Bailaque negó haber cometido delitos: “A mí no pueden ensuciarme con el mundo narco”

Bailaque negó haber cometido delitos: “A mí no pueden ensuciarme con el mundo narco”

 

 “A mí no me pueden ensuciar con el mundo narco. No tengo nada que ver con el mundo narco. Jamás he pedido dinero ni directamente yo ni por otra persona. Nunca he extorsionado a nadie”. Esas fueron las expresiones más firmes y sonoras del juez federal de Rosario Marcelo Bailaque, un hombre usualmente flemático y de modales extremadamente sobrios. 

Esta vez en la sala de audiencias de los Tribunales de Rosario se lo escuchó levantar la voz. Los fiscales Matías Scilabra, Juan Argibay Molina y Federico Reynares Solari lo acusaron durante tres horas de diversos delitos. Uno de los cuales había sido dar protección a Esteban Alvarado, un actor central del mercado de drogas de Rosario.

El magistrado efectuó su descargo durante media hora. Tras un cuarto intermedio el juez a cargo de la audiencia, Eduardo Rodrigues da Cruz, le dictó la prisión preventiva, algo que no puede ejecutarse mientras el Consejo de la Magistratura no avance en el trámite que tiene sujeto al juez. También le impuso un embargo por 1500 millones de pesos y el bloqueo de sus cuentas.

Fue una jornada de emociones fuertes. Tres fiscales que todos los días le solicitan medidas en audiencias que lo tienen como juez de garantías, esta vez estuvieron para imputarlo al juez Bailaque. Quien replicó al cabo de la exposición de tres casos donde le atribuyen ilícitos pero sin aceptar responder ninguna pregunta. El primero es haber tenido como contador a Gabriel Mizzau, que es el mismo que hacía ese trabajo para empresas de Alvarado. Y haber rechazado entre 2013 y 2014 medidas como interceptaciones telefónicas contra personas del entorno de Alvarado.

Un agente de Bolsa afirmó que le pidieron 200 mil dólares de coima para el juez Bailaque 

“Niego totalmente que haya tenido alguna implicación de manera directa o indirecta con Alvarado o quien forma parte de su organización. Los secretarios (Mauricio) Donati y (Gustavo) Polanco estuvieron a cargo de ese expediente”, dijo el magistrado imputado formalmente por primera vez. “Ellos podrán dar cuenta de que el caso se llevó con total normalidad. El expediente estaba delegado y yo actuaba como juez de garantías. En relación a los pedidos de intervención telefónica en su gran mayoría fueron aceptados. Tengo los motivos por los cuales fueron aceptados y cuales rechazados y por qué”.

“Quiero significar que durante la etapa instructoria había un contacto fluido entre los instructores fiscales y los que estaban en contacto con el expediente. El trámite del expediente jamás tuvo ninguna interferencia de gente vinculada a Alvarado. Lo pueden dar cuenta los funcionarios y los empleados también”. Este es el caso que motivó que fiscales provinciales, que impulsaron la primera condena a prisión perpetua a Alvarado en 2022, reclamaran que a Bailaque lo investigaran en el Consejo de la Magistratura por esas omisiones que impidieron que al narco, según esgrimían, se lo hubiera condenado antes.

“Sobre la situación de Mizzau fue compañero mío de colegio aunque en este momento estamos distanciados por un motivo que no es este y que también incumbe al grupo de la secundaria. Esto no implica que primero él me haya manifestado algo ni que yo haya seguido una línea de acuerdo espurio para que Esteban Alvarado no fuera investigado”, amplió el juez. “No conocemos a los clientes que tienen nuestros contadores o amigos. Yo desconocía que Alvarado era su cliente”, señaló.

También rechazó que la pesquisa contra Alvarado se hubiera frustrado por una inacción suya. “Yo dispuse el procesamiento de Alvarado el 11 de diciembre de 2019. Fue antes de que los fiscales provinciales hicieran la denuncia contra mí. Cuando tuve elementos para procesar a esta persona lo hice. El expediente luego fue confirmado por la Cámara. También pasó lo mismo con otro expediente por lavado de activos. Resolví dictar procesamiento con prisión preventiva de Esteban Alvarado y Rosa Capuano (su exesposa) por lavado de activos de origen delictivo. Esto fue en 2022”.

Dijo Bailaque que el 10 de junio de 2024 dispuso un tercer procesamiento para Alvarado por lavado. “Lo que quiero dejar claro no tuve vinculación con Alvarado. No tuve ninguna interferencia del contador Mizzau que me insinuara algo espurio. Cuando yo tuve elementos resolví el procesamiento con prisión preventiva. A mi no me pueden ensuciar con el mundo narco. No tengo nada que ver con el mundo narco”.

La extorsión

Enseguida el juez federal hizo un descargo sobre el caso en el que atribuye haber sido parte de una trama extorsiva contra los empresarios bursátiles Claudio Iglesias y Jorge Oneto, a los que armaron según la fiscalía una causa por lavado de dinero del narcotráfico a fin de pedirles un soborna a fin de paralizar el expediente. Allí está imputado junto al ex director regional de la AFIP Carlos Andrés Vaudagna y asoma complicado el financista rosarino Fernando Whpei. Vaudagna, que actúa desde marzo como imputado colaborador, sostuvo que esta extorsión se orquestó en el sum del edificio de Bailaque, en un asado donde había otras personas.

“Primero con Vaudagna he tenido una relación puramente funcional. U ocasional o de simple contacto. Rechazo toda la imputación que se me dirige en este caso. No hubo ningún contubernio ni ningún acto para hacer la maniobra que se concibe en la que yo intervine”, dijo el juez. “Jamás intervine en la extorsión a persona alguna. No es cierto que en el quincho del edificio de mi casa, que tiene acceso público, yo haya tenido un arreglo de esas características”.

“Reconozco que Vaudagna ha venido a comer a mi casa. Acá se dijo que había estado presente Fernando Whpei y (el periodista fallecido Mauricio) Maronna. Una de las cosas que compartíamos era la pasión por Newell’s Old Boys. No digo que Whpei no haya estado. Eran reuniones sociales, eran abiertas, a distintos sectores de la comunidad. Estuvo en mi casa Reynares Solari y no estoy seguro si Matías Scilabra por eso así lo dije. Hay un montón de ejemplos”. También mencionó el juez, con razón, al cronista que firma esta nota. “He tenido reuniones con periodistas en el famoso quincho, estuvo el señor Germán de los Santos, el señor Hernán Lascano, compartimos una cena con Gustavo Polanco cuando tuvimos la causa de Los Monos”.

Afirmó no tener ningún vínculo con las personas a las que se le adjudica haber presionado a cambio de 200 mil dólares. “No conozco al señor Iglesias. No conozco al señor Oneto. No he tenido ningún trato con ninguno de los dos. Jamás he pedido dinero ni directamente yo ni por otra persona. Este caso ha sido presentado recientemente, me reservo para decir que con esta gente no tuve nada que ver y que jamás, jamás, he extorsionado a nadie”. Sostuvo que su forma abierta de tratar a terceros es reconocida. “Esto viene de mi modo de vida. Abogados van a dar fe que la tolerancia y el respeto es lo que prima en mis actitudes”.

Por último también se refirió al tercer delito que le imputaron. Esto es haber direccionado en forma cuestionable unos mil millones de pesos de la Cooperativa de Trabajadores Portuarios de San Lorenzo, por entonces inmovilizada por una causa penal contra sus directivos, a una financiera que es propiedad de Fernando Whpei. Este está señalado por integrar el grupo extorsivo contra los empresarios bursátiles y Bailaque lo reconoció como su amigo. “Debo decir el que fue el interventor el que solicitó el desbloqueo de fondos. No fue una decisión mía oficiosa y no fue para que le dieran fondos a una mutual o financiera, para que le dieran fondos a Fernando Whpei. Este expediente tramitó al juzgado civil y si bien lo dijo el fiscal la intervención terminó. Fue aprobada y no hubo ningún faltante de dinero. Estamos hablando que era un expediente penal muy complejo que venía tramitando y en el cual me estaban acusando en una cuestión en que Fernando Whpei no era parte”, sostuvo.

 

Ziliotto y Verna cerraron una lista de unidad en el peronismo de La Pampa

Ziliotto y Verna cerraron una lista de unidad en el peronismo de La Pampa

 

Sergio Zilliotto y Carlos Verna lograron finalmente evitar la ruptura del PJ pampeano y cerraron una lista de unidad para renovar las autoridades del partido.

El gobernador será el candidato a presidente y lo secundará Verna, ex gobernador y jefe político de Zilliotto. A diferencia de la lógica nacional y bonaerense, el peronismo pampeano, que mantuvo una línea histórica de no encuadrarse en el kirchnerismo, llegó a un acuerdo sin marginar a La Cámpora.

LPO explicó que sobre el cierre de la presentación de las listas se había complicado la interna cuando Ziliotto se alió a La Cámpora para copar el Consejo Provincial del PJ y se puso en contra a Luciano Di Nápoli, el intendente de Santa Rosa.

Di Nápoli fue uno de los fundadores de La Cámpora en La Pampa, pero se desvinculó hace dos años y se quejaba de que la agrupación de Máximo Kirchner pretendía quedarse con los tres cargos que tiene en el partido.

Finalmente, Di Nápoli presentó su propia lista llamada “Renovación Peronista Pampeana”. Su campaña fue apoyada por el empresario David Matzkin, que publicó en Twitter que “Unidad no es subordinación ni homogeneidad”.

Con @copetedinapoli Unidad no es subordinación ni homogeneidad! pic.twitter.com/bVidwlZed2

— Davito Matzkin (@DavitoMatzkin) April 27, 2025

David es hijo de Jorge “Toto” Matzkin, ex presidente del bloque menemista en el Congreso en los 90 y ex viceministro de Carlos Corach. Su primo, Martín, es funcionario de Patricia Bullirch.

Di Nápoli tendrá enfrente al resto del peronismo unido, con mayoría para el sector “La Plural” de Verna. Si bien no están alineados a Cristina Kirchner, en la lista oficialista dicen que la discusión es contra Javier Milei. 

 

¿Mi jefe es un algoritmo?

 

Julio entra al aula del Instituto de Investigaciones Gino Germani. Trabaja como repartidor y representa a la Asociación de Personal de Plataformas. Va a participar de una mesa de debate conformada por investigadores, integrantes de ONGs y sindicalistas para discutir si plataformas como Rappi y PedidosYa implican nuevas formas de explotación. Su postura es clara: los repartidores no son sus propios jefes. Las letras grandes y blancas en el centro de su remera negra se encargan de aclarárselo al público.

Mi jefe es un algoritmo.

