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Celebramos la Vendimia juntos: 42° Fiesta Provincial de la Vendimia

Diversas actividades estuvieron enmarcadas en esta Vendimia 2022: desde la Dirección de Turismo comenzamos con el seminario intensivo “Vendimia en tu copa” el pasado miércoles, que fue todo un éxito. Junto a Graciela Vidal los participantes de este seminario se llevaron conocimientos y herramientas para preparar cócteles con vinos rionegrinos.

El jueves, la Oficina de Turismo se llenó de color y alegría con la presencia de infancias y familias que se acercaron a participar de la propuesta “Coloreando mi Vendimia”. Todos los niños y niñas pudieron disfrutar de una tarde de diversión y pintaron lo que ellos entendían sobre la vendimia regional, acompañados por sus familias. El broche de oro de esta actividad fue el domingo en el cierre de la fiesta, en donde recibieron un reconocimiento por su participación.

El viernes se llevó a cabo el acto protocolar y el inicio formal de la fiesta popular, con la presencia del Intendente Marcelo Orazi, funcionarios municipales y provinciales y, por supuesto, los bodegueros regionales. Se inauguró el recorrido del “Camino de productores” en donde pudieron conversar con los emprendimientos que nos acompañaron. En la sede de la Universidad del Comahue se desarrolló la cena “Maridajes de nuestra cocina regional”, con un menú de tres pasos pensado para acompañar con vinos de la región.

El sábado por la mañana se inició el Tour “Caminos del Vino” que recorrió cinco bodegas del Alto Valle. Un recorrido que estuvo marcado por las historias familiares, las anécdotas, el trabajo incansable de las familias que forjaron el trabajo de los viñedos en la región. Degustación de vinos y un almuerzo con alimentos locales se pudo disfrutar durante las visitas guiadas.

Otra de las actividades organizadas desde la Dirección de Turismo fue “Cocina en vivo”, propuesta que se desarrolló el día sábado y domingo y que tuvo mucha convocatoria de la gente. Chefs profesionales prepararon en vivo recetas con productos regionales que tuvieron como toque principal los vinos de la región.

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    Fred Machado: “Si hablo, se cae el país”

     

    El financista de Espert en 2019 espera su extradición a EE. UU., acusado de lavado de activos y narcotráfico. Un entramado que conecta a dirigentes libertarios, macristas y rionegrinos, con derivaciones que podrían dinamitar más de una carrera política.

    Ocho horas con el hombre que amenaza con “fundirlo todo”

    Viedma, kilómetro 20 de la ruta provincial 1. A orillas del río Negro, en una casa con perros callejeros, un buda de yeso y un cartel colorido que reza “Mi Lugar en el Mundo”, Federico “Fred” Machado cumplía arresto domiciliario mientras el país lo observaba con una mezcla de morbo y miedo. El financista que alguna vez soñó con ser leyenda de la Comarca Viedma-Patagones estaba por caer. Lo sabía. Lo esperaba. Lo temía.

    El mismo hombre que financió la campaña presidencial de José Luis Espert en 2019 y que tejió lazos con empresarios del círculo PRO, escuchó en silencio cómo su destino se sellaba: la Corte Suprema había habilitado su extradición a Estados Unidos.

    En esa casa, donde se refugió del ruido mediático y de los socios que lo abandonaron, la periodista Caro Fernández pasó ocho horas. Entre silencios, mates, y perros inquietos, Fred Machado pronunció una frase que aún resuena como una amenaza: “Si hablo, se cae el país.”


    El ocaso del financista de los cielos

    Machado vendió más de cincuenta aviones en Argentina. Entre los compradores figuran nombres pesados: el Grupo Neuss, el Grupo Frávega, Ricardo Fort, Lácteos Vidal y Sergio Mastropietro, socio histórico de MacAir Jet, la aerolínea de la familia Macri, rebautizada luego como AVIAN.

