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CONTRACULTURA DE LA GUERRA

“La cultura es la memoria del pueblo, la conciencia colectiva de la continuidad histórica, el modo de pensar y de vivir”.
Milan Kundera

La palabra cultura proviene del latín cultus que designa el cuidado de la tierra y sus cultivos, así como también del ganado. Palabra que se ha transformado a lo largo del tiempo en una pluraridad de sentidos, pero que, sin embargo se conecta con el lenguaje, las costumbres, el arte y las formas que hacen resplandecer la vida.

Ante las amenazan que no se detienen, la cultura nos permite ir más allá de la riña, de la venganza, del odio desenfrenado, de la angustia permanente, y de todo aquello que nos acerca demasiado a lo siniestro, y a la muerte.

Si hoy ( y hace ya tiempo) la cultura se ha globalizado, su contracara tenebrosa hecha de guerra, hambrunas y pestes no sería la excepción. Y es esta misma contracara que sabemos que podría hacer explotar al mundo en pocos instantes.

En cambio, la cultura nos reconecta con los sentidos, con identificaciones que nos resguardan de las adversidades, con herramientas que resignifican lo traumático y brindan alegría lúdica a las nuevas generaciones.

Las guerras nos han dejado demasiadas pruebas de lo ridículo y ominoso que puede ser para la psíquis de los soldados, soldados que van a combatir contra enemigos que no conocen; y lo peor aún, siendo enviados por goberantes que tampoco conocen. Y no se trata (como dice un amigo) de que la guerra sea necesaria para reconstruir la cultura. No. No es necesario llegar hasta allí.

Siguiendo a Kundera que nos dio origen a este texto, la continuidad de la consciencia colectiva nos compromete con los principios históricos que mantienen nuestras vidas en pie, y para ello, la cultura es un eslabón imprescindible.

La guerra precisa de un presupuesto para poder concretarse. Ahora, si vemos los presupuestos para la cultura, las diferencias serán notables. Una contracultura de la guerra requiere invertir dichos prespuestos. Esto último está muy claro. Sin embargo, no podemos caer en la ingenuidad de pretender que la ambición por lo armamentístico quede de lado para las grandes potencias en pro de enriquecer el planeta cultural.

Occidente y Oriente pareciera que estuvieran coquetando con el desastre bélico y poner a este mundo que nos cobija en riesgo de extinción…
¿Podrán llegar a acuerdos solventes que fomenten la paz y el diálogo diplomático? ¿Hasta qué punto la cultura puede reunirlos con la bandera de la paz, la amistad y la cooperación?

Para finalizar, un claro ejemplo que la cultura puede revertir el juego fue en 1967 que entró en funcionamiento una nueva herramienta y, con ella, la más dulce de las armas taiwanesas, la estrella de la canción ligera Teresa Teng.

Teng, conocida como “la eterna reina del pop asiático”, era muy popular a ambos lados del estrecho y, al parecer, una de las cantantes favoritas del líder comunista Deng Xiaoping. Durante las 24 horas del día, todos los días a lo largo de más de dos décadas, un inmenso altavoz de 10 metros de altura construido mirando hacia la costa enemiga atronaba a los vecinos de Xiamen, en la China continental, con música -una canción ligera taiwanesa- o con discursos en los que se invitaba a los soldados chinos a cambiar de bando.

En síntesis, este texto está planteado en Occidente y desde una perspectiva occidental. Para intentar correrme de ahí, he luchado contra mis propias resistencias, y gracias a haber visto como los niños disfrutan de la reunión de ambos polos, expresado en la música coreana, así como también en la influencia cultural en otras áreas, apuesto a la reinvención cultural que nos acerque de una manera armoniosa, cocreativa y hasta lúdica. ¿Será como dice el dicho que cuando lo nuevo no termina de nacer y lo viejo no termina de morir nacen monstruos? Esperemos que no, y que la cultura en su sentido más polisémico nos permita reflexionar, y seguir permitiendo que los modelos orientales y occidentales se continuen mezclando, y no se destruyan los unos a los otros en el intento.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-62421818

Portada: Bansky

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