Un acorde de Kafka para entender a Milei

 

*Este texto fue escrito para la presentación del libro El temblor de las ideas. Buscar una salida donde no la hay, de Diego Sztulwark, y editado por Revista Anfibia.  

Presentar un libro produce temblor. Hay cierto oficio o cierta especialidad en ese acto, es casi un género. Horacio González era un experto en presentaciones. Incluso alguien dijo alguna vez que Horacio no iba a una mesa redonda, sino que era la pata de una mesa. El chiste le cabe, pero sé cómo disfrutaba de estas tertulias. Leer es reescribir. De un libro brotan otros pensamientos, ramificaciones inesperadas surgidas de las experiencias sensibles del que lee.  

El temblor de las ideas (Planeta, 2025), de Diego Sztulwark, es un libro que enlaza a un artista/filósofo Franz Kafka con acontecimientos políticos argentinos. Diego leyó Kafka con intensidad, con rigor y también leyó a un conjunto de pensadores que dijeron mucho sobre él. Este es un libro coral: Kafka, la política argentina, la filosofía y un pensador emocionado.  ¿Es forzada esa relación, como en algún momento dijo David Viñas?  En el andar de mi lectura por momentos pensé que sí; en otros, no. Traté de escuchar, como hago con la música, y entonces lo leí como una partitura, como una musicalidad vibrante sobre la cual uno puede imaginar y querer cierta vinculación con este libro, pero no necesaria. Tal vez sea un mero capricho o, más seriamente, la encuentre emparentada con este libro. La música siempre excede la partitura, que posee un rasgo excesivamente obligatorio. Hasta los silencios se escriben.  Y no sólo eso: determinan la duración del silencio. 

Luego de cada capítulo o subtítulo hay una coda, una extensión del tema, pero en otra clave, como un diario de la perplejidad. Ahí Sztulwark escribe con fecha y año anotaciones sobre la actualidad política argentina, acontecimientos específicos sobre ella, opiniones, preguntas y polémicas sin que exista correspondencia necesaria con el capítulo en el que las incluye. Incluso aparecen en diversos lugares de cada capítulo. Me gustó ese procedimiento.

En este libro nos topamos con Kafka, con ensayos sobre Kafka y un diario personal sobre la perplejidad en la que estamos entrampados en estos tiempos. Hay tres movimientos. Pongamos un acorde: Ya nada es. Millones acariciaron el látigo y aquí estamos. Ese acorde tiene que ser un acorde en modo menor. Lánguido, melancólico, triste también pero, cuidado, porque siempre tiene bellísimas melodías y muy atrapantes. ¿Nos quedamos ahí?  No. El temblor tiene la potencia de refutación política, dice Diego, restituye las vidas, los cuerpos, el movimiento. Para eso hay que rastrear palabras y horizontes que hoy no están en la política, pero la paradoja es que le pertenecen. Hoy empobrecen lo terrible, el horror. Entonces debemos rastrear palabras perdidas y omitidas, e inventar. Pongamos otro acorde en modo mayor: exultante, auspicioso. 

Ahí podemos comenzar a conversar, aun teniendo que padecer la imposibilidad: imposibilidad de actuar sin criterios transformadores (revolucionarios, dice Sztulwark), imposibilidad de actuar sin ellos e imposibilidad de dejar de actuar. 

En el libro hay muchísimos pensadores que reflexionan a partir de Kafka, teorías, pensamientos admirables, filosóficos y políticos que rompen, que hacen crujir el mundo. En la música, también.  Pero Sztulwark dice: “Cuando la derecha escenifica este romper todo, activa la destrucción del pacto social plagado de mediaciones y regulaciones de las que quiere prescindir”. De los autores que él nombra también van a prescindir. 