¿Pero puede un algoritmo comportarse como jefe? ¿Es lo mismo obedecer las notificaciones de una aplicación del celular que trabajar bajo la supervisión de otra persona? Con abrir PedidosYa, calzarse la mochila y subirse a la bici, el trabajador decide ganar dinero en el momento que quiera. El repartidor se siente libre. ¿Está siendo engañado? ¿Por quién?

“El votante típico de Milei es un motoquero de Rappi”, dijo Alejandro Catterberg, analista político y director de la consultora Poliarquía, en una entrevista que se viralizó en 2022. Y siguió: “Es un hombre pobre, de clase baja”. La adhesión de los repartidores al economista libertario, sin embargo, no se explica primordialmente por la clase ni por el género. Los misterios de las plataformas de reparto se cifran en su proceso productivo, que ofrece comodidades a un sujeto trabajador que desafía los esquemas clásicos y valora la flexibilidad y la independencia.

Los misterios de las plataformas de reparto se cifran en su proceso productivo, que ofrece comodidades a un sujeto trabajador que desafía los esquemas clásicos y valora la flexibilidad y la independencia.

Los repartidores de Rappi y PedidosYa dicen defenderse solos. Si uno de ellos sufre el robo de una moto, se organizan de a varios y la recuperan, como ocurrió en un asentamiento de La Matanza. La gestión algorítmica de estas plataformas se traduce en una vivencia de autonomía, pero también en sentimientos de culpa y aburrimiento. Cuando la “libertad” se transforma en libertad de ganar dinero en cualquier momento del día, el propio tiempo de vida se convierte en tiempo para hacer plata. 

Hoy, en la Argentina que gobierna Milei, se celebra el Día del Trabajador. En el último trimestre de 2024, la informalidad alcanzó al 42 por ciento de la población ocupada. La cantidad de repartidores aumenta en un mercado laboral colmado de trabajadores autónomos y monotributistas. ¿Se puede pensar al “trabajador” como una figura unificada, fácilmente identificable? ¿Qué significa “defender a los trabajadores” en el siglo XXI?

Son muchos los que hoy podrían ponerse la misma remera que Julio. Desde los conductores de Uber hasta los diseñadores freelance de Fiverr. Pero también los influencers que necesitan los algoritmos de las redes sociales para aparecer en las recomendaciones personalizadas de los usuarios.

En las plataformas de reparto, los pedidos se asignan automáticamente según la cantidad de entregas realizadas, el tipo de vehículo, la velocidad promedio y la localización. La gestión algorítmica cumple tareas de vigilancia a través de rankings que clasifican a los repartidores en niveles que abarcan del uno al cinco: a mayor nivel, mayores beneficios, como la posibilidad de elegir los días y los horarios más rentables.

¿Se puede pensar al “trabajador” como una figura unificada, fácilmente identificable? ¿Qué significa “defender a los trabajadores” en el siglo XXI?

—Me gusta el servicio al cliente. Yo trato de estar pulcro, de ser muy educado, muy cordial, porque si se quejan, el perjudicado soy yo. Tengo que mostrar lo mejor de mí en este trabajo —comenta Ezequiel, repartidor ecuatoriano que trabajó en cobranzas durante quince años, pero en Argentina no consigue empleo en el rubro.

Los algoritmos deciden suspensiones y despidos a raíz de conductas que se consideran inaceptables. Por ejemplo, la calificación negativa de un cliente. Así como los influencers luchan por los likes, los repartidores dependen de los clientes. Los algoritmos no están en cada puerta ni en cada esquina: quien juzga la calidad del pedido y la presentabilidad del repartidor es el consumidor. Cuanto más rápido se cumpla con una solicitud, más chances tiene el repartidor de que la plataforma le asigne otros pedidos. La evaluación del trabajo se terceriza en los clientes y se despersonifica en la gestión algorítmica. Si a este panorama se suma la carencia de derechos laborales formales, ¿cómo se explica que los repartidores valoren la flexibilidad horaria y la autodependencia?

Rappi y PedidosYa conocen el estado y la fluctuación de la demanda en tiempo presente, lo que les permite configurar un esquema de trabajo que maximiza sus ganancias. La gestión algorítmica, que radicaliza la vigilancia sobre el trabajador y gamifica su desempeño, ha sido criticada por funcionar como una “caja negra”. Las plataformas no están obligadas a informar sus procedimientos.

—Y si es por la misma plata, pero tenés jubilación, vacaciones y demás, ¿seguís eligiendo este trabajo? —le pregunta Ofelia Fernández a Alexis, un repartidor de 27 años, en su documental Cómo ganar plata.

—Sí, porque eso no lo paga tampoco. Prefiero tener mi libertad y mi independencia antes que estar esclavizado por un aguinaldo o por unas vacaciones.

Alexis no titubea: identifica la formalidad con “esclavización”. El proceso de trabajo de estas plataformas explica la “libertad” que los derechos formales “no pagan”.

Alexis no titubea: identifica la formalidad con “esclavización”. El proceso de trabajo de estas plataformas explica la “libertad” que los derechos formales “no pagan”. Para Marx, la producción se personifica en un capitalista y en un trabajador. En Rappi y PedidosYa, desaparece la figura personal del “superior”, sea el propio capitalista o los supervisores que lo representan. Parecería que, a los ojos del repartidor, se esfuma quién se beneficia con el tiempo de vida que se dedica a trasladar mercancías de un punto a otro de la ciudad.

Aunque las plataformas cuentan con CEOs, representantes legales y gerentes, así como trabajadores que hacen de “soporte” ante inconvenientes, es difícil considerar que se mantienen vínculos laborales de responsabilidad con estas personas. Con los clientes se debe cumplir, pero no son los explotadores. En este tipo de trabajos no existe la instancia en la que una persona decide contratar a un repartidor. ¿Contra quién rebelarse por las propias condiciones de trabajo? ¿Dónde está la patronal? ¿En el celular?

El explotador se despersonifica en el proceso de trabajo gracias a los algoritmos. No hay supervisor humano con quien pactar turnos ni uno que controle el desempeño. Tampoco se le puede demostrar el propio esfuerzo a un jefe para hacerse de un aumento o de un ascenso. La despersonificación provoca que el dinero se erija en el criterio rector del deseo y las actividades de los repartidores.

—Acá no hay presentismo, no está el que dice “che, este pibe vino todos los días y le fue bien en los viajes”. Si sos delivery en una heladería, tu horario es desde las 12 del mediodía hasta las 6 de la tarde. Vos sabés que tenés que ir.

El que habla es Lucas. Trabaja seis veces a la semana como repartidor y pasa al menos diez horas al día arriba de la moto. Está divorciado y su responsabilidad más importante es cumplir con los gastos para su hijo, que va a la escuela primaria. Cuenta que a los 17 empezó como delivery en La Farola de Palermo. Ahora, en la Plaza de los Inmigrantes de Vicente López, muestra con orgullo su moto nueva, una Rouser de 250 centímetros cúbicos que le permite repartir más rápido.

—Acá la responsabilidad la tenés con vos mismo. Si este mes necesitás 900 mil pesos para subsistir, salís a trabajar buscando lo que necesitás. Podés ir un poquito más y decir “bueno, trabajo por un millón”. Pero solo si querés. 

Lucas explica el motivo que determina la velocidad de los repartidores: el salario a destajo. En Rappi y PedidosYa no hay horarios fijos. No se le paga al trabajador por el tiempo que se compromete a estar disponible, sino por cada entrega realizada. Cuando el dinero que se gana en una jornada laboral depende del rendimiento, la vida se acelera. Y más aún si los pedidos que el trabajador no logra entregar se le cargan como deudas.

El pago por pieza funcionaba como una cláusula de productividad en las fábricas. El esquema productivo de las plataformas de reparto no sería tan eficaz si dependiera solo del control de los algoritmos. Con el salario a destajo aumenta el margen de explotación: los trabajadores se apuran y reducen los tiempos muertos de cada pedido. Al trazado de las calles de la ciudad se le superpone una industria logística plataformizada que se encarna en los repartidores y sus medios de producción: motos y bicicletas de las que Rappi y PedidosYa no se hacen cargo.

Desde el punto de vista del repartidor, el pago por pieza implica mayor flexibilidad horaria que en otros trabajos. En PedidosYa se pueden elegir los turnos que ofrece la plataforma, aunque esta selección depende de la posición en el ranking. En Rappi la conexión es libre. Para asegurarse de tener una flota constante, esta plataforma introduce “promociones”, como en los videojuegos. Por ejemplo, se le propone al repartidor realizar 15 pedidos en cierta cantidad de tiempo a cambio de una bonificación económica. Si lo acepta, el trabajador activa la función de “autoaceptación”: los pedidos que se le asignan no pueden ser rechazados y se aceptan uno tras otro.

Parecería que, a los ojos del repartidor, se esfuma quién se beneficia con el tiempo de vida que se dedica a trasladar mercancías de un punto a otro de la ciudad.

—Yo soy una de las personas que dicen: “Bueno, hoy saqué 50 mil con tal promoción”. Me pongo con la calculadora y empieza la codicia. Porque haces cuentas y te dices que si sostienes este ritmo tomando un par de bebidas energéticas en la madrugada, te sacas otros 50 mil o 100 mil más.

Emanuel migró de Venezuela hacia Argentina. Recuerda la resistencia de su familia a los “embates del chavismo” y llora. Cuando explica su rutina laboral como repartidor de Rappi, la voz ya no le tiembla.

—A la semana vas sumando lo que ganas y dices: si el cuerpo me da la capacidad, puedo aspirar a más.

El dinero está en el corazón del esquema de trabajo de Rappi y PedidosYa. La necesidad económica, y también la “codicia” que señala Emanuel, intensifican aún más el rendimiento de los repartidores. Sin explotador a la vista, la responsabilidad —¿la libertad?— recae sobre uno mismo. El repartidor marcha solo y trabaja para sí antes que para un otro: al menos así tiende a ser vivido este proceso de trabajo. Si un candidato a presidente quiere dinamitar al Estado para destruirlo desde adentro, ¿en qué afecta eso a un trabajador de plataformas?

Servicio al cliente, evaluación algorítmica y dinero en cualquier momento del día: los ingredientes de un cóctel de trabajo plataformizado que incomoda a los desprevenidos por el rechazo de los repartidores a la sindicalización y por los beneficios que destacan en sus rutinas laborales.

Rappi y PedidosYa ilustran una tendencia general. Existe una fuerza de trabajo que se acostumbra cada vez más a ganar dinero según un rendimiento individualizado. Emprendedores, influencers, freelancers, repartidores, traders. El trabajo se escinde de los derechos formales, de la sindicalización y del Estado como horizonte de reclamos colectivos. ¿De qué hablamos cuando hablamos de “reforma laboral”? La institucionalidad del siglo XX cruje. El repartidor se autoabastece de dinero a través de una relación unilateral con una plataforma. El algoritmo controla el trabajo, pero no es un jefe: esa instancia personificada y jerárquica está ausente.

