Repudiamos enfáticamente un nuevo hecho vandálico contra los bienes públicos, esta vez ocurrido en el barrio El Sauce. En el acceso a ese sector de la ciudad robaron 4 equipos peritas del alumbrado público con 200 metros de cable.
Esto constituye un ataque a las mejoras que en materia de infraestructura lleva adelante el Municipio para brindar un mejor servicio de iluminación y, por ende, de seguridad en la zona.
Es momento de frenar con este tipo de acciones y cuidar lo público. Para vivir en una ciudad más segura y renovada necesitamos el compromiso de toda la ciudadanía.
El Intendente Marcelo Orazi recorrió esta mañana la Avenida General Paz donde desde el miércoles se realizan trabajos de pintura demarcando con líneas blancas discontinuas para separar los carriles y con líneas continuas amarillas en los cruces y puentes. En la oportunidad, acompañado por el Director de Tránsito y Protección Civil de la Municipalidad Mario…
Una alternativa más simple a la discordia por la ordenanza vetada y no vetada al mismo tiempo es la implementación de números primos, los cuales son 168 los autorizados a salir. A partir de mayo van a salir aquellos que tengan el primer número primo, o sea 2. El 2 de mayo salen con terminación…
Definido el desdoblamiento y con un acuerdo para suspender las PASO en la provincia, la tensiones en el peronismo volverán a emerger dentro de algunas semanas cuando se empiecen a definir las listas seccionales.
Cristina y Máximo Kirchner están decididos a retener los legisladores que La Cámpora pone en juego. Son espacios clave para la supervivencia de la agrupación.
Mientras tanto, Kicillof deberá pelear lugares para los intendentes que lo ungieron como su nuevo jefe. Esa negociación también es clave para la construcción del liderazgo del gobernador.
Por lo pronto, fuentes del Movimiento Derecho al Futuro (MDF) aseguran que hay una decisión tomada: poner sobre la mesa de discusión los ministerios que La Cámpora controla en el gabinete de Kicillof.
La estructura funcionarios en el gobierno bonaerense es enorme. En la primera línea de ministros tiene a Juan Martín Mena (Justicia), Florencia Saintout (Cultura), Daniela Vilar (Ambiente), Nicolás Kreplak (Salud), Marina Moretti (IPS) y Homero Giles (IOMA).
No se trata de seis cargos. Por debajo de cada uno de esos nombres le siguen decenas y decenas de cargos importantes. Más abajo aún, hay militantes, estructura y caja.
Saber en detalle la cantidad de funcionarios camporistas es complejo, pero vale para tomar dimensión tener en cuenta el tamaño de la estructura del Estado bonaerense por sobre las demás provincias.
Axel Kicillof y Florencia Saintout.
“Ya conseguimos el desdoblamiento, ahora vamos por los cargos”, dice una fuente del armado político de Kicillof. El razonamiento que plantean de cara al cierre de listas tiene cierta lógica: aseguran que si Cristina y Máximo abren espacios en las ocho listas seccionales no habrá conflicto por los espacios en el gabinete. Por el contrario, si la ex presidenta y su hijo se abrazan a las listas habrá una avanzada para que dejen esos deseados cargos.
Lo curioso es que quizás no sea una decisión sencilla. ¿Es mejor una docena de legisladores que seis ministerios a tiro de decreto? Los legisladores resultan elegidos por los bonaerenses y no están a tiro de decreto como los funcionarios del Ejecutivo. Como contracara los ministerios tienen secretarías, subsecretarías y direcciones con cantidad de cargos por debajo.
En las últimas semanas, la efervescencia de interna disparó algunas versiones respecto la salida de los funcionarios de La Cámpora del gabinete. Desde el Ejecutivo desestimaron de plano que Kicillof avance con pedidos de renuncia. Quienes conocen al gobernador saben que ese será el último recurso.
