La Dirección de Comunicación Institucional, Ceremonial y Protocolo de la Municipalidad de Villa Regina, en cumplimiento a lo establecido en la Ordenanza 042/16, convoca a inscripción en el Registro Municipal de Medios de Comunicación (RMMC) a todos los medios locales de difusión, comunicación, agencia y empresas de publicidad, productoras y programas que estén interesados en emitir publicidad oficial.
Los medios ya inscriptos deberán actualizar la documentación requerida por el Artículo 7 de la citada ordenanza: inscripción en AFIP debidamente encuadrados, Licencia Comercial al día, constancia de Administración de Recaudación Tributaria. Los inscriptos no podrán tener deudas con el Estado Municipal.
El plazo para realizar el trámite de inscripción será desde el 1 y hasta el 15 de diciembre, en la oficina de la Dirección de Comunicación, ubicada en Avenida Rivadavia 220, de lunes a viernes, de 8 a 13 horas.
José Mayans buscó desesperadamente el apoyo de senadores por fuera del interbloque de UP para sesionar este jueves y sancionar la ley que limita el uso de los DNU pero no consiguió la confirmación de otras bancadas que le permitieran reunir el quórum.
Un senador aliado le dijo a LPO que el formoseño fracasó este martes cuando le propuso «autoconvocarse» al jefe del bloque de la UCR, Eduardo Vischi. El cálculo de Mayans era que entre el peronismo y el radicalismo superaban holgadamente los 37 legisladores necesarios para abrir el recinto y dar por iniciada la sesión.
Uno de los colegas de Vischi contestó este miércoles que «el pedido de sesión para mañana (por este jueves) no tendría el acompañamiento necesario».
Fuentes parlamentarias deslizaron ante LPO que Mayans tentaba al radicalismo con aprovechar la sesión para designar los tres auditores de la AGN en representación del Senado, dos por el peronismo y uno por el radicalismo. Vischi habría declinado ese ofrecimiento pero el vicepresidente del PJ no se habría dado por vencido.
Después de la extensa reunión de la comisión de Asuntos Constitucionales, el formoseño tendió puentes con otros senadores, entre los que se apuntaba el nombre de Martín Lousteau.
Desde el entorno del titular de la UCR alegaron que desconocían que hubiera habido contacto entre ambos por ese tema y manifestaron que les resultaba improbable que hubiera sesión. En cambio, un legislador que también aparecía mencionado entre los que Mayans abordaba para juntar el número admitió antes de irse del palacio este miércoles que la convocatoria a sesión todavía era posible y que «los temas se negocian».
Pablo Blanco y Eduardo Vischi.
En el interbloque de UP suponían incólume el piso de sus 34 miembros, pese a que los radicales apuntan que no estaban todos disponibles para sentarse a sus bancas. «Ellos no están completos», advertían.
Como sea, Mayans promovía la designación de Javier Fernández, que integró la AGN desde 2001 en representación del peronismo, y el nombramiento de Carlos Raúl Gutiérrez Ortiz, asesor de UP en la Cámara Alta, en la Comisión Mixta Revisora de Cuentas. En Linkedin figura como «Asesor Jurídico Tributario» y «Sub Director de Auditoría en Comisión Parlamentaria Mixta Revisora de Cuentas», aunque en el Senado lo etiquetan como «asesor de Mayans».
La chance de una sesión se diluía al final de la jornada, mientras la bancada peronista se congregaba en la sede del PJ nacional, en la calle Matheu. La reunión de bloque se había mudado allí para aprovechar el quincho y hacer un asado que agasajara a los senadores que culminaban su mandato y los que se incorporarían en diciembre.
De acuerdo a los datos del Monitor Público de Vacunación, fueron distribuidas 15.272.890 vacunas, de las cuales 12.257.297 ya fueron aplicadas: 9.476.406 personas recibieron la primera dosis y 2.780.891 ambas. El Ministerio de Salud informó este lunes que durante el último fin de semana la aplicación de vacunas contra el Covid-19 «fue récord», con 156.463…
En medio del escándalo por el avance de las polémicas torres que el intendente Julio Zamora promueve con apoyo de los libertarios, la Justicia ordenó en las últimas horas frenar las nuevas habilitaciones que requieran viabilidad urbanística en Tigre.
