La señalada como flamante «primera dama» y su pasado.
Por Roque Pérez para Noticias La Insuperable
«Rosmery» es la nueva tendencia tras trascender un posible vínculo amoroso entre Milei y esta «asesora de imagen». Pero, aunque su nombre pueda parecer novedoso, no es nueva su cercanía con la política, aunque no siempre del mismo lado.
Ros Mery Maturana Larach, tal su nombre completo, es una extranjera que hace tiempo reside en la Argentina. Está vinculada a la Fundación Al Fajr, donde es docente y brinda cursos de «imagen personal». La Fundación en cuestión se encarga de «difundir valores éticos, morales y educativos para que ninguna persona deje de formarse y superarse en la vida».
Fajr es el nombre de la primera oración del día en el Islam, que se realiza antes del amanecer.
Rosmery se presenta en sus redes como «asesora en imagen política y oratoria», afirma haber estudiado Ciencias de la comunicación en la Universidad JF Kennedy y señala que, desde que Milei se separó de Yuyito, está feliz.
No es nueva en sus vínculos con la política. En el pasado supo militar para el Frente Renovador en 3 de Febrero acompañando a Martín Jofre.
Es más. Era una ferviente militante antiliberal, como se nota en sus redes.
Y ese fervor tenía su recompensa. Tanto que en 2015 consiguió un puesto en el Senado de la Nación, para desempeñar tareas en el Centro de Capacitación Superior.
Ahora, campera de cuero mediante, está cerca de conseguir otro puestito…
Es Trump. Es Putin. Son los chinos. Es la ineptitud de Pedro Sánchez. Es un boicot de la oposición a Pedro Sánchez. Es el Papa Francisco, que partió y apagó la luz. Somos todos nosotros, por agotar al planeta. Es un ciberataque. Son los ambientalistas. Es un atentado terrorista. Es el cambio climático. Es la tercera guerra mundial. Es el fin del mundo. Es el apocalipsis.
Las teorías conspiracionistas, las exageraciones y los chistes se escuchan a lo largo de los 13 vagones del tren de alta velocidad que recorre la ruta Sevilla-Barcelona y que ha quedado varado en pleno campo a unos 40 kilómetros de Zaragoza, una de sus nueve paradas. Es uno más de los trenes que se detuvo de pronto debido al apagón que nadie esperaba, para el que nadie se preparó, ni siquiera el gobierno, y que paraliza España.
Los pasajeros que estamos acá sabemos poco y nada de la crisis energética. Nos quedamos sin internet, sin señal para llamadas, con whatsapp intermitente, sin poder ver redes sociales ni portales. Y así estaremos durante 12 horas, sumidos en una obligada pausa de la hiperconectividad.
El personal del tren pasa apurado entre los pasillos. Nos prohíben que enchufemos dispositivos y sugieren que usemos los celulares lo menos posible para no quedarnos sin batería: nadie sabe cuándo ni cómo vamos a continuar camino. La mayoría de los baños están sellados y los que sí se pueden abrir, mejor ni intentarlo. No hay ventilación. Afuera no hace más de 20 grados pero aquí el calor nos abruma. Luego tendrán que abrir las puertas para que entre aire fresco y, también, para que podamos bajar a orinar. En el vagón-bar nos amontonamos para comprar papas, sánguches y gaseosas hasta agotarlos. Es justo la hora del almuerzo y la mayoría esperábamos comer en nuestros destinos. Por las dudas, compro un bocadillo extra para la noche.
Y yo que pensaba llegar a mediodía a Zaragoza, comer con mi amiga María y luego irnos a la universidad para hablar con sus estudiantes de periodismo. Ella me está esperando en la estación. ¿Habrá recibido mi último whatsapp?
Ya sabemos que el apagón es total, que hay miles de personas incomunicadas, sin saber qué pasa en el país, cuándo se acabará este susto. Los azafatas y azafatos están angustiados, algunos más que los pasajeros. Llegan guardias civiles a repartir botellitas de agua, pero no nos pueden dar información. Nadie sabe nada.
