El Ente Provincial de Termas de Neuquén (Eproten), en sintonía con el turismo de cercanía, dispuso que las prestaciones del producto Termas Nieve tengan un descuento exclusivo del 50% para aquellas personas que residan en la provincia. Imperdible oportunidad para realizarse una mascarilla facial con algas extraídas directamente de la Laguna Verde o realizarse un vapor con el imponente volcán Copahue de fondo.
Termas Nieve es una propuesta exclusiva en Argentina, que propone poder realizarse un baño termal en la cálida Laguna del Chancho, rodeado de un manto blanco y copos de nieve que caen alrededor.
Matías Ramos, presidente del Ente de Termas expresó: “Escuchamos las necesidades que nos expresaron los turistas y decidimos no sólo descuentos para las y los neuquinos, sino también bajamos los precios para que más gente pueda disfrutar de este lugar mágico”.
Para acceder al 50% de descuento, la persona deberá presentar al momento de la facturación el DNI actualizado con su domicilio establecido en la provincia de Neuquén.
Para aquellas personas que quieran visitar las termas neuquinas cubiertas de nieve, como en Japón, Alaska e Islandia, podrán acceder a las mismas mediante la contratación de prestadores privados habilitados.
Con ellos tendrán la posibilidad de trasladarse con vehículos oruga y motos de nieve preparados para el terreno inhóspito, y luego realizar baños de inmersión en agua sulfurosa o ferruginosa, mascarillas faciales, masajes locales o totales y baños de vapor, entre otros servicios.
Los turistas interesados pueden consultar tarifas e información ingresando a la web oficial www.termas.neuquen.gov.ar, a redes sociales del Ente o enviando un WhatsApp al 299- 6013027.
Las Termas de Copahue atraviesan una de sus mejores temporadas, con un crecimiento del 56 por ciento en visitantes respecto al año pasado. Matías Ángel Ramos, presidente del Ente Provincial de Termas del Neuquén, explicó en diálogo con AM Cumbre 1400: “Tuvimos y tenemos una gran temporada, porque todavía sigue y esperamos extenderla hasta el 1° de mayo”….
A pocas cuadras de la Comisaría 17 y de la vivienda donde asesinaron al periodista Juan Caliani, en la mañana de este miércoles, un joven ingresó a una casa, robó una bicicleta, traspasó el portón y escapó. Trascendió que minutos después fue apresado, pero los vecinos manifestaron a Alerta Digital la preocupación por el crecimiento de la inseguridad en ese sector de la ciudad.
El video que aportó una vecina a este medio muestra lo que sucedió aproximadamente a las 8 de este miércoles, cuando en la calle Lanín -a metros de Pehuenches- un joven encapuchado ingresó a la vivienda, sustrajo la bicicleta y luego de superar el portón de hierro, escapó con el rodado.
Ropa tirada y actitudes sospechosas en el barrio
Vecinos consultados por Alerta Digital indicaron que desde la habilitación del alojamiento para personas en situación calle en el predio de la Ciudad Deportiva, se aumentó la presencia de “gente en actitud sospechosa, inclusive caminando por los techos de las casas”.
A su testimonio le agregó algunas imágenes sobre la aparición en distintos sectores del barrio de ropa que presuntamente es la que se envía como donación a ese centro de asistencia de personas en situación de calle.
Vecinos reportaron ropa de las donaciones tirada en los distintos sectores del barrio.
Otra vecina también agregó una fotografía donde se observa un colchón sobre uno de los muros de la Ciudad Deportiva, desde donde observan todas las tardes a partir de las 15, el movimiento de quienes habitan en ese sector de la calle Lanín.
colocan los colchones para observar los movimientos de los vecinos de la zona en la tarde.
En pleno Bajo Neuquino se vivió una jornada marcada por la delincuencia, con tres robos ocurridos en menos de 24 horas en la misma cuadra. En AM Cumbre 1400 habló Jazmín Salías la dueña del local Ramona Store y detalló que recibió una llamada perdida de la encargada y cuando miró las cámaras los delincuentes ya estaban adentro del local….
