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CON BASE EN EL PODER CONTINÚA SU PROCESO DE CRECIMIENTO

El mundillo de Juntos Somos Rio Negro (JSRN) continúa creciendo en materia electoral, los números lo avalan y la tendencia verde continúa en proceso de alza en tiempos eleccionarios, desde el sobresalto de las intermedias del 2017 los estrategas de Juntos empezaron a atinar los tiros y el partido provincial se consolida con bases en el poder.

Estas PASO legislativas 2021 de cara a las generales de noviembre enmarcaron el crecimiento del partido provincial que sostuvo y superó los buenos resultados de las elecciones del 2019. La diferencia del oficialismo rionegrino con el Frente de Todos (FdT) fue tan clara (y acá el FdT ligó resabios nacionalistas), que Juntos por el Cambio (JxC) en la sumatoria interna de sus 3 pre candidatos se coló como segunda fuerza política provincial muy poquito por encima del FdT que solo ganó por la mínima en el distrito de 9 de Julio, un distrito con poquísimo caudal de votos.

Juntos Somos Río Negro sacó 34,74% de los votos con Agustín Domingo como primer pre-candidato contra 27,04% de la segunda fuerza, Juntos por el Cambio, que compitió con tres listas internas (Tortoriello, de Rege, Jalabert). Fue seguido por el Frente de Todos (25,00%) con Ana Marks a la cabeza, el Frente de Izquierda y los Trabajadores (5,35%) con Norma Dardik como pre-candidata. Con casi el 99% de las mesas escrutadas JSRN supera los 122mil votos, JxC los 95 mil, el FdT los 88mil y el Frente de Izquierda los 18mil.

“El verde es un proceso, no un estado. Necesitamos pensar en “verde” como un verbo, no un adjetivo”, dijo el psicólogo y periodista Daniel Goleman autor del libro «Inteligencia Emocional», y podemos aplicar la frase a la cuestión política emocional del oficialismo provincial que continúa en proceso de crecimiento, mutando esa construcción adjetiva del color «verde» en un verbo, en una acción en tiempos de sufragio.

La tendencia del crecimiento continuo del partido provincial y en consecuencia su sostenimiento en el poder se visualiza en una de las ciudades con mayor impronta peronista como lo es Gral. Roca desde hace décadas, que en el presente enfrenta un claro derrotero frente a JSRN en las últimas 2 elecciones. En 2019 JSRN cercenó diez puntos de diferencia cuando el margen era de casi 20 en 2017, 4 años después la diferencia es solo de cinco puntos.

Medios provinciales no oficiales y oposición instalan hace rato internas en el oficialismo, sin embargo si es cierto, no se refleja en las urnas, o bien, el senador Weretilneck y el diputado Di Giacomo, la gobernadora Carreras y su vice Palmieri, más Pesatti y Genusso intendentes de Viedma y Bariloche saben limar asperezas cuando hay que tomar decisiones fuertes.

Una muestra de ello, es la elección del vicegobernador Alejandro Palmieri como co-equiper de la gobernadora Arabella Carreras en el momento en que la justicia electoral no aprobó una nueva re-elección de Alberto Weretilneck en 2019. Una buena jugada de Juntos que necesitaba ganar territorio en la ciudad de los Soria y vaya si lo hizo, que como mencionábamos achicó el margen en 15 puntos en solo 4 años en una de las ciudades con mayor peso electoral de la provincia.

La paliza electoral que recibió el FdT en Rio Negro tiene también por supuesto su injerencia nacional, la falta de caudillismo con unión en las bases del peronismo rionegrino los deja ligados directamente a la figura del presidente Alberto Fernandez, a la cara del fracaso del gobierno nacional, esos que suele castigar el argentino promedio, que cuando le permiten votar lo hace por la propuesta que en el momento considera más conveniente para su vida. O si hay un fracaso en el medio, lo que en la práctica del voto es lo mismo, vota en contra de la fuerza política que le haya desordenado su vida, su existencia cultural en el mundo.