Me acuerdo de El ángel exterminador, la película de Luis Buñuel en la que los invitados a una cena de gala se quedan atrapados en una mansión sin un motivo concreto y de a poco se transforman en seres salvajes. Por suerte, acá en el tren eso no pasa. Más tarde, la situación se parece más a “La autopista del sur”, el cuento cortazariano en el que, a partir de un embotellamiento rumbo a París, los damnificados construyen una microsociedad, con roles repartidos. Una representación de la humanidad.
Así, en el tren aparecen los voluntarios-líderes que organizan las filas en el bar y los lugares para fumadores; que reparten agua o leche o comida; que ayudan a las personas mayores y a las que necesitan bajar al baño público en el que se ha convertido el campo del que estamos rodeados. Están los irresponsables que quieren bajar a toda costa o saltar al tren que quedó varado en la vía contigua y que iba hacia Madrid. Los que no están dispuestos a dejar las maletas, a pesar de que ya nos han advertido que es una posibilidad porque hay que priorizar a las personas. Los que fingen una discapacidad para salir primero en caso de que lleguen a rescatarnos. Los narcisistas que lamentan a cada rato y a viva voz: “esto solo me pasa a mí”, aunque están rodeados de más de 500 pasajeros. Los que tienen amagues de ataques de pánico por el encierro. Los que culpan a priori al gobierno. Los que entienden que estamos en una situación extraordinaria de la que todavía no sabemos nada y que ya habrá tiempo de encontrar culpables. Los fatalistas que creen que vamos a pasar ahí la noche y los optimistas que creen que nos rescatarán pronto. Los que filosofan contra las consecuencias del consumo desenfrenado. Los que hacen nuevos amigos, los que se quedan arrinconados en su asiento sin hablar con nadie. El que se emborrachó con cerveza desde que subió al tren y que entiende menos que nosotros lo que está pasando. A la noche, ya entrará en período de resaca.
Están, también, los que cantan, duermen, leen, escriben, resuelven crucigramas, escuchan música. Los solidarios que sacan comida de sus maletas y reparten queso, pan, fruta, jamón. Los que posan para selfies, pasean a sus perros y hasta bailan entre las vías y las piedras cuando nos permiten bajar a airearnos.
Abundan los que advierten, una y otra vez, que había que hacerle caso a Ursula Von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea que hace un mes, como parte de la cuestionada política armamentista, propuso a la población tener a mano un kit de emergencia con pilas, comida, radio, medicamentos, agua, dinero, cargadores inalámbricos. Otros que sobresalen son los que se quejan porque, con el apagón, “España parece un país del tercer mundo”. Al escuchar a uno de ellos, una chica colombiana y yo nos miramos cómplices, con un dejo de burla por el sentimiento de superioridad que tanta gente tiene por estos lados y que, en muchos casos, no hay manera de sostener.
En el tren sólo hay una destartalada escalera que se pone en la puerta de uno de los vagones para que la gente pueda bajar a tomar aire y estirar las piernas cuando ya han pasado siete horas de encierro. Nos amontonamos. Se acerca la noche, ¿traerán comida? Los trabajadores del tren pasan agitados ida y vuelta entre los pasillos y hay que detenerlos para preguntarles si nos pueden decir algo.
–Ni Sánchez sabe – dice una azafata.
―Es un caos mundial ―responde al borde del llanto una guardia civil, que anímicamente está peor que nosotros.
Llegan camiones de bomberos. Sobrevuelan helicópteros.
Igual, seguimos sin saber nada. En las charlas grupales que se arman en las puertas del tren aparece el trauma del desamparo que sufrió la gente en Valencia con el DANA, el año pasado, y que le valió la muerte a cientos de personas. Pero aquí las vidas no están en riesgo. Los casos más graves son los de una señora que viajaba a Zaragoza para una operación y otra que avisa que puede sufrir un coma diabético si sigue encerrada sin alimentación especial. Ambas son trasladadas por la Guardia Civil. Otros pasajeros también son rescatados por sus familiares que logran llegar en autos.