En la serie Menem desfilan todos los síntomas de la década. A saber: el tapado de piel de María Julia Alsogaray —la “dama de hierro” criolla— como secretaria de Recursos Naturales y Ambiente, símbolo de una contradicción flagrante entre discurso y gesto; la UCeDé y su confusión conceptual; el “Pedro, mirá quién vino” de Calabró convertido en guiño nacional; el teatro de revistas como escenografía política; la ridiculez del menemóvil; la pista de aterrizaje en su Anillaco natal; la supuesta llegada a la estratósfera; Entel, el puntapié de la venta a capitales extranjeros de entidades estatales y su largo etcétera (cualquier parecido con la actualidad no es mera coincidencia); el peronismo versión Versace; Neustadt (Osvaldo Djeredjian revive con mucho talento el recuerdo de un personaje que preferiríamos olvidar) como operador mediático y evangelista de la convertibilidad; el albergue Warnes como metáfora del país; las leyes por decreto (cualquier parecido con la actualidad no es mera coincidencia II); los autos Sierra, la coupé Fuego; la ley de convertibilidad como dogma de fe laica. Todo eso y más como parte del decorado de una época que no se puede contar sin detenerse en su exceso.
Este revival de los noventa, este déjà vu estético y narrativo, tiene algo de flashback encantado y de retroceso edulcorado. La serie Menem, como otras expresiones de época, se mueve en esa tensión: por un lado expone el exceso, la desmesura, la farsa; por el otro, inevitablemente, lo romantiza. La moda, la música, la TV: todo reaparece envuelto en una pátina pop que corre el riesgo de embellecer algo que, en su momento, fue profundamente brutal.
La primera imagen de la serie es en marzo de 1995 en la Quinta de Olivos. Carlos Menem (hijo) ha muerto. No se habla de la caída del helicóptero ni del otro cuerpo, el del piloto de carreras Silvio Oltra. Se impone el silencio. “Las tragedias siempre suman votos”, se escucha entre murmullos. La desgracia flota entre los pasillos del poder sin nombre propio, como si solo uno de los dos muertos tuviera derecho al duelo público.
Con los flashbacks como nudo narrativo se interrumpe el orden cronológico del relato para volver al pasado. ¿El objetivo? Aportar contexto, revelar aspectos ocultos de los personajes y hasta iluminar eventos con una nueva perspectiva, profundizando así la trama. Y la huella y la maestría de Ariel Winograd, el director de la serie, queda establecida. De allí a los tiempos, ocho años atrás, al comienzo de la campaña presidencial, cuando Menem soñaba con derrotar a Antonio Cafiero en la única gran interna peronista. Recién asomaba un susurro, un solitario “síganme, no los voy a defraudar” que terminó con Menem en la Casa Rosada convertido en el hombre más poderoso del país.
La Rioja aparece como el escenario que alberga un futuro poder que vendrá a romper con todo lo establecido. El grupo de personajes locales se completa con Zulema Yoma, sus hermanos Emir y Amira, Carlos Menem Jr., Zulemita y el fotógrafo presidencial con su esposa Amanda (ella, quizás, la mejor representación del ascenso social y económico establecido sobre una fantasía: creer durante toda una década que un dólar valía un peso).
El Menem de Sbaraglia está construido desde el carisma propio que tuvo el expresidente. No desde la ideología ni desde el poder puro, sino desde esa mezcla de simpatía, picardía y cinismo que lo volvió una figura pop. La actuación de Sbaraglia lo encarna sin juzgar ni justificar. Reproduce sus gestos, su “Neesario” cuando quería decir “Necesario”, la cadencia riojana, su manera de caminar y mirar, ¡esa mirada!, pero sobre todo, su capacidad de agradar. Parte fundamental de ese carisma es lo mujeriego, que aparece en la serie como rasgo constante, casi estructural. No se lo esconde ni se lo romantiza: se lo presenta como parte del personaje en convivencia con el poder, la religión, la familia y el duelo. Menem puede besar una estampita de la Virgen y, segundos después, rodearse de mujeres como si fuera una estrella de rock. No hay contradicción: hay estilo. En ese sentido, la serie no intenta desmentir ni denunciar, sino mostrar. La seducción como herramienta política, la masculinidad como espectáculo y el cuerpo de las mujeres como paisaje habitual de la era menemista.