El fallo del juez en lo Contencioso Administrativo N°2 de San Isidro, Marcelo Gradín, suspende toda aprobación nueva de construcción de torres hasta que el Concejo Deliberante apruebe una nueva normativa de «Alturas y Perfiles Urbanos» o por un máximo de seis meses.
En la resolución a la que tuvo acceso LPO, el juez Gradín sostiene que el propio municipio admitió formalmente que el crecimiento urbano está fuera de control, que el actual Código (redactado hace 30 años) está obsoleto y que hay impactos negativos por la construcción en altura.
La decisión judicial surge a partir de la presentación que, a finales de septiembre, hizo la Asociación Civil «Compromiso Urbano», que interpuso un amparo ambiental contra la Municipalidad de Tigre, «a los fines de que se dicte la nulidad» del decreto 935/25 firmado por Zamora.
Ese cuestionado decreto de Zamora solo frenó obras de más de 27 metros. No obstante, no expone estudio técnico alguno que justifique por qué las edificaciones menores a 27 metros no producen daño.
En su resolución, el juez sostuvo que hay evidencia suficiente de falta de audiencias públicas y de estudios de impacto ambiental.
En ese punto, quienes se oponen plantean que existen numerosas obras de hasta 27 metros con trámites abiertos que también pueden causar impactos severos.
En esa línea, quienes promueven el amparo sostienen que, si el problema es ambiental y urbanístico, no tiene sentido frenar solo a partir de 27 metros ya que también existe riesgo en las obras menores.
En su resolución, que no suspende obras ya aprobadas ni en ejecución, el juez sostuvo que hay evidencia suficiente de falta de audiencias públicas y de estudios de impacto ambiental.
Además de dar cuenta de los reclamos vecinales, planteó que el Código urbanístico está desactualizado y que existen riesgos reconocidos por el propio Municipio en el decreto de Zamora que, en lugar de asistir a la defensa del planteo de la comuna, termina siendo una prueba a favor del amparo.
El magistrado advirtió que la continuidad en la aprobación de obras de este tenor por parte del municipio puede generar un daño irreversible con perjuicio al ambiente y al futuro ordenamiento urbano.
LPO contó que, en el Concejo Deliberante, Zamora había logrado rechazar el freno a las torres que promovía el massismo. Para eso, el intendente contó con el apoyo de los libertarios, en lo que representó una señal de acercamiento más entre ambos espacios.
El magistrado advirtió que la continuidad en la aprobación de obras de este tenor por parte del municipio puede generar un daño irreversible con perjuicio al ambiente y al futuro ordenamiento urbano.
El avance de los edificios en Tigre viene siendo disparador de choques entre el zamorismo y el Frente Renovador. Para correr la polémica de la agenda de campaña, Zamora había decretado la suspensión de las habilitaciones de torres de más de 8 pisos.
Sin embargo, en el massismo sostienen que ese tope no tiene sustento técnico y que una torre de 8 pisos puede saturar de todos modos cualquier barrio (Pacheco, La Bota, Dique Luján, Tigre Centro).
Por eso, en la reciente sesión del Concejo, el massista Pablo Acevedo presentó una moción para suspender todas las habilitaciones en altura «hasta que Tigre discuta de verdad un Código Urbano nuevo, claro y transparente».
Zamora logró con apoyo libertario rechazar el freno pedido por el massismo. Sin embargo, la Justicia ahora es la que suspende nuevas edificaciones e impone un debate exhaustivo sobre el tema. La polémica crece.
Cuando vinieron a llevarse los datos, guardé silencio porque me brindaban servicios. Cuando vinieron a pedir que no haya regulaciones para sus negocios, guardé silencio, porque ya sabían mucho de mí y de mis acciones. Cuando vinieron a manipular todo lo que puedo saber y querer, guardé silencio, porque ya no sabía qué era verdad y qué no. Cuando vinieron a gobernar todo, ya era tarde, porque no había gobierno a quien protestarle.