El explotador se despersonifica en el proceso de trabajo gracias a los algoritmos. La despersonificación provoca que el dinero se erija en el criterio rector del deseo y las actividades de los repartidores.

El proceso de trabajo de estas plataformas se vive como desintermediado por su nula relación con las instituciones tradicionales, desde el sindicalismo al derecho. Esto es posible, sin embargo, por una mediación técnica que le indica al trabajador lo que se espera de él. Rappi y PedidosYa habilitan el reparto plataformizado como una forma aparente de autoempleo y al hacerlo codifican las relaciones laborales a su favor. Se trata de una mutación en la institucionalidad de lo social, que se expresa en vivencias laborales de “libertad” e “independencia” gracias a la gestión algorítmica.

¿Qué distancia hay entre nunca ver a quien se beneficia con tu esfuerzo personal y creerte tu propio jefe? Dependo de mí para ganar dinero y lo hago cuando quiero, podría grabarse en las mochilas de Rappi y PedidosYa. Pero esta libertad lucrativa no se realiza sin culpa ni remordimientos.

La jornada de trabajo en las plataformas de reparto —pero también en Uber, Cabify y Didi— no está regulada. El repartidor y el conductor pueden exceder las doce horas diarias y las cuarenta semanales. Si el cuerpo resiste, el único límite es la voluntad. Bajo estas condiciones, cada instante contiene en potencia la posibilidad de aumentar las ganancias.

—Me siento culpable si no salgo a trabajar —dice Nicolás, venezolano, trabajador de Rappi desde hace tres años, en un focus group conformado por cuatro repartidores y una repartidora: son de distintas edades, hay argentinos y extranjeros, pero todos trabajan con una bicicleta—. Me puedo tomar dos días porque estoy muy cansado, o por pasarme de vago, pero al tercer día digo: “¿Por qué no salí a trabajar?”. Tenemos un meme en un grupo de WhatsApp que dice: yo no salí a trabajar ayer / mi compa que salió: ‘hice 40 mil’.

—¡Eso es lo malo, amigo! Es como un látigo —le contesta Juan Cruz, de Perú, desde la otra punta de la mesa, mientras acompaña con un gesto de azote en la espalda—. Hay algo adentro aquí —se señala la cabeza— que te va a pinchar así, tiki tiki tiki, yo no me los hice.

Cuando el dinero que se gana en una jornada laboral depende del rendimiento, la vida se acelera. Y más aún si los pedidos que el trabajador no logra entregar se le cargan como deudas.

En términos generales, los repartidores trabajan más que cuando se encontraban en relación de dependencia. La necesidad económica arrecia en una coyuntura de deterioro sostenido y generalizado de los ingresos, pero no es suficiente para explicar la culpa que siente Nicolás cuando se queda en casa. El tiempo del no trabajo se vive como una pérdida de ingresos, aunque el dinero ya acumulado en el mes alcance.

—Antes de estar encerrado al pedo en mi casa prefiero salir a hacer plata. Te acostás a mirar la tele y perdiste cinco horas mirando una serie. En cinco horas te hiciste 40 lucas con la moto —explica Ariel, repartidor argentino de PedidosYa, que hace una willy cuando termina la entrevista: la rueda delantera despega del cemento mientras se aleja por la calle del restaurante de Zona Norte del que acaba de retirar el pedido.

La culpa y el aburrimiento corroen al repartidor que se entrega al ocio. Esta sensación demuestra la fuerza que adquiere la autodependencia. No hacen falta jefes ni obligaciones jerárquicas para levantarse de la cama y salir a entregar pedidos. La plataforma le permite ganar dinero al repartidor a cambio de más esfuerzos: pedalear más rápido, acelerar la moto. Dedicarle más tiempo de vida al reparto. Porque el tiempo es dinero. Perder una cosa es perder la otra: así se explican la culpa y el lamento por el dinero que aún no se ganó.

El proceso productivo de Rappi y PedidosYa condensa las mutaciones del mercado laboral: autoempleo, flexibilidad horaria, falta de acceso a la seguridad social y dependencia de plataformas. El emprendedurismo, cuestionado por su contribución a la “meritocracia”, se ha vuelto estructural. En las plataformas de reparto no se trata del “sueño” del “negocio propio”, sino de una respuesta individual ante un mercado laboral que integra a cada vez menos trabajadores: la informalidad trepa al 58,7 por ciento en personas de hasta 29 años.

—Uno siempre pone en peligro algo a la hora de emprender —explica Joaquín, de 24 años, que trabaja en Rappi desde la pandemia, cuando necesitaba pagar las deudas de la tarjeta de crédito—. Una persona que hace un emprendimiento de ropa pone plata. Mi emprendimiento, en cambio, es salir todos los días a la calle. O sea, siempre estoy en riesgo porque uno nunca sabe cuándo… —interrumpe la frase y cierra los ojos.

Las mutaciones estructurales del mercado laboral se expresan en la eficacia subjetiva del emprendedurismo. El repartidor, cuando entra al circuito de las plataformas, debe mejorar su rendimiento en un medio adverso: lidia con la conflictividad urbana, una app que lo castiga y clientes que no siempre son amables.

Con el salario a destajo aumenta el margen de explotación: los trabajadores se apuran y reducen los tiempos muertos de cada pedido.

—A medida que conoces la aplicación te vas dando cuenta de cómo puedes tú usar la aplicación y no que ella te use a ti, ¿me entiendes? Hay que aprender a estar un paso adelante de todo. Porque cuando tú conoces cuáles son sus ventajas y desventajas es que dices: “¿qué puedo hacer yo para sacarle provecho?” —analiza Mariel, colombiana, integrante del grupo selecto de RappiTurbo: repartidores que solo trabajan con locales pertenecientes a Rappi.

El repartidor aprende a autodisciplinarse y trabajar duro. El salario que se percibe no es el mismo que el de los otros repartidores y tampoco es estable: varía según los rendimientos del día, de la semana, del mes. Los rankings de PedidosYa y las promociones de Rappi premian a los repartidores que rinden en su trabajo. A los puntuales, a los más veloces, a los mejor evaluados por los clientes. Así como las redes sociales generan publicistas de sí mismos bajo la forma de influencers-emprendedores, el repartidor-emprendedor también constituye una subjetividad empresarial y competitiva. Se compite contra los otros, pero sobre todo con uno mismo.

—Si a un video le va mal, al otro tenés que remontarlo sí o sí. Porque si no, te están bajando los números, flaquita —le dice Juli Savioli, influencer en TikTok con 8,5 millones de seguidores, a Ofelia Fernández—. Tenés que reinventarte todo el tiempo.

En el capitalismo comandado por las finanzas y las plataformas, un hilo delgado une a los influencers con los repartidores: la dependencia de las variables numéricas que los algoritmos gestionan de manera automática. El emprendedurismo estructural democratiza la contabilidad. El repartidor suma pedidos, los divide por horas de trabajo y a fin de mes descuenta el plan de datos, el seguro de la moto y la nafta. El influencer verifica las temibles y poderosas estadísticas: reproducciones, likes y seguidores.

Los trabajadores encuentran en el emprendedurismo tanto una estrategia de supervivencia como una medida de valor para sus propios esfuerzos. En esta pradera repleta de jefes y algoritmos, el león ruge sus verdades a favor de la libertad y en contra del Estado. Y así crece su manada.

Pero no todo es emprendedurismo. El 31 de marzo y el 1 de abril de este año, Brasil vio a miles de repartidores tomar las avenidas de San Pablo en el Breque das apps: una huelga con el apoyo de organizaciones sociales y sindicales en al menos 20 estados. Entre otros reclamos, se exige elevar la tarifa mínima de entrega a 10 reales y un suplemento de 2,5 reales por kilómetro recorrido.

Una de las imágenes más notables del Breque muestra a los repartidores agolpados contra los ventanales de la sede de iFood, la empresa que comanda el mercado brasilero del delivery de plataformas. La foto se asemeja a lo acontecido en 2016 en Londres, cuando cientos de repartidores lograron que el director administrativo de Deliveroo saliera a dar explicaciones en la puerta de la central inglesa.

 Sin explotador a la vista, la responsabilidad —¿la libertad?— recae sobre uno mismo.

Las manifestaciones buscan quebrar la gestión algorítmica a través de la personificación de las relaciones de producción: donde había una responsabilidad consigo mismo, aparece el responsable de las condiciones de trabajo y los salarios magros, insuficientes para compensar el esfuerzo personal. Se trata de ponerle cara al explotador que se escabulle del proceso de trabajo.

La situación de los repartidores de Brasil explica el respaldo al Breque: el 32 por ciento tiene dificultades para alimentarse adecuadamente. En Argentina, según estimaciones de Rappi, las cosas son distintas. Si se trabaja 40 horas en horarios pico, se pueden ganar entre 400 mil y 500 mil pesos por semana. La fuente obliga a matizar el número: no se aclara si se compone de promociones ni de las propinas que recibe el repartidor, que difícilmente pueda trabajar únicamente en los horarios de mayor rentabilidad. Tampoco se mencionan las condiciones laborales: el repartidor se hace cargo del combustible, los seguros y los datos móviles, entre otros gastos, y carece de garantías en caso de enfermedad o accidentes.

¿Qué hacer, entonces, con estas plataformas y sus trabajadores? ¿Se podría, por ejemplo, establecer un máximo de horas laborables por jornada cuando parte de la propia fuerza de trabajo decide trabajar nueve horas diarias o más? Como señala un informe de Fundar, los intentos de regulación han avanzado en el mundo, aunque solo la “Ley Rider” de España, sancionada en 2021, reconoce a los repartidores como empleados. En diciembre de 2024, después de batallas legales y deudas por 267 millones de euros con la seguridad social, Glovo España se volvió la primera plataforma en contratar formalmente a sus repartidores.

Aún está por verse si estas empresas pueden convivir con la formalidad laboral. Se hace más difícil avizorar, sin embargo, un horizonte en el que se quiebre la tendencia al emprendedurismo estructural y la libertad lucrativa como ordenadores del deseo de quienes buscan mejorar sus ingresos. La regulación del Estado y la organización de los repartidores son necesarias para la mejora de las condiciones de trabajo, ¿pero alcanzan para dislocar la sincronización entre el tiempo de vida y el dinero que promueven estas plataformas?

El repartidor, cuando entra al circuito de las plataformas, debe mejorar su rendimiento en un medio adverso: lidia con la conflictividad urbana, una app que lo castiga y clientes que no siempre son amables.