La lista de JSRN refleja también un análisis coyuntural y un miramiento macro del electorado, que quizás no ha tenido el FdT o quizás no pueda tener ya que hoy su mesa debería ser con pluralidad de voces y en el caso del peronismo en la variedad no está la diversión, sino el problema. Rio Negro tiene 4 ciudades que representan casi 300 mil votantes rionegrinos, sobre los 560 mil habilitados para acudir a las urnas, y JSRN cerró el póker de ciudades pico al hacer crecer la imagen de su Vice Gobernador Alejandro Palmieri. Hagamos un resumen.

  • San Carlos de Bariloche cuenta con casi cien mil ciudadanos habilitados para votar, de allí es oriunda la gobernadora Arabela Carreras, y también es el distrito de Agustín Domingo, él candidato para Noviembre. En la zona andina la tendencia de las últimas elecciones se mantiene y la diferencia con el FdT estuvo arriba de los dos dígitos, allí no suele tener problemas JSRN.
  • En Gral. Roca hay más de 78 mil electores, siendo la segunda ciudad con mayor electorado como mencioné ahí se visualiza la tendencia de crecimiento de JSRN y Alejandro Palmieri se ha encargado de ser la cara del oficialismo en su ciudad. Como mencionábamos los números de las urnas roquenses lo avalan, habiendo reducido una brecha abismal en tan solo dos elecciones. Ahora es de solo 5 puntos.
  • Cipolletti cuenta con alrededor de 65mil votantes y aunque es la ciudad del senador Alberto Weretilneck y además es el distrito del legislador Lucas Pica candidato suplente, en este caso, es el único punto geográfico a rever por parte del oficialismo ya que cedió por un amplio margen ante JxC con el ex intendente cipoleño Anibal Tortoriello a la cabeza.
  • Viedma, capital de la provincia, cierra el póker de ciudades que conserva más de la mitad de los votos rionegrinos con más de 50 mil personas habilitadas para sufragar, la meca de la política rionegrina siempre está marcada por los gobiernos de turno y además suelen coincidir con las conducciones de la ciudad, como lo es en este caso con otro de los referentes del partido Pedro Pesatti, intendente comunal y ex vice gobernador de la provincia. JSRN estuvo 15pts arriba del FdT y 8 por sobre los pre-candidatos de JxC.

Pero esto no es todo, a la cuestión territorial y cuantitativa sumaron acertadamente como pre-candidata a la Dra. Mercedez Iberó, la cara más visible en la provincia durante toda la pandemia, incansablemente se consumió el parte diario que llegó a cada rincón de Rio Negro durante casi un año. La doctora que no nació en la provincia sí deambuló por su profesión de este a oeste de Rio Negro, siendo en este último tiempo es el personaje político de mayor crecimiento en la provincia. En unas legislativas de intermedio las caras conocidas garpan.

Es atina la incorporación y destacable la participación de la legisladora reginense Marcela Ávila (suplente) también fue un buen complemento en la lista siendo referente de un circuito como lo es el Alto Valle Este que cuenta con su ciudad de origen Villa Regina como la 5ta ciudad con mayor cantidad de electores (27mil) donde también gobierna Juntos con Marcelo Orazi como jefe de la comuna.

Un triunfo que cobra más valor aún si entendemos que el tratamiento de la pandemia mundial con el resultado puesto generó recelo en la sociedad ante la narrativa de la sanidad por encima de todo, parece ser que el electorado aquí no acusó el impacto que sí estuvo volcado negativamente a la imagen del Presidente y en consecuencia a los pre-candidatos a legisladores del FdT en el interior. Las mayorías populares sintieron la presión del ajuste del gobierno, la sintieron en el cuero y en consecuencia, votaron en sus provincias castigando a nivel nacional.

El peronismo ha sido disfuncional y disruptivo en nuestra provincia en este último lustro, la lucha de egos lo ha socavado desde adentro, la falta de un líder indiscutido ha dispersado el rebaño en un partido que históricamente ha necesitado linealidad y referencia, hoy está desarticulado.