En esta versión libre del famoso poema escrito por el pastor luterano alemán Martin Niemöller en 1946 se puede cifrar algo de lo que Shoshana Zuboff, profesora emérita de la Escuela de Negocios y de la Facultad de Derecho de la Universidad de Harvard, quiere advertir en su último libro, ¿Capitalismo de la vigilancia o democracia? Una lucha a todo o nada en la era de la información, publicado por Unsam Edita.
Zuboff forma parte del campo de estudios críticos sobre plataformas e inteligencia artificial. El tema viene explotando editorialmente en Argentina con la salida reciente de libros centrales como The Stack de Benjamin Bratton (Interferencias), El ojo del amo de Matteo Pasquinelli (Fondo de Cultura Económica), Lo impensado de N. Katherine Hayles (Caja Negra), Metamorfosis de la inteligencia de Catherine Malabou (La Cebra), Los costos de la conexión de Nick Couldry y Ulises Mejias (Godot, 2023) Atlas de la Inteligencia Artificial de Kate Crawford (Fondo de Cultura Económica, 2022), Nanofundios de Agustín Berti (Cebra, 2022) y Tecnoceno de Flavia Costa (Taurus, 2021). Y más lejos en el tiempo, Capitalismo de plataformas de Nick Srnicek (Caja Negra, 2018), Los dueños de Internet de Natalia Zuazo (Debate, 2018) y el propio La era del capitalismo de la vigilancia de Zuboff (en 2019).
¿Capitalismo de la vigilancia o democracia?, el último libro de Shoshana Zuboff, es una actualización del esquema analítico compartido con el resto de las publicaciones. Este esquema plantea una tripartición entre datos, algoritmos y plataformas como “matriz social” de la inteligencia artificial y de los ecosistemas digitales que habitamos. En el caso de Zuboff, por un lado, se inscribe dentro de una caracterización de las plataformas en términos de nueva forma de capitalismo (como Srnicek con su “capitalismo de plataformas”); y, por el otro, se trata de un capitalismo sincronizado con una forma política antidemocrática. El capitalismo de la vigilancia, plantea Zuboff, nació exactamente con el siglo XXI y se puede rastrear en hechos clave. Con ellos, se desgrana su ambiciosa perspectiva de lo que llama el “campo unificado” de las cuatro etapas del orden institucional del capitalismo de la vigilancia, que conforma un “poder instrumentario”, “que conoce el comportamiento humano y le da forma, orientándolo hacia los fines de otros”. Este poder es tan peligroso como lo fue el “poder totalitario” apuntado por Niemöller.
Primer acto: datos y algoritmos
Google empezó a hacerse conocido cuando en 1999 superó como “motor de búsqueda de Internet” a Altavista y Yahoo. Copó el mercado gracias al famoso algoritmo PageRank, que “personalizaba” la navegación por la web. Al crear un historial de búsquedas, brindaba un servicio y a la vez generaba una gran cantidad de datos sobre los usuarios que explotaría, al año siguiente, con Google AdWords, un servicio para ofrecer publicidad orientada a esos perfiles que acababa de crear. Cuatro años después aparecería el Gmail, una casilla de correos que permitía un giga de almacenamiento –una enormidad para la época–, conectada a AdWords y a lo que estaba viniendo: el sistema Android, con el cual la empresa se transformaría en una gigantesca base de datos y en controladora principal del tráfico en internet en todos los dispositivos digitales. Así logró Google sobrevivir a la pinchadura de la burbuja de las puntocom en marzo de 2000.
Ese mismo año el grupo de rock Metallica enfrentó legalmente a Napster, un servicio de distribución gratuita de música P2P (peer-to-peer), por violación de los derechos de autor. Napster también brindaba un servicio, pero la música transformada en datos compartidos tenía un dueño. Como con Google AdWords, la visión comercial no tardó en ver el negocio de la libertad y de los “servicios orientados al usuario” en tiempos donde internet todavía era defendida como una red distribuida y lo libertario no revolvía el estómago. Apple lanzó i-Tunes y el i-Pod, y comenzaron los servicios de suscripción por una módica suma que estaba a buena distancia entre la gratuidad pirata y la usura de las discográficas. Luego vendrían Spotify y otras plataformas que hoy rigen el tráfico de los contenidos culturales.
