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MODA SUSTENTABLE: EL FOCO EN LOS PROCESOS PRODUCTIVOS

¿Será necesario llegar a situaciones límite para despertar?

Los últimos años trajeron un poco más de conciencia en todos los aspectos, es innegable que la llegada del covid 19 nos sacudió en varias formas y que, de alguna manera, fue un punto de inflexión para que algunos entendamos que la vida es aún más finita de lo que creíamos.

Pudimos parar, pensar y repensar en cómo estábamos viviendo, nuestros ritmos, nuestros alimentos, nos propusimos nutrirnos en el cotidiano con personas positivas, utilizar nuestra energía en conversaciones y discusiones que realmente valen la pena, además nos replanteamos nuestra alimentación en distintos aspectos de la vida. Porque alimentarse también es lo que miramos, lo que utilizamos a diario. Estamos de acuerdo que es distinto levantarse y prender un televisor para mirar las noticias por la mañana que levantarse y hacer una meditación, o abrir la puerta y salir al jardín y contemplar en silencio un minuto el verde que nos rodea.

Si, de pronto paramos. Nos miramos al espejo y nos animamos a tomar las riendas de nuestra vida, nos empoderamos y nos jugamos por lo que realmente nos importa, nos sentimos con la libertad  y nos hicimos cargo de lo que consumimos. Nos transformamos en mejores consumidores, un poco más conscientes porque entendimos que hay cosas que no dan lo mismo en esta vida y que de alguna manera todo es un alimento para el alma.

Cuando nos vestimos también nos estamos alimentando, es la prenda que está en contacto con nuestra piel durante el día, nos protege, es la primer capa que tenemos con el entorno, es una forma de mostrarnos al mundo, una carta de presentación, nos vestimos y nos miramos al espejo. ¿Nos devuelve el espejo la imagen que queremos tener de nosotros mismos? ¿Cuántas veces te cambiaste en un día porque no te sentías a gusto con las prendas elegidas?

La ropa te puede alimentar un día positivo y uno negativo también, nos lleva tiempo decidirnos, una de las razones por las cuales Steve Jobs usaba siempre su conjunto de jeans Levi’s y polera negra, además de ser parte de una historia que surgió al querer un uniforme para los empleados de Apple. Él vio el tiempo destinado a esa decisión de qué nos ponemos y decidió utilizarlo para tomar otras decisiones, más importantes para él.

Más allá del tiempo que utilizamos, si nos parece más suave un textil para nuestra piel o la paleta de colores se ajusta mejor a nuestro tono de cabello también nos entendimos como parte de una cadena productiva, ya ni siquiera somos el último eslabón de la industria textil ya que ahora sabemos que somos responsables del final de nuestra ropa, que todavía la misma sigue un trayecto.

 ¿Quién hace mi ropa? ¿Trabaja en condiciones dignas esa persona? ¿Los tintes son naturales o sintéticos? ¿En qué mar se tiraron los excedentes de los mismos? ¿Las personas que hicieron el trabajo de tintura, tenían los elementos suficientes de protección? ¿Su salario les alcanza para mejorar su calidad de vida? ¿La de sus hijos? ¿Estas prendas se realizan en países que no tienen políticas ambientales, laborales y sociales claras? ¿Por qué es barata o cara una prenda? ¿Si la donamos llega a manos que realmente lo necesitan? ¿Vale la pena un proceso de reciclado? Si la tiramos, cómo gestiona nuestro municipio ese residuo? ¿Se entierra, se quema?

Hacernos estas preguntas significa un puntapié inicial para comprar de forma más consciente. Preguntarnos hoy todo esto ya es un acto revolucionario.

Afortunadamente la moda no fue la excepción y se puso más en foco en los procesos productivos, esa pausa que necesitamos para volver a hacer las cosas de otra forma, también pasó en estos tipo de procesos, surgió de forma espontánea en algunas empresas, dado al nuevo rol activo, flexible y más humano de parte de los directivos y en otras realizaron el cambio porque los consumidores acceden a toda la información de forma rápida y están cada vez más actualizados, más exigentes. La decisión del cliente determina gran parte de las decisiones de una empresa.

Ahora bien, hay varios conceptos que se mezclan, se confunden entre lo que es la sostenibilidad, sustentabilidad, en el caso de la moda, están los títulos de ropa realizada con insumos orgánicos, ecológica, reciclada y a veces confundimos estos términos englobándolos y en realidad son muy distintos entre sí.

La moda sustentable y moda sostenible son conceptos complementarios, la moda sustentable se enfoca en un crecimiento regulado enfocado en utilizar de manera eficiente los recursos naturales y humanos. Gro Hurlam Brundtland en 1987, durante su mandato como primer ministra en Noruega definió al desarrollo sostenible como “aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las propias”, se refiere a un sistema que se puede mantener y perdurar en el tiempo.

La moda orgánica o ropa ecológica hace referencia a prendas fabricadas con fibras naturales, cultivadas con ciertos estándares de producción, por ejemplo un cultivo libre de pesticidas, herbicidas y/o fertilizantes sintéticos, en el caso de la ropa en 2002 se llegó a un acuerdo entre distintos sectores del mundo textil  que dio como resultado La Norma Textil Orgánica Global (GOTS, Global Organic Textile Standar).  Esta norma define los requerimientos reconocidos globalmente para asegurar la condición orgánica de los productos textiles, desde la obtención de la materia prima, procesamiento de la fibra, fabricación, empaquetado, etiquetado hasta la distribución,  a través de una producción responsable con el medio ambiente y el medio social, a fin de que el producto final ofrezca al consumidor la necesaria seguridad y credibilidad.