El contrapunto más potente al carisma del Menem está encarnado en el personaje de Zulema Yoma, interpretada con maestría por Griselda Siciliani. Ella no es la ex despechada ni la mujer relegada al rol secundario. Es, en cambio, un personaje incómodo, visceral, contradictorio, que encarna lo que el relato oficial de los noventa quiso dejar fuera de cuadro: el conflicto, la intimidad tensa, lo que no se puede controlar. Siciliani no imita a Zulema, la interpreta, le da volumen y hasta le quita caricatura. Su Zulema dice lo que nadie dice, incomoda al poder desde adentro, reclama un lugar en una estructura que se construyó a fuerza de desplazarla.
No es casual que sea ella la que enuncia las verdades (sus verdades) que todos callan. Es amiga de Seineldín y a su hijo se lo mataron, no se lo guarda. Punto. Mientras Menem avanza entre sonrisas y operaciones de imagen, ella empuja la trama hacia lo real, hacia lo no dicho. Zulema también es madre del hijo muerto. Pero mientras Menem transita el duelo desde lo ceremonial y lo mediático, Zulema lo hace desde el grito. Ese grito agudo, furioso, solitario funciona como fisura en el relato. Lo desarma y lo pone en crisis. En un mundo narrado desde el poder masculino, su personaje es una anomalía necesaria. No puede ser domesticada ni editada. Y esa presencia incómoda, casi espectral, es quizás lo más político de toda la serie.
El fotógrafo Olegario Salas, el gran hilo conductor, es el personaje ficticio que narra una época que hoy se abre paso a las patadas para volver a instalarse. La serie Menem, este retrato fragmentado, más cercano al videoclip noventoso que a la biopic oficial, es todo un documento a observar.
“¿Salas? Capicúa, como Menem”, dice el personaje de Leonardo Sbaraglia (un Menem eximio) cuando le pregunta el nombre al personaje que encarna el actor Juan Minujín (el fotógrafo, también brillante). Palíndromos aparte, hay algo a destacar del hombre a cargo de los retratos: riojano y partidario de la Unión Cívica Radical cuando la Unión Cívica Radical tenía verdaderos estadistas como referentes. Pero esto tiene varios sentidos simbólicos destacados dentro del relato: Salas es, al comienzo, antes de caer frente al embrujo del caudillo, la representación de la mirada crítica y outsider. Que sea radical —en sentido político o ideológico— lo ubica como alguien que no pertenece a su círculo oficial y le permite una mirada crítica, más honesta y punzante sobre la realidad política y social que atraviesan Menem y su entorno. Es un contraste con el poder establecido, una voz disidente que observa desde afuera y cuestiona. O debería.
La radicalidad implicaba un compromiso con ciertos valores sociopolíticos que chocan con la pragmática y a veces corrupta dinámica del poder durante los noventa. Salas funciona como esa tensión viva entre lo que debería ser y lo que realmente fue, mostrando el desencanto con el sistema. Es el conductor narrativo y político que humaniza la historia: como fotógrafo, registra los hechos y también las miserias y contradicciones del poder. Su identidad de radical le otorga una sensibilidad especial para captar esos matices, y su rol de testigo lo hace puente entre la historia oficial y la realidad popular. Lo radical de Olegario Salas no es solo un dato de militancia, sino un lenguaje narrativo para expresar la tensión entre oposición y poder, idealismo y pragmatismo, y para humanizar el relato político desde una perspectiva íntima y comprometida. Salas rompe la cuarta pared, nos hace cómplices de la historia a quienes miramos la serie y acompañamos de la mano a esos personajes.