Poco después de las nueve de la noche, aparece un azafato:
―Ya están pasando cosas-, anuncia.
Nos dice que el tren varado en la vía contigua será remolcado. A nosotros nos llevarán en autobuses a Zaragoza.
¡Alegría!
Pero pasan dos horas, y nada. Los vagones quedan por completo a oscuras, salvo por las lámparas de los escasos celulares que todavía tienen algo de batería.
Casi a las once de la noche, las luces de un pueblito cercano se encienden de pronto. Parece un nacimiento. Aplaudimos. Nos ilusionamos. ¿La electricidad volverá en cualquier momento al tren? A lo largo del día transitamos el apagón con sorpresa, desconcierto, enojo, fastidio, incertidumbre, impaciencia. Ahora estamos agotados.
Las luces y pantallas de los vagones, por fin, se encienden. Ya no hará falta evacuarnos en autobuses.
―Se me eriza la piel ―dice un joven sentado en el piso cuando el tren arranca.
Ahora sí podemos cargar los teléfonos, comunicarnos con amigos y familiares y ver las noticias que nos hemos perdido durante tantas horas. Nos enteramos de que España ha vivido el apagón más grave de su historia. Que Vox culpa a Sánchez y le pide su renuncia, que Sánchez dice: “Esto no puede volver a pasar jamás”, que descarta que hayan sido hackers de Trump, de los chinos, de los rusos o de los ucranianos; que apunta a la empresa Red Eléctrica y anuncia investigación y reformas de infraestructura. Tampoco fue, qué pena, el espíritu del Papa Francisco.
Ya ha vuelto la luz en las casas de millones de españoles, franceses y portugueses; en cárceles y colegios; en hospitales y supermercados; en buses y en el metro. El tráfico ferroviario es el último en normalizarse. El apagón afectó a más de 35.000 pasajeros. Hay millones de damnificados pero no se desató ninguna guerra mundial, mucho menos el mentado apocalipsis. Estamos por llegar a Zaragoza, tenemos Internet y mi amiga me espera en la estación. Parece que pronto podremos volver a la normalidad, por lo menos hasta el próximo apagón.
Mientras el ajuste golpea a millones de argentinos y la motosierra de Javier Milei recorta jubilaciones, salarios y presupuesto universitario, su hermana Karina Milei, la autodenominada «Jefa», avanza a paso firme en la construcción de su propio imperio.
Ahora, un nuevo escándalo envuelve a la secretaria general de la Presidencia: el Banco Nación, una entidad pública, auspicia un show privado vinculado directamente a su entorno más íntimo, con entradas que superan los 140 mil pesos.
El espectáculo en cuestión es el «Spider-Man Sinfónico», que se realizará el 27 de mayo en el ex Centro Cultural Kirchner (CCK), hoy bajo la férrea órbita del karinismo. La productora organizadora del evento, Foggia Group, perteneció hasta 2023 a Mara Gorini, actual secretaria personal de Karina Milei, y a Carlos Dionisio, ambos figuras de extrema confianza en el círculo libertario.
Foggia Group no es nueva en el circuito libertario: también se encargó del alquiler del Luna Park para la presentación del primer libro de Milei, financiado con aportes privados opacos que jamás fueron debidamente justificados.
El Estado como negocio propio
El mecanismo de apropiación del Estado que implementa el mileísmo alcanza nuevos niveles de obscenidad: el Banco Nación, presidido de facto por Karina a través de su delegado Darío Wasserman —esposo de Pilar Ramírez, la mano derecha de Karina en la Ciudad—, no solo auspicia el show privado, sino que además ofrece descuentos y financiamiento en seis cuotas para pagar las entradas.
