CONOCIENDO SU PROPIO TECHO
Levantó la escalera. Se la puso al hombro como una bolsa de papas. Tenía que subir al techo. Sintió el impulso: ir a ese lugar que formaba parte de su vida pero que no lo conocía del todo.
Interminables noches soñaba que miraba el firmamento en busca de alguna estrella fugaz para poder pedirle un deseo.
Por un momento imaginó a toda la gente del pueblo viviendo en los techos, como si estuvieran a la espera de que algo suceda. Borró esa imagen de un soplido, la consideró inútil y casi imposible, ¿para qué habrían de vivir arriba del techo? Obligaría a crear otro techo para protegerse de las inclemencias del clima.
No sabía muy bien la razón de ir al techo, la tarde estaba cayendo sin consultar a nadie, transformándose en ese indefinido crepúsculo en donde el día se pierde para siempre.
Al fin, colocó la escalera sobre la pared. Miró para atrás en el tiempo, y pudo ver que la escalera tenía sus años, y varios desgastantes y cínicos gobiernos carcomiéndole las entrañas de madera.
Antes de poner el pie en el primer escalón pensó en sus propios techos, esos abstractos conglomerados que uno se pone como objetivos a cumplir. Descubrió diferentes clases de techos: algunos de chapa, fáciles de construir, frágiles y ruidosos; otros de laja, ordenados, prolijos, bonitos y repugnantes al mismo tiempo; recordó esos techos sólidos, hechos de concreto y trabajo, de lucha y sacrificio; también vio el techo de su propio cuerpo en constante alerta de demolición…
Estaba al frente de la escalera, ya dudaba de subir por las divagaciones de los techos que el mismo se había puesto. Quizá era sólo eso, retroceder para analizar sus propios techos.
Tomó valor y puso el pie en el primer escalón, luego el otro, ya estaba subiendo y venciendo a la ley de gravedad…
Pasado y presente se confunden en cualquier techo abandonado de futuros.
Un saltito nos ubica en un presente continuo. Ya avanzó hasta la mitad de la escalera. Observa el borde del techo como esa próxima meta a lograr…
Algo suena de forma brusca, se parte un escalón, la escalera se tambalea con él, y es ahí que el techo se aleja mientras se precipitan al suelo.
La escalera impacta destarlatada sobre la superficie, en tanto que él choca con la cabeza contra el piso, justo cuando el sol ya no se vislumbra en el horizonte.