FERRETERÍA Y FBI
Se había escondido adentro de un tarugo como si fuese el gusano de una manzana podrida.
Las ventas online están derrumbando este negocio. Ya van más de tres mil años que las ferreterías prosperaron por todas partes del mundo. La mía la heredé de mi padre, quien la había recibido del suyo, el cual vino de Italia para poblar estas tierras, gracias a un siniestro proyecto fascista que perpretaba Mussolini por aquella época.
En un pequeño pueblo la gente conserva la tradición de ir a la ferretería. Nunca he salido de este gran infierno en donde todos nos conocemos…, tampoco me interesa.
En realidad, no vine a contarles sobre mi pueblo o mi negocio, o incluso sobre los tornillos, mangueras, rastrillos, destornilladores, cables, foquitos o cuerdas que vendo…
No, les voy a contar sobre el día que aparecieron dos tipos de saco y corbata como en las películas de detectives.
Obvio que estamos muy lejos de eso acá en la Patagonia, y como quien no quiere la cosa, y para romper ese hielo de formalidad que suelo hacer con algunos clientes, les pregunto:
¿No serán del FBI ustedes? ¿No? Para mi sorpresa, los tipos se miraron entre ellos, y uno, en un español mal hablado me respondió, ¡sí¡ ¿Cómo sabe usted?
Bueno, bueno, el chistoso soy yo, ¿no? What? Dijo el otro, mientras se rascaba el mentón.
Ya se acercaba el horario de cierre matutino, y yo me encontraba ansioso porque mi mujer me estaba esperando con una polenta y no podía llegar tarde para disfrutarla bien calentita.
Entonces, ante mi urgencia de ir a almorzar les pregunto, bueno, ¿qué necesitan muchachos?
Tenemos información de que aquí está…En ese instante abre la puerta del negocio Doña Petrona…
¡Buen día! Petrona. ¿Hacía rato que no la veía por acá? Sí, de hecho no iba a venir, pero no pude convencer a mi nieto de que me haga los mandados. ¿Y qué anda buscando? Dos bulones, me responde mientras mira raramente a los trajeados. ¡Ya sé! No me diga nada. Va a preparar una nueva receta con bulones. Muy gracioso, vos parece que te comiste varios…
La verdad es que estos tipitos bien vestidos ya me estaban empezando a molestar.
Al final, ¿qué es lo quieren? Les pregunto ya medio indignado e impaciente.
Take are easy! Me dice uno de ellos. ¿Qué?
Que te calmes, me dice el otro. Solo queremos saber si notaste algo raro últimamente…
¿Raro? ¿Cómo qué?
Ruidos extraños…
Nada che, les respondo y les agrego: miren, si desean vengan mañana y revisen todo, yo ahora me tengo que ir a comer una polenta con mi mujer.
Ok. Grracias. Me dicen y se van no muy conformes.
A la tarde y luego de dormirme una siesta, antes de abrir el negocio, fui yo mismo a revisar el local. Fue después de hurgar bastante por todos los productos que encontré el tarugo…
Adentro de este había una esfera pequeña y brillante. La estuve inspeccionando por un buen rato. Nunca había visto algo parecido. Debe ser esto lo que están buscando estos tipos, me dije para mí mismo.
Por suerte me habían dejado su tarjeta con un teléfono. Creo que tengo lo que están buscando, les dije.
Ahí vamos, me contestó uno de ellos secamente.
Imagen de Portada: el nieto de Doña Petrona haciendo pesa mientras su abuela va a la ferretería, que mundo injusto.