El Intendente Marcelo Orazi recibió al Director Ejecutivo de la Agencia de Recaudación Tributaria Martín Kelly, quien fue designado recientemente al frente del organismo provincial. En la oportunidad abordaron temas relacionados con la recaudación en el contexto de pandemia.
Kelly estuvo acompañado por la Subdirectora Ivana Fontana y el Gerente de Gestión Regional Carmelo Rossi, además de la Legisladora Marcela Ávila.
Además de la Municipalidad, los funcionarios provinciales recorrieron la delegación de la Agencia en Villa Regina y las subdelegaciones del circuito Alto Valle Este.
En Bolivia el ciclo neoliberal de la democracia pactada se agotó hace más de 20 años. Hoy este país experimenta el fin del neo-desarrollismo indigenista.
La victoria electoral de Rodrigo Paz Pereira, del Partido de la Democracia Cristiana, ratifica la legitimidad de los procedimientos y la participación democrática. Sin embargo, este triunfo se da en un momento histórico muy complicado y de difícil gestión no sólo para el nuevo gobierno, sino también y especialmente, para el conjunto del sistema político boliviano, incluidos los actores sociales, entre ellos los empresarios, los trabajadores urbanos y rurales y muy especialmente los actores globales: USA, China, CE, los Estados de los países vecinos, y también las redes del crimen organizado que actúan en todas partes del mundo y en todos los niveles de un poder glocal (global y local) sin excepción.
Más allá de los temas económicos de déficit y escasez de recursos naturales y financieros, un factor fundamental para el nuevo gobierno es el diverso malestar colectivo que atraviesa transversalmente a toda la sociedad y que es gestionado digitalmente por los medios de comunicación y las redes informacionales. La nueva tecno sociabilidad organiza la política en las calles y la vida cotidiana de las personas.
La gestión política ante semejante ch’enko (enredo, en quechua) nacional-global y local necesita relativizar las ideologías absolutistas de los diversos actores: sociales, étnicos nacionales y de los mismos sectores públicos.
La pregunta es: ¿se lograrán acuerdos de corto plazo que permitan al menos una gobernabilidad mínima en lo económico, en lo social y particularmente en lo ecológico?
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Durante su visita a Bolivia, en 1994, el economista paquistaní Mabub Ul Haq, quien fuera creador del enfoque de Desarrollo Humano de Naciones Unidas y asesor del primer plan quinquenal de Corea del Sur, estuvo caminando por El Alto. Allí conversó con sus habitantes. Preguntó y observó. Antes de partir, dio una conferencia y dijo que en esa ciudad había encontrado lo mismo que en los años 50 encontró en Corea del Sur y que fue el secreto de su desarrollo: habilidades, honestidad y cumplimiento de los compromisos de deuda. Para él, el desarrollo de Bolivia no estaba ni en el gas ni en sus otros recursos naturales: esos recursos eran solo un medio. El centro del desarrollo humano en el país andino estaba, en cambio, en las habilidades y compromisos de agencia de sus actores. Con actores, se refería a los sectores populares de El Alto.
En los últimos 40 años, tanto los modelos neoliberales como los neodesarrollistas, en Bolivia y prácticamente en toda Latinoamérica, se están esfumando en medio de una policrisis global multidimensional con cambios hiper acelerados en la tecnoeconomía de la información y de las redes digitales que están modificando de manera incierta la geopolítica y la geoeconomía del planeta.
Pocas veces la fragmentación sociopolítica y cultural ha sido tan intensa. En medio de pandemias, guerras, industrias militares crecientes y redes de inteligencia mundial asociadas a las dinámicas de la inteligencia artificial: ¿Cómo repensar la política, la democracia y el desarrollo en coyunturas nacionales fraccionadas donde la lógica amigo-enemigo tiende a reproducirse?
A lo largo de su historia, la sociedad boliviana ha creado, con dramas y fiestas, una fuerte cultura para sobrevivir en momentos difíciles y para cambiar situaciones límite en nuevas opciones de vida. Su principal recurso de autotransformación posiblemente sea un lazo social diverso y generalizado.
Hoy atravesamos un momento de inflexión histórica en el que las formas de la democracia y el desarrollo experimentados durante los últimos 40 años, parecen extinguirse. Como se preguntaba José Medina hace décadas en otros momentos duros, como lo fue el inicio de la revolución del 52: “Primero, ¿cuáles son los nuevos soportes de la nueva estructura que está sucediendo a la anterior y que ésta ya portaba en su seno desde los comienzos de su descomposición? Segundo, ¿dónde se encuentra el último fundamento de la prise de conscience que abre con el nuevo ciclo económico la fisonomía del futuro inmediato?”.
