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Reunión con dueños de taxis para informar medidas en el marco de las restricciones

El Director de Tránsito de la Municipalidad de Villa Regina Mario Figueroa mantuvo un encuentro con propietarios de las bases de taxis de la ciudad con el objetivo de comunicar las medidas adoptadas en el marco de la restricción de circulación entre las 0 y las 6 horas.

En este sentido, se les informó que en la franja horaria mencionada sólo se permitirá el funcionamiento de dos taxis por base, para lo cual deberán informar a Tránsito Municipal los números de licencia de las unidades autorizadas para transitar.

Además, mencionó Figueroa, “se controlará que quienes se movilicen en estos medios de transporte para constatar que se encuadran dentro del personal exceptuado, controles que estarán a cargo de Tránsito y de la Policía de Río Negro”.

“Quienes no puedan demostrar que están autorizados a transitar en ese horario se les va a iniciar una causa penal por infracción a los artículos 239 y 205 del Código Penal y se labrará el acta correspondiente por parte de Tránsito municipal”, precisó Figueroa.

Agregó que “desde la base se consultará a quienes llamen solicitando el servicio de taxi si cuentan con el permiso respectivo, caso contrario no acudirán al llamado. En caso de emergencia de personas que deban concurrir al hospital o a la clínica no tendrán inconvenientes, pero se constatará que efectivamente tengan ese destino”.  

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    Hasta Fantino pide la renuncia de Lugones por el escándalo del fentanilo: la tragedia que Milei no puede ocultar

     

    El conductor ultraficialista Alejandro Fantino, uno de los defensores mediáticos más notorios de Milei, explotó en vivo contra el ministro de Salud, Mario Lugones, y le exigió que presente la renuncia por el escándalo del fentanilo contaminado que ya suma más de 90 muertes en todo el país. El episodio dejó en evidencia lo que desde la oposición vienen advirtiendo: la responsabilidad política de este desastre recae directamente sobre el gobierno de Milei.


    El escándalo del fentanilo

    La tragedia sanitaria comenzó a hacerse visible semanas atrás, cuando pacientes de distintos centros de salud fallecieron tras la administración de fentanilo adulterado, distribuido por el laboratorio HLB Pharma. El caso ya está en manos de la Justicia, pero lo cierto es que el Estado tardó en reaccionar y en retirar la droga, lo que multiplicó la cifra de víctimas fatales y de personas con secuelas permanentes.

    El ministro Lugones intentó dar explicaciones el viernes pasado, pero lo hizo entre lágrimas, con una exposición que dejó más dudas que certezas: “Me pongo muy mal cuando hablo de esto porque soy médico y es un atentado a la gente”, dijo en conferencia, quebrado, pero sin precisar cómo se permitió que la droga adulterada circulara en hospitales públicos y privados.


    Fantino contra Lugones: “Renunciá, viejo choto”

    El propio Fantino, que suele funcionar como vocero oficioso del mileísmo, sacó de quicio a sus productores al lanzar un descargo feroz en vivo. “Lugones, te digo: no llores con lágrimas lo que no supiste defender con tu expertise de médico”, disparó.

    El conductor ironizó con que el ministro tiene “la lentitud de la tortuga Manuelita” y preguntó: “¿Puede seguir enfrente del cargo? ¿Qué estaríamos haciendo si esto le hubiese pasado a Ginés?”, en alusión al exministro González García, que debió dejar su cargo por el escándalo del Vacunatorio VIP durante el gobierno de Alberto Fernández.

    La bronca de Fantino se intensificó hasta el punto de insultar al aire cuando lo llamaron para que bajara el tono: “Lo lamento, hermano. 100 muertos. Que me chupen bien la pi… Si quieren les tiro mermelada de arándanos para que les guste más”.


    Un gobierno en silencio ante una catástrofe

    El conductor no ahorró epítetos: “Al menos que este viejo choto renuncie… Mario Lugones, renunciá. Sos un inútil”, cerró su monólogo. Fantino, que en otras ocasiones defendió a Milei con uñas y dientes, terminó señalando la responsabilidad política del Ejecutivo en la peor crisis sanitaria de los últimos años.

    Mientras tanto, Milei guarda silencio. Ningún funcionario de primera línea se hizo cargo públicamente del tema, y el oficialismo parece más preocupado en blindar mediáticamente a su ministro que en garantizar respuestas a los familiares de las víctimas.


