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¿PUEDE RÍO NEGRO SER POTENCIA GRACIAS AL CANNABIS?

                El consumo de marihuana se ha expandido a lo largo del planeta en los últimos siglos. Una gran cantidad de países del “primer mundo” han legalizado su consumo, con distintas restricciones. Río Negro tiene todo para ser potencia en la materia.

                Nuestra provincia cuenta con innumerables riquezas, sin embargo, los problemas sociales persisten. La decadencia de la fruticultura y la expansión del fracking se ven reflejadas en la merma de áreas productivas y la creciente contaminación. Es acá que la producción de cannabis emerge como una potencial herramienta para el futuro de la provincia.

                En primer lugar, es importante contextualizar. Para los poco informados, como mencioné al comienzo, la marihuana es legal en una gran cantidad de países. Hasta la OMS pidió sacarla de la lista de drogas peligrosas. Numerosos estudios dan cuenta de los efectos menos nocivos para la salud, comparado con el alcohol, el tabaco o los psicofármacos. En la región, Uruguay fue pionero en legislación que regula la producción, distribución y venta de cannabis por parte del propio Estado. Otros países como Canadá, EEUU, Alemania, España, Bélgica o Israel también han legalizado el consumo, con ciertas variables. En algunos casos se legalizó el consumo medicinal, mientras que en otros también se legalizó el uso recreativo.  Por ejemplo, en California (EEUU), el consumo medicinal está legalizado desde 1996 y el consumo recreativo desde 2018. Además, la regulación de la producción terminó con la violencia que generaba el mercado negro, sin contar los ingresos por impuestos a la producción y comercialización.

                Por su parte, en nuestro país recientemente el gobierno de Jujuy comenzó un proyecto que llevará a cultivar entre 500 y 1000 hectáreas de cannabis en tierras fiscales. El proyecto se encuadra dentro de un plan de investigación científica. Lo producido se enviará a Chile, donde se fabricará aceite que será importado nuevamente a Jujuy. Capitales extranjeros ya han invertido varios millones en el proyecto. La iniciativa avanza y hasta el Instituto Nacional de Semillas publicó en el Boletín oficial la resolución 59/2019 que establece “las condiciones para las actividades de producción, difusión, manejo y acondicionamiento que se lleven a cabo en invernáculos y/o predios de seguridad con Cannabis sp en la Republica Argentina”.

                ¿Por qué Río Negro no puede hacer lo mismo que Jujuy? La respuesta es simple, por inacción política. Ésta provincia cuenta con toda la capacidad para el desarrollo de la industria cannábica en sus distintas etapas, repasemos.

1° etapa: Producción

Las características geográficas del Alto Valle y Valle Medio son perfectas para la producción en exterior. Sumado esto a la infraestructura para la producción agrícola, las condiciones parecen inmejorables. La zona andina, de reconocida fama popular por la producción de cannabis, también es adecuada para la plantación, aunque en menor escala.

Pros: Revitalización de la producción agrícola. Alternativa ecológica a la expansión del fracking y desmontes causados por desarrollos inmobiliarios. Producto con un alto valor internacional (6 dólares el gramo en Toronto o Barcelona). Fuentes de trabajo e inversiones legítimas.

2° etapa: Industrialización

Entre la gran variedad de usos que se le puede dar, el farmacéutico es el más prometedor y el único habilitado hasta el momento. El Prozome, laboratorio estatal productor de medicamentos, desde 2017 está interesado en la producción de aceite de marihuana. Con producción propia y proyectando el desarrollo estratégico, este laboratorio estatal podría convertirse en líder a nivel regional, sumando un valor agregado importante. Por dar un ejemplo, la provincia de Chubut en 2017 pagaba alrededor de 300 dólares por cada frasquito de 100ml importado desde EEUU.

3° etapa: Comercialización

El Estado provincial tendría la exclusividad de la comercialización, evitando la interferencia de actores económicos que concentren las ganancias, asfixiando a los productores, como ocurre actualmente con la fruticultura. Los efectos en áreas como el turismo se verían inmediatamente, como demuestran los distintos ejemplos en el mundo.

                Los tiempos cambian, el que no cambia con los tiempos corre con desventaja. La oportunidad para que Río Negro se convierta en vanguardia a nivel regional es ahora. El desprecio a la marihuana ha estado siempre cargado de prejuicios y ha perseguido fines económicos y políticos a lo largo de la historia. La legislación nacional, prohibitiva, actúa como un limitante. No obstante, existen argumentos sólidos para dar la discusión, como lo han otras sociedades que hoy gozan de sus beneficios. Nadie muere de sobredosis de marihuana, no ocurre lo mismo con el alcohol, por ejemplo.