Las sociedades se transforman y se recrean en medio de relaciones de poder donde lo local y lo nacional se articulan cotidianamente con una globalización cambiante. En el caso de Bolivia, en las últimas cuatro décadas se han generado nuevas realidades, tanto bajo un neoliberalismo generalizado como bajo un neodesarrollismo estatal indigenista organizado por líderes carismáticos. Como subrayamos en la investigaciónNavegar contra el viento. América Latina en la era de la información (UNSAM, 2018) y en el libro que escribimos con Manuel Castells La nueva América Latina, se vienen produciendo cambios económicos estructurales, políticos y socioculturales remarcables, que hoy se necesitan gestionar e innovar para poder vivir mejor.
Entre esos cambios sobresale una nueva “economía extractiva informacional”. Esto permitió que la región creciera, que se distribuyeran o concentraran recursos, pero también impidió el surgimiento de nuevas opciones de desarrollo económico informacional socialmente integradas y ecologizadas. Hace siglos que los latinoamericanos estamos presos de una cultura extractivista-comercial, a menudo con consecuencias nefastas para la naturaleza.
Por otra parte, América Latina en general y Bolivia en particular ya son territorios hiper urbanizados y policéntricos. El boom inmobiliario en las principales ciudades está asociado al capital financiero y la especulación urbana. Pero también a la expansión de una economía informal urbana de comercio, contrabando, subempleo y pobreza, y organizaciones sindicales y territoriales prebendarias con una cultura y una lógica predominantemente fragmentaria que a su vez está asociada al uso creciente del consumo de redes de comunicación que no producimos pero de las cuales nos alimentamos. Hoy la política digital está en el centro de la opinión pública.
Otro cambio importante es el crecimiento y complejización de una economía global criminal que ya funciona en redes globales informacionales. Estas redes contribuyen al crecimiento de un capital financiero sin país. Tal como lo describimos en el capítulo 3 de La nueva América Latina, esta economía global criminal
Es una actividad extremadamente dinámica, multisectorial (aunque el narcotráfico aún constituye su sector básico) y altamente rentable, si no contabilizamos su enorme costo humano. Se basa en su capacidad de obviar la acción reguladora y coercitiva del Estado. Para ello, se trata de imponer una superior capacidad coercitiva y penetrar el Estado mediante corrupción e intimidación a todos los niveles. Es un sector generador de crecimiento económico volátil y de empleo efímero, al tiempo que fuente de desintegración institucional y de desmoralización social. Su dinámica es local-global y su forma reticular y basada en tecnología e información. (Calderón y Castells, 2019)
Hace siglos que los latinoamericanos estamos presos de una cultura extractivista-comercial, a menudo con consecuencias nefastas para la naturaleza.
Y también es fundamental reconocer cambios demográficos y político-culturales en una sociedad patriarcal con serios problemas de reproducción. Desde el lado de la acción colectiva, hay una nueva dinámica y ola de conflictos y protestas socioculturales asociada a la desigualdad y al malestar humano vinculados en buena medida a la dignidad y los derechos humanos en varios ámbitos, como los de género, de ética en la política, étnico-culturales, ecológicos, etcétera. Pero también sobresalen movimientos ultraconservadores con rasgos autoritarios y religiosos de mercado.
Para comprender mejor la coyuntura resulta fundamental tener una visión histórica de largo plazo, entre otras cosas, para salir de esa cárcel de ideas de larga duración, como argumentaba Fernand Braudel, que suponen una economía y una cultura política extractivista y jurídico institucional asociadas a redes clientelares y burocráticas de poder y corrupción, que es de origen colonial y es una fuerte barrera para la innovación y el desarrollo. Por ejemplo, en el caso de Bolivia, que mantiene una relación crónica con el extractivismo minero primero de plata, estaño, gas, petróleo, y ahora, del litio. Pero también es fundamental revalorizar la cultura histórica de resiliencia e innovación de las diferentes clases y estratos socioculturales y, sobre todo, la necesidad de fortalecer sistemas de comunicación entre diferentes en base a una mejor forma de convivir en un estado de lo público.