Lo más humano de toda la serie tal vez sea el encuentro con Raúl Alfonsín. Una escena breve, sin estridencias, pero cargada de peso simbólico y político. Dos figuras antagónicas que, sin embargo, en ese instante, parecen unirse en algo más profundo que la coyuntura: el reconocimiento de lo que significa habitar el poder. La cámara no necesita subrayarlo: alcanza con la pose de Sbaraglia y la sobriedad de Fernán Mirás que encarna a un Alfonsín quebrado para entender que estamos ante otra textura, otra frecuencia. Esa escena —que no es una reconstrucción documental, sino una versión íntima, casi silenciosa— recupera algo que hoy parece un lujo: la política como diálogo, como disenso con respeto, como intento de convivencia institucional en medio de un país roto. Ahí no hay hits de FM, ni frases de marketing. Hay dos hombres con arrugas reales y cansancio acumulado. Dos maneras de pensar el país, pero también dos formas de sostenerlo. O de intentar sostenerlo. Verlos es volver a esos tiempos de transición, con sus promesas y sus miedos, con una democracia frágil que apenas empezaba a gatear.
Para quienes éramos adolescentes entonces, esos nombres formaban parte de un paisaje cargado de palabras serias: “Pacto de Olivos”, “reforma constitucional”, “cohabitación”. No siempre entendíamos los detalles, pero percibíamos la densidad del momento. Y esa escena, ahora, nos devuelve algo: no la historia oficial, sino el temblor que había debajo. Los que mirábamos —nos, jóvenes del rock— esas imágenes en la televisión —el presidente abrazado con los Rolling Stones en su visita al país— no sabíamos qué pensar. Nos descolocaba. Era como si algo se hubiera desplazado de lugar, como si la lógica del mundo hubiese cambiado de idioma sin aviso. La lengua Stone, símbolo de rebeldía, exceso y contracultura, era ahora hablada con fluidez por el poder. El gesto icónico de sacar la lengua —que en otro contexto era desafío, provocación— aparecía domesticado, institucionalizado, convertido en souvenir de una foto oficial. Y ese desconcierto generacional, esa imagen cruzada de dos mundos que nunca habrían debido tocarse, era también una escena de época: el rock ya no mordía y se dejaba acariciar por el Estado.
Todo lo demás transcurre en la serie como lo fue en esos días, con un ritmo de vodevil político; la farsa no es un efecto secundario, es el centro mismo de la escena. El poder se representa como un espectáculo kitsch donde lo importante no es lo que se hace, sino cómo se lo hace y con qué vestuario. El vértigo es la estética de la década: velocidad, cambio, simulacro. Todo parece avanzar, pero en realidad gira en falso, como una ruleta cargada. El decorado importa tanto como el guion: los discursos se dan desde autos convertibles, las entrevistas se pactan con guiños, las decisiones se maquillan de urgencia, se regalan ministerios al mejor postor. La política se vuelve una puesta en escena permanente y Menem, más que un presidente, actúa de sí mismo con aplomo de estrella.
Y la música de la serie. Ah, la música. La banda sonora es otra línea de tiempo: Los Auténticos Decadentes, La Mississippi, Ratones Paranoicos, Los Brujos, la cumbia pop, Ricky Maravilla interpretándose a sí mismo —no actuando, sino volviendo a vivir lo vivido— son más que una ambientación: son memoria emocional, código generacional, materia viva del inconsciente noventoso. Y después está esa desgracia que fue “Batida de coco” de Derek López; suena una vez, y después otra y queda instalada en el loop mental de quien mira, como si llevara la maldición de esa década: pegajosa, falsamente alegre, absurda, irónica y persistente. Un hit del delirio menemista que vuelve y vuelve, como si el pasado no pasara del todo.
Quienes vivimos esos años no hacemos solo un viaje al pasado: volvemos a una época a la que no quisiéramos regresar, pero que, para peor, se parece demasiado al presente que no queremos habitar. Y en ese espejo deformado entre ayer y hoy, reaparece otro fantasma: el del no futuro. Aquel eslogan nihilista del punk que parecía enterrado con las ruinas del siglo XX, revive con fuerza inquietante. Vuelve la sensación de vértigo, de farsa institucional, de realidad sobreactuada. Como si el tiempo circulara. Y ahí estamos otra vez: sin certezas, con cinismo, buscando en la música, en el cuerpo, en el grito, alguna forma de aguante.