En un país devastado por la inflación, donde el salario mínimo vital y móvil apenas supera los 200 mil pesos, los tickets para ver a Spider-Man oscilan entre los 57 mil y los 142 mil pesos, service charge incluido. Un lujo exclusivo para pocos, financiado por un banco público que debería estar asistiendo a pymes, cooperativas y trabajadores, no patrocinando los caprichos artísticos de los Milei.
Desde el gobierno intentaron justificar la operación señalando que el alquiler del CCK se rige por los valores del Tribunal de Tasación Nacional. Sin embargo, el control absoluto que ejerce Karina sobre el ex centro cultural convierte esa formalidad en un simple maquillaje legal: en la práctica, el CCK actúa como una extensión privada del clan libertario.
El caso Rapanui
Este escándalo no es un hecho aislado, sino parte de un entramado sistemático: días atrás se conoció que el gobierno de Javier Milei le otorgó 3000 millones de pesos en créditos subsidiados al dueño de Rapanui, la chocolatería libertaria favorita de la Casa Rosada. Diego Fenoglio, CEO de la firma, fue un ferviente defensor de Milei durante la campaña presidencial y ahora recoge sus frutos.
La matriz es siempre la misma: beneficios estatales a amigos, socios o colaboradores, mientras en el discurso público se pontifica sobre el «libre mercado», el «mérito» y la «eficiencia privada». La realidad muestra algo muy distinto: una casta libertaria construyendo su propio feudo a costa del Estado y de los argentinos.
Spider-Man y los superhéroes de cartón
El cinismo no tiene límites: mientras desde los atriles libertarios se condena la «cultura de la dádiva» y se demoniza cualquier gasto público destinado al arte, la ciencia o la educación, se financian espectáculos elitistas y negocios de entretenimiento con recursos estatales. Todo queda en familia.
Lo que debería ser un evento cultural abierto y accesible para la ciudadanía, se transforma en un show cerrado, elitista y costoso, organizado para enriquecer aún más a los allegados de la familia Milei.
Spider-Man, el héroe de los débiles y de los justos en el relato original, es usado aquí como mascota simbólica de un saqueo institucionalizado. En el universo libertario de los Milei, el «gran poder» no trae «gran responsabilidad», sino grandes negocios para pocos.
El espectáculo ya comenzó. Y la entrada, esta vez, la pagamos todos.
Axel Kicillof y Federico Storani mantuvieron una charla este lunes en un bar de La Plata cercano a la Gobernación y coincidieron en las fuertes críticas al gobierno de Javier Milei y en la necesidad de que surja una alternativa amplia que enfrente al libertario.
Según pudo saber LPO, se trató de un encuentro casual entre ambos dirigentes en La Modelo, uno de los tradicionales bares de la capital bonaerense. Más allá de eso, la foto coincide con los gestos de acercamiento del gobernador a expresiones radicales críticas a Milei.
Aunque fuentes consultadas señalaron que no hablaron de ningún entendimiento electoral, coincidieron en el diagnóstico sobre la marcha del país bajo la administración libertaria.
El ex diputado nacional y referente de la Corriente de Opinión Nacional en el radicalismo fue uno de los primeros dirigentes de la UCR en cuestionar el rol del partido en Cambiemos durante el macrismo y, con la irrupción de Milei, puso el acento en la “tendencia autoritaria” del libertario.
Con ese perfil, Storani rechaza la reedición de Juntos ya que no duda que ese camino conduce directamente a un acuerdo con La Libertad Avanza.
“Es un invento lo de reflotar Cambiemos, si todos sabemos que eso ya no existe más. Macri torea porque se quiere levantar el precio. Preferible una cosa testimonial y no eso”, señalaron cerca del dirigente radical que se reunió este lunes con Kicillof.
En ese sentido, en ese sector del radicalismo señalaron que el espacio que lidera Maximiliano Abad “va derecho” a un acuerdo con los libertarios, al aludir a una reunión que el senador nacional mantuvo con Santiago Caputo y Lule Menem en Casa Rosada.