    Con Mastropietro, Machado fundó en 2010 SO VAIN SA, una sociedad dedicada al alquiler y mantenimiento de aeronaves. Para los investigadores, ese vínculo fue el pase de ingreso al sistema aeronáutico argentino durante el gobierno de Mauricio Macri, cuando Patricia Bullrich era ministra de Seguridad.

    Según la causa, fue en esa época —entre 2016 y 2019— cuando el financista comenzó a mover capitales de origen ilícito bajo la cobertura de negocios aeronáuticos y agroexportadores. En 2021, todo se derrumbó: su nombre apareció asociado al lavado de activos del narcotráfico.


    Espert, Bullrich y los silencios que delatan

    Durante la charla, Machado repasa los nombres de quienes hoy fingen no conocerlo. Dice que Espert lo negó, que Weretilneck mintió, y que Bullrich guarda “silencio”.

    Cuando le menciono el video filtrado del libertario en la pileta, sonríe con amargura. Luego agrega, casi sin levantar la voz: “Me mandaron un mensaje. A Santiago Caputo le hago llegar esto: ‘Yo no quiero ir a Estados Unidos. Si esto explota, yo fundo todo. Yo hablo y se cae el país mañana’. La respuesta fue: ‘Mensaje recibido’.”

    Machado asegura que la Casa Rosada sabía que su extradición se aceleraría tras el quiebre de su vínculo con el economista liberal y el retiro de apoyo del gobierno de Milei. No lo dice abiertamente, pero sugiere que había acuerdos, pactos, o al menos, entendimientos que se rompieron.


    El triángulo de los millones

    En los papeles, el vínculo entre Machado, Alejandra Bada Vázquez (dueña de Lácteos Vidal) y Cecilia Roncero (su esposa) abre una puerta que muchos prefieren mantener cerrada. Las transferencias entre las empresas de Machado y el clan Bada Vázquez se cruzan con aportes a la campaña de Bullrich en 2023.

    Según documentos financieros, Machado transfirió 3.073.354 dólares a Transportes El Nacional, propiedad de Bada Vázquez. Desde allí, al menos 215.000 dólares habrían ido a parar a la campaña presidencial de la actual ministra de Seguridad.

    El rastro se ensucia aún más con la aparición de Eco Friendly, firma creada por Claudio Cicarelli, primo y supuesto testaferro de Machado, junto a Roncero. Para la Justicia, fue una de las vías de triangulación de fondos entre el empresario, los lácteos y los aportes políticos.


    Aviones, cocaína y un vuelo a Entre Ríos

    En enero de este año, un avión cargado con 350 kilos de cocaína aterrizó en Entre Ríos. La aeronave, según los registros, había pertenecido a Transportes El Nacional, de Bada Vázquez, y fue vendida por una suma diez veces inferior a su valor real al narco peruano Villanueva, detenido en Ezeiza.

    El hallazgo cerró el círculo: negocios, política y narcotráfico. Todos caminos que, de una u otra forma, conducen al mismo nombre: Fred Machado.


    Weretilneck y la trampa de la arena

    El gobernador Alberto Weretilneck intentó despegarse del caso con una excusa torpe. Dijo que su reunión con Machado fue por pedido del club Deportivo Viedma. El propio empresario lo desmintió.

    Pero hay más: su pareja y candidata a senadora, Andrea Confini, dirige la Secretaría de Energía provincial, desde donde se otorgaron permisos de explotación minera a Claudio Cicarelli, el mismo que figura en la red de negocios del presunto narco.

    Como si fuera poco, el periodista Luciano Barroso fue despedido de un medio provincial 12 horas después de cubrir la causa Machado. Weretilneck cerró filas. Pero los datos ya estaban en el aire.


    “Todos seguimos siendo hijos de alguien”

    Cuando la Corte confirmó su extradición, Machado estaba comiendo banana con granola. Lo leyó en mi teléfono, se quedó en silencio y dijo apenas: “Boludo, acá estoy leyendo que habilitaron la extradición.”