El gobierno de Milei navega con comodidad en estas aguas. El Ministerio de Capital Humano firmó un convenio con Rappi para la inclusión laboral de las personas desempleadas. “Sabemos que cada vez que alguien se suma a trabajar con nosotros, con solo una bicicleta y un celular, es una persona que sale de la pobreza”, dijo el gerente general de la empresa. La ministra Pettovello no se quedó atrás: “No podemos seguir hablando del mundo del trabajo de hace 80 años. Nosotros vinimos a cambiar el statu quo. No tenemos miedo y, por eso, podemos hacerlo”.

Es al revés: líderes como Trump, Milei y Bolsonaro integran el statu quo y supieron sacarle provecho. ¿Por qué sentirían miedo, si las relaciones de producción dominantes juegan a su favor?

Las plataformas de reparto les facilitan la tarea a las derechas, pero el cuentapropismo las excede por mucho. Ya no se puede esperar a que el mercado laboral se acomode a las necesidades ni a los deseos propios: para vivir hay que ganar dinero. Cuando Milei propone la libertad de enfrentar en soledad la dureza del mercado, no habla solo ni como un loco. Trabajar se parece cada vez más a emprender.

La entrada ¿Mi jefe es un algoritmo? se publicó primero en Revista Anfibia.

 

La mano del rey de la selva

 

Santiago Caputo avanza a toda velocidad por Avenida Libertador. El aire húmedo de un típico día de diciembre le pega en la cara y el sopor le invade el cuerpo. Va en su moto como si no existiera nada ni nadie en su camino.

Pasa por el hipódromo de Palermo, a la altura de Dorrego. Es tan fanático de las motos como su padre y su abuelo lo eran de los caballos. Cuando el abuelo Caputo vino a Argentina desde el sur de Italia se convirtió en el dueño del stud de carreras más grande del país. A Santiago siempre le gustaron las historias del abuelo y su socio Cacho Otero, un uruguayo también fanático de los caballos con quien contrabandeaban whisky y cigarrillos en aviones privados desde Panamá. El abuelo murió cuando él tenía apenas tres meses. Ahora, mientras pasa por el hipódromo, a él mismo lo ronda la muerte. 

La moto se estrella contra un auto que viene de frente y su cuerpo vuela. Planea varios metros hasta caer sobre el asfalto. El casco le salva la vida, pero se rompe el brazo izquierdo y las dos muñecas. La clavícula se le parte en ocho pedazos. 

En Navidad y Año Nuevo no puede comer por sí solo. El final de 2021 no es feliz. Pero es el año que tuvo la revelación: por fin encontró a “la criatura”.

Es abril de 2021, ocho meses antes del accidente. Suena el timbre de un departamento sobre la Avenida Callao, una de las tantas oficinas desperdigadas por el centro porteño donde Santiago Caputo trabaja como consultor. Abre y se encuentra con dos viejos amigos del colegio con los que se volvió a juntar hace algunos años. Comparte con ellos clientes de la política. Son Ramiro Marra y Eugenio Casielles. No están solos. Los acompaña un economista liberal de pelo revuelto que Marra conoció en 2005 cuando era su profesor en la licenciatura en mercado de capitales de la Universidad de El Salvador. Se llama Javier Milei. Santiago lo conoce. Es una figura excéntrica que desde hace algún tiempo recorre los estudios de televisión criticando las políticas económicas del gobierno y cuestionando las restricciones por la pandemia. 

Hace algunos meses que Casielles y Marra, los dos “manolos” (así le dicen al grupo de jóvenes que se conoció en el Colegio Marista Manuel Belgrano), escuchan a Santiago repetir un pronóstico: “Va a llegar un outsider de la política y se va a llevar puesto todo”.

Cae la tarde en el Patio de las Palmeras. El silencio reina en la Casa Rosada. Casi todos los funcionarios terminaron la jornada laboral. Santiago Caputo viste un traje de lino blanco, en el bolsillo del saco tiene guardados unos Rayban y en la boca sostiene un cigarrillo encendido. Viene de las oficinas del Ministerio del Interior en la planta baja, donde se reunió con un grupo de gobernadores. Algo común en su rutina como “representante” del Presidente. Deambula por los pasillos, esboza una sonrisa amable y da una pitada larga. Está prohibido fumar en el Patio de las Palmeras, pero el personal de Casa Militar lo ve y no le dice nada.

El 10 de diciembre de 2023, durante su discurso de asunción, Milei mencionó solo a dos personas: a su hermana Karina, “el Jefe”, y a Santiago, a quién describió como “el arquitecto de todo esto”, como “un gigante que se mantiene en las sombras”. El primero de marzo, en la apertura de sesiones ordinarias en el Congreso de la Nación, por primera vez Caputo estuvo visible. Se sentó en uno de los palcos y fue captado por todas las cámaras.

Santiago Caputo fue el ideólogo de las escenas que montó el Presidente en las dos presentaciones y ambas fueron una copia de los actos de gobierno estadounidenses. En el discurso de asunción Milei habló afuera del recinto, de espaldas al Congreso, en las escalinatas, como hacen los presidentes de Estados Unidos. En la apertura de sesiones dio su discurso en el recinto, pero desde un atril y de noche, igual que lo hacen todos los años los norteamericanos en el State of the Union. Santiago Caputo es fanático de la liturgia y la cultura política norteamericana. “Nosotros somos aliados naturales de Estados Unidos. Tenemos una alianza estratégica”, se lo escucha repetir.

En Casa Rosada se sabe que al lado de Javier Milei hay solo dos personas de su real confianza: Karina y Santiago. El propio Milei admitió, en medio de los últimos cambios de gabinete, que ellos tres son los únicos “intocables” de la gestión. 

Al asesor estrella se lo ha escuchado decir que él, el presidente y su hermana “son lo mismo”. En el marco de un gobierno disfuncional, con un Presidente que tiene actitudes “anárquicas”, Caputo funciona como “contrapeso” de Karina, dicen en los pasillos de la Rosada. Ella decide casi todo lo que su hermano tiene que hacer, y lo que no. También elige a sus amigos y enemigos.

Al lado de Javier Milei hay solo dos personas de su real confianza: Karina y Santiago. Ellos tres son los únicos “intocables” de la gestión. 

Karina habría querido que el lugar que hoy tiene Caputo lo ocupara Carlos Kikuchi, pero por un escándalo con dinero de la campaña, Milei decidió desplazarlo. Ahí apareció Caputo.

¿Por qué Karina no eligió a Santiago como enemigo?

“Porque Santiago nunca mostró sus ambiciones, porque no le pelea y no se mete a resolver quilombos que no le corresponden y, fundamentalmente, porque Karina no puede. Ya tiene muchos enemigos”, cuenta alguien que lo conoce.

Otro dirigente que también trabajó con él es más crítico: “Se está enloqueciendo. Es un chico que era un buen consultor, pero se vio conmovido por el poder y se tentó”.

Para esa persona Caputo no puede dominar la fama y el éxito que, por ahora, tiene. “Esta figuración pública no le llega a los 20, sino a los 40. Una cosa es un político que empieza la militancia de joven y otra alguien que no. No sabe manejarlo, no tiene esa modestia, no viene de abajo”, opina.

Ese dirigente cree que Caputo “está jugando con fuego”, porque a Karina le molestan las personas que tienen perfil alto y, en las últimas semanas el asesor en las sombras no hizo más que subir el suyo. Más allá de eso, analiza que, gracias a su habilidad para infiltrarse en la estructura del gobierno y “poner” gente en todas las áreas, será muy difícil correrlo.

Quienes conocen a Karina dicen que aceptó a Santiago como habría aceptado a cualquiera que le prometiera acceso a un mundo que ella desconoce: “Un mundo de información, de trenzas y de negocios oscuros”.

Dice alguien del entorno: “La gente que no sabe nada y se toca por primera vez con el poder piensa que hay cosas ocultas que manejan la realidad. Entonces viene uno que dice: ‘yo conozco todos los manejos, vos confiá en mí’, y aceptan”. 

En Casa Rosada dicen que fue Santiago el que empezó una campaña sucia interna para que el exjefe de gabinete, Nicolas Posse, fuera eyectado del gabinete y quedarse él, entre otras cosas, con el control de la AFI. Uno de los objetivos habría sido manejar fondos reservados que le permitan alimentar las granjas de trolls. Allí reemplazó a Silvestre Sívori —un hombre de Posse— con Sergio Neiffert, de poca experiencia en el tema pero muy amigo de su padre. Lo considera “casi familia”.

Caputo diseñó una “transformación” de la AFI que consistió en volver a convertirla en secretaría y que recupere su vieja sigla: SIDE. Además, salió de la Jefatura de Gabinete y pasó a depender exclusivamente de Presidencia. Él quiere que se haga “inteligencia de verdad”. “No carpetas armadas en Paint para extorsionar a un tipo por un cargo”, dicen en el oficialismo. La tarea la llevó adelante con ayuda de una de sus mujeres de confianza en Casa Rosada, la secretaría de Planeamiento Estratégico Normativo, María Ibarzábal Murphy, ex asesora de la Procuraduría del Tesoro durante la presidencia de Macri. 

Su sueño era trabajar en la Secretaría de Inteligencia, pero se frustró cuando el agente que lo estaba reclutando le dijo que ese mundo “era una mierda” y que “no había laburo real”.

La mayoría de los funcionarios que el gobierno de Milei eligió para cubrir las cuatro agencias que se desprenderán del Sistema de Inteligencia Nacional (SIN) están vinculados al menemismo. Es el caso de Juan Bautista “Tata” Yofre, secretario de Inteligencia del Estado entre 1989-1990 y de Alejandro Walter Colombo, un ex delegado de la SIDE en Roma durante el menemismo, vinculado a Antonio Stiuso, que la administración Macri había intentado volver a poner en el mismo lugar y luego se retractó. En otra de las nuevas agencias estará el comisario retirado Pablo Cecati, exjefe de la custodia presidencial de Macri y muy cercano al expresidente.

Caputo siempre tuvo interés en los servicios de inteligencia. Es más, él quiso ser uno. En 2007, antes de ingresar a la facultad de Ciencias Sociales de la UBA para estudiar Ciencia Política, estudió tres años de Ingeniería en Informática en la Facultad de Ingeniería del Ejército. Su sueño era trabajar en la Secretaría de Inteligencia, pero se frustró cuando el agente que lo estaba reclutando le dijo que ese mundo “era una mierda”, que “no había laburo real” y que “eran todos unos ñoquis”.

Si uno de sus objetivos era adueñarse de los fondos reservados de la secretaría, lo logró con creces. En un DNU publicado el 23 de julio el gobierno informó que destinará cien mil millones de pesos para gastos reservados de la SIDE, lo que representa un incremento del 878 por ciento e implica que tres cuartas partes  del presupuesto del organismo serán secretas.

