Kicillof denunció el uso electoralista de las inundaciones por parte de Bullrich y Espert, y acusó a Milei de paralizar obras y retener fondos
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Kicillof denunció el uso electoralista de las inundaciones por parte de Bullrich y Espert, y acusó a Milei de paralizar obras y retener fondos

 

Con el 7 de septiembre en el horizonte electoral bonaerense, el gobernador Axel Kicillof encendió las alarmas ante lo que considera una campaña sucia —o más bien, “roñosa”— encabezada por el oficialismo nacional. Bajo la figura de Javier Milei, y con los micrófonos amplificados por figuras como Patricia Bullrich y José Luis Espert, La Libertad Avanza despliega una estrategia que, lejos de nutrirse de propuestas, se nutre del oportunismo, la mentira y la manipulación del dolor ajeno.

Las críticas de Kicillof no nacen del aire. Durante los últimos días, tanto Bullrich como Espert intentaron explotar electoralmente la tragedia que significaron las inundaciones en distintas zonas de la provincia de Buenos Aires. Lo hicieron echando culpas a la administración provincial y diseminando datos distorsionados sobre la inseguridad, con una narrativa que el gobernador calificó como “irresponsable”, “provocadora” y cargada de cinismo político.

“Paren de mentir, paren de caranchear”

En una conferencia de prensa sostenida, no sólo con palabras, sino con datos y acciones concretas, Kicillof desmontó las afirmaciones de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quien celebró públicamente las supuestas “mejores estadísticas de homicidios” en la historia argentina. Kicillof respondió con una clase de estadística básica: “Los homicidios se toman cada 100.000 habitantes, y la provincia de Buenos Aires representa el 40% del país. Si acá hubiera un baño de sangre, no podrían mejorar las cifras nacionales”.

La lógica es ineludible: no se puede tapar el sol con un dedo, ni mucho menos manipular los números sin que el engaño sea evidente. Kicillof advirtió que esta forma de “caranchear” con la tragedia —en clara alusión al uso de las inundaciones como arma electoral— no sólo desinforma, sino que desmoraliza a quienes enfrentan emergencias reales, y daña la institucionalidad misma.

La obra pública: el gran ausente del plan libertario

Una de las críticas más contundentes se dirigió hacia el freno total de la obra pública por parte del Gobierno nacional. Kicillof calificó este accionar como una muestra de “ignorancia absoluta”, advirtiendo que muchas de las obras paralizadas por la Casa Rosada fueron retomadas y concluidas por la gestión bonaerense, a través de financiamiento internacional y recursos propios.

“No sé cuál perro tiene el presidente Milei, pero es el del hortelano: no hace ni deja hacer”, ironizó el mandatario, resumiendo en una sola frase el bloqueo sistemático que enfrenta su administración por parte de la Nación.

Desde diciembre de 2023, la provincia de Buenos Aires sólo recibió 10.000 millones de pesos de los 400.000 millones que le corresponderían proporcionalmente. Esa ínfima suma fue transferida de urgencia tras la tragedia de Bahía Blanca, y destinada directamente al municipio. Desde entonces, los fondos para emergencias, mantenimiento de infraestructura y asistencia social han sido absorbidos por la Nación y nunca restituidos.

Emergencia sin asistencia

Lejos de quedarse en la denuncia, Kicillof presentó un informe detallado de todas las acciones llevadas adelante por su gobierno frente a las inundaciones. Desde la distribución de ayuda humanitaria y vacunación en zonas afectadas, hasta el despliegue de infraestructura financiada sin la colaboración del Ejecutivo nacional.

Además, anunció un reclamo formal por 100.000 millones de pesos —una cifra significativamente menor a lo que le corresponde— con el objetivo de cubrir gastos ya realizados por la administración provincial en contexto de emergencia. “Es obligación legal del Gobierno Nacional cubrir esos fondos cuando se declara una emergencia. No lo hacen porque no les interesa la gente”, disparó el gobernador.

El desinterés se traduce en burocracia inerte y en un sistema que, según Kicillof, depende de la autorización informal de un “trío” de poder conformado por Karina Milei, Santiago Caputo y el propio ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo. “Estamos hartos de que nos digan ‘te lo transfiero hoy’ y después echen al funcionario que lo dijo. Ya van 140 echados”, apuntó con indignación.

Un Estado provincial contra la corriente

Mientras la Nación se atrinchera en su dogmatismo antiestatal, la Provincia refuerza la presencia del Estado donde más se lo necesita. El ministro de Gobierno, Carlos Bianco, y el presidente del Banco Provincia, Juan Cuattromo, detallaron programas específicos de asistencia económica y social, incluyendo líneas de crédito a tasa cero para familias damnificadas, y préstamos accesibles para PyMEs y microemprendedores.

Frente al desprecio de Milei por la obra pública y la solidaridad institucional, Buenos Aires eligió redoblar esfuerzos. En palabras de Kicillof: “Si no quieren gobernar, que no lo hagan. Pero no se metan a sabotear. Nosotros vamos a seguir estando donde el pueblo nos necesita”.

La campaña roñosa

La denuncia de Kicillof sobre el tono y contenido de la campaña de La Libertad Avanza no es menor. A su juicio, no se trata simplemente de una estrategia electoral agresiva, sino de una campaña deliberadamente destructiva que recurre a la manipulación del dolor, la desinformación sistemática y el abandono programado del Estado como política de ajuste encubierta.

“No es sucia, es roñosa”, sentenció el mandatario, visiblemente indignado por la liviandad con la que se utilizan tragedias humanas para sembrar miedo y desinformación.

El contexto electoral no puede ser una excusa para que desde el poder se siembre el caos. Y mucho menos cuando se omite cumplir funciones básicas, como transferir fondos para emergencias o garantizar derechos esenciales como el acceso a la vivienda, la salud y la seguridad pública.

(EnOrsai)

 

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