“El radicalismo está partido”, sostienen y lo grafican con el panorama incierto que cruza al comité bonaerense, con su elección de autoridades judicializada y en disputa.
Por su parte, Kicillof apunta a ampliar su espacio con expresiones que vayan más allá del peronismo.
Ya en 2023 articuló con radicales que ya no formaban parte de la estructura partidaria, como sucedió con el ex embajador en España, Ricardo Alfonsín, que el año pasado lanzó un frente integrado por su espacio, Raíces, junto con Forja y Libres del Sur que se muestra en sintonía con Kicillof.
A la vez, la buena relación de Kicillof con la mayoría de los intendentes bonaerenses de la UCR disparó versiones de acercamiento en algunos casos concretos.
Por ejemplo, en Tandil voces cercanas al municipio liderado por Miguel Lunghi dejaron trascender una invitación del axelismo para sumarse al armado del gobernador en el marco de un movimiento “en defensa de la democracia y contra el fascismo”, algo que, por lo pronto, consideran “improbable” aunque no lo descartan por completo.
La encuestadora brasileña Atlas Intel publicó su último trabajo sobre Brasil y confirma una mejora significativamente de la imagen de Lula luego de varios meses de declive.
Atlas sostiene que “el rechazo al presidente Lula cayó 3,5 puntos porcentuales en abril, rompiendo una
tendencia de aumento que se observaba desde abril de 2024. La aprobación del
presidente creció 1,2 puntos porcentuales, ligeramente fuera del margen de error,
resultando en un saldo negativo de -4 puntos entre evaluaciones negativas y positivas,
el mejor resultado para Lula desde diciembre de 2024″.
“La evaluación del gobierno
presentó un comportamiento similar, con un aumento de 2,8 puntos en evaluaciones
positivas (óptima y buena) y una caída de 1,9 puntos en las evaluaciones negativas
(mala/pésima)”, añade.
En este marco, Lula vuelve a tener una imagen personal mayoritariamente positiva por
primera vez desde diciembre de 2024, tras un crecimiento de 8 puntos porcentuales que lo
llevó al 53%. Mientras tanto, aunque la imagen personal de Lula mejoró de manera
significativa, la de Jair Bolsonaro, que venía en trayectoria ascendente desde febrero, se
deterioró.
El líder petista revirtió su saldo negativo de -8 puntos a una posición positiva
de 6 puntos, mientras que el expresidente pasó de un empate técnico (49% de
desaprobación y 48% de aprobación en marzo) a un saldo negativo de -11 puntos (55%
de desaprobación y 44% de aprobación en abril).
Lula vuelve a tener una imagen personal mayoritariamente positiva por primera vez desde diciembre de 2024, tras un crecimiento de 8 puntos porcentuales que lo llevó al 53%. Mientras tanto, aunque la imagen personal de Lula mejoró de manera significativa, la de Jair Bolsonaro, que venía en trayectoria ascendente desde febrero, se deterioró.
En relación a las problemáticas aparecen con fuerza la criminalidad, la corrupción y la inflación continúan dominando la lista de principales
preocupaciones de los brasileños, siendo citadas por el 54,9%, 46,7% y 31% de los
encuestados, respectivamente.
“La criminalidad es un punto especialmente sensible para
el actual gobierno: el 49% de los entrevistados considera que el desempeño del gobierno
de Bolsonaro fue mejor que el del actual gobierno en el área de seguridad pública”, sostiene la encuesta.
Con este cuadro, Lula y Bolsonaro aparecen empatados en un escenario hipotético de primera vuelta electoral. El expresidente Bolsonaro mantuvo su nivel de intención de
voto, con una fluctuación insignificante de 45,6% a 45,1%, mientras que Lula recuperó
terreno, subiendo de 40% en marzo a 44,2% en abril.