Fue una época dura. Un tiempo en el que el poder no sólo se ejercía sino que se exhibía, se festejaba, se burlaba de quienes quedaban afuera. El neoliberalismo avanzaba entre sonrisas televisadas, decretos express y slogans espesos. Se privatizaban empresas estratégicas, se empobrecía a millones y, sin embargo, el relato oficial decía que estábamos mejor que nunca.. El poder parecía reírse en nuestras narices. Y muchos, entre el desconcierto y la resignación, también terminaban riendo cualquier parecido con la actualidad no es mera coincidencia III).
Lo más inquietante de este regreso no es su estética, sino su eco. Porque algunas estrategias políticas que definieron ese tiempo —el indulto, el decreto, el pacto entre poder mediático y poder estatal, el cinismo como estilo y hasta como entendida virtud— vuelven a aparecer hoy, con otros rostros pero con la misma lógica. El indulto, por ejemplo, que entonces clausuró la posibilidad de justicia, reaparece como amenaza o recurso potencial. La concentración del poder ejecutivo, la flexibilización de la legalidad, la política como show: no son solo referencias históricas, son advertencias activas.
Ver Menem es, entonces, también preguntarse por el presente. No desde la nostalgia, sino desde la sospecha. ¿Estamos otra vez en ese loop? ¿Volvemos a aplaudir mientras nos quitan el piso? ¿O esta vez sabremos identificar la máscara antes de que se ría? ¿Volverá Derek López?
Volver a Menemhoy no es sólo un ejercicio nostálgico ni una excusa para maratonear series, es una señal de que el pasado no terminó de pasar, que sigue moldeando la política y la cultura con sus fantasmas y sus cicatrices. La década del noventa, con su promesa de modernidad y su realidad de desigualdad, de despliegue mediático y destrucción social, reaparece bajo un filtro digital que mezcla ironía, viralidad y desencanto. Y en ese punto, la figura del Turco se convierte en espejo para entender no sólo aquel tiempo, sino también nuestro presente inquietante.
Desde la irrupción de figuras en el poder que canalizan la furia marcadas por la precariedad y la desconfianza, hasta la omnipresencia de TikTok, donde la política se vuelve fragmentos, memes y reels de consumo rápido, la narrativa pública se transforma en un espectáculo incesante. Ahí donde antes había discursos extensos y debates, hoy circulan imágenes virales que condensan en segundos posiciones políticas y emociones, muchas veces con un tono sarcástico o apocalíptico. La estetización del daño, entonces, se vuelve un fenómeno doble: dolor y crisis convertidos en contenido para entretener y denunciar al mismo tiempo.
Pero la pregunta sigue abierta: ¿es esta estetización una trampa que diluye la crítica y suaviza las heridas, o puede ser una herramienta para activar reflexiones profundas y movilizar cambios? La serie navega en esa tensión. Por momentos parece recrear la época con un brillo pop que puede resultar seductor, pero a la vez no evita mostrar las grietas, las farsas y las contradicciones que atravesaron aquellos años. En ese vaivén habilita una lectura que puede ser tanto nostalgia disfrazada como una invitación a no olvidar para no repetir.
Ver Menem hoy es mucho más que mirar atrás: es enfrentar el espejo del presente y preguntarnos qué lugar queremos ocupar en ese juego donde pasado y futuro parecen entrelazados en un loop constante.
El Alto Neuquén se prepara para recibir a visitantes con una combinación imperdible: tradiciones locales, paisajes inolvidables y una promoción que invita a quedarse más tiempo con menos costos. Las hosterías provinciales de Las Ovejas, Huinganco y Manzano Amargo ofrecen una promo 2×1 para alojarse dos noches y pagar solo una, mientras Las Ovejas será escenario del esperado Festival del Mate y el Pan Casero el próximo 19 de julio.