    El espejo del “Vacunatorio VIP”

    La comparación con la gestión anterior es inevitable: por mucho menos, el escándalo del Vacunatorio VIP se llevó puesto a un ministro y fue utilizado como arma de demolición política por toda la oposición de aquel entonces, hoy en el poder.

    Ahora, con más de 90 muertos y centenares de afectados, la vara oficialista se mueve según la conveniencia. La diferencia es que en este caso el costo se mide en vidas humanas y el hilo conductor lleva directamente hasta la Casa Rosada.


    Responsabilidad política y urgencia

    Lo del fentanilo no es un accidente aislado ni un error técnico. Es el resultado de un Estado ausente, un ministerio paralizado y una gestión incapaz de prevenir una catástrofe sanitaria de esta magnitud. La renuncia de Lugones es apenas el primer paso: lo que la sociedad necesita son explicaciones y garantías de que semejante tragedia no vuelva a repetirse.

     

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    Santiago Caputo y los hermanos Giana: de los lentes del PAMI a la entrega de la energía nuclear

     

    El operador estrella de Milei se asegura dos fuentes de caja: un millonario negociado con sobreprecios en el PAMI y la apertura a la privatización de Nucleoeléctrica Argentina S.A., siempre rodeado de su círculo de confianza.

    Por Ignacio Álvarez Alcorta para Noticias La Insuperable


    Los jubilados como variable de ajuste (y negocio)

    El escándalo de los sobreprecios en el PAMI vuelve a mostrar cómo los negociados se montan sobre la salud de los sectores más vulnerables.
    Según reveló InfoGremiales, el organismo aprobó contratos que dispararon el valor de los lentes intraoculares de $35.000 a $230.000 cada uno, generando un gasto total de 80.730 millones de pesos.

    En el centro de la maniobra aparece Guido Giana, hombre de confianza de Mario Lugones y Santiago Caputo, con trayectoria en el PRO y vínculos en el estratégico Sanatorio Güemes.

    Estamos ante un negociado que golpea directamente el bolsillo de los jubilados. Se repite la matriz macrista: desvío de fondos públicos hacia empresas amigas, señalaron fuentes gremiales.

    La maniobra se habría consolidado a través de la Licitación Pública Nº 12/25, que permitió a cinco empresas proveedoras facturar a precios escandalosamente por encima del mercado.

    Los gremios denuncian que Caputo y Lugones volvieron a reeditar la misma trama que ya habían ensayado durante la gestión de Cambiemos: sobreprecios, tercerización y el deterioro de la obra social de jubilados y pensionados.


    Caputo también juega con el átomo

    Pero el negocio de Caputo no se limita a la salud. Con el Decreto 450/2025, Milei abrió la puerta a la participación privada en Nucleoeléctrica Argentina S.A. (NA-SA), rompiendo con la tradición de control estatal exclusivo en el sector nuclear.

    El agregado del artículo 37 bis permite que capitales privados obtengan rentabilidad garantizada, transfiriendo el costo a los usuarios: más tarifa para sostener la caja de los socios privados, sin ningún beneficio en la generación de energía.

    Para blindar la jugada, Caputo designó a Alberto Lamagna al frente de NA-SA y pobló la conducción con jóvenes libertarios sin experiencia:

    • Emiliano Giana, hermano de Guido y ex PRO, hoy reciclado en La Libertad Avanza.
    • Jeremías Coppola, especialista en trading de criptomonedas.

    Ambos reportan a Diego Chaher, jefe de la Agencia de Transformación de Empresas Públicas, otro de los alfiles de Caputo.

    El objetivo es claro: privatizar a precio vil un área estratégica, garantizando renta a los privados y vaciando al Estado, advierten expertos del sector energético.

    Como si fuera poco, Lamagna nombró como vicepresidente de Dioxitek al físico Ernesto Kirchuk, quien apenas asumido comenzó a facturar 3,5 millones de pesos mensuales en concepto de “asistencia tecnológica”.


    La matriz Caputo: hacer negocios con lo público

    Tanto en el PAMI como en Nucleoeléctrica, la lógica es la misma:

    • colocar a operadores de confianza,
    • habilitar negocios a costa de recursos públicos,
    • y consolidar a Santiago Caputo como el gran beneficiario de la caja del Estado.