En el largo plazo resulta fundamental comprender la superposición sociocultural y la historia de las ideas y de los actos dramáticos de la sociedad boliviana. Sociedades abigarradas las denominaba Zavaleta, pensando en las sociedades latinoamericanas, y Braudel en el mediterráneo. Diferentes tipos de relaciones sociales históricas superpuestas en el presente que vienen del pasado y que cambian para reproducirse.
Desde el texto Creación de la pedagogía nacional, de Franz Tamayo, en Bolivia podemos mencionar distintos momentos en que esa superposición se expresó. A principios del siglo XX, Tamayo valora la luminosidad aimara originaria que también implica reconocer la riqueza comunitarista de las culturas guaraníes como las de la Chiquitanía (valorada por el socialismo francés como una de las primeras utopías humanistas), pasando por la trágica guerra del Chaco hasta la revolución del 52, donde estructuras sociales territoriales (comunidades campesinas) y funcionales (sindicatos) reprodujeron una estructura de poder basada en enormes logros sociopolíticos (voto universal, reforma agraria y urbana, nacionalización de las minas, con milicias armadas de más de 50.000 personas, etcétera), pero coexistieron con una estructura y una cultura de poder patrimonialista y corporativa, que se reprodujo hasta la actualidad más allá de los importantes logros socioculturales, y que hoy se redefine. Sin entender esa dinámica no se puede comprender los logros y las deficiencias políticas actuales.
Para revalorarse, la sociedad boliviana, y en general las latinoamericanas, necesitan conjugar recíprocamente estabilidad social y económica en el marco de una política constructivista de los diferentes actores que sea un puente para consensos prácticos.
En un enfoque constructivista deliberativo de la política resulta primordial lograr acuerdos procedimentales con capacidad de agencia entre actores opuestos. Se trata de consensuar en los procedimientos para resolver los conflictos y visiones fundamentales, pero no sólo anunciándolos sino también participando en su evolución temporal y sobre todo en los resultados alcanzados. Ello supone una inclusión de lo diverso, es decir un orden plural, institucionalmente conflictivo y abierto. La democracia es por definición un régimen político abierto, conflictivo e inconcluso. Hoy, dadas las tendencias empíricas de los comportamientos diversos y complejos de las sociedades, no hay capacidad por parte de ninguna de ellas de ser hegemónica. Por eso, el ejercicio del poder democrático que actúa en el mercado y en el Estado necesita reconocer su pluralismo territorial, étnico, social, etcétera. Se necesita producir una suerte de Estado de lo público que actúe a nivel global. La democracia necesita ser renovada para enfrentar la coyuntura actual y, sobre todo, la policrisis global mencionada y para ello es crucial retomar a nivel nacional la idea de la política como un sistema político-cultural de reconocimientos recíprocos.
La democracia necesita ser renovada para enfrentar la coyuntura actual y, sobre todo, la policrisis global mencionada y para ello es crucial retomar a nivel nacional la idea de la política como un sistema político-cultural de reconocimientos recíprocos.
En la coyuntura actual boliviana es posible un escenario de transición “cesarista pragmática” que suponga la gestión de conflictos e intereses asociados a lo que llamábamos hace años con Mario dos Santos y otros una “gobernabilidad sistémica”. Esto es: un consenso mínimo por parte de los diversos actores e intereses en torno al funcionamiento de las instituciones, de la estabilidad económica y sobre todo de un mínimo de equidad y estabilidad social. No para dar un salto histórico, sino para crear las condiciones para que éste se produzca más adelante. Y en este sentido parece crucial empezar a crear espacios de comunicación para que la sociedad y sus actores intelectuales estudien y debatan con realismo empírico e histórico sobre un futuro deseable y posible de una nueva sociedad digital, digna y genuina.
En la pugna de poderes globales se están perfilando nuevas formas de dominación donde los políticos y Estados poderosos, con sus diversos sistemas digitales y la competencia de las grandes empresas tecnológicas, están produciendo una nueva geopolítica y geoeconomía mundial, modificando la realidad global a nivel nacional, regional y local. Se trata de una suerte de reestructuración de poderes. Allí, el Sur del mundo, particularmente Latinoamérica -hoy relativamente fragmentada-, necesita una política constructivista regional que construya plataformas globales tecnológicas y educacionales complementarias entre países y territorios para tener un poder de voz en la nueva globalización. Quizás las políticas recientes de acuerdos entre México y Brasil caminen en ese sentido.