Un año después, el atentado contra las Torres Gemelas en Nueva York y contra el Pentágono en Washington condujeron a la rápida aprobación de la Patriot Act en Estados Unidos, una ley que significó carta libre para la vigilancia masiva y para cualquier operación de inteligencia non sancta por parte del Pentágono, la CIA y la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, sus siglas en inglés), que en particular estaba habilitada para interceptar cualquier comunicación telefónica o en la web. Esta ley fue reemplazada por la Freedom Act en 2015, luego de que las revelaciones de Edward Snowden, empleado de la CIA y la NSA, sobre el programa de espionaje internacional PRISM, mostraran no sólo el nivel de vigilancia coordinado de varios estados y gobiernos, sino también sus colaboraciones siempre negadas con Google y sobre todo Facebook.
Hay que unir estos puntos, dice Shoshana Zuboff. No tiene sentido reflexionar por un lado sobre la violación de la privacidad y la política sobre datos; por el otro, sobre cómo se construyen los programas, y más allá sobre cómo se organizan las relaciones entre el Estado y las empresas o entre los estados en el nivel geopolítico. Hay que pensar en todo eso junto: un “campo unificado”. Y para ello propone un ciclo conceptual que empieza con una operación económica, sigue con un vector de gobernanza y termina en un vector de daños sociales. La operación económica es, en este caso, la “mercantilización del comportamiento humano”, que exige, desde la gobernanza, anexarse “derechos epistémicos”: qué saben las empresas y los estados sobre nosotras y nosotros y qué podemos saber a nuestra vez. Esto, desde los daños sociales, produce la destrucción de la privacidad (que es un requerimiento del sistema, no un exceso ni una anomalía a ser regulada) y un caos epistémico sintetizado en la interesante figura de la ceguera por diseño. A partir de una reinterpretación de la teoría de la información de Claude Shannon, Zuboff sostiene que la indiferencia de los funcionamientos algorítmicos respecto de las significaciones que comienzan a circular es otro de los requerimientos del capitalismo de la vigilancia, contra el cual la “moderación de contenidos” es una falsa política relativa a una falsa anomalía. Lo que cuenta es la continuación del ciclo PEPG: participación, extracción, predicción, ganancia (PEPG).
En su crecimiento, este ciclo lleva a una segunda etapa, la de la “concentración del conocimiento computacional” como operación económica, donde la desigualdad epistémica se convierte en autoridad epistémica. Una vez consolidada la extracción de datos (“un colonialismo de datos”, según Couldry y Mejias), la gobernanza del capitalismo de la vigilancia se ejerce a través de decidir, privadamente, qué datos van a constituir información, y qué de ellos pasa a ser conocimiento (como la “extracción de conocimiento” de la que habla Pasquinelli). Son las corporaciones de la vigilancia las que, en este proceso, impulsan la IA con la condición de que no le pongan ni regulaciones ni contrapesos. Los daños sociales son la desigualdad epistémica (“la diferencia entre lo que yo puedo saber y lo que puede saberse de mí”), la reducción de los costos laborales, la descalificación de quienes trabajan en la IA –similar a la de los obreros en la Revolución Industrial– y la división internacional del aprendizaje: “un nuevo tipo de servidumbre a la IA emplea en todo el Sur Global a trabajadores por encargo que ganan salarios miserables ‘entrenando’ algoritmos de IA y ‘moderando’ contenido”.