El momento más tenso entre Kicillof y los funcionarios de La Cámpora ocurrió en septiembre de 2024 cuando Máximo encabezó un acto en La Plata (a pocas cuadras de Casa de Gobierno) y desde allí hubo durísimas críticas y cánticos contra Kicillof. En la primera fila estaban sentados algunos de los ministros. En Casa de Gobierno esa actitud de los ministros se sintió como un problema institucional.
Desde el MDF aseguran que puede haber alternativas a un pedido de renuncia. Tensar los vínculos, escatimar presupuesto y hasta crear ministerios paralelos. “Hay que ser creativos”, dicen.
El cierre de listas asoma como una batalla. El viernes Kicillof reunió en Casa de Gobierno a los intendentes de su espacio. Allí, algunos avisaron que, si Cristina juega, ellos también están dispuestos a competir con una candidatura testimonial. Quien lidera ese posicionamiento es Mario Secco (Ensenada).
“Cristina tiene todo el derecho de presentarse, como yo tengo todo el derecho de ponerme de primer concejal y nos medimos a ver quién tiene más votos”, dijo.
Los roces por la lista de la Tercera estuvieron sobre la mesa en la última reunión que tuvieron cara a cara Kicillof, Máximo y Sergio Massa.
En ese cónclave que duró varias horas, Máximo le dijo al gobernador que podría aceptar el desdoblamiento, pero si había un acuerdo bajo la candidatura de Cristina en la Tercera.
Kicillof planteó que eso suponía un inconveniente para los intendentes Secco y Ferraresi, los principales promotores de su emancipación. El líder de La Cámpora le respondió que ese tema deberían conversarlo con Cristina. En ese diálogo parece haberse abierto la negociación por las listas.
La Dirección de Deportes de la Municipalidad de Villa Regina informa que el próximo domingo 25 se jugará la sexta fecha de la Liga de Fútbol Femenino según el siguiente cronograma: 13 horas: Las Kaitos-Regina 14 horas: Alto Valle-Las Inter 15 horas: Las Perlas-Santa Rita 16 horas: Las Botis-Fem Matadero Las Queens tienen fecha libre….
“¿Qué es ser un hombre para vos?”. En una habitación enorme y algo oscura, con ventanas esmeriladas o directamente opacas, tres computadoras de escritorio encendidas y un metegol tirado en un rincón, una mujer joven y un adolescente están sentados frente a frente. En el medio, una mesa grisácea, un vaso de cartón con chocolate caliente que pronto volará de un manotazo y un sandwich que apenas tendrá un mordisco. La cámara no deja de girar en círculos. Están siendo observados por un sistema de videovigilancia y, si todo se pone demasiado tenso, los policías pueden entrar. La perito Briony Ariston (interpretada por Erin Doherty) sostiene la pregunta con diferentes enfoques: quiere saber cuánto y qué comprende Jamie Miller (Owen Cooper) sobre el femicidio que cometió. No espera una respuesta concreta o argumentada: intenta descifrar cómo la masculinidad, ese cúmulo de ideas y mandatos, afecta a Jamie.
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El efecto de percepción que genera Adolescence, la serie que estrenó Netflix el 13 de marzo y de la que todos hablan, es atrapante y es posible explicar algo del por qué. El principio constructivo es el del plano secuencia. Esto significa que cada capítulo se desarrolla con una continuidad espacial y temporal donde la cámara filma lo que sucede sin cortes. Lo atractivo está dado así por desplazamientos acrobáticos (drones, grúas, pasillos, escaleras) que acompañan distintas situaciones de tensión creciente y diferentes puntos de vista. Estos movimientos nos hacen pensar en los laberintos o los videojuegos en primera persona. Desde el Doom hasta el GTA, estos juegos son bases de la educación del carácter masculino: sirven para conectarse en red de manera simultánea y, desde una imitación cada vez más mimética de la realidad, enfrentarse y “asesinar” a otros jugadores. Lo magistral en esta serie es que, además, esos planos secuencia están situados en momentos particulares y explosivos que colaboran con un relato elíptico. El paso del tiempo y su omisión narrativa son fundamentales para dejar al espectador unir cabos entre los sucesos y sus protagonistas.