Una de las series favoritas de Caputo es Game Of Thrones. Cuando Milei se fue de viaje en una de sus últimas giras por Estados Unidos, se lo veía por los pasillos de Casa Rosada con un pin en la solapa del saco de la “mano del rey”, un distintivo que los Lannister –dos hermanos, poderosos de una familia noble y endogámica, que tenían relaciones sexuales entre ellos– le asignaban al consejero del rey que, a su vez, era el que tomaba sus tareas cuando este no estaba.

De esa serie también es fanática Cristina Fernández de Kirchner. Sus gustos en la ficción no son lo único que los une. Caputo tiene una gran admiración política por la ex presidenta. Le gusta su audacia y la ambición de transformar. Hasta se ilusiona y cree que, si se conocieran, ella lo amaría. Nunca hubo un encuentro entre ambos.

Caputo tiene una gran admiración política por la ex presidenta. Le gusta su audacia y la ambición de transformar. Hasta se ilusiona y cree que, si se conocieran, ella lo amaría

El día que la quisieron asesinar, el primero de septiembre de 2022, Caputo estaba trabajando en una de sus oficinas, muy cerca del departamento de Cristina. Meses después, se descubrió que la firma Caputo Hermanos SA –de sus tíos y con la que él tiene vínculos– había financiado a Jonatan Morel, uno de los fundadores de Revolución Federal, la violenta organización que quedó en la mira por sus vínculos con el atentado. El padre de Santiago era el dueño de la oficina de Santa Fe 1385 que figura como sede de Caputo Hermanos S.A y que fue allanada durante la investigación. Hoy en día ese espacio lo usa él. 

Santiago Caputo tiene 39 años, dos hijos, esposa y es fanático de Boca, aunque no va a la cancha. Para entender el lugar que hoy tiene en la política hay que conocer Move Group, la consultora en la que dio sus primeros pasos. 

Move fue fundada por Rodrigo Lugones, hijo de Mario Lugones, presidente de la Fundación Güemes (y del Sanatorio que lleva ese nombre) y, desde que asumió la gestión libertaria, el virtual secretario de Salud de la Nación. Rodrigo lleva más de 25 años en política. Trabajó en la campaña de Fernando de la Rúa y formó parte del equipo de campaña del ex secretario de Estado John Kerry en Estados Unidos. En 2004 se acercó al macrismo y empezó a colaborar como asesor de Diego Santilli. Tres años después, durante un viaje a Washington, conoció a Durán Barba y, poco a poco, se convirtió en uno de sus discípulos en la Argentina. Fue parte de su equipo hasta 2011. La relación se quebró durante la campaña en la que Macri buscaba la reelección en la Ciudad, cuando Lugones fue denunciado -junto al ecuatoriano- como el armador de una campaña sucia contra Daniel Filmus, candidato a Jefe de Gobierno por el peronismo.

Fue Durán Barba el que los presentó un año antes de la campaña contra Filmus. Los dos jóvenes empezaron a trabajar en tándem y, con el tiempo, terminaron siendo socios.

Guillermo Garat, otro de los miembros de Move, también se formó con Durán Barba (en 2012 sus propiedades fueron allanadas por la jueza María Servini de Cubría por la campaña sucia contra Filmus). Se destacó por su trabajo en las campañas del PRO en la provincia de Buenos Aires con la exgobernadora María Eugenia Vidal. En 2023 trabajó como consultor del exministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, cuando todavía tenía chances de convertirse en el candidato presidencial del peronismo.

El cuarto integrante de la consultora es Diego Hampton, más conocido entre los amigos como Derek. Fue consultor de Patricia Bullrich y desde 2020 es empleado del Gobierno de la Ciudad. 

Hasta que Javier Milei asumió la presidencia, el trabajo de Move —con todos los gobiernos y espacios partidarios— se mantuvo siempre en las sombras. Hoy, salvo Lugones, todos los integrantes tienen cargos en el gobierno: Garat es vicepresidente de Relaciones Institucionales, Comunicación y Marketing de YPF.  Hampton ocuparía un cargo en la ANSES (aunque no tiene nombramiento formal).

Pone y saca funcionarios, tiene influencia directa en casi todas las políticas y discursos pero no entra en controles o auditorías.

Caputo, sin estar designado como funcionario público, trabaja todos los días en Casa Rosada como “asesor externo” del Presidente. Es monotributista. Pone y saca funcionarios, tiene influencia directa en casi todas las políticas y discursos, y es una de las personas que más escucha Milei. Sin embargo, no entra en controles o auditorías, no tiene que presentar documentación ante la Oficina Anticorrupción ni hacer declaraciones juradas.

—No es funcionario porque no tiene un contrato de locación. Presta servicios. No tiene responsabilidades. Ayuda a pensar. No tiene que firmar cosas y no tiene nada que ver con eso —repiten en su entorno cada vez que alguien pregunta por el tema.

Hasta el año pasado Santiago nunca había pactado con un solo partido. Sus compañeros de Move tampoco. Estaban acostumbrados a jugar para todos los espacios políticos en todas las campañas. Durante el macrismo les gustaba ser el contrapeso del marcospeñismo.

Marcos Peña, exjefe de gabinete de Mauricio Macri, también había sido discípulo de Durán Barba y tenía un esquema de trabajo parecido al que hoy tiene Caputo, aunque ellos lo nieguen. Los dos equipos de gobierno, por ejemplo, le dieron centralidad a las redes sociales y ambos fueron acusados de montar troll centers en la Casa Rosada para perseguir opositores políticos y fijar la postura oficialista.

Durante el macrismo, Caputo trabajó con Marcos Peña “de lejos”. El asesor estrella de Milei arrastra, desde hace años, la costumbre de ser un avezado usuario de Twitter. Pero escribe en esa red social sin exponer su nombre y su apellido. Se oculta bajo cuentas falsas. En la campaña de 2015 tenía una cuenta anónima que congregaba a miles de seguidores y, si bien la mayoría de los usuarios no sabía quién estaba detrás de ella, algunos actores clave de la política sí.

Durante esa campaña, tras el triunfo que convirtió a Horacio Rodríguez Larreta en Jefe de Gobierno porteño, Macri hizo un acto el 19 de julio en el que hizo varias promesas: si él ganaba la presidencia no iba a privatizar ni Aerolíneas Argentinas, ni YPF, ni las jubilaciones y, además, se iba a mantener la Asignación Universal por Hijo.

Esos anuncios le parecieron “un horror” a Santiago Caputo. Y, bajo su seudónimo de Twitter, se despachó con furibundas críticas sobre la estrategia de campaña macrista. Peña se enteró e hizo llamar a Durán Barba para pedirle que lo eche. Sabían que era Santiago. Durán Barba no era el jefe directo de Caputo pero le hizo saber el enojo del Pro y lo alejaron de los equipos de trabajo.

Cuando terminó el gobierno de Macri, Peña se corrió de la escena pública y recién volvió a aparecer en los medios de comunicación a principios de abril de 2024. Presentó su primer libro, “El arte de subir (y bajar) la montaña, cosas que aprendí sobre la dimensión humana del liderazgo”. En una entrevista que dio a Infobae, admitió que “la muerte política es algo que hay que vivir”. Antes de empezar con el raid mediático, Peña le escribió a Santiago: le anunció que iba a “volver al ruedo para presentar el libro”, y que no tome eso como un ataque. “Bien, Marcos. Te felicito”, fue la respuesta del más joven de los Caputo.

Es común ver a Peña por Palermo, su barrio, caminando con una visera que le tapa la cara. No quiere que lo reconozcan. Santiago, más allá de la recesión económica, los miles de despidos y el aumento de la indigencia y la pobreza que acumula el gobierno de Javier Milei, confía que a él no le pasará lo mismo que a Peña. Piensa que, en su caso, las cosas sí “saldrán bien” –que eso no implicará algo malo para las mayorías populares–, y que el ostracismo no será su destino.

En 2019 Santiago Caputo trabajó en la campaña de Lavagna con Ramiro Marra, su amigo de la infancia. Se conocieron en el Colegio Marista Manuel Belgrano. Aunque Marra era dos años más grande, se hicieron amigos.

—Eran traviesos —recuerda un cura que trabajaba en el colegio durante esa época.

Cuando Santiago tenía 14 y Marra 16 los expulsaron de la escuela. El religioso no recuerda el hecho puntual por el que los echaron, sin embargo, recapitula:

—Fueron distintas llamadas de atención. Había falta de respeto a los profesores, no trabajaban, interrumpían. No eran grandes cosas, pero todas sumadas nos llevaron a tomar la decisión, más que nada, para salvar al resto del grupo.

De allí, Caputo pasó al colegio Esquiú, también en el barrio porteño de Belgrano, y dejaron de verse.

Caputo y Marra se reencontraron veinte años después, cuando los dos ya trabajaban en política: Santiago en la consultora Move y Marra como candidato a senador por Consenso Federal en la Ciudad de Buenos Aires.

En la campaña presidencial de 2019, los focus groups de la consultora de Caputo confirmaban el enojo general con la dirigencia política. Muchos interrogados decían que no les gustaba ni Macri ni Cristina. 

Los consultores le recomendaban a Lavagna “que no se encasillara en la grieta”. Hoy creen que se equivocó: el candidato entendió que no era con Macri ni con CFK pero no se paró por fuera del sistema político, quiso meter a todo el resto del sistema político adentro. Lavagna quedó tercero (apenas sacó un 6 por ciento) y el ganador fue Alberto Fernández.

Marra y Caputo, más allá de la derrota, se siguieron juntando. “Los outsider estaban hace mucho dando vueltas en la política argentina, el problema es que nadie los supo potenciar”, pensaban.

Hoy analizan que la clave no fue el personaje, sino “el concepto”: “Todos hablan de Milei, pero no importa él, podría haber sido otro. Baby Etchecopar, un periodista que putea a todos o Viviana Canosa, que se enojó con Milei porque se dio cuenta de que podría haber sido ella”, se los escucha repetir en sus entornos.

El más joven de los Caputo es sobrino segundo de Nicolás “Nicki” Caputo, el “hermano de la vida” de Mauricio Macri, y de Luis “Toto” Caputo, el ministro de Economía. Su padre, Claudio, es el primo “desconocido” de ellos dos. Fue presidente del Colegio de Escribanos de la Ciudad de Buenos Aires y creador de la sociedad Axis, que administró los fondos de inversión de Luis Caputo. Falleció en 2023 durante la campaña. Ese día Santiago faltó a un acto de La Libertad Avanza. Milei le escribió para preguntarle dónde estaba, porque no lo veía. Él le dijo que estaba en su casa, con su familia, porque había fallecido su padre. Milei le contestó enseguida: “Voy para allá”. Y fue.

