¿EL COMERCIO DE LAS PALABRAS?

 

 

Hay palabras que se retraen, que se niegan, porque tienen demasiado significado para nuestros oídos cansados de palabras.

José Saramago

 

¿Cuánto vale una palabra? El valor de una letra que se atreve a unirse a otra… Quizás se forme una palabra con dos letras, y entonces aparece un ah.  Sí, el asombro que refleja esta interjección, o la simple expresión de una emoción…

Entonces, desglosamos los entretejidos semánticos del valor, y encontramos una fuerza que empuja hacia una acción, o a un intrépido coraje. Pero, el valor de cambio, y lo que cuesta en dinero un objeto o hasta una frase, cambia el sentido de esta palabra. ¿Nada se pierde, todo se compra?

Si uno empezara a jugar con las letras del valor, encontraríamos un anagrama oculto… Y es ahí que se filtra la palabra volar… ¿Cómo puedo volar sin valor? ¿De dónde saco las alas para enfrentarme al miedo del decir distinto?

Vivimos en el frenetismo de las incertidumbres, y es allí en donde el valor se acongoja en el silencio de los poderes absolutos y los imanes digitales. Poder decir con valor lo que no está de moda, lo que no vende, ni compra, ni suma, ni gana. Y si el número se transforma en letra, tal vez sea porque las mutaciones del mercado global padecen de un calentamiento de lo mismo.

¿Buscar la palabra justa para agradar? No lo creo, y por ello tomamos un atajo y seguimos por los senderos de: la reformulación de la belleza, las fisuras de la verdad, los laberintos del argumento, la consistencia de lo infinito, los subterfugios del amor, las contradicciones de la propia contradicción…Y llegamos al desierto de las equivocaciones que, en realidad, son oportunidades. Es el error tropezando con otro error para caerse, y desde el piso gritar: ¿hay alguien ahí? 

¿Cómo desprenderse del contexto y de las condiciones para crear otra palabra, otra frase, otra historia? Aglomeraciones de la repetición reproducidas por informativos compulsivos de lo urgente, voraz información que vende palabras a través de los hechos, agolpando indiferentes miradas que se pierden en un pestañar.

 

Imagen de portada: Did You Hear What I Said, Mike Davis. 

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