La moda circular está basada en un sistema económico circular en donde se trabaja sobre procesos creativos y productivos con el fin de optimizarlos y reducir el uso de recursos naturales y humanos. Lo cual esta propuesta se acomoda un poco mejor a la situación ambiental actual ya que desde el punto cero de una línea de producción se planifica estos puntos fuertes innegociables.

De lo que se denomina Moda Circular se desglosan dos conceptos interesantes, el “Supra Reciclaje” (o Upcycling) y “Zero Waste”.

Este último es ideal para el presente y futuro, se diseñan las prendas de tal manera que el residuo sea mínimo, se intenta descartar la menor cantidad de tejido y si existe un residuo de la línea de producción este cuenta con un destino, por ejemplo un sub-producto.  En el caso del Supra Reciclaje, se trata de una forma creativa e innovadora, en algunos casos, de transformar residuos en prendas nuevas, de alargar la vida útil de la ropa que utilizamos.

Estamos viviendo un momento muy crítico en el plano ambiental y es clave nuestro compromiso como consumidores conscientes, tenemos un poder sobre la industria del que todavía no estamos enterados. Si todos tomamos el hábito de hacernos varias preguntas antes de comprar, podemos hacer cambios imperceptibles pero contundentes en conjunto.

Siempre digo que lo que a uno le costó barato es porque alguien más pagó ese coste. Think About it!

Imágenes:
By fashion revolution
By puro diseño

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    Los diez días que desaparecieron: cuando el calendario saltó del 4 al 15 de octubre

     

    Hace más de cuatro siglos, Europa vivió un fenómeno insólito: diez días simplemente no existieron. El calendario dio un salto del 4 al 15 de octubre de 1582. No fue una falla de relojeros ni un error de escribanos: fue la reforma papal que cambió para siempre la forma de medir el tiempo.

    Por Alcides Blanco para Noticias La Insuperable


    Cuando el tiempo se salió de eje

    La historia podría comenzar como una novela fantástica: un día te vas a dormir el 4 de octubre, y al despertar… es 15. No hubo amanecer del 5, ni ocaso del 14. Diez días que desaparecieron de la historia, borrados de cuajo.

    Pero no fue magia ni conspiración: fue el resultado de un ajuste astronómico y político que marcaría el inicio del calendario gregoriano, el mismo que seguimos usando hoy.


    Del calendario de Julio César al error solar

    Todo empezó con el viejo calendario juliano, instaurado por Julio César en el año 46 a.C. Ese sistema medía el año con 365 días y 6 horas, un cálculo que parecía preciso… hasta que los astrónomos notaron que el año solar real duraba 11 minutos menos.

    Esa mínima diferencia, repetida durante más de 1500 años, fue acumulando un error enorme: el calendario estaba adelantado casi diez días respecto al ciclo solar. Las estaciones ya no coincidían con sus fechas tradicionales, y las fiestas religiosas, como la Pascua, se desfasaban peligrosamente del calendario astronómico.


    El Papa que corrigió el tiempo

    En 1582, el papa Gregorio XIII decidió poner orden. Convocó a astrónomos, matemáticos y teólogos para diseñar un nuevo calendario. El encargado del trabajo fue Cristóbal Clavio, jesuita y astrónomo alemán, que propuso una fórmula que corrigiera el error acumulado.

    Así nació el calendario gregoriano, que ajustó los años bisiestos para mantener el equilibrio solar. Pero había un problema: ¿cómo eliminar los diez días de diferencia ya acumulados?

    La respuesta fue tan simple como desconcertante: borrar esos días del calendario.


    El salto imposible: del 4 al 15

    El decreto papal estableció que el jueves 4 de octubre de 1582 sería seguido directamente por el viernes 15 de octubre de 1582.
    Nada más. No hubo 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13 ni 14.

    En países como España, Portugal e Italia, la medida se aplicó inmediatamente. Los ciudadanos se acostaron un 4 de octubre y se levantaron en mitad del mes, sin haber vivido esos diez días. Algunos lo tomaron con humor; otros, con indignación: campesinos y obreros protestaron porque creían que les habían robado diez días de salario.


    El tiempo dividido por la fe

    El cambio no fue universal. Los países protestantes desconfiaban de la reforma católica y se negaron a adoptarla. Inglaterra, por ejemplo, mantuvo el viejo calendario juliano hasta 1752, casi dos siglos después.

    El resultado fue un caos temporal: mientras en Roma era 15 de octubre, en Londres todavía era 5. Los viajeros que cruzaban fronteras podían envejecer o rejuvenecer diez días de un país a otro.


    Cuando el mundo se puso de acuerdo (casi)

    Con el paso de los siglos, la mayoría de las naciones fueron aceptando el sistema gregoriano, aunque algunas lo hicieron tardíamente:

    • Rusia no lo adoptó hasta 1918, tras la Revolución Bolchevique.
    • Grecia esperó hasta 1923.
    • Y en ciertas iglesias ortodoxas, el calendario juliano aún se utiliza para las fiestas religiosas.

    Así, el tiempo mismo se convirtió en una construcción política y religiosa: quién definía el calendario, definía el poder.


    El legado invisible de los días perdidos

    Hoy nadie nota el salto: el calendario parece inmutable, preciso, casi natural. Pero detrás de cada fecha hay una historia de debates, supersticiones y cálculos astronómicos.

    Los “días perdidos” de 1582 no desaparecieron del todo: siguen flotando entre los pliegues del tiempo, recordándonos que hasta lo más exacto —el calendario— es una creación humana, tan arbitraria como fascinante.

     

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