    Mientras Milei habla de “achicar el gasto”, los hechos muestran que su socio político y operador estrella se dedica a multiplicar oportunidades de rentabilidad privada con el aparato estatal.

    El costo, como siempre, lo pagan los jubilados, los usuarios y el futuro energético de la Argentina.

     

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  • Modificación de grilla en ‘Domingos de plaza’

    La Dirección de Cultura de la Municipalidad de Villa Regina informa que, por cuestiones de salud, hubo una modificación en la grilla de los artistas que se presentarán en el ciclo ‘Domingos de plaza’. De esta manera se suma a ‘De la misma sangre’ junto a Ángeles Fuentes, Mi mamá no me deja y Trocitos…

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  • Todas las caras del dólar

     

    Imitaciones de billetes de cien dólares norteamericanos con el retrato de Javier Milei circulan entre los asistentes de sus actos de campaña presidencial. El 30% del electorado argentino aprueba en ese momento la dolarización de la economía argentina. La masiva inmigración venezolana envía, a modo de remesas, dólares a sus familiares que intentan llegar a fin de mes y afrontan las penurias de una dura crisis económica. En Cuba se le escurre al gobierno socialista ofrecer garantías de bienestar a su población, a medida que una dolarización de facto avanza en la isla. En El Salvador, el gobierno de Nayib Bukele promete reemplazar la dolarización oficial impuesta en los años 2000 en el país por un nuevo proyecto monetario: la bitconización. En Ecuador, donde la economía está oficialmente dolarizada, los mercados populares son escenarios de transacciones donde se recibe, paga y guardan monedas y billetes del dólar norteamericano. En Vietnam la dolarización no es oficial pero está lo suficientemente presente en la vida cotidiana de los vietnamitas y en los modos que estos aspiran a participar en la economía global. En Zimbabue la participación en el mercado de cambios informal se convirtió en una fuente de empleo mayor que el generado por el sector público y el acceso al dólar norteamericano una oportunidad para garantizar ganancias y riquezas. En Tiflis, capital de Georgia, las protestas se generalizan por las deudas hipotecarias nominadas en dólares que se han vuelto difícil de pagar luego de la pandemia de COVID 19.

    Estas escenas de la vida pública y cotidiana de países diferentes, incluso alejados entre sí, tienen como protagonista al dólar norteamericano. Es muy sabido el rol que ha tenido para afianzar la hegemonía estadounidense desde mediados del siglo XX. Pero su conversión en una “moneda global” que circula en múltiples territorios más allá de las redes exclusivas de las élites, que desborda el comercio y las finanzas internacionales, y que se convierte en unidad de cuenta, pago o intercambio en vastas poblaciones del sur global, aún es un fenómeno que necesita ser comprendido. 

    Las múltiples vidas del dólar suelen estar por fuera del radar de la dolarización, el término acuñado para expresar el reemplazo de las monedas locales por la moneda norteamericana. Si habitualmente esas narrativas miden la dolarización desde los indicadores financieros (cantidad de cuentas bancarias nominadas en dólares, por ejemplo) el movimiento aquí propuesto es comprender cómo las dolarizaciones se convirtieron en capítulos centrales de la historia y el presente de Argentina, Venezuela, Ecuador, Cuba, Haití, El Salvador, México, Zimbabwe, Vietnam y Georgia. 

    En estos contextos nacionales, por un lado, el protagonismo del dólar alcanza un rol preponderante en la economía, en la política y en la configuración de las identidades personales y colectivas. Por otro lado, este protagonismo es un lente para comprender fenómenos más amplios que han marcado el último medio siglo y configuraron las trayectorias de esos países: los procesos de descolonización, el derrumbe del bloque soviético y las transiciones postsocialistas, los procesos hiperinflacionarios y las grandes crisis sociales, la financiarización de la economía y el debilitamiento de los estados de bienestar, entre otros.     