    Minutos después, una hilera de policías rodeó la casa. La madre lo abrazó. Los perros ladraron. Y él, que alguna vez fue el hombre de los cielos, se agachó para despedirse de ellos.

    Su frase final, dicha con la voz apagada, quedó flotando en el aire patagónico: “Gracias por todo.”


    Epílogo: lo que el río no se llevó

    Federico “Fred” Machado no se fugó. Pudo hacerlo. Tenía río, contactos y tiempo. Pero no lo hizo. Quizás porque, como él mismo dijo, “si hablo, se cae el país.”

    El hilo que une su caída con las campañas políticas de Espert, Bullrich, y la red de negocios rionegrinos, todavía está tenso. La extradición puede ser el final de su historia personal, pero no del escándalo. Lo que viene, si se confirman las conexiones y los aportes cruzados, podría ser un terremoto político que sacuda desde la Patagonia hasta la Casa Rosada.

    El río Negro, ese espejo donde todo se refleja, guarda todavía demasiados secretos. Y algunos, tarde o temprano, flotan.

     

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    Nadie imaginó la caída. Ni las lágrimas de Espert, ni las turbulencias económicas, ni la intervención de Trump en la economía, ni la denuncia de que estábamos ante un gobierno de ocupación preanunciaron la victoria de Milei en la provincia de Buenos Aires. El peronismo —desde el 7 de septiembre— observó en cierta concatenación de eventos una victoria más ajustada, pero victoria al fin. La tarima en el búnker estaba preparada para festejar y no para pasar a la resistencia. El discurso sonó —como toda la campaña— desconectado. Hubiera sido más reparador asumir la derrota, saludar al contrincante y agradecer a la militancia que llamar a resistir. Nadie puede resistir cuando se tiene una vida tomada por las restricciones de la cotidianidad. “Resistan ustedes, yo tengo otra cosa que hacer”.

    Los romanos observaban a los pájaros para escudriñar la voluntad de los dioses y así tomar decisiones. Le ponían empeño en buscar a las aves. Ver sus movimientos y gestos. El arte de decidir implicaba mirar y entender bien.

    Cuando la derrota fue un hecho, el problema de un sector del peronismo —principalmente dirigentes de La Cámpora— fue reclamarle al gobernador Axel Kicillof que no había sabido interpretar ni a los pájaros, ni a los dioses, ni a CFK. Te lo dije: Cristina tenía razón. Y no solo eso: el conurbano va a salvar a la patria, como una suerte de destino manifiesto más allá de los políticos, del gobernador y de los intendentes.

    Nadie puede resistir cuando se tiene una vida tomada por las restricciones de la cotidianidad.

    El peronismo en su conjunto no pudo interpretar a los pájaros y cayó. Se quedó sin comprensión, o mejor dicho, consumió otros diagnósticos y colocó la mirada en otros sucesos. Los intendentes plantearon otra explicación. El intendente de Ezeiza, Gastón Granados, le recordó a los dirigentes nacionales que los intendentes son los que tienen los votos. El de Ensenada, Mario Secco, reprocho que cuando les conviene, a los intendentes los usan. Y después, cuando no les conviene y necesitan un chivo expiatorio, los agarran para gastarlos. Cuando la victoria no es conseguida por quien lidera aquellos que gobiernan los territorios reclaman y presionan para limitar sus decisiones a futuro (porque fallaron).

    Es posible que pronto observemos una rebelión sórdida y no estruendosa de los intendentes para recuperar un lugar de gravitancia en las decisiones. El primer test match será por la presidencia del PJ en la provincia de Buenos Aires. Ya se inició la disputa y le recordaron —en las paredes de la sede del PJ bonaerense— a su presidente, Máximo Kirchner, que basta de herederos y bendecidos y que el Partido Justicialista no es su monarquía. Son los coletazos del 26 y una miniprotesta No Kings como la de Estados Unidos.