Cuando agreden a Claudio Caputo en las redes, su hijo se pone nervioso. Un usuario, Javier Smaldone, publicó fotos de él y de Santiago antes y después de una rinoplastia y escribió: “A Santiago Caputo le gusta todo lo que heredó de su papá corrupto, menos la nariz”. El usuario SnakeDocLives -que sería una de las cuentas falsas que usa Santiago- respondió: “Ese es Claudio Caputo. Escribano. Fallecido. Lo único que le heredó a sus hijos son los códigos. Por ejemplo, que a los mogólicos como vos que hacen estas cosas con un tipo muerto se los caga a trompadas para que aprendan a vivir en sociedad”.

Santiago, como su padre, cultivó un bajo perfil. No reniega de su apellido, pero no tenía un vínculo cercano con sus parientes de la política. Además, siempre fue “anti-PRO”. Cree que Macri, a diferencia de él, tiene una visión “ingenieril”, con resabios “del intendente que supo ser”, y que la distancia entre Milei y Macri es que Macri cree que hay mejorar el Estado y Milei busca eliminarlo.

Hasta el año pasado, para sus tíos segundos, Santiago solo era “uno de los hijos de”. Desde que se convirtió en asesor estrella de Milei, la relación con ellos se fortaleció. Casi a diario visita a Toto en el Ministerio de Economía y es uno de sus más fieles defensores en el gobierno. 

Cuando Caputo iba a ver a Macri —hasta hace unos meses se reunían bastante seguido— algunas veces lo hacía con su otro tío, Nicki. Esas reuniones se cortaron de manera abrupta. Según Macri, después del “diálogo intenso” que tuvieron durante los primeros meses del Gobierno, donde “planificaron varias cosas”, todo se empantanó porque “Santiago no cumplió ninguna”. 

Una de las cosas que habría sacado de quicio al exmandatario fue  el desplante que le hicieron durante la firma del Pacto de Mayo. Él volvió de Inglaterra, donde estaba disfrutando de los partidos de tenis de Wimbledon, porque desde Casa Rosada le pidieron que esté presente en Tucumán. Macri fue a la casa histórica el 8 de julio, pero no lo dejaron entrar y hasta lo marginaron de la foto. No lo invitaron a firmar el pacto y las cámaras casi no lo tomaron en la transmisión oficial. El expresidente masculló su odio y la responsabilidad de toda esa humillación se la asignó al asesor todoterreno del presidente.  

El exmandatario, antes de reaparecer en público en el acto en la Boca en el que asumió la presidencia del partido, se reunió con Milei por cuatro horas en la Quinta de Olivos. Allí le habría trasladado su enojo con el más jóven de los Caputo. Santiago, al día siguiente, rompió su silencio y, por primera vez, pasó un mensaje on the record: “Tengo una excelente opinión del presidente Macri. Conmigo en particular siempre ha sido extremadamente generoso. Creo que sentó las bases para que la Argentina finalmente pudiera cambiar”, dijo a TN. 

El intento de control de daños, sin embargo, no tuvo mucho efecto más allá de la humillación a la que se tuvo que someter el asesor estrella. En su entorno explicaban que había salido a hablar para “pinchar una burbuja de especulaciones que se había inflado y que no era cierta”, pero Macri, lejos de bajar la espuma, arriba del escenario en la Boca dijo que el problema del gobierno era “el entorno del Presidente”. En entrevistas posteriores se encargó de dejar bien en claro que ese “entorno” eran Santiago y Karina.  A los que, según versiones periodísticas, en la intimidad llama “la tortera y Rasputín”.

Algunos arriesgan que todo este ruido, sumado a encuentros que habría tenido Macri con la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, enfrentada también con Caputo, estarían tensando el vínculo entre Karina y Santiago. El asesor, que cultivaba el perfil bajo y operaba en las sombras, de pronto hace ruido y se está convirtiendo en uno de los más altos de la gestión. Por ahora, ese supuesto ruido entre los dos laderos del Presidente es solo un rumor. “Una pelea a ese nivel podría hacer volar todo por los aires”, murmuran en los pasillos de la casa de gobierno los que miran de cerca los acontecimientos.

Debajo de los trajes prolijos, los Ray Ban, los movimientos elegantes y la sonrisa cordial, hay otro personaje que no es el frío y calculador estratega. Detrás de los buenos modales, Santiago Caputo oculta una versión un poco más violenta. Una personalidad que no reconocerían los interlocutores que, en el día a día, lo sienten racional y amable. Algo de esa “versión” se trasluce en los seudónimos que le atribuyen en las redes sociales. “Si te hubiera mandado a alguien estarías callado para siempre”, le respondió la cuenta SnakeDocLives a un militante de LLA de 20 años que es fanático de Victoria Villarruel y que cuestionó manejos de Caputo y de otros usuarios libertarios.

Esa cuenta que asocian con Caputo publicó un texto que dice: “Veo mucha gente interesada del círculo rojo que cree que el ‘cambio’ que demandaban los argentinos era puramente cosmético. Sí. Esta cuenta usa armas. Sí, demandamos disciplina partidaria irrestricta. Sí, creemos que esta democracia es fallida. No, no nos da vergüenza decirlo”, y agrega: “No habría muerte más digna que ponerse en frente de una bala dirigida a este Presidente. No entienden con quién están lidiando ustedes. No hay nada que no estemos dispuestos a hacer”.

Por último, escribió: “Debajo de esta máscara hay más que carne. Debajo de esta máscara hay una idea… y las ideas son a prueba de balas”. La cuenta fue suspendida por X por “incumplir las reglas”.

Si te hubiera mandado a alguien estarías callado para siempre’, le contestaron desde la supuesta cuenta de Caputo un fanático de Victoria Villarruel

“Una cabaña, una dacha y una libreta de ahorro, un barco, un coche y un garaje calman mis caprichos”. Esa es la traducción casi literal del tatuaje que Caputo tiene escrito, en ruso, en su brazo derecho. Se trata de una frase que se hacían los presos de la Unión Soviética en los gulags —entre 1930 y 1960— a modo de protesta contra el comunismo. Lo encontró en la “Russian Criminal Tattoo Encyclopaedia”. De ahí sacó otras ideas que también se imprimió sobre el cuerpo.

Le gusta esa simbología y cree que esos tatuajes son una especie de homenaje a su abuelo. El tatuaje más grande que tiene es uno nuevo. Se lo hizo después del triunfo de Milei, con un tatuador que fue especialmente a las oficinas de Bull Market para hacerlo. Todavía no lo terminó.

Le ocupa casi toda la espalda y es un dibujo de Benjamín Solari Parravicini, el “Nostradamus argentino”. En 1941 el artista con supuestos dones proféticos compartió el dibujo de una mujer fantasmal que en su interior tiene un corazón y otro ser más pequeño. Abajo tenía escrita una frase en letra cursiva: “La Argentina tendrá su Revolución Francesa, en triunfo, puede ver sangre en las calles si no ve el instante del hombre gris”. Caputo se tatuó las dos cosas, el dibujo y, a la altura de la cadera, la frase.

Durante la campaña los libertarios decían que Milei es el “hombre gris” del que hablaba Parravicini. Esa teoría fue reforzada cuando Milei ganó “luego de la tercera jornada”, como decía el artista en su predicción. Es decir, en el balotaje. Caputo se obsesionó con el tema y prometió que llevaría para siempre esa marca en la piel. La lleva.

La entrada La mano del rey de la selva se publicó primero en Revista Anfibia.

 

Inteligencia colectiva

 

Hay dos tipos de animales capaces de transportar objetos de gran tamaño, pero sólo pueden lograrlo si cooperan: los humanos y las hormigas. Cada vez que va y vuelve del hormiguero, cuando encuentra una miga de pan, la hormiga deja una huella química. Altera el espacio común a todas, produce un hecho de comunicación del que emerge una memoria. Ahora las otras conocen el camino. Eso es inteligencia colectiva.

La Universidad Nacional de San Martín dió forma a un laboratorio de políticas públicas en el marco del programa “Palancas: la revolución de las pequeñas cosas”, donde más de 150 personas de diferentes ámbitos se reunieron para pensar soluciones simples a problemas concretos. Se encontraron durante cuatro meses en 2024, pero esos caminos se siguen transitando porque la inteligencia colectiva comunitaria dibujó un mapa imaginario y marcó, junto a la universidad, el lugar donde desea ir.    

Llevar y traer literatura

La hormiga loca de cuerno largo, cuando se encuentra con algo valioso, se mueve en todas direcciones, como alocada. Pero ese movimiento no es errático. El grupo siente, integra y responde al entorno. Su inteligencia es extremadamente eficiente en tareas de comunicación y resolución de problemas. 

— Nos interesaba armar una conversación, proponer algo nuevo—  dice Alejandro Dujovne, coordinador de la mesa Fortalecimiento de la profesionalización y de la diversidad del mundo editorial argentino y Director del Centro de Estudios y Políticas Públicas del Libro SCCyT-EIDAES, UNSAM. 

Desde la mesa pensaron una política integral para fortalecer las capacidades de comunicación y prensa en el sector editorial argentino, particularmente en el segmento de pequeñas y medianas editoriales. Aunque los problemas del sector son múltiples, entre ellos el de la distribución, orientaron a las antenas a la creación de sinergias entre editoriales, medios de comunicación, profesionales de prensa y nuevas tecnologías. 

El objetivo es ofrecer herramientas, capacitación y estrategias efectivas para mejorar la visibilidad, posicionamiento y profesionalización de las editoriales de todo el país, sobre todo de las independientes, impulsando programas de formación, asesoría estratégica y espacios colaborativos para incrementar las competencias y el alcance de la comunicación y prensa editorial. 

— La distribución requiere la intervención de grandes actores, pero en la comunicación con poco se puede hacer mucho. Con un proyecto pensado y una pequeña inversión bien dirigida se puede generar un impacto inmediato— dice Dujovne. 

“Muchas de las funciones que en su momento cumplía el libro hoy encuentran competidores más eficaces”.

Diseñaron el proyecto alrededor de tres ejes: formación y capacitación para profesionales del área de comunicación y prensa editorial, asesoría estratégica y herramientas digitales y fortalecimiento de redes y colaboración sectorial (redes colaborativas entre editoriales, periodistas, medios y otros actores clave). El objetivo es profesionalizar y, al mismo tiempo y gracias a ello, lograr un impacto positivo en la promoción de libros y autorxs argentinxs en el mercado nacional e internacional. Las desigualdades en las estrategias y acciones de comunicación entre las grandes editoriales y las independientes -que suelen tener menor capacidad para establecer políticas de comunicación sistemáticas y efectivas- se deben a limitaciones de recursos, formación y acceso a redes de prensa. También a que, en muchos casos, sólo una o dos personas llevan adelante todo el trabajo editorial. Esto genera una brecha en la visibilidad y en la promoción de sus libros y autorxs. La profesionalización se vincula a la capacitación en herramientas digitales, redes y estrategias de marketing, pero también a la promoción de espacios de colaboración y cohesión sectorial para fortalecer el acceso a nuevos mercados y ampliar el número de lectores locales, impulsando la diversidad cultural y la visibilidad de producciones editoriales que actualmente tienen menor alcance a nivel federal.

