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QUISICOSA

Había una cosa de la cual no estaba segura, esa era la quisicosa. El asunto era el siguiente, ¿cómo descifrar el enigma? Se preguntó mientras se rascaba el pedúnculo de la vejiga no resuelta. Resolvió dirigirse hacia a la Estación del Diccionario que quedaba a unos pocos centímetros de sus cejas, mientras la cosa avanzaba con precaución para no ser detectada:

Lo que tiene entidad, ya sea corporal o espiritual, natural o artificial, concreta, abstracta o virtual.

La tarea sería laboriosa, como buscar una aguja en un pajar…

Primero decidió trazar un mapa de los entes. Es así que los dividió por los puntos cardinales, para ello estableció una clasificación provisoria:

A Los Entes del norte los catalogó como órganos, por ejemplo: el hígado cubano, la laringe americana, la úvula francesa, el riñón alemán, o la próstata rusa.


A Los Entes del sur los identificaría como productos alimenticios para Los Entes del norte, por ejemplo: el chocolate africano, la soja argentina, la banana ecuatoriana, o el café colombiano.


A Los Entes del oeste los ubicaría al sur de los colores del espectro organizativo federal; en tanto que, a Los Entes del este ya sin remedio para la cura de la cura, les restaría caber en las interdependencias virtuales de algunas concretas y necesarias dependencias.

Como es de esperar, dicho mapa resultó inútil a las aspiraciones de la quisicosa china. Por ello, y en consecuencia, volvió a la Estación del Diccionario para reveer el enigma que la cosa planteaba a la cosa:

 f. Objeto inanimado, por oposición a ser viviente.

Aquí surgió un entrevero con los entes, cambiando bruscamente la dirección de la búsqueda en cuestión.

Ahora, la cosa podía ser un objeto, o inclusive algún negocio encubierto por algún Consulado de Naciones Desunidas de Ocultamiento de los Objetos. Prefirió no meterse en el tema, ya que los intereses subalternos la convertiría en un hueso o a lo sumo en humus.

Escarbar en la quisicosa para darse cuenta que al retroceder encontraría la siguiente terminal o sitio predilecto de aterrizaje de sentidos:


 f. Asunto, tema o negocio.

Abrumada por el asunto que la llevaría hasta el tema del negocio, dejó el miedo a un costado de la cosa para no enfrentar de lleno al mencionado Consulado. Sin embargo, cayó al tropezar con un carozo de durazno en algo tan digno que hasta pudo esbozar un cúmulo de simpatías en forma de amapolas nacidas un jueves de enero:


f. cosa digna de ser oída o vista, que es capaz de llamar la atención.

Fue la cosa del otro jueves, o:

f. coloq. Hecho extraordinario. U. en frs. de sent. negativo.

Pasaron tres días de espera acurrucada en la Estación, no le quedaba otra que resignarse a que la quisicosa no existía de verdad o en todo caso ella era el enigma a resolver. Pero no pudo evitarlo y regresó a la parada en movimiento propuesta a la vuelta de la esquina de las palabras perdidas:


Cosa en sí

 f. Fil. Realidad hipotética independiente de las posibilidades del conocimiento humano.

La cosa fina supuso una vuelta de tuerca:

 f. U. para expresar que algo o alguien es excelente.

Cosa fuerte al fin, tanto así que en la carpeta diem en donde todo empezó a confundirse en el punto y a parte de los días nubladitos y tediosos, decidió caminar igual hasta el centro de la tierra o la:

 f. coloq. fuerte cosa.

En tanto que, la cosa juzgada saltó como una langosta en celos. Por eso o aquello, en la zona de embarque, un cartel le indicó:

f. cosa que se da por resuelta e indiscutible y de que es ocioso tratar.

No tardó en contratar a un abogado que lo único que hizo fue hacerle un cheque con reembolso en la calle Rivadavia sin número, y después, para colmo mandarla hacia la Estación por:

 f. Der. Efecto de una resolución judicial firme, que impide abrir un nuevo proceso sobre el mismo objeto.

Cosa no vista, o cosa nunca vista por sus poros indicativos, o sea:

 f. coloqs. cosa muy extraña y sorprendente.

Y como quien no quiere la cosa, y ya perdida en relieves anodinos y putrefactos, se entregó al abandono y fue una:

1. f. Persona muy descuidada en sus obligaciones o incorregible en sus vicios y costumbres.

Dicho de otra forma:

f. coloq. quisicosa.

JUANETE A PIE DE PÁGINA

En este jeroglífico social, las cosas cobran un nuevo sentido en las relaciones sociales. Según Tomaz Tadeu Da Silva, “la vida social nos aparece, ordinariamente como cosa”. Esta aparente relación entre cosas, esconde, en realidad, relaciones sociales. Estas relaciones sociales no pueden desligarse de la cuestión de género, de clase, de etnia y de las relaciones entre las naciones. Tadeu Da Silva nos recuerda que, “el otro fue y continúa siendo social e históricamente construido como objeto de un mirar imperialista y colonial“. Y a partir de esta aseveración se decanta la relación camuflada entre dominados y dominantes, entre los incluidos y los excluidos, en donde la discriminación y el preconcepto se constituyen como fuerzas ocultas del poder cosificador. Nos remitimos finalmente al concepto de fetichismo para concluir:

Es a ese proceso, por el cual esas relaciones se tornan invisibles, haciendo aparecer solamente la cosa, el objeto, la mercancía, en forma aislada, desconectada, que Marx llama fetichismo

TOMAZ TADEU DA SILVA, Descolonizar el currículo/Estrategias para una pedagogía crítica. Del libro Identidades Terminais (Ed. Vozes, Porto Alegre, 1996)




Imagen de portada: Joseph Ducreux

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