El primer capítulo muestra un operativo policial espectacular para capturar a Jamie, un adolescente de 13 años, que duerme en su habitación. Es la madrugada inmediatamente posterior a la noche del femicidio.
Este episodio termina con un giro reflexivo sobre la violencia con una maestría técnica comparable a la de otros cineastas que se destacaron en ese asunto: Michael Haneke en Caché (2005), cuando con una cámara de video sobre la fachada de una casa nos hace preguntarnos sobre la naturaleza de esa imagen y su veracidad; y Gus Van Sant en Elephant (2003), cuando para contar la masacre de Columbine elige filmar a los adolescentes perpetradores con planos que recorren los pasillos de la escuela secundaria, como si se tratara de un videojuego en primera persona. Mediado por la pantalla de una computadora, vemos el asesinato de Katie registrado por una cámara de seguridad. Allí es posible preguntarse junto con Eddie Miller (Stephem Graham), el padre del acusado en la ficción y guionista de la serie en la realidad, si lo que estamos viendo es verdad. El hombre queda atónito: las imágenes le muestran a su hijo asesinando a puñaladas a una compañera de escuela. Como espectadores también nos sorprendemos con este nuevo giro de la cámara y su reencuadre. Por un instante, desconfiamos de las imágenes.
En el segundo capítulo, a los tres días del crimen, dos policías buscan pistas en la escuela donde estudiaban víctima y victimario. Este episodio empieza con las fotos de Katie en el frente de la escuela y termina con un vuelo hasta el lugar del crimen, donde también hay flores y fotografías. En primer plano se ve el rostro de Eddie que, conmovido, sigue intentando comprender la violencia.
En el tercer capítulo, siete días después del crimen, Briony Ariston entrevista a Jamie en un centro intermedio entre el reformatorio y la cárcel. Es el episodio de la pregunta clave: “¿Qué es ser un hombre para vos?”. Al abandonar la sala, Briony confirma que fue su última visita. El cuarto y último capítulo, trece meses después del crimen, Eddie se desplaza entre la casa familiar y una ferretería, para finalizar en la habitación de Jamie, el mismo lugar donde comenzó la historia.
La continuidad de los espacios colabora con una trama que se vincula también con las responsabilidades: la violencia no está escindida de la manera que tenemos de vincularnos y habitar los espacios, está latente en todos esos lugares y se puede manifestar en cualquier momento. En una sala de interrogatorio, en el patio de la escuela o en el estacionamiento de una ferretería de una cadena comercial. De manera similar, la continuidad espacial ayuda a percibir la proximidad de los vínculos familiares, escolares y las amistades. Esto muestra que todos forman parte de la misma comunidad involucrada.
Esa forma de construir el espacio narrativo permite ver el rostro de Eddie cuando desnudan y requisan a su hijo en la comisaría, cuando reconoce el lugar del crimen al final del segundo capítulo o cuando se enfrenta a su camioneta vandalizada (para complejizar más la trama, con una inscripción en aerosol que remite a la pedofilia, lo que nos hace preguntarnos a quién está destinado el insulto). ¿Hay algo peor para “un hombre” que le “toquen” a su familia o a su camioneta?
Eddie es un hombre común que, por imposición, se va desarmando. Se despoja progresivamente de un mundo que le resultaba seguro y sostenido. Y este proceso se da con arrebatos de violencia que podrían pensarse desde la incapacidad de expresar los sentimientos que impone la norma de la masculinidad. Esos ataques de furia indican también que la sociedad en la que viven estos varones es la misma: la de la burla, el acoso como práctica sistemática y la demostración de poder por medio de la fuerza y la violencia. Lo interesante de la serie es que además permite ver la fragilidad de Eddie en numerosas situaciones emotivas.