Muchas de las funciones que en su momento cumplía el libro hoy encuentran competidores más eficaces, cuenta Dujovne: 

— No significa que lo resuelvan del mismo modo, pero lo resuelven mejor. La búsqueda de información por ejemplo. 

Sin embargo, la lectura del libro en papel, además de sus impactos en las competencias cognitivas, en el sostenimiento de la atención, capacidad de abstracción o desarrollo de habilidades, es irremplazable: 

— La gente no lee porque leer está bien, la gente lee porque tiene un vínculo de valoración, de significación con el libro. Hay algo en ese encuentro material con el objeto que te rompe el scrolleo, ese saltar rápidamente a otra cosa. 

El libro permite transitar y trascender el aburrimiento, permite estar, quedarse, en un lugar. 

Valentina Cuneo fue integrante del proyecto. Es socióloga y forma parte del Centro de Estudios y Políticas de Libro de UNSAM. Hace hincapié en los cambios del ecosistema editorial, de los medios tradicionales a la irrupción de las plataformas algorítmicas, los podcast, streamings, newsletters, los influencers y las redes sociales: 

— Las estrategias de comunicación para editoriales independientes aparecen ahí como un elemento clave, no sólo desde una mirada comercial, sino también en la construcción de sentido y la sostenibilidad de la bibliodiversidad —dice.    

Un primer problema del mercado editorial, explica, es que: 

— Los competidores del libro destinan millones y millones de dólares para que vos estés más enganchado y el único que puede hacer eso por el libro es el Estado con políticas de lectura. 

La lectura del libro en papel es irremplazable por su impacto en las competencias cognitivas, en el sostenimiento de la atención y en la capacidad de abstracción.

El segundo problema tiene que ver con cuántas voces, qué agenda, qué estéticas circulan en una sociedad a través del libro. El mercado puede ser muy grande, pero, a la vez, estar muy concentrado en ciertas voces o temas que tienen mayor impacto comercial, ahí es donde el proyecto busca fortalecer a las editoriales pequeñas y medianas que tienen una identidad estética y política, que innovan, bifurcan caminos y crean polifonía en el discurso público: 

— Si esas editoriales, en un mercado muy saturado de libros como el nuestro, no logran visibilizarse, sus libros no se venden y la editorial desaparece. Lo que nos preguntamos con el proyecto es cómo garantizar la supervivencia para que las voces de diversidades, mujeres, o la pluralidad de territorios, tengan lugar, y que lxs lectorxs puedan llegar a esos libros. 

Para Valentina la construcción de redes entre pares y el intercambio de saberes es clave: 

— Muchas de esas redes ya existen informalmente, hay grupos de Whatsapp de prensa y también de editores donde circulan herramientas, preguntas, contactos, conocimiento. Tenemos que pensar en políticas públicas que fomenten los espacios de encuentro. 

Inteligencia para mover un piano 

Un equipo de investigación israelí interesado en la toma de decisiones grupales y la cooperación creó una versión real de un problema computacional clásico en planificación de movimiento y robótica, que se utiliza para encontrar con IA la solución más eficiente para mover un objeto grande de un punto A a un punto B en un entorno con restricciones y obstáculos, “El rompecabezas de los que mueven el piano”. Para poner a competir a hormigas y humanos, el equipo creó un modelo donde el piano fue sustituido por un objeto en forma de T que ambos grupos tuvieron que maniobrar a través de un espacio rectangular dividido en tres cámaras conectadas por dos pasos estrechos. Ganaron las hormigas. Fue la memoria colectiva lo que las ayudó a persistir en una dirección específica y a evitar errores repetidos.

La mesa que coordinaron Hernán Borisonik, Doctor en Ciencias Sociales y Director del Centro Ciencia y Pensamiento de la UNSAM, y el investigador y politólogo Andrés Imperioso, propuso la creación un organismo destinado a fomentar la investigación, el desarrollo y la divulgación en torno a la IA en Argentina: El Consejo Universitario Argentino para las Tecnologías Estratégicas y la Inteligencia Artificial (CUATEIA) se pensó como un espacio de articulación intersectorial entre actores públicos, privados y académicos para promover prácticas éticas, transparentes y alineadas con los derechos humanos. 

— Al ser una tecnología tan disruptiva, tan novedosa, es también un gran desafío que las políticas no queden obsoletas rápidamente. Hay sectores o prácticas que hay que regular, pero también otros que hay que impulsar para su desarrollo —dice Hernán. 

La IA es difícil de regular porque está por fuera del ámbito estatal y tiene un carácter muy privado y concentrado por lo tanto está rodeada de un gran secretismo. 

— Cuando las cosas salen a la luz suele ser tarde para actuar desde las políticas públicas —sostienen los coordinadores. 

Por eso, el Consejo no apunta sólo a investigar incidentes tecnológicos, sino también a promover buenas prácticas y generación de conocimiento interdisciplinario experto con independencia de intereses particulares. Al capitalizar estudios, saberes y capacidades de referentes nacionales en tecnologías estratégicas, el Consejo, además de organizar campañas de concientización y jornadas de actualización, elaborará un mapa interactivo de instituciones, proyectos e investigadores nacionales, que permitirá generar sinergias no sólo a nivel local sino también regional e incluso global. 

El proyecto capitaliza el conocimiento acumulado por pequeños grupos de investigación y trabajo con IA y lo integra en un marco colaborativo para abordar sus desafíos y oportunidades.

Es necesario democratizar el acceso a la IA para reducir las brechas tecnológicas y, a su vez, fortalecer un marco regulatorio. La soberanía tecnológica tiene impactos sobre el desarrollo productivo y en el medio ambiente. La IA se puede utilizar para encontrar satelitalmente humedales o para articular sectores productivos. Al mismo tiempo, presenta desafíos éticos y legales que requieren de respuesta. Frente a ello el proyecto incluye un comité especializado que analizará riesgos e implicancias, proponiendo lineamientos para un uso seguro y responsable. 

— Y también para darle una orientación en términos estratégicos dentro de un proyecto de desarrollo del país —dice Andrés. 

La tecnología de procesamiento de datos de la IA puede aplicarse en procesos productivos de automatización en una fábrica hasta en el monitoreo satelital de bosques, incendios o en la búsqueda de minerales. El proyecto se propone capitalizar el conocimiento acumulado por pequeños grupos de investigación y trabajo e integrarlo en un marco colaborativo para abordar de manera sistemática los desafíos y oportunidades de la IA, como el el impacto que puede tener en funciones esenciales del Estado -en la administración de justicia por ejemplo- y en el diseño de modelos públicos de IA a nivel local, sin dejar de lado la necesidad de una regulación ética y jurídica de tecnologías emergentes. 

Los teléfonos capturan nuestro comportamiento permanentemente, con ese procesamiento tan veloz y potente se puede perfilar muy rápidamente a las personas: 

— Eso puede servir para venderte publicidad, para manipular tu voto, pero también podría servir, por ejemplo, para mejorar tu alimentación o la periodicidad con la que vas a distintos especialistas de salud —dice Hernán. 

Lo mismo puede suceder a mayor escala: un registro satelital del país puede servir a fines comerciales muy concretos o puede ser útil para proteger especies o controlar la expansión de incendios: 

— La cuestión es más política que tecnológica. La tecnología está ahí, con una capacidad de procesamiento única, con una gran potencialidad. Todo depende de cómo se la utilice políticamente.     

Las hormigas sacan la basura

Las hormigas recolectoras acumulan la basura y dejan entre los desperdicios semillas para que germinen. Las cortadoras de hojas apilan los desechos vegetales y los oxigenan para que no se pudran. La gestión de residuos y el reciclaje son procesos esenciales para la preservación de la salud de la colonia y la eficiencia ecológica del sistema, por eso las hormigas tienen estrategias complejas de manejo de residuos que incluyen división del trabajo, planeamiento de vertederos y comportamientos colectivos coordinados. 

— La cantidad de plástico que se produjo en los últimos 20 años es superior a todo el que se produjo el siglo pasado— dice el politólogo Eduardo Verón, coordinador de la mesa de Cuidado del ambiente y reciclaje

La tecnología está ahí, con una capacidad de procesamiento única, con una gran potencialidad. Todo depende de cómo se la utiliza políticamente.

De esta forma explica por qué decidieron orientar la Palanca al fortalecimiento infraestructural, técnico y profesional de las asociaciones que se dedican al recupero y procesamiento de plástico. El proyecto apunta, de manera encadenada, a mejorar las condiciones de trabajo y la formación y promover un modelo industrial verde e inclusivo que integre el entramado existente de recuperadores y cooperativas de ese, y otros rubros. El paradigma que guía es el reciclaje inclusivo y la economía social y solidaria. 

Los plásticos no son biodegradables, pero sí se hacen tan pequeños que están en cada rincón del planeta, en la tierra, en el aire, el agua. Hay microplásticos dentro de las células de animales y humanos. Su reciclado contempla varias instancias de mayor complejidad que el proceso de reciclado del cartón o el papel. Además de la separación en origen se necesita un saber de diferenciación por tipo en las plantas de reciclaje, y una vez que está separado empieza un proceso que implica maquinaria especializada, múltiple y costosa.

— Algunas cooperativas recibieron equipamiento para triturarlo, o abrumarlo, durante la vigencia del programa Argentina Recicla, pero son muy poquitas las que tienen para inyectarlo o compactarlo —dice Eduardo. 

El problema que detectaron desde la mesa del Palancas es que hay muchas asociaciones que reciben plásticos, pero que terminan vendiéndolo sin valor agregado, con una ganancia mínima: 

— Trasladar plásticos de un lugar a otro sin que esté compactado -por no tener la prensa- es casi perder plata. Hoy el kilo de plástico está 40 pesos, una camioneta se llena muy rápido, por ahí llegás al destino y juntaste 1000 pesos. 

El objetivo del Modelo Industrial Verde que pensaron implica impulsar un bloque comercial y productivo que se posicione como un actor económico clave en las distintas regiones del país y que articule a los actores en cadenas de valor, incluyendo las cooperativas. Una característica diferencial es, además, que la gestión estará a cargo de una red de organizaciones cooperativas y asociaciones de recuperadores, en alianza con universidades, asociaciones científicas, fundaciones ambientales, empresas del sector privado y organismos gubernamentales. 

