.
El motivo formal fue una “reunión por bloqueos gremiales”. Pero el dato que vuelve explosiva esta cita es la identidad de la visitante: Bada Vázquez no solo dirige Lácteos Vidal, sino que está vinculada directamente a Fred Machado, el empresario argentino detenido por lavado de dinero y narcotráfico, investigado en la causa USA v. Mercer-Erwin et al. en Texas, Estados Unidos.
De socia de un narco a visitante oficial del Ministerio
Ahora, este nuevo documento oficial viene a cerrar el círculo: Bullrich no solo recibió financiamiento de la socia de Machado, también la recibió personalmente en su despacho oficial dos años después, pocos días después de un revés judicial.
La empresa familiar Lácteos Vidal, en Carlos Casares, sufre un bloqueo sindical interminable. Alejandra, una de las principales afectadas, lo cuenta en primera persona. Trabajaremos para dejar atrás la Argentina de los sindicalismos mafiosos y extorsivos que no nos dejan avanzar. pic.twitter.com/rDBkWjO7Ru
Dueña de Lácteos Vidal, Ganadera del Oeste, Energía Vidal y Transportes El Nacional, y offshores activas como QUINTA CRIOLLA LLC y CUETO MIAMI LLC, Bada Vázquez fue denunciada en múltiples ocasiones por prácticas antisindicales y despidos masivos. En la causa laboral “Yedro, Franco Marcelo y otros c/ Lácteos Vidal S.A. s/Incidente” (Expte. N° 30061/2022), el Juzgado Nacional del Trabajo N°69, a cargo del juez Ignacio Ramonet, ordenó un embargo preventivo por $168 millones sobre los fondos de la empresa, pocos días antes de la reunión con Bullrich que sumó a la misma a Martín Culatto, a fin de mostrar ante su generosa aportante potencia de fuego antisindical
La empresaria se presentó entonces como víctima de “bloqueos gremiales”, y fue públicamente defendida por Bullrich en medios y redes. Lo que entonces parecía una simple coincidencia política, hoy adquiere otro color: la ministra protegía a quien sería luego identificada como su propia aportante y socia del principal narco argentino requerido por la Justicia norteamericana.
El rol de Culatto y el “protocolo antibloqueos”
Como dijimos, durante esa misma reunión estuvo presente Alfredo Martín Culatto, designado por Bullrich mediante la Decisión Administrativa 175/2024, publicada en el Boletín Oficial el 23 de mayo de 2025. Culatto es el responsable operativo del llamado “protocolo antibloqueos”, una política utilizada por el gobierno libertario para criminalizar la protesta sindical.
En agosto pasado, Culatto había reconocido ante el Movimiento Empresarial Anti Bloqueo (MEAB) que el Ministerio de Seguridad intervino en 164 denuncias contra trabajadores sindicalizados, consolidando el uso del aparato estatal para disciplinar gremios. Que el mismo funcionario participara de una reunión privada entre Bullrich y una empresaria acusada de lavar dinero narco, revela el verdadero sesgo de esa política: la represión del sindicalismo y la protección del empresariado alineado con el poder libertario.
Los vínculos con la red narco-financiera
Las conexiones de Bada Vázquez con Fred Machado están ampliamente documentadas. En la investigación USA v. Mercer-Erwin et al., el nombre de Alejandra Bada Vázquez aparece en los registros del Bank of America y en las planillas de Wright Brothers Aircraft Title Inc., empresa utilizada por Machado para lavar dinero mediante la compraventa de aeronaves.
En esos mismos registros figuran transferencias por montos de entre 20 mil y 400 mil dólares, incluso operaciones en criptomonedas, provenientes de domicilios en Villa Devoto, Argentina. Una de las aeronaves involucradas fue secuestrada con 352 kilos de cocaína en Ibicuy, Entre Ríos, y pertenecía al mismo conglomerado de empresas liderado por los Bada Vázquez.
La hipocresía al descubierto
Mientras Bullrich agitaba su discurso de “tolerancia cero” contra el narcotráfico, recibía en su oficina a la socia de uno de los principales narcos del continente. El contraste es tan evidente como político: la ministra que prometía “orden y transparencia” terminó abrazando al dinero narco y protegiendo a sus portadores.
Noticias La Insuperable no solo revela una reunión, sino que expone la trama de connivencia entre la cúpula del Ministerio de Seguridad y los intereses del narcotráfico internacional. A la vista de los documentos oficiales, ya no se trata de rumores ni coincidencias, sino de un vínculo directo, institucional y personal entre Patricia Bullrich y Alejandra Bada Vázquez, la mujer que aportó millones de dólares de origen narco a su campaña y hoy goza de acceso privilegiado al poder.
Según el Monitor de Opinión Pública de octubre, el 58,2% de los argentinos rechaza la asistencia directa del Tesoro estadounidense. La inflación, la pérdida del poder adquisitivo y la desconfianza institucional dominan un clima social que se refleja también en la caída de la aprobación de Milei, que ya roza el 60% de desaprobación.
