EL RECICLAJE ES UN MODO DE VIBRAR CON LA NATURALEZA DE LA TIERRA
Suelo pensar que vivir en éste mundo es una eterna dualidad. Por suerte existen opciones, para que cada uno se sienta libre de elegir su camino. Unas de las cosas que me deja perpleja al observar con detalle el modo en el que vivimos, es ver cómo nos introdujeron en nuestro subconsciente la cultura de lo descartable.
Por ejemplo, las pilas se usan y luego se descartan, vaya uno a saber dónde quedan esos cilindros metálicos altamente contaminantes. Los plásticos que suelen darse en rotiserías en forma de bandejas, se usan y se descartan. Pañuelitos, pañales, botellas, jeringas, y millones de ejemplos más. Todos descartables y contaminantes. Por eso insisto en esta problemática que a mi parecer, todavía no se le está dando la importancia que se merece.
¿No estaremos equivocándonos en la forma de propiciarnos practicidad?
Civilizarnos nos ha provisto de tanta comodidad que nos ha alejado de la idea de que somos animales que provenimos de la naturaleza. En consecuencia, hemos perdido el instinto, proporcionalmente a que hemos perdido el contacto con ésta última.
Si observamos la naturaleza, está llena de mensajes. Es por sí misma, renovable. Un pino se nutre del agua de lluvia y del sol. Cuando éste cae y muere, millones de organismos e insectos lo utilizan como alimento y hogar. Nutre al propio suelo donde posteriormente brotaran nuevos pinos o quizás un arbusto lleno de bayas, que luego, y casi mágicamente, alimente a una familia de liebres. Todo es un ciclo, todo se renueva.
¿Por qué nos cuesta tanto abrir la consciencia?
La forma en la que vivimos nos propone un gasto exagerado de energía, para obtener dinero, para pagar cosas, cada vez más obsoletas y descartables, que destruyen a nuestro hogar.
Por eso, quiero proponer un cambio de visión: Todo se puede reutilizar, todo se puede reciclar. Por ende, significa menos dinero para gastar y por lo tanto menos tiempo gastando energía trabajando. El dinero lo pagamos con tiempo, ese mismo tiempo que podríamos estar con nuestros seres queridos, haciendo una actividad física, trabajando la tierra y cultivando alimentos, nada más gratificante y formidable, o quizás meditando y encontrándonos con nosotros mismos.
Estoy incursionando en el mundo del reciclaje alimenticio y me da extremo placer poder compartirlo con todos ustedes lectores.
Para empezar, es preciso amigarse con la idea de huerta en casa. Cada vez que alguien piensa en una huerta imagina en su mente un campo, una chacra o un lugar extenso lleno de variedades de verduras y hortalizas. No es necesario algo tan ambicioso, simplemente con un poco de contacto con el aire libre, así sea un balcón, un patio interno, o una porción de tu casa donde ingrese buena luz es suficiente.
En mi caso comencé en el patio de mi casa, con suelo de ladrillo y pequeño de tamaño, colocando plantas en macetas. Primero coloque pensamientos, ruda y lavanda; y luego plante menta, ciboulette y albahaca.
Después reutilicé las partes superiores de zanahorias y remolachas, que no utilizaba, y las deje brotar en agua que cambiaba diariamente hasta que brote. Una vez que brotaban las trasladaba a tierra y wualaa, tenía una nueva zanahoria y una nueva remolacha. Esos descartes que antes, sin pensar, tiraba a la basura ahora me significaban una nueva vida.
Para entender el reciclaje alimenticio hay que estar alineado con el concepto de que todo descarte orgánico sirve (cascaras de huevo, trozos de fruta, trozos de verduras, cualquier fruta o verdura en mal estado, heces de animales).
Así sea para germinar o brotar, o para hacer un compost.
El compost es el producto de los descartes orgánicos, tierra, papeles y follaje en descomposición que luego con la ayuda de lombrices se transforma (volviendo a la idea de ciclo) en tierra fértil.
Por eso en esta ocasión decidí mostrarles cómo hacer un compost, simple, en sus casas.