El FMI aprueba la primera revisión y desembolsa 2.000 millones: política y colonialismo en juego
El FMI aprobó la primera revisión del acuerdo con Argentina y autorizó un desembolso de 2.000 millones de dólares, mientras el candidato a embajador Martín Lamelas no se priva de mostrar su costado más colonialista. Más que una cuestión económica, el hecho revela la profunda subordinación política que sigue marcando el rumbo del país.
Por Tomás Palazzo para Noticias La Insuperable

El Fondo Monetario Internacional (FMI) dio luz verde a la primera revisión del polémico acuerdo con Argentina y autorizó el desembolso de 2.000 millones de dólares. Un gesto que, en principio, podría leerse como un voto de confianza a la gestión económica local, aunque para ser sinceros, parece más un “sí, hagan lo que puedan, pero con nosotros mirando de cerca”. Una compleja maraña política, internacional y hasta simbólica, que no sorprende a nadie.
Este desembolso llega en un momento de alta tensión diplomática, donde no solo las cifras económicas importan, sino el poder geopolítico que conlleva la dependencia financiera. El FMI no es un mero organismo técnico: es una pieza clave del engranaje global que condiciona decisiones internas en los países deudores. En este sentido, la aprobación de la revisión confirma que Argentina continúa alineándose a una agenda dictada por intereses externos, con la consecuente pérdida de soberanía en las políticas públicas, como ya hemos analizado en Noticias La Insuperable.
Pero la trama adquiere un cariz aún más preocupante con las recientes declaraciones del postulante a embajador argentino, Martín Lamelas. Sus palabras, que no escapan a un tono colonialista, reflejan un pensamiento que ve a Argentina no como un actor soberano, sino como una mera colonia financiera, dependiente y subordinada a los dictados del norte global. ¿Quién iba a imaginarlo?
Lamelas sostuvo que la “estabilidad y confianza” en la Argentina solo serán posibles a partir del compromiso “firme” con los mandatos del FMI, planteando un claro alineamiento ideológico que reverbera con las lógicas neocoloniales, tal como denunció recientemente el medio La Jornada Económica. Más allá de la diplomacia, estas declaraciones consolidan un relato que subordina el futuro económico y político argentino a la tutela de organismos internacionales, como si la voluntad nacional fuera un detalle prescindible.
Esta combinación de un desembolso millonario con la nominación de un embajador de perfil colonialista no es casualidad. Se trata de una señal política que reafirma quién manda y quién obedece en esta relación desigual. Mientras la dirigencia oficialista celebra el ingreso de fondos como una “victoria” y un “respaldo internacional”, la sociedad argentina enfrenta una nueva etapa de ajuste, condicionada y vigilada por un FMI que ya no solo controla las finanzas, sino también las narrativas políticas.
La gran pregunta es: ¿qué margen queda para un proyecto económico soberano, independiente y verdaderamente nacional, cuando las decisiones estratégicas están dictadas desde Washington y sostenidas por figuras que legitiman una visión colonial? La aprobación de la revisión y el desembolso parecen consolidar un modelo que profundiza la dependencia y limita la autonomía.
En definitiva, más que un simple movimiento financiero, este episodio expone la tensión central del presente argentino: la lucha entre soberanía y colonialismo disfrazado de “asistencia técnica”. Y mientras tanto, los 2.000 millones ingresan, con el FMI y Lamelas como custodios, marcando el pulso político de lo que vendrá. No es para nada sorprendente, pero vale la pena recordarlo.