Seguir la trayectoria de Eddie tiene la ventaja de entrar a la pregunta sobre la paternidad de manera directa. ¿Cómo paternar y asumir la responsabilidad de educar varones en este mundo digital donde se impone un machismo acérrimo que busca ir contra el feminismo, como si estos fueran términos equitativos de una supuesta lucha, y no lógicas de pensamiento que buscan cuestionar o no el poder tal como está dado? ¿Cómo permitir el trazado de otros modos de subjetividad en un mundo controlado por varones blancos millonarios que, acompañados por el poder político, imponen lo que se puede ver en las redes sociales? ¿Cómo construir, reflexionar y debatir social y colectivamente sobre modelos de masculinidad que no operen en base a la adquisición fácil del dinero, el culto del cuerpo trabajado en el gimnasio (y no en el deporte colectivo) y la objetivación de las mujeres?
Eddie llora por su hijo, quizás por no haberlo escuchado a tiempo. Ese dolor, que en la intimidad se manifiesta como llanto y en público como ira, es índice de una vulnerabilidad que a los varones no nos enseñan habitualmente a elaborar.
“¿Qué es ser un hombre para vos?”
Cualquiera que se enfrente a esa pregunta tendrá un río de imágenes disponibles para construir un modelo propio de hombría. El problema es estar inmerso en una sociedad cuyas fuerzas conservadoras tienden a volver a los moldes de antaño, plagados de mandatos y fundamentos vinculados a la fuerza, la no vulnerabilidad o a la idea de ser proveedor. Si ser un hombre fuera tan sólo cumplir con determinados rituales, tener determinadas características emocionales y una esencia biológica indiscutible, la cuestión estaría cerrada y no existiría la posibilidad de pensarse por fuera de estos parámetros. Pero no hay una respuesta del todo individual ni del todo universal a esta pregunta. ¿Qué se supone que es ser un hombre según los códigos de la masculinidad hegemónica?
Para Jamie, ser un buen jugador de fútbol hubiera sido una buena respuesta. Su padre se frustraba al ver lo malo que era su hijo en la cancha, incluso en el arco. Miraba para otro lado, tenía que soportar las burlas de los otros padres. Jamie tampoco tuvo buena suerte con el boxeo.
No es que haya una causalidad entre la frustración deportiva y el crimen, pero sí parece haber una conexión entre la desmotivación del padre, la falta de comunicación con su hijo, tal vez el cansancio de la exigencia laboral y el hermetismo paulatino que genera un mundo hiperconectado a las redes sociales y la violencia. Padre e hijo parecen alejarse confundidos por no saber cómo responder a la exigencia de los rituales de que los hombres deberían hacer. Eddie fue un niño violentado por su propio padre que se propuso no repetir la historia con su propia descendencia. ¿Cómo es posible, entonces, que su hijo, criado de manera amorosa, haya cometido un femicidio? ¿En qué fallaron? ¿Qué faltó?
De manera paralela, la serie muestra la faceta paternal de Luke Baskombe (Ashley Walters), uno de los policías que lidera la investigación. Esa paternidad (que no había sido deseada) se enfrenta a un golpe de conciencia cuando es su propio hijo, también adolescente, quien le pide hablar en privado. Cuando están solos en una oficina de la escuela, el chico le explica los códigos y el significado de los emojis de Instagram que quizás lo ayudarían a entender el móvil del femicidio. Le muestra un posteo en donde se ve el emoji de píldora roja que significa “ver la realidad” y le explica el significado de los colores de los corazones que aparecen allí. Lo que subyace es el llamado a la manosfera: una red de sitios web, posteos y redes sociales que promueven la misoginia, el giro de extrema derecha y la oposición al feminismo. El hijo de Luke también explica la regla del 80/20, una teoría adoptada por estas comunidades de varones, que postula que el ochenta por ciento de las mujeres se interesan sólo en el veinte por ciento de los hombres. De manera abiertamente misógina, estos grupos culpan a las mujeres de su “fracaso sexual” y justifican el uso de la violencia hacia ellas. En el posteo que el hijo de Luke menciona, Katie llamó incel (la denominación inglesa que se traduciría por “célibe involuntario”) a Jamie, lo que resultaría una afrenta importantísima para alguien que sostiene ese modelo tradicional y agresivo de masculinidad.