¿Será posible que Bolivia se desarrolle en medio de una nueva “interdependencia asimétrica” global y regional? ¿Cómo podría revincularse con la región, y particularmente con los países vecinos, para construir alianzas estratégicas y así tener una importante voz en el mundo en el contexto de una sociedad digital cambiante? ¿Será posible refundar un latinoamericanismo práctico, con capacidad de agencia, centrado en procesos de innovación informacional, ecológica y sociocultural? ¿O permaneceremos en el atraso y la nostalgia?
Un enfoque innovador del desarrollo humano o de la misma “Transformación Productiva con Equidad” que elaboró la CEPAL tendría que colocar como sujeto y objeto del desarrollo la dignidad humana asociada intrínsecamente a los derechos humanos. Y desde allí se podría repensar cómo construir una economía informacional ecologizada.
De ahí el carácter estratégico de una educación innovadora que vincule las ciencias duras con las sociales y el arte. Y analice empírica y críticamente las nuevas realidades, además de experiencias históricas a nivel global (por ejemplo, del Sudeste asiático, el caso de Malasia, el Estado de Kerala en la India o los casos de estudio de innovación local con inclusión en el sur global, como analizan los estudios de J. Shutz y R. Aracena, Fernando Peirone, o Marcelo Sili, Andres Kozel, y sobre todo las experiencias innovadoras ecológicas e informacionales que se dan en la ciudad de El Alto y en la de Santa Cruz, como en las comunidades de Charagua o Urubichá, o la de miles de migrantes que caminan creando redes complementarias territoriales nacionales y globales y comercializan por todas partes del territorio).
¿Será posible refundar un latinoamericanismo práctico, con capacidad de agencia, centrado en procesos de innovación informacional, ecológica y sociocultural?
De igual manera, es fundamental una nueva pedagogía de los diversos actores socioculturales: fortalecer las habilidades humanas para construir una capacidad de agencia que vincule metas con resultados. Los actores innovadores del futuro necesitan manejar y conjugar los códigos de modernidad con conocimientos y destrezas para participar en la vida pública con los códigos informacionales, referidos a la capacidad de comunicar, combinar, interactuar en la red y generar así nuevos significados humanos del desarrollo. La capacidad de agencia necesita expandirse como la principal fuerza de innovación social inclusiva y regional.
¿Podrá el gobierno de Paz Pereira y el sistema político renovado navegar contra el viento y combinar mínimos de estabilidad socioeconómica e institucional con dinámicas productivas y financieras que permitan un cierto renacimiento? ¿Podrá así crear condiciones para emprender un nuevo modo de desarrollo informacional en función de los derechos humanos y la dignidad de las personas y sus colectividades? A corto plazo, el desafío es ese: un pragmatismo negociador que permita crear condiciones para pensar y generar un modo de desarrollo humano ecologizado informacional.
El 1º de abril se celebra en nuestro país el Día Nacional del Donante de Médula Ósea, y también el 16º Aniversario de la creación del Registro Nacional de Donantes de Células Progenitoras Hematopoyéticas (CPH) del INCUCAI. El Registro Nacional de CPH posibilitó que 919 pacientes que no tenían un donante compatible en su grupo familiar accedan…
A partir de las 19,30 horas de hoy se desarrollará el acto en el que se entregarán los certificados a quienes en diciembre pasado realizaron el curso de embalado de fruta organizado por la Oficina de Empleo de la Municipalidad de Villa Regina. En total fueron 123 las personas que se capacitaron aunque, en el…
Estas son las frases salientes del intendente de Villa Regina Dr. Marcelo Orazi expresadas en la reciente conferencia de prensa brindada por el Comité de Crisis en el Municipio reginense. «Ratificamos algunas medidas de protección, como la obligatoriedad del barbijo en la vía pública y dentro de los comercios» «La intención del municipio es que…
La Municipalidad de Villa Regina puso en marcha la licitación pública N° 05/2021 destinada a la provisión de materiales, equipos y mano de obra para la construcción del Centro de Desarrollo Infantil (CDI) que se ubicará en calle Juan Cruz Varela entre Cereghetti y Continentes. La apertura de las propuestas será el 11 de noviembre…
Mi tío abuelo David nace en Buenos Aires, en el barrio de Floresta, en los años treinta. En 1948 se crea el Estado de Israel y se va para allá, la ansiada patria para su pueblo exiliado. Cuando llega, se acuchilla con las personas que viven en el lugar donde él quiere hacer su nuevo mundo: territorio comunitario, trabajos rotativos, jerarquías disueltas. La primera construcción de su kibutz no es una carpa, no es un pozo de agua: es un cementerio donde enterrar a tres de nueve. ¿Que cuántos palestinos acuchilló mi tío? Por su forma de inclinar la frente y levantar las cejas supongo que bastantes.