Ya con Martín Soria con las miras puestas fuera de la provincia como Ministro de Justicia, esa falta de liderazgo se acentuó (aunque también era discutido por sus pares), no alcanzaron las apariciones del senador Martín Doñate durante esta gestión (hoy la cara más visible en la provincia) y a esto hay que anexarle las divisiones internas a nivel municipal, provincial y nacional, la astillada bancada interna al Presidente Fernandez, los silencios de Cristina y el desgastado manejo de la pandemia, factores que incidieron negativamente en muchas provincias en efecto cascada, tal es así que en la nuestra relegó espacios cediéndole a JxC el espacio para ser la segunda fuerza política. De las tres bancas que tiene el FdT en la cámara baja puede quedar con solo una.  

Una de las críticas más repetidas en la militancia del peronismo a nivel provincial deviene del apoyo de Nación en la provincialización de las obras en Rio Negro, que según los militantes peronistas no hace más que regalarle votos al oficialismo provincial que hoy consigue hacerse más fuerte gracias a los resultados obtenidos. No es alentador el futuro para el peronismo en la provincia si vemos que el marco nacional post PASO no va a colaborar, y tampoco lo hacen los mismos actores políticos del peronismo rionegrino.

La cobertura territorial de juntos se cimentó con tiempo y desde el poder con el aparato estatal a su favor, un poder que llegó de sopetón sin esperarlo con el asesinato de Carlos Soria a los pocos días de asumir como Gobernador. Difícil es el panorama del peronismo sin líderes y perdiendo el  territorio que siempre tuvieron.  La autocrítica de las cabezas peronistas rionegrinas deberá ser fuerte, o los cuadros políticos más jóvenes deberán acelerar su proceso de militancia para sentarse en la mesa a discutir, si en definitiva son ellxs lxs que caminan los barrios.

La coyuntura nacional es el texto explicativo de porqué desde lo comunicacional estuvo bien direccionado el mensaje oficialista de oposición a la disputa polarizada de la política nacional, ser outsiders de la grieta, decidir por nosotros mismos, posicionarse en nuestra tierra, acá! obtuvo su rédito.

En esa disputa nacional los mismos que habían votado a la alianza Cambiemos en 2015 y habían colocado a Mauricio Macri en la presidencia lo bofetearon cuatro años después, el pueblo ahora volvió a votar a JxC  por la misma razón que en 2019 volvió a votar al kirchnerismo, por percibir el fracaso en el oficialismo de turno.

Nada de esto es una cuestión ideológica ni mucho menos. Eso solo existe en las minorías militantes que sí son ideológicas y viven en un microclima de rosca constante que encaja como un rompecabezas en la famosa grieta. Como buen pueblo exitista solemos castigar el fracaso de manera tan fácil como nos sentimos atraídos por la pasta del campeón.

Salir de esa rosca y de ese loop de caras conocidas y alfombras rojas tendidas (aunque sea en el imaginario) es un patio que se apreció como una buena opción para el electorado rionegrino. Mientras tanto JSRN se sigue consolidando en la provincia y solo una continuidad de yerros en la superficie puede subirles un poco el agua y mojarle algunos votos de cara a noviembre.

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Poco más de 375mil personas votaron este domingo alcanzando un 67,8% de participación del electorado, un número que está por debajo de la media que suele alcanzar el 75% de las, aproximadamente, 560 mil personas habilitadas para sufragar.

Datos: App Elecciones Argentinas 2021

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    Semanas antes, Trump había lanzado una ofensiva comercial al aumentar los aranceles a las importaciones de Canadá, México y la Unión Europea, y también había expresado sus intenciones anexionistas sobre Groenlandia (2). Sin embargo, de ahora en adelante, ya no se trata tan sólo de manipular a sus “aliados” para que compren más armas o para equilibrar la balanza comercial. Al declarar que Estados Unidos no les concedería garantías de seguridad ni a Ucrania ni a las tropas europeas que pudieran desplegarse para hacer cumplir un eventual alto el fuego, Trump inevitablemente sembró dudas sobre la solidaridad estadounidense en caso de un ataque al territorio de un miembro de la OTAN. Sin su contrapartida de seguridad, el vínculo transatlántico se parecería más bien a una completa relación de dependencia.

