EL «HOGAR MUNICIPAL LA ESPERANZA» DEJARÍA DE ATENDER ADULTOS MAYORES PARA DAR LUGAR A MUJERES QUE SUFREN VIOLENCIA DE GÉNERO

De instalarse la “Casa Integral para Mujeres, Infancias y Adolescencias” en lo que es el “Hogar La Esperanza” para adultos mayores, Villa Regina contará con dos refugios para dar contención a mujeres que sufren violencia de género, ya que la casa refugio “Somos Resilientes”, proyecto llevado a cabo por un grupo de trabajo comunitario ya está en funcionamiento.

Sin embargo, esta decisión del Poder Ejecutivo Municipal (PEM) de cerrar un espacio íntegramente municipal para el cuidado de adultos mayores para allí instalar la casa de abordaje integral, no fue bien recibida por la oposición ni por el consejo local de la mujer, entre otras organizaciones y movimientos. Por lo que se han elevado notas y pedidos de informe al PEM. También se analiza realizar una conferencia prensa en repudio a esta decisión.

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Villa Regina cuenta con una ordenanza que data de abril del 2013, esta Ord 23/13 fue sancionada y como muchas otras, no contó con la voluntad política de efectivizarse en su momento o en años posteriores, hasta que a fines del año 2020 fue retomada y trabajada conjuntamente entre concejalas y organizaciones feministas para derogarla modificando determinados artículos aggiornándola a los tiempos actuales para luego ser aprobada por unanimidad, por lo que se encuentra en vigencia pero aún sin cumplimiento efectivo.

El Hogar Municipal La Esperanza, que hasta el momento funcionó como un centro de atención para personas mayores, se transformaría en la casa de atención para mujeres víctimas de violencia de género bajo la responsabilidad del estado municipal. Desde principios de año se venía barajando esta posibilidad que para el área de Desarrollo Social, órgano ejecutor de dicha ordenanza, es la mejor opción ya que en el “Hogar”, según expresó el intendente Marcelo Orazi al Diario Rio Negro, solo se estaba atendiendo a dos personas mayores que serían reubicadas en el Hogar Juan Pablo II. De este modo, éste espacio estaría destinado a ser la “Casa de Abordaje Integral para mujeres, infancias y adolescencias”.

El cierre de un espacio para la apertura del otro, fue confirmado por el Intendente luego que el debate fuera planteado por ediles del Frente de Todos (FdT) y el Consejo Local de la Mujer. El Bloque de concejales del FdT ya solicitó un informe al ejecutivo en el que se pide, entre otras cosas, un informe detallado sobre los motivos que llevan al Ejecutivo Municipal a  cerrar el Hogar Municipal La Esperanza, otro sobre las personas mayores residentes en el Hogar Municipal durante los años 2020 y 2021; y sobre la cantidad de egresos de personas mayores durante el año 2020 y la cantidad de egresos durante el año 2021.

Un punto que llamó la atención y motivó el planteo del pedido de informe del bloque de concejales del FdT tiene que ver con la baja de residentes en el Hogar desde febrero hasta la fecha. Ya que según información que se desprende de un contenido de prensa oficial, en febrero de este año contaba con 11 residentes, y ahora solo cuenta con dos.

https://municipalidadvillaregina.gob.ar/residentes-y-trabajadores-del-hogar-la-esperanza-fueron-vacunados-contra-covid-19/

El jefe comunal apuntó a que el cambio de destino del edifico del “Hogar La Esperanza”, se da a partir de una necesidad de dar cumplimiento a la ordenanza sancionada en 2020 que derogó la Ord 23/13 del 2013, además de la baja cantidad de residentes ya mencionada.

Este Hogar para adultos mayores fue creado por el municipio reginense hace poco más de una década, a partir de la necesidad de dar contención a personas mayores. En primer término el hogar funcionó como un centro de día, aunque luego por la demanda se transformó en un lugar de alojamiento para un máximo de diez personas que eran asistidos por personal designado por el municipio.

El Consejo Local de la Mujer también elevó una nota al PEM aduciendo que no se pueden anular derechos integrales, para “habilitar” otros. Aclara el texto que de esta manera la sociedad reginense «dejaría de tener una política social-pública garante y restauradora de derechos vulnerados en beneficio de personas adultas mayores, para implementar una política pública para otro sector, también necesitado, como el de las mujeres y personas feminizadas en situación de violencia».

Es por esto que resolvieron solicitarle al intendente que promueva un debate abierto “para que la comunidad reginense se exprese y resuelva si considera necesario que el Hogar La Esperanza siga atendiendo a esta población abandonada y vulnerable”.