    Desde hace al menos tres décadas nuevos paradigmas de las ciencias sociales han colaborado en la comprensión del lugar del dinero en la vida social. Mirando en detalle cómo arraigan en la vida cotidiana de las personas, cómo interactúan con marcos institucionales y culturales, cómo contribuyen a la distribución del poder y de las jerarquías sociales, los fenómenos monetarios ocupan un lugar central en los modos que las sociedades se configuran y reproducen. En un número muy importante de sociedades del sur global el dólar norteamericano no ocupa un rol de accesorio a estos procesos. Es su clave de comprensión. Esta es la hipótesis que anuda la historia y el presente de países de América Latina, África, Asia y Europa.

    En países donde las personas han atravesado el colapso de los mercados, la caída de regímenes políticos, guerras, múltiples reformas monetarias y de divisas, devaluaciones bruscas e hiperinflación, qué activos conservan valor es una pregunta vital que la dolarización viene a resolver.

    Las narrativas expertas sobre la dolarización encierran las causas y razones del reemplazo monetario en una definición estrecha sobre el rol del dinero en la vida social. Son las fallas en cumplir las funciones monetarias las que operan como causante para el reemplazo de las monedas nacionales por el dólar: las monedas “débiles” o “enfermas” por una “fuerte” o “sana”. El cierre epistemológico de narrativas en torno a las tesis del reemplazo deja de lado el conocimiento de procesos históricos, políticos, sociales, culturales, y obviamente, económicos que son contenido y continente de las dolarizaciones.

    Parafraseando al sociólogo Marcel Mauss,  con el dólar circula mucho más que una moneda “fuerte”: circula poder, signos de estatus, pertenencias sociales, memorias, imaginarios colectivos y personales. Y se producen muchas otras cosas diferentes a la lógica del reemplazo como determinadas dinámicas políticas (la puesta en juego de la autoridad política), sociales (la puesta en juego de modos de estratificación, diferenciación y desigualdad), personales (la puesta en juego de ideas de libertad, estima, autonomía, bienestar) e históricas (la puesta en juego relaciones con los legados del pasado). 

    A continuación detallo siete claves de interpretación que ilustran este modo de analizar a las dolarizaciones. Si bien elaboradas en un estudio transnacional, estas claves tienen el propósito de ampliar una conversación pública anclada ahora en visiones estrechas sobre el rol de la moneda en la sociedad y la política argentina, condición necesaria para imaginar y construir consensos sobre una economía que crezca y una sociedad que integre

     La moneda norteamericana tuvo a lo largo del tiempo múltiples usos y significados que es necesario desagregar. Cuando se usa el término dolarización a secas se suele iluminar el rol de la moneda norteamericana como moneda de reemplazo. Una de las principales hipótesis que guían a la sociología del dinero es que el dinero nunca es igual a sí mismo. Significados y usos exceden a la noción de reemplazo. La imagen del reemplazo es desperfecta con respecto a culturas monetarias que alojan significados y usos del dólar no tan evidentes y cambiantes a lo largo del tiempo.

    Las historias de exclusiones y tolerancias en contextos socialistas y postsocialistas (Cuba, Vietnam, Georgia) muestran modulaciones de los significados y usos de la moneda norteamericana muy marcadas a lo largo del tiempo. Inflexiones profundas sobre los modos en que el dólar está excluido o integrado en la vida social y política de estos países. Desde ser sinónimo de contrabando e ilegalidad a representar un estatus social acomodado y afianzamiento de una identidad personal moderna y global en Vietnam, de significar un orden político contrarrevolucionario hasta ser aceptada y tolerada por un gobierno socialista como el cubano son, entre otras, inflexiones de significados y usos que exceden la esfera económica o transaccional y marcan la trayectoria y los cambios de esas sociedades desde el prisma del lugar de la moneda norteamericana.

    Si podemos hablar de dolarizaciones en plural es por este despliegue de transformaciones, modulaciones y memorias de los usos y significados del dólar a lo largo del tiempo en cada contexto nacional. 

    La sociología del dinero enseña que las monedas no son entidades “autopropulsoras”, sino que las condiciones de posibilidad de sus usos están asociadas a complejos procesos de aprendizaje, que muchas de las veces damos por supuestos o naturalizamos. Son estos procesos los que vinculan las dinámicas macroeconómicas y políticas y la generalización de una moneda. Este modelo ejemplar de análisis nos lleva siempre a mirar cómo la expansión de una moneda no se reduce a un decreto, ley estatal o condiciones macroeconómicas determinadas sino corresponde reconstruir el proceso que podemos llamar de “familiarización monetaria”. “El dólar nuestro” cubano, el dola haitiano  o la “moneda fraccionada” ecuatoriana son procesos de familiarización (o endogenización) y apropiación del dólar que no entran en la noción de reemplazo. 