Cuarenta y dos años después nazco yo. Sesenta y dos años después, él viene de visita a Buenos Aires y vamos a buscar la casa donde nació. Segurola y la segunda o tercera calle paralela a Juan B. Justo, para el lado de Monte Castro. Caminamos por la vereda y él acaricia los paraísos. Son los mismos, dice, cambiaron pero son los mismos, mis favoritos. Me dice que hace años no siente miedo. Que en 1967 entró a trabajar en el Mossad. Lo raptaron, lo encapucharon y lo entrenaron, como en las películas. Empiezo a escuchar con más atención. Me dice que no ponga esa cara, que lo que me está por contar es secreto. Cómo pasaban fronteras con sigilo, cómo falsificaban documentos con prolijidad, cómo ponían bombas en autos de líderes palestinos, del aeropuerto al hotel, del hotel a la calle, pasando papelitos, espiando fotos, cambiando patentes, sincronizando relojes, desaprendiendo reflejos, inventando códigos secretos.
Ghassan Kanafani. Enter. Nace en Palestina en 1936. Zoom en Acre, una ciudad pequeña cerca de Nahariya. Al norte de lo que en 1948 empieza a llamarse Israel, luego de una reunión de Naciones Unidas. En una mesa unos hombres blancos de traje negro despliegan cuadernos y mapas y firman y los guardan. Como años atrás desplegaron otros cuadernos y mapas y se repartieron África y firmaron.
Kanafani y su familia escapan a Líbano y luego a Siria. Su padre es juez, se dedica a confrontar la ocupación británica. Y Ghassan empieza a trabajar para confrontar la ocupación israelí. Que son lo mismo pero no es igual. Entonces estudia, conoce gente, organizaciones, publica cuentos y novelas, se une al Frente Popular por la Liberación Palestina, hace una imprenta, escribe, arenga, de mano en mano, con casi nada. Son los años setenta: hay que radicalizar, radicalizar, la vía pacífica no existe más, no se puede vivir sin tierra, sin agua, sin lengua, veinte años en campos de refugiados, ¿de qué no violencia estamos hablando?
Un día reparten veintitrés mil. Veintitrés mil impresos en un día. Se juntan a celebrar, entre rodillos y tipos móviles y pilas de hojas y olor a tinta. Y botellas y libros y manos y en un momento se despiden: chau, hasta mañana, y Ghassan sale por el portón.
Camina con su sobrina hasta el auto. Mete la llave en la cerradura. Abre la puerta, y se sienta en la butaca. Contrae los hombros, pone la llave en el arranque, y activa una bomba de tres kilos. Que puso mi tío abuelo. Una bomba que puso mi tío abuelo justo cuando Ghassan Kanafani festejaba que su pueblo y sus palabras se estaban moviendo. Mi tío abuelo se entrenó para ponerle una bomba al auto de Kanafani, una suerte de Rodolfo Walsh palestino.
Mi tío abuelo me dijo: matar o morir.
Kanafani me dijo: podés cambiar el relato de tu vida.
***
Bien arriba de la cordillera de los andes mapuche me sentás bajo un árbol y me pedís una intención para la ceremonia. Rastrear en mis cuerpos actuales y antiguos formas de transformación de la violencia. Empezás a cantar y cierro los ojos y mi piel desde las uñas se vuelve tornasolada, azul y verde, y una deidad de la muerte con dedos largos y afilados me agarra la espalda, me aprieta, me hace firmar papeles. Y una cachetada en la cabeza me abre los ojos y vos gritás y escupís y eructas y tosés y corrés alrededor mío encendiendo fuegos, y cierro los ojos y afuera de mi casa unas viejas me reclaman deudas revoleando pagarés y me zarandean, y por un sendero de piedra violeta llegás a los alrededores de mi cerebro. Está rodeado de alarmas y sensores, no te dejan entrar, y me eyecto de la tierra y me sumerjo en el éter, es todo agua, la atmósfera que rodea el planeta no es aire, es un agua leve que no opone resistencia. Y nado sobre los continentes, son mares abiertos, y un rey me agarra del cuello y me tira en un sótano medieval cubierto de moho, y estoy raquítico y pálido y un verdugo encapado me corta la cabeza con un hacha y abro los ojos.