Nota Consejo Local de las Mujeres VR

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Por otro parte el Refugio SOMOS RESILIENTES para mujeres que sufren violencia de género llevado a cabo por un grupo de trabajo comunitario conformado por vecinxs reginenses ya se encuentra en funcionamiento y además ya conformó su comisión directiva, mientras avanzan sobre la personería jurídica y un estatuto de funcionamiento.

La comisión quedó compuesta de la siguiente manera:

Presidenta: Marlen Arrieta, Tesorera: Contadora Mayra Rosas, Secretaria Roxana Troncoso, 1 Vocal: Silvana Giustincich, 2 Vocal: Nilda Llanquileo, 3 vocal: Valeria Cárdenas, vocales suplentes «Pelu» Miño, Giuliana Raccichini y Marina Liguori.

Respecto a su elección la presidenta de la organización expresó lo siguiente en su red personal: Prometo hacer todo lo que esté a mi alcance para no defraudarlos y trabajar duro para tratar de aliviar la triste situación que puedan estar atravesando mujeres que sufren Violencia de Género, así mismo agradezco a cada una de las personas que contribuye con su granito de arena para hacer funcionar lo que hoy es el Refugio el cual ya está a disposición de aquellas mujeres que puedan necesitarlo”, Presidenta Marlen Arrieta.

Cabe destacar que el grupo de trabajo comunitario y social que lleva adelante la iniciativa está conformado íntegramente por vecinxs reginenses que brindan su tiempo y sus herramientas ad honorem en pos de ofrecer un espacio y una salida a las mujeres que sufren violencia de género. El grupo cuenta en su conformación con profesionales de distintas disciplinas para articular interdisciplinarmente los procesos necesarios para ayudar a mujeres en estado de vulnerabilidad.

LINEAS TELEFÓNICAS

Compartimos los tres números de teléfonos para contactarse con profesionales del equipo de trabajo del refugio SOMOS RESILIENTES: 2984-959878 / 2984-747646 / 2984-589229.

CAMPAÑA SOCIOS PROTECTORES

La profesora Carla Riffo nos confirma que ya se inició la campaña de Socios Protectores que deberán abonar $100 por mes o más si lo desean, “en pocos días tenemos más de 100 socios, esto ayuda a solventar el pago del alquiler y los gastos diarios”.

Pueden comunicarse para colaborar con la Casa Refugio comunicándose al facebook «SOMOS RESILIENTES»

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  • Un cordobés en el fuego de Nepal

     

    Fotos: Juan Data

    Logré salir de Katmandú la tarde del jueves 11 de septiembre. El aeropuerto – de instalaciones antiguas, sin túneles ni mangas para los aviones – estaba particularmente abarrotado de gente intentando irse: hacía tres días que los vuelos habían sido cancelados, y algunos pasajeros llevaban este tiempo durmiendo ahí. Los militares habían cerrado las instalaciones y puesto barricadas cuando empezaron los rumores de que los manifestantes tomarían también el aeropuerto. El parlamento ya ardía. Yo había estado dos días antes en el centro de la ciudad. Lo había visto todo. 

    Llevaba quince días en Nepal. Estaba intentando hacer un video documental sobre un tema muy distinto: es un país donde conviven el budismo y el hinduismo, dos mundos religiosos muy diferentes pero que convergen y han dado lugar a la aparición del budismo nepalí, casi una religión propia, muy mezclada con la vida cotidiana. Hay templos en cada esquina y la gente profesa y vive una vida muy tranquila y respetuosa. Es un país muy seguro. Esos principios, extrañamente se hicieron sentir incluso cuando explotó la protesta, con toda su violencia. 

    La mañana del lunes 8 estaba en el barrio de Tamel, donde se encuentran la mayoría de los hoteles y comercios. Yo mismo me hospedaba ahí. Al principio todo transcurría como un día normal. Quería registrar el festival kumari, una de las pocas veces en que la niña diosa de Nepal sale de su palacio y se la puede ver. Estaba grabando en la calle esperando ese momento y de pronto me di cuenta: alguno cerró la puerta, otro bajó la persiana, y en un rato habían cerrado todos los negocios de golpe. La gente hablaba por los teléfonos con cara de preocupación. El movimiento se volvió diferente. Le pregunté a una persona, que no hablaba mucho inglés, y me dijo: the protest, the protest. Ahí entré a Google y vi las noticias y me enteré de todo. En ese momento ya empezaban los enfrentamientos en el Parlamento. 

    Era inimaginable lo que ocurriría después. No daba la sensación de que fuera a pasar a mayores, pero volví al hotel frustrado porque la niña kumari nunca salió y tenía la sensación de que no iba a poder hacer mi registro. Ahí vi en las noticias que el conflicto había empeorado: después del mediodía y la tarde empezaron a circular los primeros videos de los enfrentamientos y la represión. A la noche se confirmó el dato de 19 manifestantes muertos y más de 300 heridos. Decidí salir a la calle al amanecer, la historia que iba a contar de Nepal era otra. 