Segundo acto: plataformas
Ocurrió en 2016, se dio a conocer en 2020. Zuboff lo cuenta en detalle para explicar la tercera etapa fundacional del capitalismo de la vigilancia: la activación de comportamientos a distancia. La campaña presidencial de Donald Trump para su primera presidencia empleó perfiles y matrices de datos comerciales de Facebook, asociada con la famosa consultora política Cambridge Analytica, para hacer microtargeting y manipular la información ofrecida en esa red para disuadir a los votantes afroamericanos de ir a votar en los estados sensibles donde se jugaba la suerte de la elección. Se sabe que no fue el único caso, y que los servicios de “microfocalización conductual” fueron usados en muchas ocasiones, entre ellas la campaña por el Brexit en Reino Unido y la elección presidencial de Mauricio Macri en la Argentina en 2015.
En esta etapa, todo el conocimiento “ilegítimo” se traduce en poder “ilegítimo”, y a nivel de la gobernanza la “ceguera por diseño” algorítmica produce intrínsecamente tanto contenido corrupto (fake news) como polarización social. Es, dice Zuboff, un “experimento de escala mega masiva” donde la vieja guerra contra el terrorismo se transforma en una “guerra de información apuntada contra los ciudadanos”. Así como el algoritmo estrella de la primera etapa era el PageRank de Google, ahora lo es el NewsFeed de Facebook, que controla los contenidos ofrecidos en esa red, y que vuelve provocativos los mohines de mea culpa de Mark Zuckerberg ante el Congreso estadounidense o los pagos regulares de multas de Google ante la Unión Europea. En la zona de los daños sociales, Zuboff anota la “construcción artificial de la realidad”.
Tercer acto: plataformas al gobierno
Mayo de 2020. La cuarentena mundial por la pandemia del Covid-19 estaba en uno de sus puntos más altos. El entonces gobernador del Estado de Nueva York, Andrew Cuomo, delegó en Eric Schmidt, ex CEO de Google, empresario millonario y lobista principal de las corporaciones hi tech, la dirección de una comisión para imaginar un escenario pospandémico donde todos los aspectos de la vida social (salud, educación, trabajo) se basen en las interacciones digitales. Nada que no estuviera ya ocurriendo, pero había que prepararse para el día después. Cuomo ya había llegado a un acuerdo con la Fundación Bill y Melinda Gates. Sentadas sobre los datos y los algoritmos, las plataformas garantizaban la continuación “de la sociedad” a través de los dispositivos digitales, como planteó Naomi Klein con la feliz expresión “Screen New Deal”.
Zuboff analiza en el libro una postal menos idílica de este dominio sistémico de las plataformas. Apple y Google se enfrentaron abiertamente a los protocolos de la Unión Europea relativos a los rastreos de proximidad para evitar los contagios de Covid-19 respetando la privacidad. A través de una defensa de los derechos de los individuos y de la sempiterna desconfianza en los estados, que revela la fuerza de la “preparación ideológica” neoliberal que fue zócalo de la primera etapa del capitalismo de la vigilancia, las corporaciones lograron imponerse como “defensoras de la libertad”.
Y se ve que no ganamos para sustos, porque en abril de 2023, unos meses después del lanzamiento al público del chat GPT-3 en noviembre de 2022, una carta abierta firmada por directores de departamentos de investigación en IA, CEOs, científicos y autores de best sellers (entre ellos Elon Musk y el cofundador de Apple, Steve Wozniak), alertaba sobre los peligros del avance de las IA y pedía una pausa en las investigaciones sobre la materia, en una mirada apocalíptica similar a la que supieron provocar en su momento la energía nuclear o la biotecnología. El hecho vale mucho más por lo que señala que por lo que pretende hacer al respecto (no hubo ninguna pausa, desde ya): el furor de la IA bajo la forma de los modelos de lenguaje grandes (LLM), que aceleró la dinámica del esquema DAP a niveles sorprendentes.
