El jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, sostuvo que “siempre hay opciones para hacer más estricto el aislamiento” en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) ante el crecimiento de casos de coronavirus, pero pidió “no apresurarse”.
“Estamos tomando las medidas una vez que tenemos bien desarrollado el marco de diagnóstico, que implica no sólo la cantidad de casos, sino la capacidad de respuesta del sistema de salud”, indicó Cafiero en referencia a la cuarentena, que actualmente rige hasta el 28 de junio.
Consultado sobre la posibilidad de volver a la Fase 1 del distanciamiento social, preventivo y obligatorio en el AMBA, Cafiero señaló que “siempre va a haber opciones concretas de hacer más restricto el aislamiento en la medida que sigan subiendo los casos, pero no hay que apresurarse”.
Ante la reunión que el presidente Alberto Fernández mantendrá mañana con el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, y el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, para definir cómo sigue la cuarentena, el ministro coordinador sostuvo que se están analizando “todos los informes necesarios para que las máximas autoridades tomen las decisiones”.
En declaraciones a Radio La Red, Cafiero ponderó el trabajo entre las tres jurisdicciones y destacó que “hasta acá, todas las medidas fueron coordinadas, independientemente de los trascendidos y las operaciones de prensa”.
“Si hasta acá siempre nos pusimos de acuerdo, ¿por qué cambiaríamos, si vemos a Brasil, que llega a 50 mil o 100 mil muertos, y vemos a Chile como está, y los casos empiezan a crecer en Latinoamérica de forma muy acelerada?”, planteó.
En ese sentido, enfatizó: “Hasta acá lo venimos haciendo muy bien, no tenemos ningún incentivo como para romper esa lógica”.
Un golpe de Estado con respaldo internacional que inauguró el horror en Argentina. A 49 años del último golpe cívico-militar, el país sigue exigiendo memoria, verdad y justicia frente a un gobierno que relativiza el terrorismo de Estado.
Por Walter Onorato
El 24 de marzo de 1976, Argentina fue testigo de uno de los episodios más oscuros de su historia. Un golpe de Estado cívico-militar derrocó a la presidenta constitucional María Estela Martínez de Perón, instaurando una dictadura feroz que, bajo el eufemismo de «Proceso de Reorganización Nacional», implementó un plan sistemático de terrorismo de Estado. Secuestros, torturas, desapariciones forzadas y el robo de bebés fueron la piedra angular de un régimen que buscó disciplinar a la sociedad con el terror.
No fue un hecho aislado. El golpe se inscribió en el marco del Plan Cóndor, la estrategia de coordinación represiva entre las dictaduras de América Latina, promovida por Estados Unidos para aniquilar cualquier atisbo de resistencia a su hegemonía en la región. Henry Kissinger, entonces Secretario de Estado norteamericano, fue una pieza clave en este engranaje de muerte. La Argentina no fue una excepción: su élite económica y los grandes medios de comunicación apoyaron activamente la dictadura, beneficiándose del saqueo del Estado y de una política económica que endeudó al país de manera criminal.
Hoy, bajo el gobierno de Javier Milei, asistimos a un preocupante proceso de reivindicación del negacionismo. Desde la relativización de los crímenes de lesa humanidad hasta el intento de desmantelar políticas de memoria, verdad y justicia, el oficialismo pretende reescribir la historia para encubrir los intereses de quienes siempre lucraron con la violencia institucional.
El germen del golpe: un plan premeditado con actores civiles y militares
La conspiración para derrocar al gobierno democrático no surgió de un día para otro. Desde octubre de 1974, altos mandos de las Fuerzas Armadas, en connivencia con sectores de la derecha política, económica y mediática, comenzaron a diseñar el golpe. Washington tenía pleno conocimiento de los preparativos y no dudó en respaldarlos.
Para entonces, la doctrina de la seguridad nacional ya había permeado a los militares argentinos, quienes justificaban su accionar con la excusa de la lucha contra el comunismo. Mientras tanto, la violencia estatal y paraestatal escalaba. La organización terrorista de ultraderecha Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), dirigida por el ministro de Bienestar Social José López Rega, sembraba el terror persiguiendo y asesinando a militantes políticos, periodistas y sindicalistas.