Hay un artilugio en la música que permite armar un acorde de tal modo que esté en mayor, pero es menor, y a la inversa. Una forma de engaño al oído. Recuerdo haberme pasado horas escuchando la 5ta sinfonía de Malher para poder percibir en qué modo estaba. Es un artilugio propio del postromanticismo en la música. Malher lo usa con maestría. Esos acordes indefinidos tensan, sólo agucemos el oído. En ese diario de la perplejidad, Sztulwark lo hace: comienza con el intento de asesinato a Cristina Fernández de Kircher, pasa por el 2001, la pandemia, la batalla cultural planteada por Agustín Laje y otros seres oscuros, la irradiación que produjeron en los jóvenes “porque la derecha se ofreció como una competencia y como una alternativa” y “la extrema derecha disuelve la política en la cultura y la cultura en la comunicación”. Disolver la lengua, los cuerpos, las ideas de lo que llamaron el marxismo cultural, disolver los feminismos, los ecologismos, los derechos humanos, los indigenismos, los agrupamientos sindicales, movimientos piqueteros y muchos otros que señalaban una sociedad dispuesta a la conquista de reclamos y derechos. La tarea de esta derecha era y es destruirlos. Todos ellos son enemigos, son el lastre que hay que desintegrar. Una derecha 2.0, como la llama Gilbert. 

Sztulwark analiza esta derecha con mucha precisión: cómo son, qué quieren, de dónde vienen, cómo se anticiparon en gobiernos anteriores en Argentina con promesas no cumplidas. Hay que descifrar eso. Laje y otros, creo que Nicolás Márquez también, saben que la derecha no tiene intelectuales y se lanzan a la batalla cultural. Comunicación, tecnología, cultura y política son temas problemáticos tanto para la derecha como para los progresismos. 

Permítanme decirlo: en el regreso a la democracia no debatimos con suficiente hondura lo que fuimos durante la dictadura cívico militar. Sé que es complejo y requeriría un extenso debate. Nos acogimos a estrategias políticas algo sumisas que me agobiaron siempre. Entonces, creo que hay que caminar por otros lugares, llaves artísticas, políticas y, sobre todo, imaginación. Si esa búsqueda está, no podemos hablar de derrota. Es otro sendero, es un camino fructífero. 

La lectura de este libro coincidió con procedimientos técnicos que se realizan sobre lo registrado en la grabación de un disco. Estaba entre la constante escucha de las mezclas que me iban llegando (la mezcla es homologable al montaje en el cine) y la lectura de este libro, que es un conjunto de voces políticas. Una sinfonía. 

Este disco se llama Fuera de Lugar, pero no es el retiro de ninguna batalla. Este disco es una batalla en sí mismo. El procedimiento político con el que trato para pensar la música, su errancia y la relación conflictiva y llena de tensiones entre el pasado y el presente. Ese es el modo que encontré para estar en la música, en la historia y en la política y algunas otras cosas que me he ido inventando a lo largo de los años. En Ante la ley, de Kafka, la puerta está abierta, pero está el centinela. Primero aparece la frustración, segundo la espera mientras aparece la pregunta: qué hacer ante la puerta abierta y el centinela que la custodia.  Imposibilidad y espera. 

La trampa es no saber de qué se te acusa. Pero se te condena. La ley impera, pero no sabemos qué es. Produce ignorancia y culpa, entonces esperamos. Es insoportable esperar porque, al esperar, no percibimos que son los artificios del poder los que lo producen. La derecha actúa de tal modo que provoca una adhesión inmediata al orden de las cosas tanto en los sujetos como en el ámbito social. Sólo de un fondo oscuro puede surgir la idea de que alguien sabe de antemano el secreto de todas las cosas e impide buscar otro camino en el que habite la fuerza de obrar en el lenguaje. “La trampa, la ignorancia y la culpa están en la base de los artificios del poder” y los entrampados son los que asumen su condición sin asombro. Ojalá los entrampados tuvieran conciencia de la fugacidad y fragilidad de los entrampadores. El canto tiene que cantar sabiendo eso. En realidad, eso es lo único que hay que cantar. Diego dice que la fragilidad en Kafka da señal de una vitalidad superior. A mí me da la sensación de una embriaguez ante un abismo. Poder salirse del dispositivo