Quedo nublado, acostado en la tierra, entre las ramas de los pinos el sol. Me levantás y me cargás hacia la casa: Un día vas a volver a ser ancestro, y mortales e inmortales van a estar en tu muerte, siendo parte de tu vida y la de los demás.
—Dani, sos de un pueblo ancestral, no entiendo cuál. Y dentro de ese pueblo tenés un rol.
—Soy judío.
—¿Cómo judío? ¿Y qué pensás de lo que pasa en Palestina?
—…
—Bueno, en alguna parte de tu árbol se perdió un legado. Un tatarabuelo te está pasando una soga. Tenés que ir a buscarlo.
Buenos Aires, casa de mis padres, caja de recuerdos desordenados. Una foto en blanco y negro, veinte personas en dos filas, mujeres y hombres, trajes entallados y vestidos escotados, los de atrás de pie, los de adelante sentados, todos de brazos cruzados y al frente un hombre recostado en el piso, cadera quebrada, mano en el muslo, anteojos tipo Lennon. Es el único que está en el piso. En su gesto insolente reconozco mi frente. Detrás de la foto hay una oración en idish escrita con tinta negra. Mi madre me traduce al oído: Reunión del Movimiento Iluminista judío, Vilna, 1875.
¿Quién es este? Llamamos a mi tía abuela que vive en Israel desde los años cincuenta. Es Yosef Eliyahu Trivush, tu tatarabuelo, traductor de Tolstoi al hebreo, tradujo Anna Karenina y Guerra y paz. Publicaba cuentos, novelas y escritos críticos del talmud. Googleo y encuentro un diario del Levantamiento del Ghetto de Varsovia. Un sobreviviente cuenta que una noche, en medio del Levantamiento, se meten en un sótano a leer “la traducción de Trivush de Anna Karenina”. Y yo en 2023 preguntándome por la relación entre lengua, espiritualidad, política y violencia.
El Movimiento Iluminista fue un gran movimiento político de emancipación judía. Surgió en Europa en el siglo XVIII y explotó en el XIX. Buscaba correr al pueblo de la religión, abrirlo a la literatura y la ciencia, salir del ghetto social e integrarse al resto de la sociedad. A través de la cultura le disputaban a la élite religiosa el liderazgo espiritual de nuestro pueblo.
Querían integrarse sí, pero manteniendo y renovando su cultura, así que las lenguas judías cumplieron un rol fundamental. El idish, la lengua de la vida cotidiana, la mezcla y la diáspora, que algunos despreciaban como dialecto del alemán, fue cobrando una inédita potencia literaria y política. Y también el hebreo: los Iluministas empezaron a sacarlo de los límites del templo, a llevarlo al intercambio público y doméstico y abrazar la posibilidad de una lengua completamente propia. ¿Ancestral? ¿Nacional? ¿Secreta? ¿Afán de pureza? El multilingüismo era sustancial en las comunidades y la traducción se volvió un acto relevante. Se tradujo, por ejemplo, la Torá al alemán y grandes obras de la literatura occidental al hebreo.
Lxs judíxs se incorporaron a las luchas políticas de los lugares donde vivían. Y organizaron las propias. En ese caldo de cultivo secular fue creciendo una generación de escritorxs, artistas y revolucionarixs judíxs que, reivindicando la rebeldía del paria, desplegaron una crítica radical al sistema de valores occidental y sus dispositivos de dominación. Y también apareció el sionismo, el movimiento nacionalista judío. Que en sus inicios reunió tendencias tan diversas como la izquierda marxista y la derecha fascista, y hoy parece sinónimo de imperialismo y destierro del pueblo palestino.
Viajo a Lituania y Polonia a buscar los lugares donde vivieron mis abuelos, bisabuelos, tatarabuelos. Vamos con mis padres y mi hermana del medio. Ese mismo día se muere mi abuela. Tenía 99 años. Se la hizo difícil a mi madre toda la vida, no iba a desaprovechar su muerte. Mis padres volvieron al entierro y llegaron dos días después.