La propuesta turística se enmarca dentro del programa “Flechazo con el Norte, lo tuyo con el norte va en serio”, que estará vigente hasta el 31 de agosto en las cinco hosterías de la Región Alto Neuquén, administradas por Neuquentur SE.
Las Ovejas
En Las Ovejas, además del festival que reúne sabores caseros, música folclórica y comunidad, la hostería provincial se ubica sobre la ruta 43 con una vista privilegiada a la Cordillera del Viento. Ofrece 20 habitaciones, desayuno buffet con pan casero y dulces regionales en su restaurante “El Arriero”. Cerca del lugar, se pueden visitar las Lagunas de Epulafquen y el Mirador La Puntilla, ideal para contemplar el paisaje neuquino.
En Manzano Amargo, la nueva hostería inaugurada este año invita a disfrutar del invierno con todo el confort. Ubicada sobre la avenida Primeros Pobladores, frente a la ruta 54, cuenta con ocho habitaciones dobles con baño privado, una de ellas adaptada, y conexión wifi satelital. Entre los imperdibles de la zona están la majestuosa cascada La Fragua y la cascada Escondida, dos postales naturales que valen el viaje.
Para comunicarse con el establecimiento de Manzano Amargo se puede reservar al 2948 450501. También al siguiente enlace https://linktr.ee/hosteriasneuquentur
Se pueden hacer consultas de disponibilidad de alojamiento en el sitio web hotelesdelneuquen.com.ar en la pestaña Reservar o enviando un correo a [email protected].
Huinganco
Finalmente, Huinganco, el llamado “jardín de la provincia”, deslumbra con sus senderos, bosques y cerros. La hostería local ofrece 10 habitaciones rodeadas de naturaleza, con vista al Cerro Corona y un entorno de frutales, alamedas y pinos. El acceso por ruta asfaltada facilita la llegada, y desde allí se puede recorrer el sendero del Cerro Corona, los Saltillos y el Mirador San Pedro.
Para comunicarse con el establecimiento de Huinganco se puede reservar al 2948 45-5550. También al siguiente enlace https://linktr.ee/hosteriasneuquentur
Este invierno, los neuquinos tienen una excusa perfecta para volver a mirar hacia el norte: una promoción especial les permite disfrutar de dos noches al precio de una en cinco hosterías de la provincia. …
En un operativo de rescate que incluyó cinco ambulancias, un helicóptero y más de 100 agentes sanitarios, los turistas provenientes de Neuquén y Buenos Aires fueron socorridos tras el vuelco registrado al mediodía de ayer martes en el sector del río Minero, a unos 15 kilómetros de Villa Traful.
Los heridos de mayor gravedad, dos adultos y la niña se encuentran internados en el hospital Zonal de Bariloche y otros dos en el nosocomio público de San Martín de los Andes.
La coordinación de Salud entre las comunidades de Villa La Angostura, San Martín de los Andes y Bariloche incluyó la participación de más de 100 profesionales, cinco ambulancias y un helicóptero.
Se indicó que a los dos adultos asistidos en Bariloche se les realizaron operaciones quirúrgicas en las últimas horas para tratar la gravedad de las fracturas, especialmente una de cadera y otra de aplastamiento de tórax.
Se aclaró que ninguno de los heridos fue internado en salas de Terapia Intensiva, mientras que el resto del pasaje fue trasladado a la ciudad lacustre rionegrina de donde partieron en la excursión que tenía como destino la ciudad de Villa Traful.
El sector donde se produjo el siniestro vial se encontraba en ese momento con barro e hielo, lo que habría desencadenado el vuelco.
El informe de Salud del Neuquén
El ministerio de Salud de la provincia del Neuquén informó que en el vuelco del micro de la empresa Rayantu, que transportaba 47 pasajeros desde Bariloche, «se registraron múltiples personas heridas de distinta gravedad. No hubo víctimas fatales en el lugar del hecho. El siniestro desencadenó un operativo sanitario que involucró a tres comunidades y movilizó a más de 110 profesionales de la salud».