    Las calles del barrio de Tamel estaban vacías. Las persianas de los negocios bajas. No parecía la misma ciudad que yo había visto durante los últimos quince días. Me hizo acordar a la pandemia. Pero había una diferencia: la señal de protesta era prender fuego en las esquinas, y en muchos lugares habían quedado fogatas o brasas, con o sin gente alrededor. Caminé en soledad hasta una de las pocas avenidas anchas de Katmandú, donde ya se veían grupos grandes de gente que avanzaban encolumnados en una dirección clara: el Parlamento. Ahí vi también a los primeros policías, llegando a la plaza Durban, que es la principal de la ciudad. Me metí entre la multitud, como uno más de ellos.

    Yo había hablado con muchos nepalíes que mencionaban el tema de la corrupción, pero no parecía algo a punto de explotar. Y menos que fuera a explotar con los jóvenes a la cabeza. Porque ningún joven me había hablado de esto. El primer choque fue cuando llegamos a una esquina donde había un grupo de unas doscientas personas prendiendo fuego un muñeco en un palo con la cara del primer ministro, K. P. Sharma Oli. El ánimo estaba realmente caldeado. La actitud de la policía era extraña: estaban ahí, pero no intervenían. Esa quietud era consecuencia del revuelo que generaron las diecinueve muertes del día anterior. Pero en el Parlamento fue distinto. 

    Antes, frente a la fogata donde quemaban el muñeco del primer ministro había un puente, un paso peatonal en el que la gente se amontonaba para mirar lo que pasaba. De un momento a otro empezaron a caminar.

    —¿Qué están haciendo? —le pregunté, en inglés, a uno.

    We are going to fight.

    Decidí seguirlo. Ya éramos alrededor de trescientas personas. Fue una caminata muy tensa, de media hora; una suerte de procesión. En algunos puntos del trayecto había grupos de policías. Todavía no se producía ningún enfrentamiento, pero se notaba la bronca. Entre los manifestantes, había algunos más enardecidos que insultaban a las fuerzas de seguridad y se les querían ir encima, mientras que otros los contenían. Ahí estaba algo de ese budismo nepalí. No iban a hacer destrozos ni catarsis porque sí: tenían un objetivo claro y hacia allí iban. Cruzamos cinco puntos de la ciudad donde había esos grupos de policías quietos, con sus escudos alzados, como a la espera. 

    Cuando llegamos al Parlamento, que ocupaba toda una manzana en el barrio de New Baneshwar el ambiente se sentía como una zona de guerra. Todo lo que podía prenderse fuego estaba en llamas. A lo lejos se escuchaban disparos. Una enorme columna de humo negro venía de un auto incendiado  en la puerta del frente del edificio legislativo, y dificultaba la visibilidad de la escena. 

    Me animé a registrar y empecé a filmar y sacar fotos. 

    El parlamento tiene tres entradas: una al frente —la principal— y dos a los costados. En los laterales, los manifestantes más pacíficos. Eran los sectores más dialoguistas. En la principal, otro grupo de manifestantes iba al choque. Era evidente que querían entrar al edificio. Allí no había diálogo. Había piedras, gases lacrimógenos y balazos. Hasta que llegó el punto de quiebre de toda protesta: la policía empezó a retroceder. Había muchísimos manifestantes y muy poca policía para contenerlos. Rodee el edificio hasta una de las entradas laterales para intentar tener un testimonio de los que estaban más tranquilos. En el frente y en los costados rompían las paredes con caños y arietes. Ahí los propios manifestantes me pidieron que no los filmara. Otro me dijo que se estaba por poner peligroso y me relegué al lateral del edificio. Desde allí pude escuchar un alarido de alegría, como si alguien hubiera hecho un gol y cientos de personas lo estuvieran gritando. Los manifestantes ya corrían dentro de la explanada frontal del  Parlamento. Entraban al edificio por el frente y por uno de los costados, todo al mismo tiempo. 

    Unos minutos antes había renunciado el primer ministro.

    La versión que circulaba, mientras yo estaba ahí, era que Sharma Oli se había ido a Dubai. Después se dijo que estaba resguardado en un cuartel militar al norte de la ciudad, desde donde mandó, al otro día, un comunicado.