El primer día vamos con mi hermana a Zychlin, un pueblo de seis mil personas al sur de Polonia donde nació Yacub, el papá de mi papá. Encontramos en el mapa un cementerio judío y caminamos directo hacia ahí, pensando que quizás encontremos la tumba de algún Zelko. Qué ingenuos. No es un cementerio, es una fosa común, un monumento abandonado en un descampado donde fusilaron en masa a los judíos de la zona. Hacemos una videollamada con mis padres, cantamos los cuatro en idish y en hebreo, dejamos fotos entre las piedras, prendemos velas y hierbas. En la mano llevo la armónica de mi abuelo. De niño sobrevivió a la Primera Guerra Mundial caminando por estos pueblos, tocando la armónica por monedas. Él tocaba y su hermanita bailaba. El repertorio consistía en tres canciones: un vals, una polka y un freilej. Apoyado en las piedras rotas del monumento hago sonar la armónica. La música es una telaraña de aire y agua que conecta las vueltas del tiempo.
—Mari mari hermano del futuro, hoy me apareciste en un pewma. Vas a encontrar a tu tatarabuelo en un parque con flores rojas. Para que te reconozca tenés que hablarle en su idioma, decile de dónde venís, presentate, contale de tu obra.
Me queda un día en Vilna y solo vi flores rojas en macetas de restaurantes. Cuando me preguntan por qué estoy acá, digo que vine a buscar el espíritu de mi tatarabuelo, pero los espíritus antiguos ya no viven en las ciudades. Demasiadas guerras, ocupaciones, turismo, cámaras, gentrificaciones.
Mi madre me cuenta que mi bisabuela odiaba el color rojo. De chica tuvo tifus y la hicieron ponerse un pañuelo rojo en la cabeza y desde entonces no podía ver el color rojo ni nombrarlo ni nada. ¡No tienen por qué ser rojas! Voy a un parque por el que cruza el río Vilna y siguiendo el agua encuentro una zona en la orilla llena de flores fucsias. Se mueven como miradas por Jonas Mekas. Entre las flores y yo, el lente de ese lituano tierno, poeta de la memoria en movimiento. Es acá, estamos todos. Menos mi tatarabuelo. Mi tatarabuelo está en sus libros.
Me acerco al agua. Saco de la mochila la foto que nos unió, su traducción de Anna Karenina y mi talismán para convocar a los muertos.
¿Cómo se filma una ceremonia? Leo la presentación que le escribí, le cuento quién soy y qué hago, en hebreo y en idish. Cierro los ojos, entro en la foto del Movimiento Iluminista de 1875, camino hacia él, le extiendo la mano, la toma con fuerza, se levanta con envión, nos abrazamos, su respiración va lento, su corazón fuerte, la tela de su traje es mucho más suave de lo que imaginé, me acaricia la mandíbula, me da un beso en el cuello, me abraza de nuevo y me agarra la nuca con la mano.
Hablar con los muertos, siempre quise hablar con los muertos. ¿Cómo hacerlo? No quiero más médium que mi cuerpo. El único ritual que conozco es leer. Los muertos hablan. Los muertos escuchan. ¿Será que también escriben? ¿Qué palabras vamos a salvar de la muerte? ¿Qué muertes vamos a salvar de la narración?
Estoy dudando de cosas en las que creo mucho.
Marcha por la Vida es una organización sionista internacional que lleva todos los años a miles de jóvenes y no tan jóvenes a conocer los campos de concentración en Polonia y después a Israel: la solución que dio la historia a tanto dolor. El subrayado es mío. Fui en 2008, entré a las cámaras de gas, en las manchas azules de Zyklon B de las paredes reconocí la cara de mi tío, caminé por los bosques escuchando gritos fusilados tarareando: Los que se fueron no los olvidamos/ los que vendrán esperan por ahora/ y los que estamos aprovecharemos/ para cambiarte la cara viejo mundo.
Un día fuimos a Auschwitz-Birkenau. Estaba con mi mejor abrigo y era primavera y así y todo un frío seco y punzante me atravesaba la piel, los músculos, la carne, los huesos. ¿Cómo se sentiría ese frío en invierno, sin abrigo y desnutrido? Salimos de una barraca y a través del alambrado se dejan ver unos chalets rodeados de árboles: ¿¡Emprendimientos inmobiliarios al lado de Auschwitz!?
—Esas casas estuvieron siempre ahí, Dani.
Dina es una de las sobrevivientes que viaja con nuestro grupo. Nos queremos, me acompaña, conversamos, leemos, me enseña. Llorando me entrego al cliché:
—¿Y nadie hacía nada?
