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¿HAY QUE PERMITIRSE EL ABURRIMIENTO?

El aburrimiento es ese ave que incuba el huevo de nuestra experiencia”           Walter Benjamin


La depresión, la ansiedad, la fatiga o el cansancio crónico se han convertido en los nuevos padecimientos de la sociedad.

¿Cómo surgen estas problemáticas? No podemos depositarlo en una sola causa, porque en el horizonte de los conflictos humanos se insinúan: la necesidad artificial del hacer y hacer, la multitarea contínua, la elevada autoexigencia, la pobre tolerancia a la frustración y al vacío de cualquier pérdida, el imperio encandilante de lo inmediato y del me gusta virtual, la evasión con el consumo compulsivo de sustancias que anestesian o aceleran al cuerpo… Son algunos de los factores que encienden la alarma hasta que aparece el síntoma.

No permitirse la sensación del aburrimiento, del no hacer, de contemplar o demorarse en un entretiempo de elaboración y tranquilidad va en contra de los ritmos naturales de nuestros cuerpos.

Haciendo un paralelismo con el ritmo o tempo desde lo musical, cobra importancia las pausas o los silencios entre las notas. No es posible la música y la armonía en las melodías corporales si el tempo o ritmo es igual o repleto de sonidos.

Aplazar el interludio, los conflictos, el aburrimento, la demora, la contemplación: es someter al cuerpo a un ritmo desenfrenado y de pura disincronía que satura y desmorona. 

Permitirse el vacío del silencio y la pérdida, la demora, el aburrimiento y la contemplación quizás nos brinden las herramientas para sobrellevar lo problemático de la existencia.

 

Imagen: Yue Minjun

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