Para comprender estos paralelismos un tanto arbitrarios que estoy haciendo con la música debemos saber que estamos en un dispositivo tonal, es decir un centro. De esas claves se puede ir a otra clave, se puede modular e ir hacia otro lado, pero siempre dentro de la tonalidad fijada y, por más vueltas armónicas que demos, la tonalidad sigue siendo la ley. Ese es el texto sagrado y de ahí no nos movemos. Sin embargo, en las músicas como las de la Grecia antigua y las indígenas no existe la tonalidad. Esas ideas antiguas y preciosas se buscaron en otras composiciones como las de Gyorgy Ligeti. Todo a partir de una búsqueda desesperada de Arnold Schönberg, quien inventó el atonalismo pero fracasó. La tonalidad es una convención histórica de occidente. Los que salen de ahí provocan un tembladeral bellísimo, como los acordes erráticos que buscó Gerardo Gandini. Construyen una música vibrante y el oído se abre dispuesto a lo inesperado e insospechado. Eso le exijo a la política. Con la lengua que posee hoy, nunca la escucharemos. Yo tampoco la poseo, por supuesto, porque no es individual, es una construcción colectiva de la cual sólo sabemos que es un enigma. ¿Puede oírse? Desde que asumió Milei, en algunas marchas puede. Por ahora la mayoría pensamos que está, como señala Diego, por debajo del umbral auditivo de la política. ¿De los últimos 20 años? Creo que no. Que es excesivo sostener eso. Siempre queda algo por oír, no siempre hubo sordera absoluta. Ha habido notas de paso para ir de un lugar a otro. Yo quiero saber qué se oye al otro lado de la frontera, como diría Horacio González en Fusilamientos. Muerte en primera persona

Conversar es hacer temblar lo que está fijo en este país y nos ha producido, dice Diego: un impacto político y existencial. Kafka es un artista. Diego afirma que es alguien que hace temblar el sistema rígido y normativo de este tiempo y de todos los tiempos. Y dice: Kafka es un estratega.  No son palabras de la política. Es poesía, es arte y, por lo tanto, sí es política porque esas palabras atraviesan cada día de nuestras vidas y logran que las revisemos constantemente o nos juntemos para pensarlas. Muchas veces percibimos que la política no anclará nunca en esos mundos que son lo único que importa. Tal vez la ausencia de esas palabras, el retiro de ciertas lecturas, la ignorancia también le impidan a estos tiempos construir lo que repare esta intemperie, esta demolición, diría Diego

Tuvimos otros momentos en donde la sensibilidad política pudo generar respuestas colectivas. Tema que nunca terminará de ser pensado una y otra vez. Sólo puedo decir que hubo momentos de enorme felicidad. Prefiero hablar así y no de derrota. “Es infinita, nunca terminará esa riqueza abandonada”, dice el poeta Edgard Bailey.  Por eso me parece una extraordinaria audacia haber recalado en Kafka para acompañar esa búsqueda. Fue una audacia feliz porque para evitar la trampa tenemos que elevar al mundo. Creo que es Carlos Correas quien pone atención en la palabra elevar

¿Es una actividad emancipatoria? Kafka teme no tener las fuerzas suficientes para vencer a la institución. No poseer esas fuerzas o dudar si las tendrá es desesperante, te lleva a pensar que no hay salida, pero al mismo tiempo necesita que la haya. “El héroe en Kafka es el sujeto sujetado por una triple imposibilidad: imposibilidad de encontrar respuestas, imposibilidad de dejar de buscar respuesta e imposibilidad de dejar de preguntar”. Una relación enigmática con el mundo, tanto como los acordes erráticos en la música. Recuerdo una clase de Gandini sobre procedimientos para componer. ¿Pongo un mi mayor, adónde voy? No lo sé, pero sigo, no lo encuentro, pero no puedo dejar de preguntarme adónde voy. Es desesperante, pero todo ese enigma culmina en La ciudad ausente, la novela de Ricardo Piglia, y la ópera de Gandini con libreto de Piglia. 

¿Quiero señalar una esperanza? No. Quiero señalar que la imposibilidad no puede impedir llevarnos a una acción emancipatoria. Si no lo es nos volverá a entrampar. Kafka dice: no quiero libertad, quiero una salida. Ya el deseo de la salida habilita la posibilidad de encontrarla. Siendo sincera, no me gusta la palabra esperanza, me resulta demasiado religiosa, tanto como la tonalidad en la música que es un cerrojo. Prefiero hablar de las fuerzas irreprimibles del deseo de buscar colectivamente. Decía Horacio González: una comunidad es un síntoma de libertad, no una forma obligatoria de convivencia. Y allí está también León Rozitchner con su idea del materialismo ensoñado. El sueño es lo que liga el pensamiento al cuidado de los cuerpos. Pienso que donde no hay ensoñación, hay cadáveres.  

Buscar tiene que ser un diálogo poderosísimo y tenso entre los restos y el presente altamente tecnologizado y un mundo que nos condena y encierra en una lengua mortuoria.