El informe indicó que «los 47 pasajeros fueron evaluados inicialmente en el Centro de Salud de Villa Traful, donde se realizó el triage (evaluación) que determinó el destino de cada herido según su gravedad. La mayoría presentaba fracturas, síndrome de aplastamiento y traumatismos cerrados de tórax.
Las derivaciones se distribuyeron estratégicamente:
13 pacientes al Hospital de San Martín de los Andes (tres trasladados vía aérea)
4 pacientes al Hospital Dr. Oscar Arraiz de Villa La Angostura
5 pacientes y 2 acompañantes al Hospital Zonal de Bariloche
Movilización sin precedentes
El operativo demandó recursos extraordinarios humanos y técnicos. Siete ambulancias se movilizaron desde las tres localidades: dos de Villa Traful, tres del hospital de Villa La Angostura y dos de San Martín de los Andes. El SIEN coordinó además traslados aéreos en helicópteros y terrestres con sus ambulancias.
Traful se transformó en el epicentro de una respuesta sanitaria que puso en evidencia la respuesta del sistema de salud neuquino. Toda la comunidad se movilizó y colaboró, también las instituciones como Parques Nacionales y las autoridades locales.
El ministro de Salud, Martín Regueiro, viajó hasta la zona del accidente con insumos y para sumarse a las tareas de asistencia.
Solo en el Hospital de San Martín de los Andes trabajaron entre 50 y 60 personas, involucrando desde emergencias y enfermería hasta cirujanos, camilleros, laboratorio, choferes, seguridad, traumatología, clínica y UTI. En Villa La Angostura y Villa Traful, otras 60 personas se sumaron al operativo.
Adaptaciones a la emergencia
En San Martín de los Andes, las autoridades hospitalarias implementaron modificaciones operativas inmediatas. El hospital de día fue convertido en un sector intermedio para reevaluar pacientes y optimizar su destino, evitando el bloqueo de camas de guardia.
Para resolver el alojamiento de pacientes dados de alta y sus familiares, se destinó el primer piso del viejo hospital sanmartinense, ubicado en el centro de la localidad, demostrando la capacidad de adaptación del sistema.
Un Estado que responde
La respuesta articulada involucró múltiples jurisdicciones: desde la Secretaría de Emergencias hasta la Secretaría de Seguridad de Villa La Angostura, bomberos y policías de ambas localidades, quienes permanecieron en el lugar hasta garantizar la evacuación del último paciente.
El operativo evidenció la fortaleza de un sistema sanitario que, ante la emergencia, logró coordinar recursos humanos y técnicos de tres comunidades para brindar una respuesta integral a los 47 pasajeros del micro.
Un hombre que transitaba junto a su familia por la ruta de Siete Lagos terminó volcando a la altura del kilómetro 2150, entre Villa La Angostura y San Martín de los Andes. Las intensas nevadas que se registran en la zona cordillerana de Neuquén requieren de extrema precaución en las rutas, además de la utilización […]…
Se difundió desde la embajada de ese país en Londres contra la Argentina y varias representaciones diplomáticas.
Irán publicó un documento oficial en las Naciones Unidas en el que apunta a Argentina y hace referencia a Milei, quien en las últimas horas declaró que “Irán es enemigo de Argentina” y que “Irán es una teocracia que quiere exterminar a la única democracia libre de Medio Oriente”.
En el informe en el párrafo 92 señala que “algunos otros países han declarado su apoyo a los actos de agresión del régimen sionista contra Irán. Entre ellos, se encuentran Canadá, Argentina, República Checa y Paraguay”.
Y agrega en el párrafo 94 que “el 13 de junio de 2025, el presidente de la República Argentina, Javier Milei, respaldó las acciones militares del régimen sionista contra Irán y condenó los ataques defensivos iraníes contra el régimen sionista expresando su apoyo a las acciones militares anteriores de Israel”.
Esto se da luego de que el presidente Milei apoye de manera pública al ataque israelí contra objetivos en Irán y contra el bombardeo de Estados Unidos contra dos de las mayores instalaciones nucleares del régimen con bombas.