Libro: “Perder la cabeza” de Marcos Rosenzvaig
Cada vez que nos encontramos hurgando las estanterías de una librería o las de una biblioteca, los elementos paratextuales de un libro como la tapa y la breve reseña de la contratapa pueden acercarnos o alejarnos de una nueva lectura. Ahora bien, cuando un libro ya está en nuestras manos la seducción puede despertarse de formas inesperadas.
Un inicio de novela impactante puede activar un cambio corporal en busca de la posición apropiada para comenzar a transitar un período agradable de lectura.
Marcos Rosenzvaig abre el telón de esta ficción a través de una voz narradora cargada de energía revolucionaria. La cabeza de un político opositor, pasada a degüello por las sangrientas manos federales, descansa en una pica en la plaza Independencia de San Miguel de Tucumán:
“Yo, Marco Avellaneda, que fui decapitado a los veintiocho años por haberme opuesto a vivir amordazado con un chaleco punzó, un sombrero con cinta color punzó, un poncho punzó y con el maldito color punzó hasta en el culo, he muerto y mi cabeza hace dos semanas es exhibida en la plaza de la ciudad de Tucumán. En cuanto a mi alma, debo decir que ignoraba la velocidad de la muerte, que sabía acerca de la crueldad de los represores, pero jamás imaginé tantos años vagando como un niño perdido para siempre.” (pág.7)
Perder la cabeza es una novela histórica contada a dos voces que referencian dos historias entrelazadas que se nutren a pesar de los 140 años que las separan.
Cruzar dos ficciones distantes en tiempo y espacio no es una estrategia de vanguardia. Varios autores ya lo han ensayado, pero lo fascinante es desentrañar cómo cada escritor hace coincidir esas historias en algún punto. Este procedimiento nos mantiene alerta mientras las páginas se suceden en busca de ese detalle que pueda funcionar como nexo narrativo. Marcos Rosenzvaig utiliza, por lo menos, tres puntos de fusión entre las dos historias narradas y adelantar alguno de ellos sería ir contra los principios y códigos de los buenos lectores.
Las historias se recrean en escenarios teñidos por la violencia, emanadas del abuso del poder político. Marco Avellaneda y Fortunata García (época de Rosas); Pablo y Ana (última dictadura argentina) viven sus pasiones y adversidades mientras el concepto “perder la cabeza por amor” transita vaivenes entre los planos metafórico y literal.
Otro aspecto muy bien logrado en este libro es el despliegue de diferentes voces narradoras. El autor caracteriza psicológicamente a sus personajes por medio de una exploración lingüística que nos conduce al interior de cada protagonista. De esta manera podemos inferir el nivel cultural de los personajes. Por ejemplo, Germán Céspedes entre sus divagaciones nos regala la siguiente manifestación:
“Sé que el viento borra todas las huellas y despeja de nubes el alma de los hombres. El viento hace como que nada hubiese ocurrido antes y el hombre se pregunta qué hubo antes. El hombre no sabe adónde ir cuando olvida por dónde vino. La lluvia lava los días y estos se diluyen y se pierden amnésicos, y de vez en cuando uno los reencuentra tocándose las cicatrices.” (pág.93)
Cuando revisamos vivencias de la última dictadura argentina suelen aparecer los siguientes tópicos: cartas codificadas, contactos íntimos, nombres de guerra, pseudónimos, las pastillas de cianuro y escondites tétricos entre otras cosas. Rosenzvaig hace jugar estos elementos en una escena de escape cargada de tensión a través de las siguientes postas:
Escape del pelotón de fusilamiento; camuflaje en el monte tucumano; tránsito eventual en un hotel de mala muerte; terminal de colectivos; llegada a Buenos Aires; pasaportes adulterados; aeropuerto y exilio.
Esta novela integra la trilogía temática del autor que se completa con los libros Monteagudo y Cabeza de tigre.
Marcos Rosenzvaig nació en Tucumán en 1954. Es profesor de letras por la Universidad Nacional de Tucumán y doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Málaga.
Rosenzvaig, Marcos
Perder la cabeza
Alfaguara, 2018
176 páginas