Algo de esa lógica de la comunidad de la manosfera se puede veren el cuarto capítulo, en el personaje del trabajador de la ferretería que se acerca a Eddie para manifestarle su apoyo y su creencia de que Jamie es inocente. No sólo por lo que dice (le propone armar un grupo: “Seríamos muchos”) sino por su lenguaje corporal.
La confusión de Luke durante la charla con su hijo muestra la clara brecha generacional. Todo un mundo paralelo con códigos que los adultos desconocen y que se arman en torno al culto a cierto tipo de masculinidad y, por ende, a cierto tipo de argumentación del odio.
Este padre se da cuenta de ese abismo entre los dos. Abandona su trabajo por un rato y lo invita a comer unas papas fritas antes de volver a casa.
“¡Te acaba de golpear una chica, idiota!” se escucha en el patio de la escuela secundaria. La sensación es caótica, la cámara gira en 360 grados mientras se arma un grupo alrededor de la trifulca que intenta registrar la escena con los celulares. Jade, la amiga de Katie (la adolescente asesinada), empujó y tiró al suelo a uno de los posibles cómplices del femicidio. ¿Es posible contener o acompañar a estos niños que viven en un mundo cuya violencia de alternancia entre la virtualidad y la realidad parece haberse ido de las manos incluso de los adultos? Esa pregunta me surge al ver las escenas de la escuela donde los chicos se escapan, corren y esquivan a las autoridades. ¿Cómo crecer en un mundo manejado por los likes y el registro constante de cada experiencia? ¿Cómo tramitar la ira? ¿Cómo frenar la viralización de la intimidad?
La serie no se propone dar pistas sobre los modos de acción, pero sí evidencia los puntos de quiebre donde estas cuestiones se vuelven problemáticas. Esa obsesión de los adolescentes varones por ciertos modos de considerar la masculinidad (desde una posición de superioridad) estalla en el pánico a ser llamado incel, esa supuesta afrenta de Katie que parece haber marcado a fuego a Jamie y colaborado con el motivo del crimen. Esto lleva a preguntarse sobre el acompañamiento de los adultos y las instituciones frente al entendimiento de los adolescentes de todo aquello que tiene que ver con los cambios físicos, los acercamientos sexuales y los ritmos que constituyen una ética amatoria. Educación Sexual Integral. ¿Nos suena?
El problema de la iniciación sexual no es nuevo como problema en nuestras sociedades occidentales. Lo que sí es nuevo es el acceso ilimitado a la información, que no se puede procesar de manera independiente. Ni siquiera los adultos sabemos cómo irnos a dormir sin el scroleo de imágenes que poblarán nuestro inconsciente y, por ende, nuestros sueños. En muchos casos la cuestión no es la prohibición o el control del acceso, se trata de la moderación, de calmar la compulsividad.
¿Se tratará de acompañar? ¿Cómo? ¿Con qué herramientas? Pienso en la escucha lenta, el acompañamiento sensible y la reflexión compartida. Y también pienso si estos podrían ser los puntos clave del armado de esquemas de cuidado que no son los pilares de lo que se asocia a ser un hombre. El cuidado vinculado a la masculinidad no es algo que nos enseñaron. Nuestros padres son los que no nos permiten llorar y, en general, dan el ejemplo con el silencio, antes que con la palabra. Como cuando Jamie llama por teléfono al suyo, le desea feliz cumpleaños y le cuenta que va a declararse culpable. Eddie simplemente deja de hablar.
“Debería haberlo hecho mejor” dice este padre al final de la serie,antes de abrazar al oso de Jamie en su habitación. La sensación de vacío colma un último primer plano cerrado, así, muy cerca de Eddie. Y nosotros también quisiéramos que lo que pasó sólo hubiera sido un mal sueño.
La elección en la provincia de Buenos Aires entró en crisis. Los plazos que fijó Axel Kicillof no convencen a la Justicia y el entramado legal para llevar adelante los comicios parece estar lejos de consolidarse.
Los días pasan y no existen avances. Técnicamente la elección estará a cargo de la Junta Electoral un organismo sin experiencia, sin recursos y sin capacidad logística alguna.