    Cuando se utiliza el término “moneda global”, se hace hincapié en el papel que ha desempeñado el dólar en el sistema monetario internacional  Nuestra perspectiva es un intento de arrojar luz sobre los aspectos inexplorados de las “monedas globales”, es decir, lo que ocurre cuando se convierten en monedas familiares fuera de sus fronteras nacionales que las emiten.

    El paisaje monetario dolarizado no se comprende a partir de una dicotomía fija entre monedas blandas/duras, como las narrativas del reemplazo presuponen, sino diferenciando y estableciendo una jerarquía entre las monedas que asume cada una de estas figuras.

    En Zimbabue, por ejemplo, la disparidad en la estima entre diferentes “tipos” de dólares superó una dialéctica nítida de “dureza”/“blandura”. Estos diferentes tipos de dólares cumplían diferentes sets de funciones dinerarias en coyunturas precisas y, por lo tanto, solo podían convertirse entre sí con dificultad o no convertirse en absoluto.

    En Ecuador, la moneda fraccionaria fue un recurso estratégico para que el sucre, la antigua moneda nacional, cediera espacio al dólar norteamericano y así poder anclar las prácticas monetarias de los ecuatorianos (particularmente de los sectores populares) en la nueva moneda oficial. Las dolarizaciones son plurales también porque expresan espacios no homogéneos e incompletos que, como en el caso de Ecuador, demandan de una versión débil de la moneda norteamericana para los intercambios cotidianos. 

     Las dolarizaciones podemos reconstruirlas como puestas a prueba de la pretensión del Estado de ordenar a la sociedad sobre una jerarquía monetaria capaz de preservar el valor en la economía.  Los procesos de descolonización (Zimbabwe, Vietnam, Haití) o de crisis y salida del régimen soviético (Georgia, Cuba) son momentos desafiantes para rearmar una autoridad política capaz de imponer una jerarquía monetaria. Los órdenes monetarios dolarizados informales que se erigen contra esas pretensiones enlazan a la sociedad contra el Estado, eludiendo sus regulaciones e imposiciones. Esto se puede observar en la indisciplina haitiana frente al intento del Estado de prohibir el dólar haitiano o la configuración en Zimbabue y en Argentina del mercado de cambio informal como una institución clave de la economía. 

    Las dolarizaciones formales muchas veces son legalizaciones o estatizaciones de órdenes monetarios ya aceptados socialmente, como fue el caso de Argentina en la década del 90’ o El Salvador en los 2000. El primero bajo el impacto de una gran hiperinflación que generalizó la moneda norteamericana como unidad de cuenta e intercambio, el segundo bajo el impacto de una migración masiva a los Estados Unidos que convirtió a las remesas en dólares en la principal fuente de ingresos de la economía salvadoreña. Apoyados sobre esos órdenes monetarios dolarizados ya aceptados socialmente, estos gobiernos construyeron la autoridad política del Estado, anteriormente debilitada o amenazada.

    La perspectiva del reemplazo invisibiliza las dolarizaciones como narrativas políticas. En estos contextos el dólar es protagonista de las grandes controversias públicas donde se dirimen, cuestionan y edifican proyectos de poder. En Zimbabue, a medida que continuaba la dolarización, el régimen intentó respaldar al fallido dólar zimbabuense apelando a la “historia patriótica” y sus “entrelazamientos con narrativas de nación, raza y lucha”, presentándose como bajo ataque de sanciones extranjeras, “indisciplina” financiera doméstica y financiamiento occidental de la oposición. 

    En Cuba, por su parte, el dólar se visualizaba como la moneda enemiga y su exclusión del espacio monetario nacional era un pilar del proyecto político socialista al mismo tiempo que un modo de organizar el acceso al bienestar con base en la moneda nacional, también como expresión de soberanía. El gobierno de Fidel Castro logró, al menos temporalmente, desactivar el poder corrosivo del dólar poniéndolo al servicio del orden social, aunque la dolarización parcial de 1993 representó un desafío a la reproducción de este orden. 