Asimismo, los diferentes escenarios de primera vuelta para las elecciones presidenciales de 2026, Lula
lidera con holgura, mientras que Fernando Haddad enfrenta mayores dificultades. Por otra parte, en un escenario con Tarcísio de Freitas, Lula alcanza el 42,8% de las intenciones de
voto, manteniendo una ventaja de 8,5 puntos porcentuales respecto al gobernador
de São Paulo, estable en relación a la medición de abril. Ninguno de los otros
potenciales candidatos supera el 5% de las intenciones de voto, mientras que el
8% declara estar indeciso o inclinado a anular el voto.
Lula y Bolsonaro aparecen empatados en un escenario hipotético de primera vuelta electoral. El expresidente Bolsonaro mantuvo su nivel de intención de voto, con una fluctuación insignificante de 45,6% a 45,1%, mientras que Lula recuperó terreno, subiendo de 40% en marzo a 44,2% en abril.
En el escenario en el que
Michelle Bolsonaro reemplaza a Tarcísio, el cuadro es similar, aunque la
ventaja de Lula se amplía a 12 puntos. Por el contrairo,su Haddad es el candidato del PT, el Ministro de Hacienda
aparece 2,7 puntos porcentuales por detrás de Tarcísio de Freitas, quien obtiene el
35% de las intenciones de voto.
Este escenario beneficia a Ciro Gomes como una
candidatura alternativa a la izquierda, con las intenciones de voto hacia el
pedetista creciendo 4 puntos porcentuales respecto a los escenarios con Lula.
En escenarios hipotéticos de segunda vuelta para 2026, Lula mantiene una ventaja mínima
frente a Jair Bolsonaro y empata con Tarcísio de Freitas y Michelle Bolsonaro. Con el 48,5% de las intenciones de voto, Lula superaría a Bolsonaro por 2,1 puntos,
apenas por encima del margen de error.
En los escenarios contra Tarcísio y Michelle, la diferencia entre los candidatos es
inferior a 1 punto. Contra otros potenciales candidatos de derecha, Lula lidera con comodidad:
vencería a Romeu Zema por 6,1 puntos porcentuales, a Ronaldo Caiado por 8,7
puntos, a Ratinho Jr. por 12,3 puntos y a Eduardo Leite por 21,1 puntos.
El Índice Atlas de Inflación registró una percepción de inflación actual
de 7,2% (-0,2 puntos), mientras que la expectativa de inflación futura disminuyó de 5,7%
a 5,4%. El 53% de los brasileños no considera las tarifas anunciadas por Donald Trump como una
gran preocupación.
En escenarios hipotéticos de segunda vuelta para 2026, Lula mantiene una ventaja mínima frente a Jair Bolsonaro y empata con Tarcísio de Freitas y Michelle Bolsonaro. Con el 48,5% de las intenciones de voto, Lula superaría a Bolsonaro por 2,1 puntos, apenas por encima del margen de error.
Con un 52,6% considerando que la respuesta del gobierno federal fue
adecuada, un 45,4% creyendo que el gobierno logrará llegar a un acuerdo con Estados
Unidos, y un 59,8% evaluando que los daños de las tarifas sobre la economía brasileña
serán bajos o inexistentes, no se percibe un fuerte nivel de inquietud respecto al tema.
Sin embargo, la mayoría de los brasileños considera que las tarifas debilitarán tanto las
relaciones entre Brasil y Estados Unidos (56,6%) como la economía estadounidense
(60,6%). Además, el 47,6% cree que estas medidas incrementarán la inflación en Brasil.
El 59,8% de los brasileños evalúa que el impacto del comercio internacional en la economía
brasileña en los últimos treinta años ha sido positivo. Sin embargo, muchos aún defienden
la efectividad de tarifas como instrumento para promover el desarrollo económico: el
47,3% considera que pueden ser adecuadas dependiendo de los sectores a los que se
apliquen, mientras que el 43,2% cree que las tarifas solo perjudican el desarrollo.
