En el día de ayer, se hizo entrega de los certificados a los niños y niñas que asistieron a la capacitación “Sabores del Valle. Bar Kids. 1° Edición”. En las clases, pudieron aprender a realizar distintos cócteles, donde se pusieron en práctica tanto técnicas de bar como de garnish.
Con un atardecer maravilloso, los niños y niñas, acompañados de sus familiares, recibieron sus diplomas y disfrutaron el show del “Mago José”, quién con sus trucos, logró cautivar a los y las presentes.
Participaron del cierre, el Intendente de la ciudad, Marcelo Orazi, el Secretario de Gobierno, Guillermo Carricavur, y la Directora de Turismo, María Luján Musso.
Los hermanos Milei bajaron la línea de despegarse de la condena a Cristina Kirchner y relativizar el impacto de la masiva marcha con la que el peronismo copó la Plaza de Mayo.
Si bien hay voces del gobierno que sugieren que habría que decir algo, la línea de los Milei es “no hacer olas” y no hablar del tema.
En la Rosada buscaron bajarle el tono a la marcha, que tuvo al presidente como el principal apuntado. “Marchó el tren fantasma, nadie genuino”, dijeron a LPO. “Es una marcha política en la que el gobierno no tiene nada que ver, es un reclamo del kirchnerismo a la justicia”, dijeron desde el ala política del gobierno.
Es que la estrategia de los libertarios es instalar que ni el presidente ni sus subordinados operaron para meter presa a la ex presidenta. De ese modo buscan direccionar la ira del peronismo a Mauricio Macri y el Poder Judicial.
Cerca de Cristina, sin embargo, dijeron a LPO que pese a los vínculos de Macri con la Justicia, Milei quedará en la historia como el presidente que metió presa a la principal líder de la oposición.
La estrategia de los libertarios es instalar que ni el presidente ni sus subordinados operaron para meter presa a la ex presidenta. De ese modo buscan desviar la ira del peronismo a Mauricio Macri y el Poder Judicial
“Como siempre triunfan los gordos no pasa nada contra los gordos se viene”, relativizaron a LPO en el equipo de redes de Milei. Con la jerga de ese mundo virtual, celebraron que no explotó ninguna revuelta como temían en sectores del gobierno.
Ese análisis revela la preocupación que hay en el gobierno de que el kirchnerismo escale el conflicto en la calle. Por eso hubo cautela en el operativo policial durante la última semana y evitaron la represión a la que ya acostumbraron a los jubilados en las marchas de los miércoles al Congreso.
En el ministerio de Patricia Bullrich dijeron a LPO que no va a haber una réplica del gobierno tras la marcha y creen que en las próximas semanas va a bajar la espuma. “El PJ la va a dejar sola”, dijeron.
En el gobierno hay quienes creen que en octubre los puede beneficiar electoralmente la prisión de Cristina, pero no lo tienen claro. “Hay un 75% de la población que no coincide con el apoyo a Cristina Kirchner”, dijo el jefe de gabinete, Guillermo Francos, a Radio Mitre.
El ex director de Anses en Cipolletti denunció que le exigían entregar el 10% de su sueldo para continuar al frente del organismo. Además, dijo que cuando fue nombraron le pidieron una caja de champaña que salía un millón y medio de pesos.
Rafael Cuchinelli fue hasta el 22 de mayo director de la regional de Anses en Cipolletti. Llegó al cargo de la mano de Lorena Villaverde, la diputada nacional que maneja el partido en Río Negro.
“Por un pedido político me desafectaron”, dijo Cuchinelli, uno de los principales abogados de la región del Alto Valle en una entrevista con Radio San Sebastián. “Me negué a poner el 10%. Si no sos obsecuente no podés ser parte”, se lamentó.
Me negué a poner el 10%. Si no sos obsecuente no podés ser parte.
Cuchinelli explicó que el partido no tiene tesorería conformada en Río Negro ni tampoco “se abrieron cuentas” a nombre de La Libertad Avanza en Río Negro. Por eso dijo no saber a qué “bolsillo” iba el dinero.
El ex funcionario contó que un día antes de que lo despidieran había llegado un mail de felicitación a la regional por haber cumplido con todos los requerimientos enviados desde Buenos Aires.
La Dirección de Tránsito y Protección Civil de la Municipalidad de Villa Regina informa que, de acuerdo a lo establecido en la Ordenanza N° 43/2021, para la obtención y/o renovación de la licencia de conducir será necesario presentar el Certificado de Libre de Deuda Alimentaria emitido por el Registro de Deudores Alimentarios (REDAM) dependiente del…
Se realizó la apertura de sobres de la Licitación Pública N° 01/ 2022 correspondiente a la remodelación de la Terminal de Ómnibus de la ciudad.La única empresa oferente IPE Neuquén S.A., presentó una propuesta económica de 467.649.199,92 pesos. También hizo una propuesta alternativa por un monto de 127.024.763,88 pesos.La obra tiene un plazo de ejecución…
Civiles asesinados desde el cielo, niños quemados por bombas argentinas, un Estado paralizado por la cobardía y una élite que aún hoy justifica la infamia. El bombardeo a Plaza de Mayo fue mucho más que un intento fallido de golpe: fue una advertencia brutal al pueblo trabajador. La Historia oficial lo sepultó entre líneas, pero la deuda con la memoria persiste. ¿Hasta cuándo se negará esta masacre fundacional de nuestra violencia política contemporánea?