Musicalidad vibrante. Coda

La tecnología existe desde hace muchas décadas. Surge de la guerra donde se mata y se muere. Hoy el procedimiento es el mismo: se mata y se muere, la tecnología va directo hacia los cuerpos. En el caso de la música va directo al oído y a cualquier narración que quieras hacer. Spotify es un monopolio narrativo, es el más claro ejemplo del robo de la palabra. Ahí todo es aleatorio. Las plataformas digitales son las que hablan disolviendo tu habla. Habría que hacer una historia de la escucha y de la voz que va del grito de guerra liberador a la voz de mando militar. La tecnología anestesia, te brinda cuadrículas encerrando la experiencia sensible y estética. 

Así que, Diego, sólo quiero decirte que tengo tantos gritos adentro de mi alma que rechazaré siempre la condena de este mundo bélico, tecnológico y cruel, aunque no pueda conjurarlo. Prefiero seguir siendo una mujer atravesada por preguntas, por un no saber, por un desconcierto vital, dispuesta a dar las vueltas necesarias con el fin de abrir, no cerrar. Prefiero habitar las tensiones de la imposibilidad. 

Gracias, Diego.

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    La victoria aplastante del peronismo en Buenos Aires posiciona a Axel Kicillof como un líder indiscutible de la oposición. Su estrategia de desdoblar las elecciones —por primera vez— en la provincia más poblada del país, de provincializar la elección y de movilizar a los intendentes le dieron la razón frente a las críticas que recibió durante meses al interior del espacio. Los resultados, además, parecen haber confirmado un cambio de roles. La voz de Cristina se escuchó en un búnker donde ya se cantaba desembozadamente es para Axel la conducción, aunque ella siga sin darle ese lugar. Sergio Massa, a quien unos y otros le atribuyeron el éxito de la rosca por la unidad, parece haberse adaptado cómodamente a su lugar de operador tras bambalinas. Más allá de la audaz jugada del Gobernador, los trece puntos de diferencia sorprendieron a propios y extraños. Ahora: ¿cómo leer el resultado y las nuevas posiciones en juego?

    El triunfo arrasador de Fuerza Patria sobre La Libertad Avanza se explica por varios factores. A saber: el desdoblamiento de las elecciones, la capacidad de movilización de los intendentes del conurbano, el desempeño económico del Gobierno nacional y el reciente escándalo de corrupción que involucra a la hermana del presidente. Kicillof plebiscitó su gestión en el momento más crítico del Ejecutivo nacional, días después de que el Congreso diera vuelta el veto presidencial a la emergencia en discapacidad y se encamine a convertirse en un actor más desafiante.

    Provincialización de la elección, nacionalización de los resultados

    Kicillof hizo una apuesta grande y desdobló las elecciones provinciales oponiéndose a Cristina Fernández de Kirchner y a su hijo Máximo, que insistían en la inconveniencia de hacerlo. Pero contó con el apoyo de decenas de intendentes y ex intendentes con cargos ejecutivos, como Verónica Magario y Gabriel Katopodis. El desdoblamiento y la provincialización de la elección fue clave para el triunfo de Fuerza Patria y puso el peso de movilizar el voto en los intendentes, muchos de los cuales encabezaron listas en sus secciones electorales. Los resultados se leyeron en clave nacional.

    El gobierno nacional apuntó a la estrategia contraria y buscó nacionalizar la elección de la provincia de Buenos Aires, la madre de todas las batallas electorales. Nunca antes una elección provincial había recibido tanta atención nacional. El desdoblamiento es algo común en el resto de las provincias, pero es la primera vez que se hace en la provincia de Buenos Aires, cuya suerte siempre estuvo atada a los vaivenes de la política nacional.

    Milei se cargó la campaña al hombro y empezó a jugar fuerte en el territorio bonaerense. Frases con peso histórico —“Kirchnerismo nunca más”— marcaron el eje de su discurso y le dieron un tono épico a la disputa. Sus principales alfiles territoriales —el intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela, y el intendente de General Pueyrredón, Guillermo Montenegro— salieron a la cancha como cabezas de lista en sus secciones electorales, mientras viejos jugadores del PRO, como Diego Santilli y Cristian Ritondo, no dudaron en cambiar de camiseta y sumarse al equipo libertario desde el minuto uno. Mientras tanto, el gobierno nacional sigue intentando esquivar los escándalos de corrupción que suenan al ritmo de Guantanamera, con el 3 por ciento que se habría llevado Karina instalado en el centro de la conversación pública.