    No obstante, desde 2022, Estados Unidos ha “invertido” un promedio de 35.300 millones de dólares por año en Ucrania (3). Mucho más que los 3.000 a 5.000 millones de dólares que Washington destinó cada año a Israel antes del ataque del 7 de octubre de 2023 y el equivalente a casi la mitad de los gastos militares anuales para Afganistán entre 2001 y 2019 –un esfuerzo para financiar una ocupación militar y operaciones directas–. El nivel de apoyo a Ucrania se sitúa, por lo tanto, en algún punto intermedio entre la ayuda brindada a un aliado histórico en Medio Oriente y el compromiso de una intervención directa en el campo de batalla en su propio nombre. Pero a Trump poco le importa todo eso: la guerra en Ucrania no es la de Estados Unidos, sino la de su antiguo rival Joseph Biden…

    Errores de cálculo

    Evidentemente, la magnitud de la ayuda occidental llevó a Kiev a cometer un error y la alentó a rechazar la negociación. En la primavera boreal de 2022, incluso antes de que Occidente le proporcionara su apoyo militar, la resistencia ucraniana podía enorgullecerse de haber frustrado la operación de cambio de régimen fomentada por el Kremlin y de haber minimizado las pérdidas territoriales. Después de cuatro semanas de combates, los beligerantes estaban cerca de llegar a un acuerdo. En Estambul, Kiev aceptó un estatus de neutralidad –es decir, renunció a adherirse a la Alianza Atlántica– y confirmó su intención de no dotarse de armas nucleares. A cambio, buscaba conseguir la retirada voluntaria de Moscú de los territorios que había ocupado desde el 24 de febrero. Sin embargo, Kiev necesitaba garantía de seguridad por parte de los líderes occidentales, quienes se la negaron. Boris Johnson se convirtió en el portavoz de la posición occidental durante una visita a la calle Bankova, sede de la Presidencia ucraniana. El Primer Ministro británico afirmó que nunca firmaría un acuerdo con Putin. Por eso, lo que ofrecían no eran garantías, sino armas (4).

    Europa deberá pagar la reconstrucción de Ucrania y, al mismo tiempo, afrontar los costos de su seguridad.

    Por un tiempo fue posible creer que dicha apuesta resultaría exitosa. Tras una primera contraofensiva, en noviembre de 2022, Kiev recuperó la ciudad de Jersón, ubicada en la orilla derecha del río Dnieper. Se desató la euforia. La palabra “negociaciones” se volvió tabú. No alinearse con los objetivos ucranianos –es decir, recuperar por la fuerza las fronteras de 1991– equivalía a firmar un pacto con el diablo. Los grandes medios de comunicación occidentales respaldaron el decreto ucraniano de octubre de 2022 que prohibía las negociaciones con Putin, a quien buscaban llevar ante la justicia internacional por crímenes de guerra (5).

    Sin embargo, la segunda contraofensiva ucraniana de junio de 2023 resultó en una derrota. En los medios de prensa, los estadounidenses expresaron su descontento: Kiev habría escatimado demasiado sus hombres para privilegiar ataques tácticos dispersos a lo largo del frente en lugar de enviar soldados en masa a los campos de minas rusos con la esperanza de traspasar las defensas del adversario y cortar el puente terrestre entre Rusia y Crimea (6). Bajo la presión de Washington, Kiev redujo la edad de reclutamiento de 27 a 25 años en abril de 2024, pero en diciembre se negó a bajarla a los 18 años. Así, la apuesta hecha en base a las exhortaciones occidentales fracasó trágicamente. Tanto el costo humano –cientos de miles de muertos y heridos– como los sacrificios exigidos a la sociedad fueron en vano (7).

    Como lógica consecuencia, durante el mismo período, Rusia experimentó una suerte inversa. El inicio de su “operación militar especial” resultó un fiasco. Los servicios de inteligencia rusos sobrestimaron los apoyos con los que contarían tanto por parte de la población como dentro de las élites ucranianas. El Ejército se estancó en los barrios periféricos de la capital ucraniana y fracasó en su intento de tomar el control del país. El Kremlin decidió entonces concentrar su dispositivo militar en el Donbass y Crimea. Concebida inicialmente como una expedición relámpago, la guerra fue cambiando de escala y de naturaleza. La movilización forzada decretada en septiembre de 2022 provocó una ola de protestas y exilios.