    El parlamento estaba vacío cuando entraron los manifestantes.  Al rato salieron a las corridas con papeles oficiales, con cuadros, con sillas. Festejaban y exhibían las butacas de los legisladores como si fueran trofeos. 142 de los 275 escaños del Parlamento los ocupaban legisladores de la Alianza de Izquierda, sostenida por los cuatro partidos principales del país: el Partido Rastriya Swatantra, el Partido Jana Tamajbadi, y dos ramas del Partido Comunista, una maoista y otra marxista leninista, que es la que lideraba Sharma Oli. 

    El malestar que se había acumulado durante el último tiempo era porque muchos de los líderes de esos partidos y sus familias vivían una vida de lujos y riqueza, mientras el resto del país la pasaba mal. Había circulado un video sobre los Nepo-Babys, hijos e hijas de los principales dirigentes ostentando ropa, relojes, autos y viajes increíbles. Por eso, la semana anterior a las protestas Sharma Oli había prohibido el uso de 26 redes sociales en el país, entre las que se contaban Facebook, Instagram y TikTok. El lunes, después del primer día de protestas, levantó la prohibición, pero ya era demasiado tarde. 

    Después de arrasar el edificio, los manifestantes se dispersaron con distintos objetivos. Seguí a un grupo que se dirigía a la jefatura de Policía. Unos minutos después toda la policía de Nepal corría para salvarse; huían mientras los manifestantes prendían fuego la sede policial y saqueaban las armas. Los vi saliendo de la comisaría con ametralladoras, escudos y chalecos. Por primera vez sentí miedo. Había en ellos, igual, una extraña calma. Como si tuvieran muy claro lo que querían hacer. No se supo después de alguien que hubiera usado las armas. Una vez que pudieron tomarse esta suerte de revancha frenaron. Muchos levantaban escudos de la policía en señal de victoria.

    Decidí que había visto suficiente, ya entrada la tarde, y empecé a regresar. Pasé por la puerta del canal de televisión oficial. También tomado. Volví caminando solo hacia el barrio de Tamel, por calles cada vez más vacías a medida que me alejaba del centro de las protestas. Podía ver en las redes las noticias que desde Katmandú recorrieron el mundo: el incendio de las residencias privadas de los funcionarios, los presos escapando de las cárceles, la muerte de la esposa del ex primer ministro Jhalanath Khanal: ya eran al menos 25 víctimas.

    Llegué de vuelta al hotel y llamé a mis padres para avisarles que estaba bien. Y que tenía hacía rato un pasaje de avión a Taipei que debía salir, supuestamente, al día siguiente. Empecé a ordenar mi cabeza. A ver lo que había registrado y pensar qué iba a hacer. Porque hasta el momento lo que se sabía es que habían prendido fuego la ciudad, que no había primer ministro, no había policía. Y no sabía si iba a poder salir del país. 

    Esa noche subí un reel explicando lo que estaba pasando y fui a dormir agotado. La noche de Nepal es la mañana de Argentina. Cuando me desperté el reel había circulado un montón y había un montón de medios queriendo hablar conmigo. En Nepal viven solo ocho argentinos, y casi no había turistas porque estábamos en temporada baja. 

    Cuando salí a la calle, el Ejército había tomado el control de la seguridad nacional. Por suerte el barrio de Tamel –la mayoría son hoteles– estaba bastante tranquilo. Si el día anterior parecía pandemia, este parecía otra cosa, con vehículos militares patrullando la ciudad. Toque de queda. Todo cerrado. El único movimiento fue la celebración de Inda Jatra, en honor a un dios hindú en el que se hace una procesión, se exhiben máscaras y figuras talladas. Eso te da la pauta de la importancia que tiene ahí la religión. Salieron, hicieron su ritual y volvieron al toque de queda. Y el ejército respetó esto. No prohibió a la gente hacerlo. 

    En la calle ya no había taxis y la gente del hotel me consiguió un auto privado que me llevó al aeropuerto. Pasé por varios puestos de control y barricadas. Varias aerolíneas habían suspendido sus servicios. Algunas estaban retomando. Mi vuelo de Air Asia, increíblemente, estaba en horario. 

    Mientras dejé Nepal, el país vivió una elección inédita en el mundo. 

    La organización cívica Hami Nepal reunió cien mil participantes en un servidor de Discord y organizó una elección para proponer una salida al conflicto. Eligieron a Sushila Kakri, una mujer de 73 años, activista contra la corrupción y ex presidenta del Tribunal Suprema para guiar una transición de seis meses hacia un reordenamiento institucional. Hami Nepal llevó la propuesta a los militares, que aceptaron su nombramiento al frente de un gobierno interino que funcionará sin la cámara de representantes. 

    El domingo, desde Taiwán, subí a Youtube un video de lo que pude registrar en esas cuarenta y ocho horas históricas. Ahora, el futuro es una incógnita.

    La entrada Un cordobés en el fuego de Nepal se publicó primero en Revista Anfibia.

     

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