Uniendo los puntos como quiere Zuboff, ahora ya se trata de la gobernanza de la gobernanza, esto es, de la asunción por parte de las plataformas digitales de un control casi absoluto, y sin regulaciones, sobre las infraestructuras informacionales que permite ir contra los gobiernos y los estados que pretenden desafiarlas. Una de las claves es el par centralización-descentralización: la gestión de la vida cotidiana y las interacciones sociales se descentralizan en diversos softwares y dispositivos, mientras sus “excedentes informacionales” se centralizan en la gestión de las plataformas. El viejo carácter distribuido de internet termina siendo concentrado por un oligopolio de corporaciones. En la zona del daño social, escribe Zuboff, “la conexión al ‘sistema’ produce el aislamiento que nutre al poder absoluto. El aislamiento se confunde con privacidad. La sociedad, o lo que queda de ella, es tolerable solamente en la medida en que lo social le es drenado”. Ya no hay un Big Brother vigilando desde arriba, sino un Big Other capilarizado a nuestro lado. La otra cara de esta moneda son las soberanías en disputa, como dicen Bratton y Crawford: el control de los territorios vs. el control de la nube y de los fierros (cables, satélites, granjas de servidores) que la vuelven muy poco gaseosa.
Cómo se llama la obra: ¿CEOs al poder?
Hoy, Elon Musk decidió algo más que firmar cartas de alarma y asumir su lugar político, con costos y beneficios para sus negocios que aún se desconocen. No es el único: varios magnates hi-tech, desde Peter Thiel hasta Marcos Galperín, se posicionan en el panorama de las derechas globales como figuras políticas. Sus puestos de gobierno están más vinculados al control de la información que a su presencia en elecciones, y por ello mismo Zuboff marca la contraposición entre el capitalismo de la vigilancia y la democracia liberal, y también la afinidad entre el nuevo poder “instrumentario” y el viejo poder totalitario. Hoy, los CEOs exitosos están lejos del retrato de Silicon Valley de los nerds vagamente anarquistas que “la pegaron” gracias a sus talentos de programación. Detrás de la palabra “libertad” se construyen relatos francamente antidemocráticos, siguiendo las enseñanzas de Milton Friedman.
En algún sentido esto confirma el análisis “paranoico” de Zuboff. Desde su visión, las instituciones políticas basadas en los valores de la democracia, definidos desde un enfoque estadounidense, están en una situación parecida a las de hace un siglo con el ascenso del fascismo y el nazismo. La mano en alto de Musk, emblema de la innovación tecnológica actual, hace juego con la adhesión al nazismo de Henry Ford, símbolo empresarial de la sociedad industrial. En este panorama, según ella, ni las regulaciones, ni las resistencias, ni las alternativas de diseño tecnológico pueden atacar el problema de raíz. Aun cuando se puedan desplegar estas posibilidades, se trata de abolir la primera operación económica que desató todo, esto es, la mercantilización del comportamiento humano y empezar de nuevo.
Quizás, desde estas latitudes, suene a cuento de hadas la contraposición entre un capitalismo “fascistoide” y una democracia garantizada por instituciones liberales; mucho más si se considera que Estados Unidos no ha sido un promotor de esas instituciones fuera de su territorio. Quizá la propuesta de un “capitalismo de la vigilancia” necesite una confrontación con otros capitalismos (cognitivo, informacional, de plataformas, etc.) para entender sencillamente qué es el capitalismo hoy. Quizás la “ceguera por diseño”, que supone que es el entramado tecnológico el que conduce a posiciones políticas radicalizadas, pueda ser repensada a la luz de una “ceguera por política”, donde los algoritmos solo amplifican la rabia generada previamente por un capitalismo salvaje; una amplificación que también es desvío porque, ultraderecha mediante, esa rabia no va dirigida hacia quienes generaron la miseria global. Y quizás haya que repensar, también, el lugar pasivo en el que quedan los usuarios (los individuos, los sujetos) y sus “conductas”.
Pero no hay dudas de que este libro de Zuboff es fundamental para saber dónde estamos parados, o hacia dónde estamos volando: de la tierra a la nube, y de la nube, como decía Margaret Thatcher respecto de la economía, al alma.
Dina Migani dirige la Secretaría de medio ambiente del gobierno de Rio Negro, además es dueña de Quinpe SRL una empresa que vende químicos a empresas de fracking. Quinpe fue denunciada por un ex empleado por contaminar con químicos peligrosos en las acequias que se usan para riego en Fernández Oro y que terminan en el Rio Negro.
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