    Atrapada en su propia guerra, Rusia agravó su situación en materia de seguridad. Su “operación militar especial” tenía como objetivo, por un lado, prevenir que Ucrania se rearmara –antes de que Kiev recuperara por la fuerza las regiones separatistas prorrusas– y, por otro lado, poner un freno a la expansión de la OTAN hacia el Este. No obstante, unos meses después del inicio del conflicto, Rusia enardeció el patriotismo de un adversario que recibía un flujo continuo de armas y que contaba con el respaldo de una Alianza Atlántica reforzada con dos nuevos miembros: Suecia y Finlandia, que limitan con la zona ártica, estratégica para Moscú. Los dirigentes europeos reforzaron los batallones enviados al flanco oriental de la alianza, incluida Francia, que hasta entonces se oponía a una presencia permanente. La fuerza de reacción rápida de la OTAN cuadruplicó su número de efectivos; también continuó la construcción de la nueva base antimisiles estadounidense en Polonia, en donde los norteamericanos elevaron su presencia militar a 10.000 soldados. Lejos de calmarse, en Rusia las preocupaciones respecto de la seguridad se intensificaron por no haber previsto la fuerza y la unidad de la reacción occidental. Empero, al apostar por la consolidación de sus defensas detrás del Dnieper, Rusia logró estabilizar el frente. Los avances territoriales, como la toma de Bajmut en mayo de 2023, se consiguieron a costa del sacrificio de numerosas tropas, en un país ya golpeado por su crisis demográfica.

    El Presidente estadounidense parece elevar a Rusia al rango de nueva aliada.

    Si bien Rusia mostró debilidades militares, la resiliencia de su economía resultó sorprendente. El Banco Central había acumulado suficientes reservas para asumir una confrontación financiera con Occidente. Logró sostener eficazmente el rublo y salvar su sistema bancario a pesar del congelamiento de sus activos en Europa y Estados Unidos. En cuanto a las sanciones energéticas, terminaron volviéndose en contra de los propios impulsores europeos: el aumento de los precios del gas compensó la pérdida de los volúmenes enviados al Viejo Continente, dando tiempo a Rusia para reorientar sus exportaciones de hidrocarburos hacia Asia (8). El fracaso de la estrategia de aislamiento se volvió evidente porque, si bien Moscú se vio obligada a recurrir a “Estados parias”, como Corea del Norte o Irán, para obtener armas o soldados, la realidad es que no le faltaron socios económicos interesados en sus descuentos energéticos. Los países que forman el núcleo del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) vieron con preocupación la ofensiva punitiva financiera de Washington contra uno de sus miembros y profundizaron de forma preventiva su cooperación para reducir el uso del dólar en sus intercambios. En 2024, BRICS acogió a cinco miembros nuevos, entre los que destacan los Emiratos Árabes Unidos, un actor clave en las nuevas rutas del petróleo ruso (véase el artículo de págs. 12-14).

    ¿Acercamiento al hermano menor?

    Al elegir negociar cara a cara con Moscú, Trump le ofrece una vía de escape al Kremlin. El Presidente estadounidense parece elevar a Rusia al rango de nueva aliada. Las concesiones, por ahora sólo verbales, resultan vertiginosas: reanudación de las negociaciones sobre el desarme, promesa de reincorporación al G7 y, a largo plazo, levantamiento de las sanciones. Aunque el Presidente estadounidense trate de morigerar estas promesas en las próximas semanas, la solidaridad transatlántica parece estar ya profundamente deteriorada.