La posibilidad de producir cannabis de manera legal abre un mundo de oportunidades al desarrollo de una industria, acompañado de una continuidad de la cultura productiva de la región. ¿Cuántos jóvenes han dejado la chacra de sus abuelos? ¿Cuántos decidieron lotear antes de seguir subsistiendo? ¿Cuántas chacras fueron rematadas? Hasta tuvieron que sacar una ley para impedirlo. Como cualquier proyecto debe ser abordado con seriedad, con reglas claras y un objetivo común. En éste caso, ese objetivo sería potenciar el desarrollo productivo, social y económico de la sociedad rionegrina.

 Actualmente se plantea la posibilidad del desarrollo minero, petrolero y de energía nuclear ¿Necesitamos eso viviendo en la Patagonia? Tenemos el recurso más preciado de los próximos siglos, agua dulce, y la estamos contaminando ¿hasta cuándo? ¿quién dice que la fractura hidráulica del subsuelo es buena y producir una planta medicinal no lo es? ¿Por qué permitimos que multinacionales exploten y contaminen nuestro suelo, pero no podemos imaginarnos una producción cooperativa regulada por el Estado?

En conclusión, una provincia mejor es posible. Suena a eslogan y podría serlo, pero la idea se basa en la concepción del gran Eduardo Galeano, quién decía que la utopía es el horizonte, caminamos hacia ella y ella se aleja. Nos sirve para caminar, decía él. Imaginemos esa provincia y caminemos hacía ella. Quién sabe, quizás la utopía algún día deje de serlo.

VIDEO:
El cáñamo industrial: cultivo y aplicaciones

Colaboración: Emiliano Piccinini / Germán Busin
Portada: Germán Busin


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    «Lo que pasa es que la señora, señorita o no sé qué es, dijo que lo iba a rajar de patadas en el culo al intendente. Es la que genera esto afuera del recinto», dijo Ramírez, al apuntar directo a la libertaria Amoroso como la generadora del caos.

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    Los decapitados de Vráble: la masacre que reveló el violento final de los primeros agricultores de Europa

     

    En los bordes de un pequeño poblado de Eslovaquia, un hallazgo estremeció la visión idílica que la arqueología conservaba sobre los primeros agricultores europeos. Más de 85 esqueletos sin cabeza, enterrados en masa hace 7000 años, obligan a reescribir la historia: la cultura que expandió la agricultura en Europa no sólo desapareció misteriosamente, sino que lo hizo en medio de un estallido de violencia ritualizada.

    Por Alcides Blanco para Noticias La Insuperable

    Una ciudad neolítica y una fosa interminable

    A las afueras de Vráble, un pueblo eslovaco ubicado a cien kilómetros de Bratislava, la arqueología esperaba tierras tranquilas. Pero en 2017, mientras excavaban un simple campo de trigo, los equipos de la Universidad de Kiel encontraron algo que cambió todo: cuatro esqueletos sin cabeza, enterrados en una zanja al borde de un antiguo asentamiento neolítico.

    Desde entonces regresan cada año. Y cada año la escena se vuelve más inquietante.

    Arqueólogas como Katharina Fuchs describen que “donde nos parábamos, había huesos”. En el verano de 2022 apareció el núcleo más impresionante: 34 cuerpos apilados dos o tres niveles arriba en un espacio del tamaño de una cochera. Ninguno tenía cabeza, salvo un niño. Y la historia no terminó allí: hoy la fosa ya mide 45 metros de largo y sigue creciendo.

    Este enorme entierro pertenece a la cultura de la Cerámica Lineal (LBK), la primera sociedad agrícola de Europa central, descendiente directa de quienes habían domesticado plantas y animales en Anatolia alrededor del 9000 a.C. Desde el 5500 a.C. colonizaron un corredor fértil que iba desde Hungría hasta el oeste de Francia.

    Pero hacia el 5000 a.C., algo se quebró. Y los restos de Vráble son parte de la evidencia de un final tan violento como inesperado.

    Señales de violencia aparecen en toda Europa alrededor del 5000 a. C. En el siniestro yacimiento de Herxheim, en el oeste de Alemania, investigadores hallaron miles de fragmentos de huesos humanos quebrados.
    GDKE Rhineland-Palatinate/Fabian Haack

    El mito roto de una prehistoria pacífica

    Durante décadas se creyó que los LBK vivían en una sociedad simple, igualitaria, sin ejércitos, sin jerarquías y sin conflictos importantes. Una especie de “Eden agrícola” organizado alrededor de pequeñas granjas familiares y cerámicas decoradas con líneas incisas.