    La victoria de Kicillof en la provincia de Buenos Aires no sólo consolida a un gobernador con fuerte proyección política, sino que también ordena al peronismo en un momento de dispersión y búsqueda de liderazgo. La provincia más poblada del país vuelve a convertirse en el corazón de la estrategia opositora frente al gobierno nacional, y la figura de Kicillof se proyecta como un articulador posible entre las distintas corrientes internas del PJ. El desafío será transformar ese capital electoral bonaerense en una estrategia nacional, capaz de superar las fragmentaciones y ofrecer un horizonte común. Si el peronismo logra hacerlo, Kicillof puede convertirse en el eje alrededor del cual se reorganice la oposición al oficialismo en los próximos dos años.

    La reconfiguración interna del peronismo se da en un momento en que los liderazgos tradicionales atraviesan un desgaste evidente. Cristina Fernández de Kirchner conserva centralidad simbólica, pero la decisión judicial de impedirle participar en la contienda electoral abrió un vacío que pareciera de a poco llenarse. Sergio Massa, tras la derrota presidencial de 2023, se concentra en la rosca política detrás del armado electoral. Kicillof le atribuyó ser el artífice de la unidad del peronismo en la provincia. El gobernador emerge con un perfil propio: una decisión que hace unos meses parecía una locura para algunos lo convirtió en un referente ineludible de cara a la discusión sobre el futuro liderazgo nacional y le dio autonomía de Cristina y de la Cámpora, algo que el expresidente Alberto Fernández nunca pudo lograr. Sin embargo, no hubo caras nuevas en las boletas de Fuerza Patria. Más bien, lo que se vio fue la capacidad de los dirigentes territoriales establecidos de movilizar el voto.

    Las implicancias de este triunfo también se ven en la relación con los demás gobernadores. La mayoría optó en los últimos años por estrategias centradas en la gestión local y en acuerdos pragmáticos con el gobierno nacional. Kicillof, en cambio, ofrece una referencia de oposición más clara que puede atraer a gobernadores peronistas. Osvaldo Jaldo, el gobernador peronista de la provincia de Tucumán (ex aliado de Milei), escribió en X tras el triunfo de Kicillof: “en Buenos Aires, el pueblo habló con paz y con fuerza. Felicitamos al gobernador @Kicillofok por un triunfo que ratifica el rumbo de su gestión y demuestra el respaldo de los bonaerenses a @FuerzaPatriaBA, poniendo un freno a las políticas del Gobierno Nacional. Estos resultados nos marcan el camino: los argentinos queremos paz social, unidad, trabajo y producción, para seguir construyendo una Patria mejor”.

    La victoria bonaerense proyecta al peronismo hacía un desafío inmediato: disputar con fuerza las elecciones legislativas de octubre. El resultado en Buenos Aires es decisivo, no sólo por el peso de sus bancas, sino porque marca la capacidad del peronismo para presentarse como alternativa de poder. Con este resultado electoral, Kicillof no sólo aseguró la gobernabilidad provincial, sino que se ubicó en el centro de la reorganización del peronismo a nivel nacional. De aquí en más, lo que ocurra en el peronismo girará, en gran medida, alrededor de cómo el gobernador bonaerense logre transformar su triunfo local en un liderazgo capaz de proyectarse más allá de los límites de la provincia.

    Victorias en el conurbano y el interior

    El conurbano bonaerense fue la región dónde la polarización entre las huestes libertarias y el peronismo apareció con mayor nitidez. En la Primera y en la Tercera sección electoral, que nuclean a los distritos más densamente poblados, los resultados fueron sorpresivos no por la victoria de Fuerza Patria, sino por lo abultado del resultado. Si bien se descontaba una victoria en la Tercera Sección, donde el peronismo gobierna 17 de 19 municipios (entre ellos La Matanza, el municipio más poblado del país, y bastiones como Lomas de Zamora, Berazategui y Florencio Varela) la diferencia de 25 puntos a favor de la lista encabezada por la vicegobernadora, Verónica Magario, no figuraba ni en las predicciones más optimistas. De la misma manera, el ex intendente de San Martín Gabriel Katopodis se impuso por 10 puntos al intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela, en la Primera Sección, que aparecía como una de las disputas más reñidas en todo el territorio provincial.