Por Celina Fraticiangi para Noticias La Insuperable
Estados Unidos no es el salvavidas que Milei esperaba
El acuerdo de asistencia directa entre el Tesoro de Estados Unidos y la Argentina no sólo no despertó entusiasmo, sino que encendió nuevas alertas en la sociedad. De acuerdo con el Monitor de Opinión Pública (MOP) de octubre, un 58,2% de los encuestados se mostró en desacuerdo con recibir ayuda directa desde Washington, frente a un 37,3% que lo aprobó.
La polarización política volvió a ser el eje de la lectura: casi el 70% de quienes votaron a Milei en 2023 apoyan la asistencia, mientras que el 97,4% de los votantes de Sergio Massa se manifestó en contra. El resultado refleja el sesgo ideológico que estructura hoy la conversación pública, pero también el escepticismo general frente a cualquier medida que no implique un alivio concreto en los bolsillos. Los datos surgen del Monitor de Opinión Pública (MOP), un estudio desarrollado desde Zentrix Consultora
La economía, un espejo roto
La percepción económica atraviesa uno de sus peores momentos desde la asunción de Milei. Apenas el 37,3% de los argentinos califica positivamente su situación personal, mientras que el 38,4% la considera mala o muy mala. Cuando la mirada se amplía al país, el diagnóstico se vuelve lapidario: seis de cada diez encuestados califican negativamente la economía nacional.
Esa brecha entre la economía doméstica y la visión del país se explica por un fenómeno conocido: hay quienes todavía logran sostener cierta estabilidad individual, pero nadie cree en la conducción general del rumbo económico.
El núcleo del malestar sigue siendo la inflación y la pérdida del poder adquisitivo. Tres de cada cuatro personas (73,7%) aseguran que sus ingresos no alcanzan a empatar los precios. En ese contexto, los principales problemas que preocupan a la ciudadanía son la situación económica (31,1%) y la corrupción (25,2%), muy por encima del narcotráfico, el desempleo o la inseguridad.
Una gestión con saldo negativo
En este clima adverso, la gestión de Milei obtiene apenas un 33,8% de aprobación frente a un 59,7% de desaprobación. Entre sus propios votantes de 2023, el respaldo llega al 65,1%, pero entre los de Massa el rechazo es casi total (98,6%).
La confianza en los datos oficiales del INDEC tuvo una leve mejora, aunque el 61,3% todavía desconfía de las cifras de inflación, reflejando un terreno donde la credibilidad institucional sigue en terapia intensiva.
Las imágenes políticas: Kicillof crece, Milei se estanca
En el tablero de las figuras nacionales, el MOP detecta un leve repunte de Axel Kicillof, que sube a 43,9% de imagen positiva, mientras sus valoraciones negativas bajan del 50,7% al 48,5%. Su crecimiento se apoya en el voto propio y en un segmento independiente que empieza a verlo como un referente opositor con gestión.
En cambio, Milei mejora apenas un punto su imagen positiva (35,5%), pero también crece su rechazo (59,9%). La grieta se profundiza: su núcleo duro se compacta, pero el margen para expandirse entre los sectores moderados parece agotado.
Entre los dirigentes provinciales, Martín Llaryora (12,4%), Ignacio Torres (17,1%), Maximiliano Pullaro (17,4%), Rogelio Frigerio (30,8%) y Alfredo Cornejo (21%) muestran escenarios dispares, todos con niveles altos de desconocimiento y fuertes diferencias según afinidad partidaria.
Fuerza Patria avanza y amplía la diferencia
El dato político más significativo de la medición de octubre es la intención de voto legislativo: Fuerza Patria alcanza el 43,5%, dos puntos más que en septiembre, mientras que La Libertad Avanza sube al 36,5%. La diferencia de siete puntos a favor del peronismo consolida una tendencia de crecimiento en la previa a las elecciones del 26 de octubre.
En tercer lugar aparece Provincias Unidas (5,7%), seguida por el Frente de Izquierda (3,3%). Los indecisos, que rondan el 6,4%, serán clave para definir el cierre del escenario electoral.
El estudio aclara que “Fuerza Patria” no se presenta con ese nombre en todos los distritos, debido a acuerdos y denominaciones locales, mientras que La Libertad Avanza mantiene su sello uniforme. Esa diferencia técnica puede distorsionar la lectura nacional, pero no altera la tendencia: la mayoría social está virando hacia un voto opositor al experimento libertario.
Un país con el termómetro en rojo
El Monitor de Opinión Pública de octubre deja una radiografía clara: rechazo a la dependencia externa, malestar económico generalizado, y una gestión en retroceso. Milei conserva un núcleo fiel, pero aislado; el resto del país empieza a mirar hacia otro lado.
En una Argentina que siente que cada mes vale menos, la paciencia política también se devalúa.
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