    Ahora bien, más allá del ruido de las controversias podríamos restarle algo de peso explicativo al desdoblamiento y plantear otras cuestiones.

    Los romanos observaban a los pájaros para escudriñar la voluntad de los dioses. El problema de un sector del peronismo fue reclamarle Kicillof que no había sabido interpretar ni a los pájaros, ni a los dioses, ni a CFK.

    El liderazgo de Cristina Fernandez se achica. Hace tiempo que va perdiendo el control, tanto nacional como provincial. Hoy es la líder de un ghetto que fue perdiendo maniobrabilidad en las dos plataformas que el peronismo —desde décadas— había establecido para diseñar su estrategia de poder nacional: conurbano más provincias (una estrategia que da cuenta del diseño institucional de nuestro país). Su imposición como jefa del PJ llevó a tensiones con gobernadores como Ricardo Quintela y a la intervención de ciertas provincias con resultados muy desastrosos: en Jujuy, Fuerza Patria no logró ni un diputado, y en Salta y Misiones le sirvió en bandeja el triunfo a LLA. “Vino la señora e intervino el Partido Justicialista, así le fue en las provinciales y ahora se quedó sin nada en las nacionales”, sostuvo el gobernador salteño, Gustavo Sáenz.

    Cristina tiene una carrera de “achicamientos” territoriales y de su propio dominio político: desde su presidencia rompió con el peronismo cordobés y tomó decisiones erráticas en la provincia de Santa Fe. Inclusive, cuando impuso su candidatura como presidenta del PJ, Alejandra Vigo —senadora nacional y pareja de Juan Schiaretti— sostuvo que el peronismo de Córdoba “nada tiene que ver con el kirchnerismo”. Jaldo —mucho más escurridizo y astuto— vio la potencialidad de los libertarios e hizo un gesto a CFK para unificar al PJ y así ganar las elecciones y sentarse a negociar en mejores condiciones con Milei. En Tierra del Fuego, la división del peronismo trajo consigo la victoria de LLA y las fisuras tardarán en suturar. Sus intervenciones provocaron más malestar y descontrol que beneficios. Mientras CFK descontrolaba los territorios —incluido el bonaerense— y el peronismo se desestabilizaba, Milei, con todos los recursos políticos posibles, se montaba en el tablero de comando de la economía. ¿Quién votaría a un espacio donde su máxima dirigente desguaza una vieja articulación de los peronismos y provoca más incertidumbres?

    Belicosidad, intervención y achicamiento de un liderazgo que, además, no logró expresarse ni ser visto —por un sector mayoritario de la sociedad— como alguien que pudiera proponer futuro y transformación. Milei se quedó con los logros, la propuesta de transformación y la certidumbre. Fuerza Patria en la provincia de Buenos Aires se acercó a una idea de desestabilización y de guerra interna. El asedio a Kicillof, el insistente recurso del bloqueo o limite a Milei (“a una fuerza hay que oponerle otra fuerza”, decía Taiana) y la sensación de mayor inestabilidad por parte del peronismo hizo de Cristina un liderazgo sin promesa, sin futuro y sin capacidad entender las transformación de los últimos años. Y más aún, nadie en el peronismo propuso una alternativa económica a Milei. Massa fue un liderazgo del límite a CFK en 2013, ahora CFK se ofrecía más como obstáculo para muchos y muchas y como símbolo de la desestabilización. ¿Qué pasará en la economía si gana el peronismo? El temor y preocupación lanzaron a más votantes a las calles: el 7 de septiembre participó el 61 por ciento del padrón, mientras que el 26 de octubre fue el 68. Posiblemente ganó más el miedo y la preocupación de una desestabilización del futuro inmediato que el desdoblamiento.

