V DE VENDIMIA
Llega marzo, y con él un montón de nuevos sueños y esperanzas. Es que por estas latitudes desde los primeros días de febrero y dependiendo de la región en particular y la variedad, comienza la tan esperada vendimia.
La poda de la vid que se realiza en otoño, cuando la planta se encuentra en su estado de reposo y descanso, se encarga de preparar al viñedo, dejarlo bonito y listo para lo que vendrá, un nuevo ciclo, el cual inicia en septiembre, durante la primavera, cuando la temperatura ambiente empieza a subir y las vides a despertar, la sabia comienza a recircular en el interior de las mismas y se produce el fenómeno del “lloro”, ese líquido vital que transporta todos los nutrientes necesarios, cae y gotea por los cortes en las ramas podadas dándonos la sensación de que la planta está llorando, tal vez no sea impresión y la vid sí llora, pero esas lágrimas no son de tristeza, son de felicidad por lo que vendrá, créanme.
Empiezan a explotar las yemas y producir brotes que darán todo el material vegetal de esa temporada y la siguiente, hasta llegar a formar el racimo, ese conjunto de uvas que comenzarán a madurar y lo demostrarán en el “envero” momento en el cual las uvas cambian de color, en el caso de las tintas, los granos verdes se pintan de púrpuras, rojos o morados, hasta llegar al grado de madurez ideal, ese que buscan los agrónomos y/o enólogos que les indica que el fruto de la vid, que fue custodiada y protegida celosamente durante todo un año, tiene todos los elementos y atributos necesarios para poder brindar el tan deseado jugo, que luego de su fermentación, se transformará en el soñado vinito.
Durante todo ese proceso, no todo es color de rosas, hay estrés, nerviosismo y obviamente que son días de mucho trabajo. Prendemos velas y se le rezamos a todos los dioses para que el clima no nos juegue una mala pasada con alguna helada, granizos o fuerte vientos arruinándonos el sacrificio de todo un año, y más.
Se trabaja de lunes a lunes, de sol a sol, las fincas y las bodegas no paran, es que una vez que el racimo se extrae de la planta hay que moverse rápido e iniciar a controlar y supervisar los procesos enológicos naturales que serán los responsables de la elaboración del vino. El esfuerzo es día y noche. Es más, hasta hay algunos que cosechan la uva en horas nocturnas para evitar el castigo del cálido sol.
Este es el momento en el cual el humano aporta más de sí para la creación del vino y por tal motivo en varias de las zonas vitivinícolas de nuestro país se celebran fiestas en honor a la cosecha, para agradecer y rendir tributo a todos los involucrados en la cadena vitivinícola; en nuestro país la fiesta nacional de la vendimia se lleva a cabo en la ciudad de Mendoza, una de las capitales mundiales del vino.
Río Negro es otra de las provincias que festeja y desarrolla su fiesta provincial en su sede permanente Villa Regina, mi ciudad natal. Una fiesta que debería ser de mayor consideración y revalorizarse, ojalá que cada vez se haga más importante y significativa para que todos en la zona, y porque no de otros lugares, esperemos que llegue marzo para festejar y recibir con mucha alegría a ese nuevo montón de sueños y esperanzas, expresados en forma de vino.
Buena vendimia para todos, salud.
Por Facundo Gagliano – Sommelier Internacional
@cu4trodecopa
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