    Estas declaraciones podrían cerrar la era geopolítica que comenzó en 1949. Tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos creó la Alianza Atlántica para imponer su influencia a la mitad de Europa, mientras que la otra mitad se alineaba primero con el bloque soviético y luego se unía al Pacto de Varsovia en 1955. Sin embargo, a fines de la década de 1980, el último líder soviético, Mijail Gorbachov, al frente de un país agotado por la carrera armamentista, se comprometió con una serie de concesiones unilaterales y desordenadas: aceptó la reunificación de Alemania y su adhesión a la OTAN sin obtener garantías escritas sobre la no expansión de la alianza occidental en Europa del Este. De este modo, el antiguo instrumento de seguridad sobrevivió a la Guerra Fría, y la Unión Europea, al expandirse, permaneció firmemente vinculada a Washington. Aunque en 1989 y 1990 se llegó a considerar por un momento la posibilidad de implementar un nuevo sistema de seguridad, no surgió ninguno alternativo tras la disolución de la URSS en 1991. Si bien el conflicto ruso-ucraniano tiene en parte su origen en esta oportunidad perdida, su resolución negociada está provocando una reconciliación ruso-estadounidense a espaldas de Europa.

    En Munich, el vicepresidente James David Vance incluso señaló una nueva dirección estratégica de Estados Unidos: “A Putin no le interesa ser el hermano menor en una coalición con China” (9). ¿Se trata del regreso a la estrategia de triangulación que había puesto en marcha el presidente estadounidense Richard Nixon en 1971 al acercarse al “hermano menor” (en ese entonces, China) para aislar mejor al enemigo principal (la URSS)? Si este es el “plan”, Trump tendrá dificultades para romper el eje Rusia-China. Pekín, si bien se molestó por el hecho consumado de la invasión rusa y le ha reprochado a Moscú su abuso de la amenaza nuclear, no le ha retirado su apoyo. China suministra de manera discreta tecnologías necesarias para el complejo militar-industrial ruso, al mismo tiempo que profundiza su cooperación militar con Moscú. Aunque desequilibrada, esta relación se basa en una fuerte frustración compartida respecto de un orden internacional dominado por Estados Unidos desde el final de la Guerra Fría.

    ¿Y Europa?… Europa se encuentra en la peor situación posible: ya debilitada por la crisis energética que ella misma provocó al renunciar –a petición de Washington– al gas ruso barato y pronto golpeada también por la guerra comercial decretada por la Casa Blanca, ahora se ve obligada a gestionar en soledad las consecuencias del revés occidental en Ucrania. Mientras la confrontación con Rusia alcanza un nivel incandescente y sus arsenales se han vaciado en favor de Kiev, Europa se prepara para aumentar de forma urgente su gasto militar, lo que implica comprar armamento estadounidense. Washington le exigía un “reparto de la carga” de la financiación de la alianza. Ahora la carga es doble: pagar la reconstrucción de Ucrania (que, a esta altura, Rusia deja de buena gana en manos de la Unión Europea) y, al mismo tiempo, asumir su propia seguridad. El gasto parece simplemente inasumible para los presupuestos europeos y augura nuevas divisiones.

    1. Benoît Bréville, “Liquidación electoral”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, enero de 2025.
    2. Philippe Descamps, “Affoler la meute”, Le Monde diplomatique, París, febrero de 2025.
    3. “Ukraine support tracker”, Kiel Institute for the World, 2024.
    4. Samuel Charap y Sergueï Radchenko, “¿Podría haber terminado la guerra en Ucrania?”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, julio de 2024. Volodimir Zelensky se esfuerza en negar el papel que habría desempeñado así Johnson; véase también Shaun Walker, “Zelensky rejects claim Boris Johnson talked him out of 2022 peace deal”, The Guardian, Londres, 12 de febrero de 2025.
    5. Véase, por ejemplo, “Soutenir l’Ukraine pour assurer la paix”, Le Monde diplomatique, 10 de enero de 2023.
    6. Alex Horton y John Hudson, “US intelligence says Ukraine will fail to meet offensive’s key goal”, The Washington Post, 17 de agosto de 2023.
    7. Hélène Richard, “Ucrania, una sociedad dividida por la guerra”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, noviembre de 2023.
    8. Hélène Richard, “Sanciones de doble filo”, Le Monde diplomatique, noviembre de 2022.
    9. Bojan Pancevski y Alexander Ward, “Vance wields threat of sanctions, military action to push Putin into Ukraine deal”, The Wall Street Journal, Nueva York, 14 de febrero de 2025.

     

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