    Carlos Menem había enseñado que un liderazgo ganador debía expresar la transformación y el progreso (la nación, para después). Quien podía sostener dicha expresión ganaría elecciones. Cristina —si bien lo había logrado— hoy perdió ese lugar. Su figura no pudo “pegotearse” y establecer como núcleos prioritarios a los reclamos de la universidad y la salud pública y de los jubilados. Quien logró erigirse como el capitán de tormentas, capitalizar sus logros (control de la inflación) y dar pistas de transformación se quedó con el triunfo. Ese fue Milei. En parte, hoy gobernar es desmantelar esos problemas que aprisionan y toman las vidas cotidianas. Es desarmar cualquier sensación de caos en una vida por demás complicada. El liderazgo de CFK agregó esa sensación —en muchos y muchas votantes— de agregar desorden a la vida.

    Sumado a esto, una campaña donde el peronismo no habló, no interpeló a los suyos, no dijo nada sobre los problemas estructurales que atraviesan a la provincia y al país y no esgrimió una agenda de futuro. Tanto CFK como Axel Kicillof hoy vuelven a consignas —como Estado presente— que para muchos y muchas se refieren a un momento al que no quieren volver. Están atrapados en una liturgia provista por sus gobiernos anteriores.

    Si consideramos este raid de achicamiento del liderazgo de la expresidenta podemos indicar que ella desmanteló la vieja estructuración política que el propio Perón dejó como marca en el peronismo nacional. Su liderazgo y su dominio se fundaron en la articulación del mundo del conurbano con los grupos provinciales. CFK privilegió el contenido ideológico (o es lo que se percibió por los actores locales), más que una forma de ejercer el dominio y de reeditar la fórmula de la Coca Cola para los triunfos electorales. Ese liderazgo que “chupaba” votos de manera directa sin mediaciones de los territorios y de las instituciones partidarias lo logra insuficientemente por sí mismo. El territorio y las mediaciones se rebelaron.

    El liderazgo de Cristina Fernandez se achica. Hace tiempo que va perdiendo el control, tanto nacional como provincial. Hoy es la líder de un ghetto que perdió capacidad de maniobra.

    Si entendemos el liderazgo como una “inversión” social (establecer y dotar a un liderazgo con capacidad de realizar expectativas, promesas y sensibilidades), CFK se fue descapitalizando. Se redujo, desguazó la posibilidad de un dominio nacional y no pudo incorporar elementos de estabilidad y transformación a futuro. El consumo de la imagen de su liderazgo no termina de geolocalizarse en las sensibilidades mayoritarias, no trae alivio, no calma. San José 1111 se convirtió en un santuario donde los rezos vienen sin grandes resultados. 

    El peronismo bonaerense, en su conjunto, pagó muy caro no descender a la vida cotidiana del electorado, ni a los deseos e inseguridades que impulsaban las transformaciones en el mundo del trabajo y de la subjetividad. La lista de diputados nacionales de la PBA —atravesada por las tensiones con CFK y La Cámpora— no tenía conexión ni con los territorios (parecía una lista del peronismo porteño) ni con los reclamos de ciudadanos y ciudadanas (principalmente de sectores populares y medios) que atan sus vidas a las seguridades y los progresos. El peronismo tiene una agenda desubicada, más conectada con viejas retóricas que con el presente. Se presta a un antiperonismo rápido. No se localiza en el lugar de una minoría que debe reconstruirse ni escanear con más insistencia el pulso de las vidas barriales, laborales y profesionales. Además de no descender a la vidas ciudadana y dar la sensación de que lo que gravita es la interna peronista, la gestión de Axel Kicillof, pese a sus grandes esfuerzos presupuestarios por mostrar una gestión diferente, —reducción de fondos del Gobierno nacional mediante— impide mostrar una gestión alternativa. A su vez, la capacidad del presidencialismo argentino y de la polarización política le otorgó —en este caso— mayores posibilidades a un oficialismo que no perdió el control y que pudo administrar la confrontación.