El juez federal con competencia electoral, Alejo Ramos Padilla, demora un convenio con la Junta para prestar recursos y personal para llevar adelante la elección. El magistrado espera tener el visto bueno de la Cámara Nacional Electoral.
Ramos Padilla tiene dudas respecto del desdoblamiento. Teme que su personal y recursos no puedan afrontar primero la elección bonaerense y luego la contienda nacional. Las seis semanas que separan una elección de la otra no alcanzan.
Días atrás, el ministro de Gobierno, Carlos Bianco, mantuvo una reunión con Guillermo Francos. Aunque el encuentro fue cordial, lo cierto es que el Jefe de Gabinete ofreció una ayuda mínima: algunos efectivos federales, pero no las Fuerzas Armadas. Por tanto, el control y traslado de las 49.000 urnas estarán a cargo de La Bonaerense, una fuerza que no parece la más adecuada para ese trabajo.
En paralelo, la Junta Electoral sostiene que el cronograma electoral que impone la ley provincial es de imposible cumplimiento. Ocurre que tras el desdoblamiento, la elección en la provincia deberá regirse por la ley 5.109 que data de 1946, cuando Buenos Aires tenía unos 989.000 electores.
Esa ley fija apenas 10 días de diferencia entre el cierre de listas y la presentación de las boletas, un plazo que la Junta Electoral considera imposible de cumplir. En esos 10 días la Junta debe corroborar que unos 10.000 candidatos estén en condiciones de competir en la elección.
La jueza Hilda Kogan.
La Junta Electoral aportó al caos generalizado con dos cartas -una dirigida a Verónica Magario y otra al presidente de Diputados, Alexis Guerrera- con las que buscó presionar a los legisladores a que aprueben sin demoras una reforma en la ley 5.109 para contar con plazos más largos.
En los despachos de la Legislatura esas misivas no cayeron bien. Ese apriete apenas estaba firmado por un secretario y ni siquiera llevaba la firma de la presidenta de la Junta Electoral, la jueza de la Suprema Corte, Hilda Kogan.
Ante el nulo impacto de las cartas, Kogan decidió intervenir, pero volvió a fallar. Este viernes citó a senadores y diputados para el lunes en el Palacio de Justicia para comenzar a buscar un acuerdo que permita ampliar los plazos electorales.
Sin embargo, los legisladores se plantaron y rechazaron de plano esa invitación. Argumentaron que seis días atrás fueron ellos quien convocaron a las autoridades de la Junta Electoral a la Legislatura. “Nosotros convocamos a la Junta para el martes. Nos están tomando el pelo”, dijo un jefe de bloque.
Como trasfondo hay un tema importante: Kogan quería que la reunión sea en el Palacio de Justicia para contener las repercusiones del encuentro. Poco se sabe de lo que sucede en las oscuras oficinas de la Justicia bonaerense. Los legisladores, por otro lado, quieren que sea en la Legislatura donde todo trasciende muy rápido.
Hace casi 20 días que Kicillof anunció el desdoblamiento de las elecciones en la provincia. Ese día el gobierno envió a la Legislatura un proyecto que incluía la suspensión de las PASO y los cambios en los plazos electorales.
Todavía shockeados por la decisión del gobernador de desafiar a Cristina, el kirchnerismo en el Senado solo acompañó la suspensión de las primarias, pero no los cambios en los plazos.
Desde entonces, la Junta Electoral viene planteando a Kicillof que los plazos que marca la ley 1.509 hacen imposible llevar adelante la elección del 7 de septiembre. La negativa del Ejecutivo de articular con los legisladores complica aún más el escenario electoral.
En tanto, mientras desde el gobierno de Kicillof observan el panorama sin plantear salida alguna, la oposición teje su juego. El PRO, los radicales y los libertarios se ilusionan con que el gobernador tome una decisión extrema y pase la elección a fines de septiembre. La idea de esos bloques es que se pegue el cierre de listas de la elección provincial con el cierre nacional.
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