Alexis Fernández es Licenciado en Gestión de Políticas Públicas por la UNTREF. Hizo su tesis sobre el programa Argentina Recicla. Recorrió cooperativas y encontró que la perspectiva productiva era escasa: estaban haciendo silobolsas. Se quedó pensando en posibles articulaciones y también en problemáticas que van más allá de lo productivo: alimentarias, de violencia, de consumos: 

— Me pareció que consolidar este bloque industrial podía sostener, armar una red ante la retirada del Estado. 

Con esa búsqueda se acercó a la mesa del Palancas y su trabajo teórico se empezó a transformar en un organismo. 

El Modelo propone la creación de un bloque industrial productivo basado en cooperativas de reciclaje que transformen residuos en insumos para la construcción y otros productos en base a un diseño productivo estratégico que optimice procesos y sinergias entre ellas para maximizar recursos y competitividad. Apunta a la generación de empleo formal e inserción laboral de poblaciones vulnerables, a la eliminación gradual de basurales a cielo abierto -mejorando la recolección y tratamiento- y a impulsar la investigación y desarrollo tecnológico local. 

El problema que detectaron desde la mesa del Palancas es que hay muchas asociaciones que reciben plásticos, pero que venden sin valor agregado, con una ganancia mínima.

El eje está en un proyecto de desarrollo que requerirá de iniciativas gubernamentales para promover la economía circular y generar oportunidades de empleo, pero que se monta sobre la revalorización del sector cartonero, la mejora de sus ingresos y la competitividad de las y los recuperadores mediante el crecimiento del sector. Acrecentar la autonomía de las cooperativas y recuperadores con capacitación en nuevas tecnologías impacta tanto en la formalización como en la sostenibilidad del empleo, en la mejora de los ingresos, sumando valor agregado y dando a las cooperativas control sobre su actividad productiva e independencia económica. De camino al hormiguero surge un trazado que conecta actores en distintos puntos del país -universidades, investigadores, cooperativas, logística e industrias- en una cadena verde de valor que alimenta un proyecto de desarrollo inclusivo.     

Una ecología productiva

Les tomó tres días a los científicos brasileños verter las diez toneladas de cemento que fueron necesarias para revelar la estructura subterránea de un hormiguero abandonado. El mapa multidimensional resultante develó una red de túneles, cámaras, autopistas, y jardines de cincuenta metros cuadrados y ocho de profundidad: el equivalente hormiga a la construcción de la Muralla China.

El proyecto de un Mapa Productivo Territorial del Partido de San Martín

— Se sitúa en el ADN que tiene nuestra universidad —dice su coordinador, el arquitecto Fabián de la Fuente, que es además profesor titular y Director del Laboratorio de Arquitectura y Urbanismo de la UNSAM— Tiene que ver con establecerse en un lugar y generar conocimiento local, situado, que desborde a la propia universidad y tenga impacto sobre el territorio. 

La idea de un mapa busca reconocer, cuantificar, analizar y caracterizar variables relacionadas con la matriz productiva, sus cadenas de valor asociadas, demandas locales y las interacciones entre elementos urbanos, sociales, productivos, logísticos y del territorio de la producción vinculado a la industria, el comercio, los servicios y el conocimiento. 

Fabían habla de una “fenomenología de las ciudades”, porque el mapa no sólo es multidimensional sino también un dasein que se pregunta sobre el entramado empresarial, la sostenibilidad, las infraestructuras, la tecnología, el rol de la universidad y las formas de gobernanza en el territorio. El AMBA necesita de una cartografía corpórea porque es un mosaico de fragmentaciones en un espacio compartido. El objetivo es crear un mapa que funcione como herramienta para mejorar la gobernanza metropolitana, al profundizar la integración de los actores locales y regionales y fortalecer la vinculación del entramado productivo con la universidad a fin de diseñar soluciones para el desarrollo productivo local. 

En un inicio se buscó poner en contexto territorial el stock industrial, descifrarlo -entender cómo son las cadenas de valor, qué tipo de industrias existen, su dimensión, ubicación, capacidades, avances tecnológicos- y georeferenciar ese inventario multivariable para construir una red nodal de capacidades, de oportunidades en la creación de valor: 

La universidad, como actor en el ecosistema territorial, puede generar un mapa productivo desde un lugar de confianza para articular con municipios, cámaras y empresas recuperadas. Será un insumo valioso para los tomadores de decisiones y para la propia industria.

— Tener a mano una herramienta actualizada donde uno pueda construir escenarios, analizar la matriz productiva, las dinámicas ambientales, la articulación local en diferentes escalas —dice Fabián. 

La universidad, como parte integrante y actor en el ecosistema territorial, puede generar la cartografía desde un lugar amigable, de confianza, no fiscalizador, para articular con municipios, cámaras y empresas recuperadas, que hoy no cuentan, por ejemplo, con un registro oficial a nivel municipal. Será un insumo valioso no sólo para los tomadores de decisiones, sino también para la propia industria, generado por una universidad pública que tiene saberes vinculados a la planificación urbana y territorial, a las ciencias del ambiente, a la economía, las tecnologías, la biotecnología, al transporte, a la eficiencia energética, al manejo de los residuos. 

— Nos propusimos trabajar con dimensiones multiescala, multicapa y multiobjetivo — dice Daniel Álvarez, que participó de la elaboración del proyecto y es director del Instituto de Transporte de la UNSAM. 

Dieron forma a un Aleph para San Martín, como territorio de la industria, diseñado por arquitectos, especialistas en ambiente y en transporte, empresarios, cooperativas, cámaras y cartógrafos. Un punto desde donde ver la producción, pero también los efectos de los cambios tecnológicos, la localización y deslocalización, las causas de la concentración o dispersión de las redes de producción y los posibles beneficios de la especialización o el agrupamiento, prestando especial atención a la sostenibilidad, los recursos, la gestión de residuos, los tipos de energía y los impactos ambientales. 

El mapa tiene una capa territorial -que tiene que ver con una estructura urbana altamente densificada, su forma, los usos del suelo, las fuerzas locales que intervienen y sus dinámicas sociales-, una capa de infraestructura -grandes avenidas, rutas, el eje ferroviario, las cadenas de suministro y todo lo que vertebra la movilidad de las personas- una de industria y una de gobernanza (sector público, cámaras, organizaciones sociales). 

Se forma un mapa dinámico, que no es una representación geométrica o cartográfica sino que expresa articulaciones entre lo local, lo nacional, y también lo global, porque los encadenamientos productivos y las cadenas de suministro desbordan el territorio. El mapa también tiene dimensiones: ambiental -que considera la eficiencia energética, la red de recuperadores, las cooperativas, o la gestión de residuos-, social y tecnológica -innovación, el rol de la universidad como motor del conocimiento y la formación y transferencia tecnológica al interior del entramado productivo-. 

Más que un mapa -y para evitar que, como en el cuento de Borges El rigor de la ciencia, la cartografía logre tal perfección que el mapa de una sola provincia ocupe toda una ciudad, y el mapa del Imperio, toda una provincia- se parece a un instrumento de cuerdas, donde hay un universo de realidades y situaciones que tienen que ser entendidas y conceptualizadas, las capturas del entramado productivo actualizadas y las conexiones recableadas a la luz de los cambios sociales e históricos. 

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Una colonia de hormigas es un superorganismo, un cuerpo vivo hecho de múltiples  partes que cooperan entre sí. Lo que parece una sola mente es, en realidad, la voluntad colectiva que dibuja un mapa imaginario, marca el lugar donde se desea ir y abre caminos donde no había, moviendo los obstáculos.

Los proyectos que UNSAM diseñó para Palancas Argentina se presentarán el 5 de mayo a las 17 hs. en el Teatro Tornavía del Campus UNSAM

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¡Un curro! Señala Santoro que la limpieza en Buenos Aires cuesta cuatro veces más que en Madrid
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¡Un curro! Señala Santoro que la limpieza en Buenos Aires cuesta cuatro veces más que en Madrid

 

El candidato a legislador porteño Leandro Santoro denuncia el exorbitante gasto en limpieza urbana en la Ciudad de Buenos Aires, señalando una gestión ineficiente y opaca que contrasta con modelos internacionales más económicos y efectivos.

La Ciudad de Buenos Aires enfrenta críticas por el elevado costo de sus servicios de limpieza urbana. Leandro Santoro, candidato a legislador porteño, afirma que mantener limpia la capital argentina cuesta cuatro veces más que en Madrid, evidenciando una gestión ineficiente y falta de transparencia en la administración de recursos públicos.

Por Osvaldo Peralta

En una reciente declaración, Leandro Santoro, candidato a legislador porteño por Unión por la Patria, arremetió contra la gestión de limpieza urbana en la Ciudad de Buenos Aires, afirmando que «limpiar la ciudad cuesta cuatro veces más caro que limpiar la ciudad de Madrid».

Esta afirmación resalta una problemática persistente en la administración porteña: el elevado gasto en servicios de higiene urbana que no se traduce en una mejora visible en la limpieza de la ciudad.

Santoro no está solo en su crítica. En 2015, el entonces diputado nacional Martín Lousteau también cuestionó el gasto en recolección de residuos, señalando que «la Ciudad gasta tres veces lo que Rosario y dos veces lo que gasta Madrid o Córdoba por habitante».

Estas comparaciones internacionales ponen en evidencia la desproporción en los costos de limpieza urbana en Buenos Aires.

El problema no radica únicamente en el monto gastado, sino en la falta de eficiencia y transparencia en la gestión de estos recursos. Mientras que ciudades como Madrid implementan sistemas de reciclaje y compostaje eficientes, Buenos Aires parece estancada en contratos opacos y una estructura burocrática que favorece a empresas concesionarias sin rendición de cuentas adecuada.

Además, la falta de políticas efectivas de separación de residuos y reciclaje contribuye a la ineficiencia del sistema. Santoro propone implementar un servicio de recolección diferenciada puerta a puerta, impulsar el compostaje doméstico e instalar plantas públicas de compostaje, así como mejorar las condiciones laborales de los recuperadores urbanos.

La gestión actual, influenciada por una visión de Estado mínimo promovida por el presidente Javier Milei, prioriza la reducción del gasto público sin considerar la eficiencia y calidad de los servicios. Esta ideología ha llevado a recortes en áreas esenciales, mientras se mantienen gastos exorbitantes en servicios como la limpieza urbana sin una evaluación crítica de su eficacia.

En este contexto, la denuncia de Santoro no solo pone en evidencia el despilfarro de recursos en la limpieza urbana, sino que también cuestiona el modelo de gestión que prioriza intereses privados sobre el bienestar común. Es imperativo replantear las políticas públicas en la Ciudad de Buenos Aires, adoptando modelos más eficientes y transparentes que garanticen una administración responsable de los recursos y una mejora real en la calidad de vida de sus habitantes.