    La dinámica polarizadora organiza los discursos sociales y los atrapa. Y es tan fuerte que cuando dos periodistas le preguntan a Taiana por Venezuela, el candidato responde como profesor (habla de “democracia fallida”) y no como alguien que aceptaba una lógica del debate bipolar instalada hace muchos años. Y por último, el otro acto fuera de registro puede leerse en el baile postelectoral de CFK en su balcón, que parece más dedicado a la estrategia de desdoblamiento de Kicillof que a otra cosa. Toda derrota necesita de un respiro humano y quien no lo otorga puede aparecer como desconociendo su parte de acción o marcando como error solo la acción de los demás. CFK no le otorga respiro a la derrota política y ella misma afecta su liderazgo. En su intento por sostener que su objetivo es ganar elecciones pretende escabullirse de una historia política que la tiene atrapada como una de sus actrices principales. Que la atrapa y que tiene efectos sobre ella.

    Hoy gobernar es desmantelar esos problemas que aprisionan y toman las vidas cotidianas. Es desarmar cualquier sensación de caos en una vida por demás complicada.

    Entonces, la pregunta no es solo qué mira el peronismo, sino qué consume. Durante años consumió informes y perspectivas que indicaban que el kirchnerismo debía endurecerse y avanzar a fondo con los cambios. Esto implicó una reorganización del liderazgo kirchnerista y la pérdida gradual de aliados y votos. Se maravilló más con la “alta política” que con la realpolitik de las vidas ciudadanas. También consumió lecturas acerca de que el gobierno anterior se perdió por la acción de Alberto Fernandez sin tener en cuenta que CFK quedó más pegada de lo que se cree al expresidente. La estrategia “no digamos nada y dejemos que se equivoquen solos” colocó al peronismo bonaerense ante el silencio y la espera. Después, finalmente, una parte del peronismo pretendió consumir como única respuesta el discurso del desdoblamiento, con el que insistió Cristina en su carta de esta mañana.

    El Gobierno nacional se reunió con los gobernadores dejando fuera del encuentro únicamente a Kicillof, Quintela, Insfran y Melella. Se prepara para diseñar una nueva gobernabilidad. Seguir tomando el control en el Parlamento y la Justicia. Los peronismos provinciales enojados con CFK y el kirchnerismo terminan abrazando a Milei, el peronismo bonaerense entra en un zona de turbulencias y, tal vez, a la propia expresidenta no le quede otra posibilidad que hacer acuerdos con un oficialismo que reclama la aprobación de leyes y el nombramiento de jueces en el Senado. Esto puede recolocarla en un precario centro de la escena. Es más probable que a CFK la restituya la necesidad de acuerdo que tiene Milei, por ahora, en el Senado, que la convulsionada y herida interna bonaerense.

    Su liderazgo está ante propia historia. Su problema no es la geometría electoral sino la sociología política. Ese rumbo puede empezar varias travesías posibles. Derribar a los pequeños robin hoods que se erigen como posibles candidatos para afirmar su liderazgo, más allá de quién sea ungido como candidato kirchnerista en 2027. Persistir en recrear un dominio a condición de ser una fuerza minoritaria o provincial por años. Afirmarlo esperando que Milei falle y que el malestar económico reponga en sus brazos los votos perdidos. Como si todo malestar necesariamente volvería al circuito peronista (el correísmo en Ecuador es un buen ejemplo para entender que esto no siempre es así). Otra posibilidad es que CFK siga insistiendo en su propia estrella y continúe exigiendo victorias donde en realidad busca obediencia o atravesar una larga erosión consumida por una fragmentación peronista que todavía no encuentra un norte en unidad. Por último, dar espacio al surgimiento de nuevos liderazgos, no inundar la política con una persistente disponibilidad presidencial y observar por donde van las pulsiones ciudadanas. Porque allí es donde pueden afianzarse nuevas dirigencias y nuevas palabras. Lo que sí está claro es que devorar y humillar a sus propios hijos —en nombre de la victoria— no siempre da buenos resultados.

    La entrada El norte perdido se publicó primero en Revista Anfibia.

     

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