    En su estrategia de nacionalizar la elección, Milei eligió cerrar la campaña en Moreno, otro bastión peronista de la Primera. La decisión fue un arma de doble filo: la debacle económica y los escándalos de corrupción terminaron de inclinar la balanza en contra de las aspiraciones libertarias. Pero no fue solo el impacto de la política nacional lo que explica el resultado final. Si la estrategia libertaria fue de nacionalización, en el territorio primó una fuerte municipalización que se reflejó en las candidaturas testimoniales de varios intendentes de peso. Incluso intendentes no alineados con el gobernador en la interna del peronismo provincial, como el malvinense Leonardo Nardini, decidieron jugar fuerte y encabezar la lista para concejales en sus distritos.

    La municipalización también tuvo su efecto positivo en los votos para La Libertad Avanza. La fuerza del presidente triunfó en los tres municipios del conurbano cuyos intendentes forman parte de ese espacio: Tres de Febrero, donde Valenzuela encabezó la lista a diputados provinciales por la Primera; San Isidro, gobernado por Ramón Lanús; y Vicente López, donde gobierna Soledad Martínez.

    San Miguel podría haberse convertido en el cuarto distrito pintado de violeta en el conurbano, pero las tensiones entre el Gobierno nacional y Pablo Delatorre (hermano del ex intendente y líder local, Joaquín Delatorre) a raíz del escándalo por la retención de 5 millones kilos de alimentos destinados a comedores infantiles durante su gestión en el ministerio de Capital Humano, llevaron al delatorrismo a seguir una estrategia vecinalista. ¿El resultado? En la elección local se impuso Primero San Miguel, fuerza del delatorrismo, con el 39 por ciento de los votos, frente al 32 de FP y al 19 de LLA. Sin embargo, en la categoría para la legislatura provincial, FP fue la fuerza más votada y duplicó los votos de LLA. Otra apuesta fuerte por la municipalización de la elección fue la del intendente de Tigre, el peronista Julio Zamora. Enfrentado desde hace varios años al peso pesado del peronismo local, Sergio Massa, Zamora optó por abandonar las filas del peronismo y encabezar la lista de diputados provinciales por Somos Buenos Aires, una alianza heterogénea del GEN, la Coalición Cïvica y dirigentes políticos desencantados con las fuerzas principales. Su lista quedó tercera y él quedó afuera de la legislatura provincial. En una elección muy pareja, el triunfo local fue para la lista de FP encabezada por el massista Sebastián Rovira.

    En el interior bonaerense el resultado sorprendió a propios y extraños. El enclave agropecuario, históricamente esquivo al peronismo, no se tiñó completamente de violeta como se esperaba en la previa. Fuerza Patria logró imponerse en tres de las cinco secciones electorales que conforman el interior de la provincia, dejándole solamente dos a la Libertad Avanza. El rol de los intendentes que anteriormente habían pertenecido a Cambiemos y que no se alinearon con LLA fue fundamental para que esto ocurra.

    En la Segunda Sección (Arrecifes, Baradero, Capitán Sarmiento, Carmen de Areco, Colón, Exaltación de la Cruz, Pergamino, Ramallo, Rojas, Salto, San Andrés de Giles, San Antonio de Areco, San Nicolás, San Pedro y Zárate) se conformó un escenario de tercios. A la disputa entre FP y LLA se sumó un tercer espacio denominado Hechos, creado por los hermanos Passaglia, que gobiernan el municipio de San Nicolás. A este espacio se sumaron otros intendentes de peso de la sección como Javier Martínez en Pergamino (la segunda ciudad en importancia de la sección). La principal razón del surgimiento de este espacio político no fue su rechazo al gobierno de Milei, sino su negativa a aceptar las exigencias de los libertarios en la conformación de las listas legislativas. Las exigencias de la cúpula de LLA con algunos dirigentes de la provincia demostraron ser un grave error en el armado político, que Milei remarcó en su discurso luego de la derrota electoral.