Aquel jueves 16 de junio de 1955, Buenos Aires amanecía como cualquier otro día. Sin embargo, hacia el mediodía, la ciudad se convertiría en el escenario del ataque más cruel y despiadado que haya sufrido su población civil. A plena luz del día, y sin que mediara guerra alguna, aviones de la Marina argentina bombardearon la Casa Rosada, el Ministerio de Guerra, la CGT, y principalmente, la Plaza de Mayo. El saldo fue devastador: más de 300 muertos —en su mayoría civiles— y más de 1000 heridos. Pero lo más escandaloso es lo que ocurrió después: silencio, impunidad y negacionismo.
La historia oficial lo menciona de soslayo. Las instituciones democráticas lo ignoran. Y la educación pública lo relega, cuando lo aborda, a una nota al pie. Setenta años después, el bombardeo sigue siendo una herida abierta y deliberadamente olvidada. Una masacre fundacional que incomoda, molesta, porque desarma el relato heroico de los “libertadores” de la Revolución de 1955. Una masacre que no puede explicarse sin nombrar el odio visceral hacia el peronismo y hacia los sectores populares que encarnaban, y aún encarnan, la posibilidad de una Argentina plebeya y real.
Juan Domingo Perón supo temprano que algo se cocinaba. Lo alertaron el jefe de la SIDE, Jáuregui, y luego el general Lucero. El desfile aéreo previsto para ese mediodía no era inocente. Bajo el disfraz de un acto patriótico, los aviones estaban cargados de bombas. Bombas argentinas, dirigidas contra argentinos. En la jerga técnica: terrorismo de Estado. En la memoria de quienes sobrevivieron: una traición sin nombre.
Los agresores fueron parte de la Aviación Naval, con sus Avro Lincoln y Catalinas decorados con cruces y la leyenda “Cristo vence”. Una farsa piadosa que buscaba envolver de moral religiosa una operación de exterminio. El objetivo, según dijeron, era matar a Perón. Pero las bombas cayeron sobre la multitud. Trolebuses repletos, niños de escuela, empleados públicos, familias enteras. Un “daño colateral” perfectamente calculado.
La CGT llamó a defender a Perón. Él intentó frenar la movilización, consciente de que los golpistas no tendrían escrúpulos en disparar sobre la gente. Pero ya era tarde. A la tarde, nuevas oleadas de aviones arrojaron más de nueve toneladas de explosivos sobre la Plaza. En los techos, aún hay cicatrices del crimen. En la conciencia colectiva, aún no hay justicia.
Pablo “El Profe” Borda, joven historiador y divulgador, lo dice sin rodeos: “Nunca antes en la historia de la humanidad las Fuerzas Armadas de un país habían bombardeado a su propia población sin el inicio de una guerra civil”. Lo que ocurrió en Buenos Aires fue un acto de terrorismo de Estado, una masacre política planeada no solo para derrocar a un presidente, sino para escarmentar a un pueblo.
Y sin embargo, la democracia no ha sido capaz de construir una memoria que esté a la altura del hecho. No hay estaciones de subte que lo recuerden. No hay feriados. No hay grandes monumentos. Hay apenas una baldosa, algunas placas, y la memoria militante de quienes aún luchan por decir lo obvio: que las bombas no fueron culpa del pueblo.
El colmo de la desfachatez fue un volante que circuló en esos días, firmado por los autores del crimen: “Responsabilidad de Perón y la CGT en la matanza de Plaza de Mayo”. Los asesinos, con la impunidad de los cobardes, culparon a sus víctimas. El argumento: Perón sabía y no evacuó. La CGT movilizó. Ergo, los culpables eran los muertos.
Pero lo más indignante no es solo el hecho ni la lógica perversa con la que se justificó. Lo verdaderamente insoportable es que esa línea de pensamiento sigue vigente. No hay un consenso democrático de condena, como bien señala Borda. El bombardeo quedó relegado al ámbito del peronismo, como si sus víctimas hubieran sido todas fanáticos. Como si no hubieran sido ciudadanos, trabajadores, personas de a pie. El trauma fue tan brutal que se volvió “incómodo de mirar”, dice el Profe. Y es cierto: incomoda porque muestra hasta qué punto el odio de clase puede justificar lo injustificable.
Hoy, bajo un gobierno como el de Javier Milei, que constantemente repite categorías peligrosas como “argentinos de bien” versus “argentinos de mal”, la lección del 16 de junio cobra un dramatismo particular. Cuando desde la más alta investidura del país se naturaliza la violencia verbal, se reivindican dictaduras y se desprecia la vida del otro por pensar distinto, no estamos tan lejos de aquella lógica exterminadora.
Milei no tira bombas, pero lanza decretos que vacían al Estado, elimina organismos de derechos humanos, persigue docentes, demoniza pobres y criminaliza a los que protestan. Es una violencia con otros métodos, pero que responde a la misma matriz: la eliminación simbólica del enemigo político. Una forma moderna de bombardear la democracia desde adentro.
La Plaza de Mayo no olvida. La historia tampoco. Pero la democracia le debe a esa fecha algo más que silencio. Le debe memoria activa, justicia histórica, reparación simbólica y material. Y sobre todo, una enseñanza clara: los derechos no se bombardean. Se construyen, se amplían, se defienden. Y se recuerdan.
Mientras no haya un consenso democrático para condenar el bombardeo de 1955, seguiremos siendo una sociedad a la que le tiemblan las piernas para mirar de frente su peor espejo. Porque la verdadera libertad no se construye sobre cadáveres, ni sobre el olvido. Se construye con memoria, con verdad y con justicia. Y esa deuda está lejos de saldarse.
En la mañana de este viernes, el Intendente Marcelo Orazi y el Secretario de Coordinación Ariel Oliveros recibieron presentes de parte de Amuchen, representada en esta oportunidad por la Directora Natalia Fioretti. Se trata de dos cuadros que fueron pintados por dos de los chicos que concurren a la institución: Florencia Clementis y Cristian Mungai….
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