—Si querés quedarte con esa parte, allá vos. Pero nadie se salvó de este lugar sin la ayuda de alguien más. Un vecino que tiró una papa dura, un compañero que te ofreció una mano para saltar el barro, un flacucho que tarareaba una canción mientras hacías la fila para buscar sopa podrida. Todos los que salimos vivos de este lugar, salimos gracias a la ayuda de un otro, por más pequeña que sea. Nadie se salva solo. Nadie se salva solo con los propios.
Llegamos a Israel para Iom Haatzmaut, el Día de la Independencia. Lo festejamos en un megaevento en Latrun, pueblo estratégico y emblemático de la llamada Guerra de la Independencia. Nos sacamos una foto con un soldado israelí y mi mejor amiga me dice: Vamos a tener que venir a la Tzavá, si no la Shoá se va a repetir.
Cuando sonó el himno de Israel, lloré. ¿De emoción? Sí. Se me puso la piel de gallina. Era tan placentero. ¿De dónde venía esa emoción? ¿Del relato de la pérdida familiar, del relato de la redención popular? Las emociones son genuinas y sinceras, están hechas de sentimientos ajenos, hábitos, malentendidos, manipulaciones, herencias. Todavía no sabía nada de la Nakba ni de la masacre de Deir Yassin ni de Ghassan Kanafani.
—¿Vos de verdad pensás que si gana la ultraderecha en Argentina Israel me va a cuidar? Es más probable que me reprima con armamento y software israelí.
—…
Creo que mi mamá empieza a aceptar que el sueño familiar del kibutz devino multinacional de armas y tecnologías de control.
El otro día Nellie Jo David, del pueblo O’odham, contó que Estados Unidos acaba de instalar tres torres con drones y cámaras en su territorio, supuestamente soberano, para que hagan de muro virtual en la frontera con México. Todo con software y hardware israelí.
Unxs amigxs chilenxs mandan fotos de la represión al estallido: gas lacrimógeno made in Israel. La exportación de armas israelíes alcanzó un récord en 2022 y no para de crecer. Una cuarta parte se vende a los países árabes con los que Israel firmó los Acuerdos de Abraham.
El Iron Dome (cúpula de hierro) es un sistema de defensa aérea que Israel produjo y usa desde 2011. Una especie de misil supersónico que intercepta y destruye cohetes y proyectiles en el aire. Desde que entró en funcionamiento, Israel disuelve en el aire proyectiles que se dirigen hacia su territorio. Cada batería del Iron Dome cuesta entre 50 y 100 millones de dólares y cada lanzada entre 50 mil y 100 mil dólares. En 2012 me encontré en un bar de Villa Crespo con un historiador israelí que me dijo que desde que Israel empezó a usarlo, el país mismo se está cerrando sobre sí mismo, que el país mismo se está convirtiendo en una cúpula de hierro. Quienes queden por fuera serán compradores de armas o enemigos. Que Israel ya no nos va a proteger a los judíos del mundo, que a partir de ahora va a ser al revés: lxs judíxs del mundo vamos a sufrir las consecuencias del accionar de Israel, que solo va a cuidar a los judíos que estén de acuerdo con el genocidio. ¿Desde cuándo es así?
Parece que el nombre del Iron Dome viene de “Iron Wall”, el título de un artículo escrito hace cien años por Jabotinsky, líder del ala dura del sionismo llamada revisionista. En ese texto dice que siempre los pueblos colonizados se resisten a sus colonos, que no habrá forma de un acuerdo voluntario con los árabes palestinos, que quien espere ese acuerdo mejor renuncie directamente a que exista Israel. Que el sionismo debía avanzar sin considerar a la población nativa. Que solo cumpliría sus objetivos erigiendo un Muro de Hierro, un poder tan fuerte que la población nativa no pueda romper aunque quiera. Y que si a alguien eso le parece inmoral, está equivocado. Porque el sionismo siempre será moral y justo, más allá de lo que haga.
En mi casa se decía que mucho antes de ser una religión el judaísmo fue un pueblo. Que sin el Estado de Israel los judíos del mundo seguiríamos siendo perseguidos. Que Israel empezó a arruinarse con la guerra de 1967. Que la vida de los palestinos sería diferente si sus hermanos árabes los ayudaran. Que somos el pueblo del libro. Que lo importante son los valores. Que el judaísmo es una forma de vida.
Había tanto más… No me acuerdo bien. Olvidé con mucho esfuerzo algo que ahora quiero retomar.