El preludio del golpe incluyó la ejecución del Operativo Independencia en Tucumán, una brutal campaña de exterminio que dio a las Fuerzas Armadas el ensayo general para lo que sería la dictadura. Desde febrero de 1975, el Ejército recibió la orden de «aniquilar la subversión», estableciendo un método de represión clandestina que luego se replicaría en todo el país.
La dictadura no fue solo una acción de los militares: la cúpula empresarial y financiera se benefició enormemente del nuevo orden. José Alfredo Martínez de Hoz, ministro de Economía de la dictadura, implementó un modelo neoliberal que desmanteló la industria nacional, endeudó al país de manera fraudulenta y consolidó un esquema de concentración de la riqueza que aún persiste.
El 24 de marzo: la instauración del horror
A la una de la madrugada del 24 de marzo de 1976, la presidenta María Estela Martínez de Perón fue secuestrada por los militares y trasladada a Neuquén. El golpe ya estaba consumado.
Horas después, el país amaneció con comunicados militares que informaban que el poder estaba en manos de la Junta Militar, compuesta por Jorge Rafael Videla (Ejército), Emilio Massera (Armada) y Orlando Agosti (Fuerza Aérea). De inmediato, se impuso el estado de sitio, se clausuró el Congreso, se proscribieron los partidos políticos y los sindicatos fueron intervenidos. La dictadura comenzaba su ofensiva total contra la sociedad.
Se establecieron más de 500 centros clandestinos de detención, donde miles de personas fueron sometidas a las peores torturas. El plan sistemático de desapariciones, con métodos que incluían los «vuelos de la muerte», tenía el claro objetivo de eliminar a toda una generación de militantes populares. Se estima que 30.000 personas fueron desaparecidas.
Pero el terrorismo de Estado no solo apuntó a los sectores políticos organizados. También se impuso una brutal represión económica que destruyó el tejido productivo del país. Mientras la deuda externa se disparaba, las condiciones de vida de la clase trabajadora se deterioraban drásticamente. La liberalización financiera permitió que grupos concentrados fugaran capitales, generando una crisis que sentó las bases del colapso de los años posteriores.
La democracia bajo amenaza: del intento de olvido a la reivindicación del terrorismo de Estado
El fin de la dictadura no significó el fin de la impunidad. Si bien el gobierno de Raúl Alfonsín promovió el histórico Juicio a las Juntas, las presiones militares derivaron en las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, que garantizaron la impunidad de los represores. Carlos Menem completó el esquema con indultos que beneficiaron a genocidas como Videla y Massera.
No fue hasta la llegada de Néstor Kirchner en 2003 que el Estado retomó una política activa de memoria, verdad y justicia. Las leyes de impunidad fueron derogadas y cientos de represores fueron juzgados y condenados. Espacios de memoria como la ex ESMA se convirtieron en testimonio de la lucha por los derechos humanos.
Sin embargo, la llegada de Javier Milei a la presidencia ha reactivado un discurso negacionista que busca borrar la memoria histórica. Funcionarios del gobierno han minimizado el número de desaparecidos y han intentado instalar la teoría de los «dos demonios», equiparando el accionar del terrorismo de Estado con la lucha armada de los 70. A su vez, han recortado presupuestos destinados a organismos de derechos humanos y han intentado clausurar políticas de reparación.
No se trata solo de discursos: el negacionismo es la antesala de la impunidad. Los sectores que hoy impulsan el desmantelamiento de la memoria histórica son los mismos que se beneficiaron con la dictadura. Bancos, grupos económicos y empresas que colaboraron con el régimen siguen operando en las sombras, influyendo en las políticas del actual gobierno.
Nunca más es ahora
A casi cinco décadas del golpe, la democracia argentina se enfrenta a un desafío crucial: impedir que el negacionismo y la reivindicación de la dictadura avancen. La memoria no es solo un ejercicio del pasado, sino una herramienta fundamental para comprender el presente y evitar que se repitan los mismos crímenes.
El gobierno de Javier Milei, con su desprecio por los derechos humanos y su alianza con sectores ultraconservadores, representa una amenaza para los consensos construidos desde 1983. No podemos permitir que el negacionismo se normalice, ni que los genocidas sean reivindicados como «presos políticos».
El 24 de marzo no es una fecha para la nostalgia: es una jornada de lucha. La memoria activa es el único camino para garantizar que, en Argentina, el «Nunca Más» sea una realidad irreversible.