    Cuando el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela lograba controlar el aumento de la cotización de la moneda estadounidense la significaban solamente como una unidad monetaria, al contrario en los momentos en que ocurrían alzas abruptas de la cotización de la moneda estadounidense la significaban como un instrumento político usado por sus enemigos internacionales y nacionales.

     El acceso y la distribución de la riqueza no es indiferente a los circuitos diferenciados entre monedas. En El Salvador, la rápida afluencia de dólares de remesas estadounidenses que caracterizó los años que van desde la década de los 2000 a principios de 2020 creó una microclase receptora de remesas que permitió a algunos salvadoreños experimentar una sensación de movilidad económica, eclipsando lo que era imaginable a través de la configuración monetaria limitada a nivel nacional del colón. 

    Aunque la creación del CUC (peso cubano convertible) respondía al objetivo de mantener la política de centralización y redistribución, amenazada por las dificultades que siguieron al derrumbe de la Unión Soviética, las esferas de transacciones monetarias resultantes pusieron de relieve el desarrollo de una economía de mercado en ciertos sectores, así como el desarrollo de las desigualdades en la sociedad cubana.

    Los casos de Zimbabue, Venezuela y Argentina iluminan cómo los mercados de cambio formales e informales, además de las cambiantes regulaciones estatales para acceder a las divisas, son dispositivos centrales en los procesos de diferenciación social en estos países.

    El estudio de Vietnam ayuda a comprender cómo la dolarización no era solo una estrategia racional para preservar el valor, sino una herramienta poderosa de autoconstrucción y una afirmación de pertenencia individual a la economía globalizadora. La entrada de Vietnam en la economía capitalista global señalaba, mediante la visibilidad del dólar estadounidense, la forma que adoptaba el dinero como signo de lo global. Caricaturas, cuentos cortos y programas de televisión utilizaban el símbolo del dólar estadounidense para indexar la fuerza desestabilizadora pero deseada de la globalización en la sociedad vietnamita. Al sostener, manejar e incluso esconder dólares, las personas desafiaban los límites entre lo nacional y lo global que la moneda emitida por el estado pretendía erigir.  En Zimbabue las estimas de sí, personales y colectivas, están relacionadas a la idea de nación a través del dinero. La pérdida de estima del dinero estatal trajo desconfianza en la nación. Al final de la era multimonetaria fue el grado en que muchos zimbabuenses habían perdido la confianza en la moneda, precisamente, por ser zimbabuense. La no fungibilidad de todos los medios pecuniarios zimbabuenses emitidos por el Estado, con sus contrapartes regionales o globales, era profunda tanto a nivel conceptual como emocional.

    En El Salvador el ex presidente Francisco Flores prometía más dinero y riqueza para los salvadoreños si todos cambiaban a dólares estadounidenses. Estas ilusiones, vinculadas a la dolarización, generaron la impresión de desarrollo, mientras que los medios de subsistencia de las familias se veían progresivamente amenazados. La dolarización llegó inicialmente envuelta en promesas y deseos que se consideraba que el colón no podía cumplir. La dolarización continúa en El Salvador, pero ahora compite con dramáticas afirmaciones proyectadas al futuro asociadas con el Bitcoin y la insatisfacción generalizada entre los salvadoreños de promesas no cumplidas en más de dos décadas que, de hecho, han profundizado la desigualdad económica. 

    Los estudiosos del orden monetario internacional indagan frecuentemente sobre la estabilidad o el declive del dólar como moneda global dominante. Este interrogante se hace cada vez más permanente a medida que el ascenso del poder económico y comercial de China se convierte en una clara amenaza para la posición hegemónica de Estados Unidos. 

    Estamos lejos de predecir el futuro del dólar norteamericano, estamos mejor preparados para abrir la caja de herramientas que ayude a comprender cómo una moneda global (hoy el dólar, mañana puede ser otra) condiciona y transforma la vida pública y cotidiana de millones de personas en el mundo.

    Estas herramientas sacan a la luz dinámicas y procesos opacados por las narrativas del reemplazo que son cruciales comprender para imaginar una moneda capaz de garantizar una economía vigorosa y una sociedad integrada.

    La entrada Todas las caras del dólar se publicó primero en Revista Anfibia.

     

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