Las percepciones de los brasileños sobre Estados Unidos y Donald Trump han empeorado
notablemente desde la toma de posesión del presidente. En enero de 2025, el 52,3%
afirmaba tener una imagen positiva de EEUU, mientras el 44,5% tenía una visión
negativa.
Actualmente, esta perspectiva se ha invertido: la imagen negativa subió al 49%
y la positiva cayó al 45%. En cuanto a Trump, su saldo de imagen, ya negativo en enero (-8
puntos), se deterioró aún más, llegando a un saldo de -19 puntos, con un 57,6% de
imagen negativa y un 38,2% de imagen positiva.
En efecto, la mejora de la situación económica y el fortalecimiento ante la pelea con Trump por los aranceles vuelve a Lula el candidato más competitivo para enfrentar al bolsonarismo en las elecciones de 2026.
Daniel Passerini pidió la renuncia a todo su gabinete, desde secretarios hasta directores generales, una total de 580 funcionarios. La decisión se desencadenó por la grave crisis financiera que enfrenta la municipalidad de Córdoba Capital, golpeada por la deuda heredada, la fuerte baja de la recaudación, la caída total de subsidios nacionales al transporte y el aumento de la demanda social y de salud pública por la crisis.
Passerini había quedado debilitado la semana pasada cuando se conoció que el ministro de Finanzas de la Provincia, Guillermo Acosta, enviaría un funcionario a controlar la caja de la Municipalidad, como resguardo del fondeo que se disponía a concretar el gobernador Martín Llaryora. Ahora, el intendente busca recuperar la iniciativa con el rearmado del gabinete, jugada que en principio dejaría a una importante cantidad de funcionarios sin trabajo.
Guillermo Pizarro, número dos de Finanzas en la Municipalidad, sería reemplazado por Matías Vicente, de la estructura de Guillermo Acosta, el ministro de Llaryora. En el entorno del intendente niegan una intervención y afirman que el cambio fue consensuado en una reunión entre Acosta y Sergio Lorenzati, el responsable de los números la capital cordobesa. Como sea, Acosta ocupa un lugar privilegiado en la mesa chica de Llaryora.
Un dirigente muy cercano a Passerini afirmó a LPO que “no hubo ninguna intervención de Llaryora” a la Municipalidad. No es un secreto que el gobernador y su sucesor en la intendencia de Córdoba, arrastraban diferencias desde el año pasado.
Como sea, ahora en el entorno de Passerini afirman que se trata de una “reestructuración que dejará al intendente con mayor poder de decisión propia”. Los llaryoristas, en cambio, ven un “manotazo” ante la “intervención de Acosta dispuesta por el gobernador”. Las próximas semanas serán claves para saber cuál de las dos visiones es la real.
Passerini había quedado debilitado la semana pasada cuando se conoció que el ministro de Finanzas de la Provincia, Guillermo Acosta, enviaría un funcionario a controlar la caja de la Municipalidad, como resguardo del fondeo que se disponía a concretar el gobernador Martín Llaryora.
Los llaryoristas temen que haya un “vacío de poder” y que los gremios del Suoem (municipales) y Surrbac (recolectores) recuperen posiciones de las que habían sido desplazados durante el mandato de Llaryora en la Municipalidad, que aprovechó la pandemia para poner en caja a los gremios que históricamente habían controlado la Municipalidad.
El gobernador Martín Llaryora.
En el entorno de Passerini admiten que algunos dirigente peronistas intentan “horadar la gestión” y meter una cuña en la sociedad Llaryora-Passerini. “Se está reconfigurando un equipo de trabajo que mostrará la consolidación del acuerdo y dejará en claro que no hay ningún salvataje de la Provincia”, afirman cerca del intendente.
No es la visión que tienen los llaryoristas, que ven en la forma “concentrada de administrar” del intendente un estilo que “entorpece” la gestión. “Por supervivencia política, Llaryora necesita que a Passerini le vaya bien”, dicen los llaryositas, que recuerdan cada vez que pueden que el intendente capitalino, a diferencia del gobernador, no tiene reelección.