    Ese relato empezó a derrumbarse en los años 80 con el hallazgo del Talheim Death Pit, una fosa en Alemania donde 34 personas —la mayoría niños— aparecieron con el cráneo fracturado. Más tarde aparecieron otras masacres, cada una distinta, cada una más desconcertante.

    En Kilianstädten, 26 personas, entre ellas 10 niños menores de seis años, tenían no sólo fracturas en el cráneo: sus tibias habían sido aplastadas intencionalmente.

    En otro sitio alemán, ocho de nueve asesinados eran hombres jóvenes, ejecutados de rodillas, con un golpe por detrás, como en una matanza premeditada.

    En Asparn-Schletz (Austria), unos 200 cuerpos aparecieron desordenados en una zanja. Pero la genética mostró que casi ninguno era pariente de otro. No era un pueblo exterminado: era otra cosa, algo ritual, organizado, perturbador.

    Y luego viene Herxheim, el caso más extremo: más de 500 cráneos decapitados, desmembrados y acompañados con cerámicas finas y restos de banquetes. Un ritual de larga duración, deliberado, sin rastro de furia: un proceso cuidado que incluía matar, descarnar, quebrar y depositar huesos humanos como parte de ceremonias complejas.

    La violencia LBK, lejos de responder a conflictos ocasionales, aparece concentrada casi exclusivamente en el tramo final de esta cultura. Un estallido que parece más ideológico que bélico.


    Vráble: un auge, una ruptura y un final brutal

    La excavación de Vráble permite ver esta transformación casi en cámara lenta.

    Hace 7500 años fue una de las ciudades más grandes de la LBK: tres barrios simultáneos, cada uno con 15 a 20 largas casas comunales, especializadas en criar distintos animales. Allí cultivaban trigo primitivo (emmer y einkorn) y celebraban un crecimiento demográfico extraordinario.

    Arqueólogos trabajan con cuidado entre huesos desordenados en Vráble, una fosa común en el centro de Eslovaquia. Expuestos por primera vez en 7000 años, los huesos deben mantenerse húmedos para evitar que se desintegren.
    A. Curry / Science

    Pero hacia el 5100 a.C., algo empezó a quebrarse. Uno de los barrios fue amurallado con un doble foso, en un trabajo monumental, casi imposible con herramientas de piedra. Las puertas del recinto estaban orientadas de espaldas a los otros barrios. Un gesto político, hostil, de separación interna.

    Y al borde de esas zanjas aparecieron los cuerpos sin cabeza.

    Los estudios osteológicos revelan que:

    • las decapitaciones fueron intencionales, realizadas con cuchillos de sílex o de obsidiana;
    • los cuerpos fueron depositados rápidamente, sin exposición previa al ambiente;
    • las víctimas incluyen adultos de ambos sexos y adolescentes, pero pocos niños pequeños;
    • entre los huesos hay piedras de río traídas adrede, cuentas fabricadas con dientes humanos perforados y fragmentos cerámicos.

    Vráble fue abandonada poco después de estas masacres, y jamás volvió a ocuparse.


    ¿Qué llevó a la caída de los primeros agricultores europeos?

    La pregunta sigue abierta. Las hipótesis se multiplican:

    ➤ ¿Crisis demográfica?
    La expansión LBK fue tan rápida que pudo haber tensado los vínculos sociales y las formas tradicionales de convivencia.

    ➤ ¿Choque cultural interno?
    Sitios como Herxheim sugieren un giro ritual drástico, probablemente para reforzar cohesión en un mundo que comenzaba a desestabilizarse.

    ➤ ¿Un colapso social por falta de espacio?
    Al alcanzar los límites de los suelos fértiles de loess, la cultura perdió su motor expansivo y comenzó a mirarse hacia adentro… hasta romperse.

    ➤ ¿No hubo hambre ni cambios climáticos extremos?
    La evidencia ósea no muestra señales de desnutrición. La explicación no parece biológica ni ambiental: parece cultural.

    El resultado fue un final abrupto: una cultura que dominó 700.000 km² quedó reducida a ruinas, fosas y cerámicas quebradas.

    Como señalan arqueólogas citadas por Science, el LBK obliga a recordar algo incómodo: la violencia no es un invento reciente; acompaña a la humanidad desde sus orígenes.

     

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