El retorno a Regina de Girondo Masmédulo (I)
Él se encuentra sentado con su espalda sobre un manzanar repleto de frutos. Desde Tucumán a Villa Regina. Una meta: hacer algo de dinero. El oficio: recoger manzanas y peras. El tiempo: tres meses. Un hobby: la poesía desenfrenada. Una síntesis que intenta englobar los recorridos de Girondo Masmédulo. Después de una jornada bajo el incandescente sol, Girondo acude a lo único que tiene: las palabras. Y sobre ese manzanar, esboza:
Cansado
¡Sí!
Cansado
de usar un solo bazo,
dos labios,
veinte dedos,
no sé cuantas palabras,
no sé cuántos recuerdos,
grisáceos,
fragmentarios.
Cansado,
muy cansado
de este frío esqueleto,
tan púdico,
tan casto,
que cuando se desnude
no sabré si es el mismo
que usé mientras vivía.
Cansado,
¡Sí!
Cansado
por carecer de antenas,
de un ojo en cada omóplato
y de una cola auténtica,
alegre,
desatada,
y no este rabo hipócrita,
degenerado,
enano.
Cansado,
sobre todo,
de estar siempre conmigo,
de hallarme cada día,
cuando termina el sueño,
allí, donde me encuentre,
con las mismas narices
y con las mismas piernas;
como si no deseara
esperar la rompiente con un cutis de playa,
ofrecer, al rocío, dos senos de magnolia,
acariciar la tierra con un vientre de oruga,
y vivir, unos meses, adentro de una piedra.
PABLO NANI – LA TAPA