Manuel Adorni no termina de arrancar la campaña y la empezó a esconder a Karina Milei, que lo empujó a ser candidato a legislador porteño pese a que su sueño era más grandilocuente.
El portavoz no habla de temas porteños y se siente más a gusto hablando de los nacionales. Por eso hay quienes aseguran que se frustró su sueño de llegar a la tercera línea de sucesión presidencial.
Si Karina lograba convencer a Patricia Bullrich de que se presentara como legisladora, Adorni podía esperar desde el atril de la Sala de Conferencias de la Rosada hasta octubre para pelear una banca en el Senado y luego desplazar a Bartolomé Abdala de la presidencia provisional con un simple tweet.
Adorni no subió una foto con Karina de la caminata que hicieron juntos por Cabildo y Juramento. La hermana presidencial tiene muy mala imagen entre las señoras que no le perdonan su guerra personal con Mauricio Macri. La caminata la tuvo que compartir Iñaki Gutiérrez, que se convirtió en el mejor amigo de Milei. La foto que sí subió Adorni fue con Bullrich.
Patricia les dijo a sus colaboradores que a Jorge Macri le van a pegar “por arriba”. “De los temas municipales y el olor a meo se encarga el Pelado Larreta que nunca jugó la nacional”, chicaneó una semana atrás en un encuentro festivo. Cuando dice que van a pegar por arriba se refiere a que van a machacar con la motosierra, la relación con los medios y la clonación de dependencias en el organigrama porteño, contrarias al ideario libertario al menos desde el discurso.
Pero el espacio de Bullrich tampoco juega a fondo en la campaña local. De hecho, la diputada bullrichista Sabrina Ajmechet, que chatea y se encuentra a solas con Milei, regresó de un viaje y se volvió a ir del país a los tres días. No es la única que prefiere saltearse este turno para no ofender ni a libertarios ni macristas y probar suerte en octubre, cuando debe renovar su banca.
LPO anticipó que Adorni no quiere ir al tradicional debate en A Dos Voces y que vació la reunión de producción que se realizó el lunes pasado. El vocero busca evitar cualquier instancia en la que deba demostrar lo que sabe de la Ciudad.
En la TV se lo vio errático con la periodista Cristina Pérez en La Nación+. “Si te digo que sos una mediocre, ¿soy violento?”, preguntó el portavoz. Después de arriesgarse a una entrevista con la pareja del ministro Luis Petri con el que comparte las reuniones de gabinete, Adorni irá el lunes irá a La Misa del Gordo Dan con Milei.
La falta de movimiento de la campaña llevó a que los empresarios que ya aportaron se empiecen a preguntar qué van a hacer con la plata.
La semana pasada, Darío Wasserman, dueño de la lista de legisladores de La Libertad Avanza, organizó un evento de recaudación en un hotel 5 estrellas. Quizás alguno de los aportantes le haya preguntado por un consejo crediticio, dada su condición de vicepresidente del Banco Nación.
El legislador Leonardo Seifert, que va séptimo en la lista de Adorni, se encargó de dejar el registro de los asistentes en sus redes.
Adorni y Seifert en el primer plano. Gabriel Martino, en el segundo.
Entre ellos aparecía Gabriel Martino, el ex HSBC que tuvo un bautismo de fuego en las filas libertarias cuando en octubre de 2023 se mandó al restarurant Furia de Mar del Plata para ver a Milei. “Vos sos amigo de Larreta, jugaste para él”, le dijo el entonces candidato frente a las cámaras. Al “Funebrero” Seifert luego le hicieron borrar las fotos.
“Nos sacaron 10 mil dólares y sólo nos mostraron al Gordo Dan de cerca”, se quejó uno de los aportantes, que sólo pudo gozar de un buen desayuno. Los empresarios miraron con atención el resultado de Santa Fe, que dio una muestra de que el sello de La Libertad Avanza no gana por sí solo.
Entre los libertarios ya hay quienes lo señalan a Adorni como otra de las víctimas de Karina. Si las encuestas que lo dan tercero se confirman el 18 de mayo, su capital político quedará magullado. Pero más allá del resultado, su futuro como legislador encierra la incógnita del poder de maniobra que tendrá en un parlamento que Karina ya tiene loteado. “No cualquiera se banca pasar de pujar por entrar al Triángulo de Hierro a terminar de empleado de Pilar Ramírez”, dijeron a LPO en La Libertad Avanza.
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