    En la Cuarta (Alberti, Bragado, Carlos Casares, Carlos Tejedor, Chacabuco, Chivilcoy, Florentino Ameghino, General Arenales, General Pinto, General Viamonte, General Villegas, Hipólito Yrigoyen, Junín, Leandro N. Alem, Lincoln, Nueve de Julio, Pehuajó, Rivadavia y Trenque Lauquen) FP ganó por un margen mayor que en la Segunda, pero también surgió una tercera vía con el frente Somos Buenos Aires como protagonista. Allí, la actuación de los intendentes de Chivilcoy (Guillermo Britos, intendente de un partido vecinal que fue aliado de Milei en 2023) y de Junín (Pablo Petrecca, intendente del PRO y alfil político de Mauricio Macri en la provincia) fue fundamental. Las imposiciones que LLA pretendía hacer tanto en las listas a concejales como a diputados provinciales hicieron que estos intendentes, al igual que varios otros del interior bonaerense, se negaran a ponerse la camiseta violeta.

    Fuerza Patria también triunfó en la Séptima (Azul, Bolívar, General Alvear, Olavarría, Roque Pérez, Saladillo, Tapalqué y Veinticinco de Mayo), donde cinco de los ocho municipios son gobernados por FP y el único intendente aliado a Milei decidió ir con lista corta de concejales.

    El gobierno nacional encontró un motivo para celebrar en la Quinta. Logró imponerse en Mar del Plata (principal ciudad del partido de General Pueyrredón) gracias a la victoria del actual intendente, Guillermo Montenegro, uno de los primeros intendentes del PRO que pegó el salto a LLA. Sin embargo, el margen de la victoria fue más estrecho de lo que el oficialismo esperaba. También festejó en la Sexta (Adolfo Alsina, Adolfo Gonzales Chaves, Bahía Blanca, Benito Juárez, Coronel Dorrego, Coronel Pringles, Coronel Rosales, Coronel Suárez, Daireaux, Guaminí, General Lamadrid, Laprida, Monte Hermoso, Patagones, Pellegrini, Puán, Saavedra, Salliqueló, Tres Arroyos, Tres Lomas, Tornquist y Villarino), donde ganó en Bahía Blanca, la ciudad más relevante de esta sección. En la Capital (la Octava), que incluye a la ciudad de La Plata, bastión del intendente kicillofista Julio Alak, FP se impuso sobre Francisco Adorni, hermano del vocero presidencial. Con este resultado, el triunfo de FP se amplió a todo el AMBA.

    El contundente triunfo de FP se reflejará en la conformación de la próxima legislatura bonaerense, donde tendrá quórum propio en la Cámara Alta, pero necesitará de acuerdos políticos para lograrlo en la Cámara Baja. En la Cámara de Senadores, FP puso 10 de sus 21 bancas en juego, se quedó con 13 y llegó a 24 de las 46 necesarias para tener el quórum propio. En la Cámara de Diputados también ratificó las 19 bancas que puso en juego y sumó dos más: quedó con 39 bancas. Se necesitan 47 bancas para tener quórum en un Congreso conformado por 92 diputados. Luego de la alianza con el PRO, LLA sumó 6 diputados a los que tenía y llegó a 31 bancas en la Cámara Baja. También sumó 3 senadores y llegará a 15 en la Cámara Alta.

    El ausentismo finalmente fue menor al esperado: votó el 61 por ciento del padrón. Esto convirtió a la provincia de Buenos Aires como la tercera con mayor participación electoral en 2025 (10 por ciento más que la elección de mayo en CABA). Es la participación más baja desde el retorno de la democracia en la provincia, pero también es la primera elección desdoblada, lo que podría explicar la caída de 8 por ciento en comparación con la elección legislativa de 2021. Es claro que si la LLA quiere mejorar su desempeño en la provincia en octubre deberá apuntar a los votantes desencantados que no fueron a votar en estas elecciones.

    Esta elección reafirmó que la provincia de Buenos Aires sigue siendo el epicentro de la política argentina. El triunfo de Kicillof mostró la eficacia de una estrategia basada en la provincialización de la campaña y en la movilización territorial de los intendentes, lo que no sólo aseguró la gobernabilidad local sino que también proyectó al gobernador como referente nacional del peronismo en un escenario de liderazgos en crisis. Para el oficialismo, la derrota marcó los límites de la nacionalización forzada y la dificultad de consolidar una mayoría en un contexto económico adverso. En definitiva, la elección bonaerense mostró que quien logra ordenar la provincia no solo asegura gobernabilidad local, sino que también obtiene la llave para disputar el rumbo de la política nacional.

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