¿EL PATITO SALIÓ DE LA CUARENTENA?
El dilema salud/economía parece no resolverse con exactitud. Sin comida no hay salud, pero con virus tampoco. Un callejón sin salida clara que nos obliga a redifinir estrategias…
Entre lo que se dice y se hace hay un espacio para la reflexión, pero también para analizar las complejidades entrelazadas en las que vivimos.
El mundo se ha transformado en un sólo territorio, en donde las decisiones divergen: la ciencia se actualiza y cambia según prueba-error, los políticos se acercan o alejan de la ciencia y llevan a cuestas a milllones de personas, nosotros desde nuestras casas cambiamos nuestras prioridades y modos de vida, el planeta se acelera en la interconección de información mientras se distancia físicamente.
El patito es apenas un juguete que ya no encuentra reparo en ningún lado, tan vulnerable como sujeto a contradicciones difíciles de resolver, sin garantías, sin chalecos de bala.
Ni mucho ni poco, ni lo mejor o lo peor, ni la libertad absoluta o el encierro extremo, ni la salud dorada o el apocalípsisis infeccioso, ni la ultrademocracia caótica o el totalitarismo del Estado, ni la obesidad omnipresente del voraz consumo o la desnutrición agobiante de la pobreza.
El patito no para de hacer cola, toma distancia, se agolpa contra otros patitos, se queja, se indigna, refunfuña, y se deja llevar por la incertidumbre ya sin pensar en nada.
El patito parece estar en el borde, entre quedarse y salir, entre usar barbijo y no usarlo, entre la OMS y Oriente, entre llegar a un estado de suma meditación y explotar de ira y angustia, entre cuidar su salud o morirse de hambre, entre la fiebre y el congelamiento, entre el distanciamiento social y pegarle una piña a otro patito.
Sin embargo, y más allá del borde, el patito intuye que detrás del miedo y el dolor hay un profundo aprendizaje, y una posibilidad de transformar su realidad en ese gran viaje que es la vida…